El auge del turismo en el suroeste de Gran Canaria
Localizado en el suroeste de la isla de Gran Canaria (Islas Canarias), este territorio representa una muestra de la transformación sustancial que la actividad turística puede realizar sobre un paisaje litoral. Acantilados y vertientes desmontadas, playas e “islas” artificiales, muelles y paseos marítimos, hoteles y apartamentos, han modelado un nuevo paisaje donde se estiman densidades de hasta 368 plazas turísticas por hectárea.
El área considerada, entre Patalavaca y el barranco de Balito, se localiza en el suroeste de la isla de Gran Canaria. Está ubicada entre las desembocaduras de tres barrancos. Estos valles representaron un área de difícil explotación para la sociedad agraria tradicional. Por ello, hasta la mitad del siglo pasado, el poblamiento fue escaso y la explotación limitada.
El litoral es muy accidentado: dominan los acantilados, levemente separados del mar por una estrecha plataforma de abrasión marina. Tan sólo en la desembocadura de los barrancos aparecen algunas pequeñas playas, todas de canto, menos Patalavaca, que es de arena. Las condiciones climáticas se caracterizan por una temperatura en torno a los 23,5 °C, una precipitación media inferior a 100 mm anuales y un predominio de las calmas, tanto del viento como del mar.
Desarrollo turístico y sus consecuencias
Hacia finales de los sesenta se inicia una ocupación progresiva de los litorales del sur y suroeste de la isla. Ya en la década de los setenta será ocupada por edificios de apartamentos de más de 10 plantas. La siguiente promoción opta por un modelo que implica la ampliación de la superficie litoral, así como la creación de una playa artificial y paseo marítimo.
La expansión de las edificaciones se acelera en las décadas posteriores, sobre todo a partir de los años noventa. Esta masificación ha provocado diversos problemas ambientales: producción de residuos y vertidos al mar, incremento del consumo de agua, etc.
El caso de «Anfi del Mar»
Esta última época es denominada “Anfi del Mar”. Iniciada en la década de los ochenta, y todavía en ejecución, donde todo es artificial. Si se comparan las fotografías aéreas, podrá observarse que una parte del acantilado fue desmontada para obtener superficie sobre la que instalar apartamentos y zonas de servicios; con el material obtenido se realizó el muelle deportivo y una “isla” artificial.
En definitiva, salvo el sol y el mar, el resto de recursos, si no existen, se construyen.
La Emigración Española Durante la Crisis
El impacto de la crisis económica
La crisis obligó a extranjeros y españoles a buscarse un futuro en otros países. 2009 fue el primer año en el que se empezaron a notar los efectos combinados de un paro desbocado, el desplome del sector de la construcción y el final del crédito fácil.
Solo una pequeña parte de los inmigrantes en desempleo ha cotizado a la Seguridad Social el tiempo suficiente como para tener derecho a cobrar el subsidio de desempleo y pocos inmigrantes cuentan en España con una red familiar con ingresos suficientes para poder ofrecerles apoyo. La cifra de residentes españoles en el extranjero ha aumentado hasta alcanzar los 2,4 millones según los últimos datos oficiales. Pero estos datos son falsos porque los registros estadísticos no reflejan el movimiento de salida en su magnitud real. Estos datos incluyen también a todos aquellos extranjeros que han logrado la nacionalidad española. De hecho, un 67% de los españoles en el extranjero son nacionalizados. En su mayoría han regresado a sus países de origen, fundamentalmente algún país americano. Para los nacidos en España que han emigrado en estos años el destino favorito ha sido la UE. No hay cifras oficiales fiables sobre nivel de formación, pero es de suponer que la mayoría de la emigración española reciente esté compuesta por emigración cualificada, sobre todo de universitarios. Ello supondría una “fuga de cerebros” para el país.
Necesidades insatisfechas y consecuencias de la emigración
Entre las necesidades no satisfechas, las más relevantes son la necesidad de un puesto de trabajo, un mayor salario o la expectativa del desarrollo de una carrera profesional estable.
Las consecuencias positivas de estos saldos migratorios negativos son varias. De forma inmediata se reduce la demanda de empleo y del pago de prestaciones. Esas experiencias fuera de nuestras fronteras pueden ser enriquecedoras que en definitiva benefician a sus protagonistas y al país en conjunto. El saldo migratorio negativo es el principal responsable de que España tenga un crecimiento real negativo desde 2012. Si tenemos en cuenta que el proceso emigratorio está afectando sobre todo a jóvenes y adultos jóvenes en edad de procrear, nos encontramos que se reducirá más la natalidad, y por este doble motivo el proceso de envejecimiento de la población se acentuará.