LA VEGETACIÓN Los paisajes vegetales españoles se definen por su gran variedad y riqueza. Las especies que componen nuestra flora son unas 8000, y las casi 1500 especies endémicas que hay están presentes en nuestros paisajes naturales.
FACTORES CONDICIONANTES DE LA VEGETACIÓN–
El clima. Los grandes contrastes climáticos que caracterizan a la península se traducen en la presencia de especies adaptadas tanto al frío como a las elevadas temperaturas y a la aridez. El intercambio de masa de aire permite que desciendan desde latitudes más septentrionales especies propias de climas más fríos y húmedos, al mismo tiempo que ascienden especies subtropicales. – La situación geográfica. La península ibérica y el archipiélago balear se sitúan en el archipiélago suroccidental a muy poca distancia de África, a la que estaba unida. Esta posición de encrucijada ha favorecido el encuentro y el desarrollo de especies vegetales muy dispares. – El relieve y los suelos. El relieve influye en la distribución de las plantas a través de la altitud, puesto que provoca un escalonamiento de la vegetación en altura. La montaña introduce modificaciones entre la vertiente de barlovento y la de sotavento, y entre la vertiente de solana y la de umbría. La naturaleza de los suelos es otro condicionante destacado, ya que cada especie tiende a colonizar un tipo de suelo, existiendo, por ejemplo, especies silicícolas (sobre suelos silíceos), como el alcornoque, y especies calcófilas (sobre suelos calcáreos), como el roble albar. Algunos suelos dificultan o hacen imposible el crecimiento de la vegetación; es el caso de los suelos salinos. – La acción antrópica. La prolongada y cada vez más intensa intervención del ser humano sobre el medio natural ha conducido a una modificación y un cierto deterioro de los países vegetales, ha ido aumentando la presión demográfica y el desarrollo tecnológico y científico. La deforestación ha conducido en las últimas décadas a una intervención positiva mediante la protección de espacios naturales, la repoblación con especies autóctonas, etc., ya que las personas somos cada vez más conscientes de la necesidad de preservar el medio natural y conseguir un desarrollo sostenible.
LAS FORMACIONES VEGETALES DE ESPAÑA
LA VEGETACIÓN DE LA RegíÓN EUROSIBERIANA DEL CLIMA ATLÁNTICO
La regíón eurosiberiana se extiende por el área septentrional peninsular de clima atlántico u oceánico, desde Galicia a los pirineos. El clima húmedo, con precipitaciones peninsulares anuales superiores a los 750-800 mm y sin aridez estival, junto a unas temperaturas templadas y moderadas, permiten el desarrollo de dos formaciones vegetales carácterísticas:
bosque caducifolio y la formación de matorral o arbustiva, comúnmente denominada landa. A ellas se suma una tercera, el bosque marcescente, en el área de transición hacia el ámbito mediterráneo. – BOSQUE CADUCIFOLIO:
FORMACIONES PRIMARIAS (NATURALES)
El bosque caducifolio ha sido muy modificado por la intervención humana desde épocas muy antiguas. En condiciones óptimas se define por ser un bosque muy denso y umbrófilo (necesita humedad), con árboles de tronco recto y gran altura. Por esta misma razón (escasa luz en los estratos inferiores), el sotobosque, formado por arbustos y matorrales, es pobre. El bosque caducifolio es un bosque monoespecífico, así las masas forestales más carácterísticas son los robledales y los hayedos, aunque pueden estar acompañados por otras especies (siempre en escasa proporción), como fresnos, arces, tilos, tejos y acebos. – El roble exige humedad y temperaturas templadas, tolera mal el frío. La especie más emblemática es el roble carballo que no suele aparecer en altitudes superiores a 500-600mm. Se extiende desde Galicia y el Principado de Asturias por toda la cornisa cantábrica y el norte de León. Por encima de los 500-600 mm de altitud, encontramos el roble albar, más resistente al frío y a la sequía y menos exigente en humedad. Se asienta sobre suelos calizos. Se localizan en el País Vasco y la Comunidad de Navarra. – El haya es un árbol muy exigente en humedad que no tolera la aridez, su resistencia al frío hace que se extienda como un árbol de montaña. Representa la especie forestal del área atlántica entre los 800 y 1500m. Crece sobre cualquier tipo de suelo. Forma bosques más densos que el roble, aunque, al igual que este ha sido talado y explotado abusivamente. Se desarrolla a lo largo de la Cordillera Cantábrica, los Montes Vascos y los Pirineos.FORMACIONES SECUNDARIAS (INTRODUCIDAS) Entre las formaciones introducidas por el ser humano destacan: – El castaño, una especie de hoja caduca importada del continente europeo. Su extensión actual es muy inferior a la de hace un siglo debido a la acción antrópica y a la enfermedad de la “tinta”. Es un árbol muy apreciado por su madera y por su fruto, la castaña. – El pino, especie de repoblación de gran difusión por todo el territorio. Las pináceas se adaptan a las distintas condiciones climáticas y tipos de suelo de España. Son de crecimiento rápido, rentables por su resina y su madera, pero presentan el gran inconveniente, ante un incendio, de ser muy inflamables. – El eucalipto, introducido en la Península en el Siglo XIX. Se extiende desde Galicia por toda la Cordillera Cantábrica en la zona atlántica. Se usa en la repoblación por su rápido crecimiento y por su rentabilidad económica como materia prima para la producción de pasta de papel. Pero el eucalipto empobrece y acidifica los suelos.
EL MATORRAL ATLÁNTICO: LA LANDA
Es una formación leñosa y densa que aparece en las zonas de suelos más pobres y sustituye al bosque caducifolio cuando este se degrada debido a la sobreexplotación o a los incendios. Las especies más comunes son el tojo, el brezo, la retama y el piorno. Cuando la landa es destruida, domina una formación herbácea, los prados, que cuentan con una amplia extensión en la regíón atlántica.
EL BOSQUE MARCESCENTE
Formado por quejigos y rebollos, es una formación de tipo atlántico pero adaptada a la aridez y resistente al frío. Ocupan el área más meridional de la zona atlántica de transición al clima mediterráneo.
LA VEGETACIÓN DE LA RegíÓN MEDITERRÁNEA
Se extiende por el espacio peninsular de clima mediterráneo (excepto las áreas de montaña), el archipiélago balear, Ceuta y Melilla. Esta regíón se caracteriza por la aridez estival. La escasez o falta de agua durante la estación de verano define qué especies son capaces de adaptarse y sobrevivir. Las especies que ocupan esta regíón son el bosque esclerófilo mediterráneo y la formación arbustiva mediterránea, que diferenciamos la maquia, la garriga y la estepa.
BOSQUE ESCLERÓFILO MEDITERRÁNEO: FORMACIONES PRIMARIAS
En el bosque natural esclerófilo y perennifolio, las hojas son perennes, pequeñas y endurecidas, y su copa globular ayuda a preservar la humedad del suelo. –La especie más significativa es la encina en sus dos especies: El encinar es la formación vegetal más extendida de la Península. Su gran capacidad de adaptación permite que colonice altitudes desde el nivel del mar hasta los 2000m de altitud, zonas de precipitaciones mínimas y cualquier tipo de suelo. El sotobosque que acompaña al encinar es complejo, de gran variedad y formado por la jara, el lentisco y el madroño. Hoy parece que no persisten encinares en estado climácico, donde aparecen es en las dehesas. La dehesa es un bosque aclarado que combina el uso forestal con un aprovechamiento agrícola y pastoril. A pesar de ello, el sistema de dehesa permite conservar estos bosques y mantener un cierto equilibrio con el medio ambiente, en el que conviven una variada flora y una gran diversidad de especies animales. En la actualidad, se mantiene en las penillanuras salmantinas, extremeñas y algunas zonas de Sierra Morena. – El alcornoque es una especie de suelos silíceos más exigente en la humedad que la encina y que no soporta bien los fríos inviernos. Su principal área de desarrollo corresponde al suroeste peninsular y Girona. Entre los usos que se dan a esta especie destaca el aprovechamiento de su corteza para corcho y de su madera. Esta especie, típicamente mediterránea, está amenazada. El sobrepastoreo, la falta de regeneración natural, los incendios forestales, las plagas y el abonado de las áreas rurales son la causa de ello. A esto se une que la tradicional explotación económica del corcho sufre hoy la competencia de otros materiales con los que se fabrican los tapones de las botellas, cuestionando así la rentabilidad de su explotación y, en consecuencia, su mantenimiento. Su ecosistema es el ágüila real, la cigüeña negra o el lince ibérico. – El algarrobo y el acebuche u olivo silvestre complementan el bosque mediterráneo.
BOSQUE ESCLERÓFILO MEDITERRÁNEO: FORMACIONES SECUNDARIAS
Entre las especies introducidas por el ser humano cabe mencionar distintas especies de pino. Los pinares son muy abundantes en nuestro país. Los pinos típicamente mediterráneos son el pino piñonero y el pino carrasco. El piñonero se extiende por los arenales costeros y el pino carrasco, coloniza las tierras del este peninsular. En el pino resinero su crecimiento se debe al aprovechamiento de su resina y de su madera. Se extiende desde Galicia hasta Murcia. El pino silvestre ocupa zonas elevadas (1000-2000m de altitud o más) ya que soporta bien las bajas temperaturas y las nieves.
FORMACIONES DE MATORRAL MEDITERRÁNEO
Las formaciones de arbustos y hierbas no corresponden a una vegetación climácica, sino, a un estadio del bosque mediterráneo provocado por la actuación humana.
El matorral ocupa una amplia extensión en el ámbito mediterráneo español, destacan la maquia y la garriga. – La maquia es una formación esclerófila, densa y cerrada y sus especies pueden superar los 2m de altura. Está compuesta por madroños, jaras y lentiscos. – La garriga es una formación menos densa. Los arbustos dominantes son la escoja, el romero, el tomillo, la lavanda y el hinojo. La degradación del maquis y la garriga dan lugar a la estepa, que caracteriza, en particular, el clima semiárido del sureste y algunas zonas secas y degradadas del interior. En la estepa dominan las especies herbáceas como el esparto, la palmera enana, el espárrago silvestre o espinos y plantas olorosas como el tomillo.
LOS RECURSOS HÍDRICOS: LOS USOS DEL AGUA.
Junto a los recursos alimentarios, el agua dulce es otro de los bienes que nos proporciona la naturaleza y que es imprescindible para las personas, tanto para su consumo directo como para el desarrollo de las actividades económicas.
La actividad agrícola es la principal fuente de consumo de recursos hídricos en nuestro país a causa de la progresiva extensión del regadío, que busca una mayor rentabilidad de unas tierras que, por razones climáticas, se han dedicado tradicionalmente a cultivos de secano. Los núcleos urbanos ocupan el segundo lugar por consumo de agua. En las zonas residenciales y en las industriales, el agua también se utiliza como medio de evacuación de los desechos. Pero hay otros usos del agua que no implican una merma de su volumen, como los usos recreativos (pesca, navegación) o la producción de energía hidroeléctrica. El agua también se emplea en las centrales térmicas convencionales y nucleares para su refrigeración.
El consumo de agua en España se ha ido incrementando a medida que aumentaba la población, se diversificaron las actividades productivas y mejoró el desarrollo tecnológico y el nivel de vida de los ciudadanos.
El balance hídrico define el déficit o súperávit de agua, es positivo para el conjunto español, si bien la distribución espacial de los recursos es muy desigual. Las cuencas con un balance más positivo son las del norte peninsular, donde se denomina el clima oceánico, seguidas de las cuencas del Ebro y del Duero. En el extremo opuesto están las cuencas menores de la vertiente mediterránea y ambos archipiélagos, regiones en las que el déficit se agrava por sus elevadas densidades demográficas, la presión que supone la demanda de la agricultura de regadío y el intenso turismo, sobre todo en verano, estación en la que la disponibilidad del agua suele ser menor.
La solución a la irregularidad de las precipitaciones ha venido por la construcción de infraestructuras: presas en los cauces fluviales y canales y trasvases.
– Las presas crean embalses donde se almacena el agua en las épocas de abundancia de lluvias y sirven de control de las crecidas tan carácterísticas de nuestros ríos mediterráneos.
– Los canales o conducciones permiten llevar el agua a las ciudades o a las tierras de labor. Estos conductos llevan el agua a zonas de la propia cuenca, pero también los hay que conducen el agua de una cuenca a otra; hablamos de trasvase. En España, el más conocido es el trasvase Tajo-Segura, que lleva agua desde el Alto Tajo hacia el río mediterráneo. Otras importantes obras de ingeniería hidráulica en regiones con déficit hídrico, como el sureste peninsular o Canarias, son las plantas desalinizadoras.
LA VEGETACIÓN DE MONTAÑA
Las condiciones climáticas varían según la exposición de las vertientes al viento (barlovento y sotavento) y al sol (umbría y solana). A cada altitud y disposición de la montaña le corresponde una vegetación diferente, escalonada en pisos, que se denomina cliserie vegetal.
– En general, el piso basal desarrolla una vegetación similar a lo que tenga alrededor.
– Los pisos montanos (hasta los 2000-2200m), están ocupados por especies adaptadas a una mayor humedad y temperaturas muy bajas, como el haya y algunas coníferas (el abeto y el pino negro de los Pirineos, el pinsapo de la Cordillera Penibética, el pino silvestre…). En el piso montano superior o subalpino las masas forestales desaparecen y dan paso a formaciones arbustivas: landa en el norte, y matorrales espinosos en el caso de la montaña mediterránea.
– El piso alpino (a partir de 220 m de altitud) está ocupado por una vegetación de tipo herbáceo y prados.
– Solo en las montañas más altas (Pirineos, Cordillera Penibética) aparece un piso nival (por encima de los 3000 m), en el que únicamente crecen especies rupícolas, como musgos y líquenes.