La imagen que vamos a comentar se corresponde con una pirámide de población, una representación gráfica del conjunto de habitantes de un territorio concreto (España), en un año concreto (2019). En el eje de las ordenadas aparecen representados los diferentes rangos de edad, agrupados en grupos quinquenales (cinco años), mientras que en el eje de abscisas se sitúa el porcentaje de población correspondiente a cada rango de edad, divididos en mujeres (derecha y en color azul), y hombres (izquierda y en color verde). La fuente de datos empleada para la elaboración de este gráfico es el Instituto Nacional de Estadística (INE). La pirámide muestra una forma de bulbo, carácterística de una población en regresión y envejecida, propia de una sociedad desarrollada y terciaria.
El envejecimiento es visible ya queel porcentaje de población anciana (> 65 años) se sitúa en torno al 21% (población envejecida a partir del 12% de población anciana).
En cuanto a la estructura de la población por sexo, observamos diferencias notables.
En primer lugar, la población de varones es ligeramente superior a la de las mujeres en edades tempranas, algo normal ya que, estadísticamente, nacen 105 niños por cada 100 niñas. Sin embargo, las proporciones se van igualando a medida que avanza la edad adulta, y, en el grupo de edad anciana (> 65 años) la proporción de mujeres es muy superior, ya que estas gozan de mayor esperanza de vida (mejores condiciones de vida, trabajos con menos riesgo) y están menos afectadas por afecciones que causan la muerte temprana (alcoholismo, drogadicción, tabaquismo).
Respecto a la estructura por grupos de edad, encontramos de nuevo diferencias reséñables. A grandes rasgos, se aprecia claramente como el grupo mayoritario de población es el adulto, seguido del anciano y el joven, por lo tanto, se trata de una población envejecida y con tendencia al decrecimiento. La población joven (< 15 años) es el colectivo de población minoritario (en torno al 14%), es por ello, que la base de la pirámide es estrecha en comparación con los grupos de edad situados en la parte media y superior. A medida que la edad aumenta, el porcentaje de población crece progresivamente, alcanzando los mayores registros en la franja entre 40 y 54 años y dando lugar a una predominancia de población adulta (15-64 años). La cúspide de la pirámide (> 64 años) es más ancha que la base, por lo tanto, la población anciana (en torno al 20%) es superior a la población joven, síntoma claro de envejecimiento poblacional.
Los sucesos demográficos más significativos y explicativos de la situación descrita anteriormente se deducen de los entrantes y salientes de la pirámide. Los entrantes indican pérdida de población y se deben a una baja natalidad o a un aumento de la mortalidad por guerras, hambre o epidemias, aunque también pueden deberse a la emigración. Los más significativos coinciden con el rango de población situado entre 10 y 19 años, y 0 y 4 años, y son producto de la caída de la natalidad que se produce a partir de 1995 por causas diversas (propagación métodos anticonceptivos, secularización de la sociedad, incorporación plena de la mujer al mundo laboral, aumento de la soltería y de la edad de emancipación, crisis económicas, etc.).
Los salientes de la pirámide indican un incremento de población, destacan los que se pueden apreciar en los rangos de edad situados entre 40 y 54 años, asociados también a motivos variados como el baby boom de finales de los 60 y 70, que supuso un aumento destacado de la natalidad en España. Dicho aumento estuvo relacionado con la apertura al exterior de la dictadura franquista y el desarrollo económico que se produce en aquellos años. En la base de la pirámide, se aprecian dos pequeños salientes entre 5 y 14 años, seguramente generados por la llegada de población inmigrante con una dinámica natalista muy diferente a la de la población española (pronatalista), carácterística de sus lugares de origen.
En este tipo de gráfico solía ser trascendental la referencia a un conflicto bélico, la Guerra Civil.
No obstante, hay que considerar que los rangos de edad afectados directamente por la Guerra Civil (80-84 años y superiores) están desapareciendo de la pirámide, pero las consecuencias del conflicto afectaron durante décadas a la demografía española. Por ejemplo, los entrantes situados en las edades comprendidas entre los 65 y 79 años (nacidos entre 1939 y 1955), se deben en parte a los “no nacidos” durante la posguerra debido a las duras condiciones de vida.
La pirámide refleja la situación de un régimen demográfico moderno, caracterizado por bajas tasas de natalidad y una mortalidad en aumento, que, en ocasiones, supera el número de nacimientos. A partir de 1977 (grupo de 35-39 años) la longitud de las barras comienza a reducirse debido a la disminución de la fecundidad derivada de las importantes transformaciones políticas, sociales y económicas que se producen en la sociedad española a partir de 1975, dando lugar a un grupo de jóvenes muy reducido.
A modo de conclusión, podemos decir que, tras analizar la pirámide, España está inmersa en un régimen demográfico moderno, típico de países desarrollados y terciarios. En la actualidad mantiene un crecimiento vegetativo negativo y un número de hijos por mujer de 1,19, cifra insuficiente para garantizar el reemplazo generacional, cuestión que puede ser mitigada por la llegada de migrantes. A largo plazo, el envejecimiento poblacional puede poner en peligro el sostenimiento de los sistemas de cobertura social (sistemas de pensiones, educación, sanidad y atención a la dependencia). Algunas de las soluciones propuestas han sido el incremento de la edad de jubilación a 67 años, fórmulas de copago sanitario o el incremento de plazas públicas en residencias de ancianos.
EXTRANJERÍA: +Almería, Girona, Baleares, Alicante, Lérida -Jaén, Córdoba, Badajoz, Cáceres, Zamora
ANCIANOS/JÓVENES: +Orense, Zamora, Lugo, León, Salamanca -Melilla, Ceuta, Almería, Palmas, Baleares
DENSIDAD: +Melilla, Ceuta, Madrid, Barcelona, Vizcaya -Soria, Teruel, Cuenca, Huesca, Zamora
Los factores que explican esta irregular y desequilibrada distribución guardan relación con los procesos históricos que se han ido dando en España, la población crece desde los 10 millones de habitantes (S. XVI) hasta los 47,4 actuales (INE, 2021). Durante la época preindustrial, de economía agraria, tuvieron más peso los factores físicos.
Así, las mayores densidades se situaban en las costas de relieve llano e invierno suave, en contraste con las elevadas llanuras del interior peninsular, de inviernos rigurosos. No obstante, también influían los factores humanos. En el S. XVI, el descubrimiento de América dio a Castilla una gran prosperidad económica, convirtiéndola en la zona más poblada de la Península.
Un siglo más tarde, la crisis económica y demográfica originó movimientos de población hacia la periferia. Como consecuencia, en el Siglo XVIII la situación se había invertido:
Las densidades más altas se situaban en las regiones costeras e insulares gracias a un floreciente comercio marítimo, y las densidades más bajas, en el interior.
En la época industrial, entre mediados del S. XIX y la crisis de 1975, los factores naturales perdieron importancia y se consolidaron y agudizaron los contrastes en la distribución de la población. Las regiones del interior siguieron perdiendo peso demográfico como consecuencia del éxodo rural, que se agudizó en los años 50 y 60 del S. XX. Aumentaron su peso Madrid (capital y centro financiero del Estado) y las regiones periféricas por la instalación de actividades económicas que atrajeron población, como la industria (Asturias, País Vasco, Cataluña, ejes Ebro y Mediterráneo) y el turismo (litoral mediterráneo e insular).
Y, finalmente, en la época postindustrial, a partir de la crisis de 1975, tienden a mitigarse los contrastes. La crisis redujo la atracción de las áreas industrializadas, y disminuyó las salidas de las zonas emigratorias del interior, que incluso recibieron emigrantes retornados.
Las consecuencias de esta distribución son de toda índole:
Económicas
Las áreas más densas son más dinámicas y, por tanto, atraen inversiones; mientras las menos densas son menos dinámicas por lo que sus capitales se van a las áreas más dinámicas.
Demográficas
Las zonas menos densas pierden población joven, lo que da lugar a su envejecimiento, dando lugar a un descenso de la natalidad y a un aumento de la mortalidad. Además, al no resultar atractivas para la población inmigrante, el saldo migratorio es negativo, mientas en las más densas es positivo.
Medioambientales
En las áreas más densas se produce un exceso de presión sobre el territorio, mientras que en las menos densas se produce el abandono de los campos de cultivo y las masas forestales. Estas últimas van a quedar más expuestas a los incendios.
Políticas
Las diferencias de densidad, muy vinculadas al dinamismo económico, hace que sea necesario un trasvase de recursos económicos de las áreas más ricas a las más pobres, lo que genera tensiones políticas interregionales.