El mapa muestra la distribución de las precipitaciones en la Península Ibérica, las islas Baleares y las islas Canarias en mm. Estas presentan una distribución muy irregular.
Las principales áreas o regiones pluviométricas que pueden distinguirse en función de su volumen medio anual de precipitación son las siguientes:
a-La áreas con precipitación media anual elevada, superior a 800 mm, se localizan en el norte peninsular (Galicia y cornisa cantábrica) y en los sistemas montañosos situados por encima de los 1000 metros de altitud: Sistema Ibérico, Sistema Central, Montes de Toledo, Sierra Morena, cordilleras Béticas y cordillera Costero Catalana.
Galicia y la cornisa cantábrica deben su elevado volumen a que son zonas que, por su latitud septentrional y su proximidad al océano Atlántico, se encuentran bajo la acción de las borrascas del frente polar.
Las áreas montañosas por encima de los 1000 metros deben sus abundantes precipitaciones a la altura, pues a medida que esta se eleva aumenta el volumen de precipitación.
b-Las áreas con precipitación media, entre 600 y 800 mm, se corresponden con:
Las partes medias de los sistemas montañosos citados y montañas de menor altura, de modo que al disminuir la altitud, descienden las precipitaciones.
Ciertas áreas del extremo occidental de la España peninsular que, por su situación, presentan una mayor frecuencia de paso de los frentes y borrascas que entran por el Atlántico.
c-El área de escasas precipitaciones, entre 200 y 600 mm, abarca la parte central de la submeseta norte; gran parte de la submeseta sur; la mayor parte del valle del Ebro; el valle del Guadalquivir; las hoyas intrabéticas andaluzas; gran parte del litoral y prelitoral mediterráneo; el resto de las islas Baleares, y algunas zonas altas de las islas Canarias con relieves montañosos.
Las dos submesetas y el valle del Ebro deben su escasa pluviosidad a la continentalidad, producida por el aislamiento de la influencia marina, que se ve acentuada por la configuración topográfica, marcada por el encajamiento entre unidades del relieve, especialmente en la submeseta norte y en el valle del Ebro. Estas circunstancias determinan que en invierno el suelo frío del interior favorezca la formación de anticiclones, y en verano las elevadas temperaturas aumenten la capacidad del aire de almacenar agua, dificultando la formación de nubes. Por su parte, el encerramiento entre unidades del relieve determina que las masas de aire descarguen su humedad en los sistemas montañosos que las bordean.
En el valle del Guadalquivir, las precipitaciones del invierno, causadas por su proximidad al Atlántico y por temporales del suroeste que penetran fácilmente por el valle, se ven compensadas por la importante escasez de precipitaciones del verano, dando lugar a un volumen anual modesto.
En las hoyas intrabéticas andaluzas, las escasas precipitaciones se deben a su posición meridional y oriental respecto a la ruta de paso de las borrascas atlánticas y a su encajamiento entre unidades del relieve.
En el prelitoral y litoral mediterráneo y en Baleares, la causa de las escasas precipitaciones es la limitada actividad con que llegan a estas zonas las borrascas y frentes que penetran por el oeste peninsular.
El relieve de algunas islas Canarias determina una elevación de las precipitaciones, que afectan sobre todo a las vertientes expuestas al soplo del viento alisio. Sin embargo, por su latitud meridional, en contacto con el dominio subtropical, el aumento de las precipitaciones con la altura es modesto.
d-El área de precipitaciones muy escasas, inferiores a los 200 mm, abarca el área central del valle del Ebro, el sureste peninsular y la mayor parte de las islas Canarias.
En el sureste peninsular, la aridez obedece a que la zona se encuentra protegida de las borrascas atlánticas por los relieves de las cordilleras Béticas, a que llegan con dificultad las borrascas mediterráneas y a que son frecuentes las advecciones secas de África.
En la zona medial del valle del Ebro, la aridez se debe al encerramiento entre montañas. El Sistema Ibérico actúa como barrera frente a las borrascas atlánticas y la cordillera Costero-Catalana se frena la penetración de la influencia mediterránea.
En Canarias, la aridez se explica porque, debido a su latitud, se hallan prácticamente todo el año bajo la influencia del anticiclón de las Azores, que provoca tiempo seco y estable. En el caso de las islas orientales, la escasa precipitación se acentúa por la inexistencia de relieves elevados y por su mayor proximidad a las advecciones secas de aire sahariano.
b) Las causas de diferenciación en los volúMenes de precipitación recibida en dichas regiones y sus variedades.
Como ya hemos ido anunciando, la desigualdad de las precipitaciones se debe a factores geográficos y meteorológicos.
-La latitud: la cantidad de precipitación aumenta de sur a norte de manera bastantes regular.
-La apertura al mar: las precipitaciones disminuyen desde la costa hacia el interior porque en el interior, en invierno, el frío del suelo refuerza las situaciones anticiclónicas, y en verano el calor disminuye el contenido de vapor de agua del aire.
-El relieve: influye por su altura, por su disposición y por su orientación:
Con la altura aumentan las precipitaciones orográficas, las precipitaciones ocultas (escarcha y rocío) y las precipitaciones horizontales (causadas por el estancamiento de las nubes); en cambio, las tierras bajas costeras y las islas sin relieve suelen registrar menores precipitaciones, pues al no existir relieves pronunciados cesan las posibles precipitaciones orográficas.
La disposición del relieve peninsular incide de varias maneras en las precipitaciones. Su localización periférica hace que las tierras interiores sufran una elevada aridez. El predominio de la disposición oeste-este de los relieves montañosos, favorece la entrada de masas marinas húmedas del oeste y suroeste, pero el carácter macizo de la Península hace que disminuya su actividad al penetrar en el interior, por lo que las precipitaciones disminuyen entre la costa atlántica y la mediterránea. Finalmente, las cuencas encerradas por montañas tienen precipitaciones escasas, pues las masas de aire descargan su humedad en los relieves montañosos que las bordean.
Existen fuertes contrastes entre las precipitaciones de las áreas situadas en las vertientes a barlovento de los vientos húmedos, y las de sotavento, donde las cantidades de precipitación son muy inferiores, debido al descenso y recalentamiento del aire.
-La dinámica atmosférica, condicionada en la Península por la latitud en el extremo meridional de los desplazamientos del frente polar, determina precipitaciones más abundantes y regulares en el norte, afectado todo el año por las borrascas del frente polar, y precipitaciones inferiores y de distribución irregular en el resto de la Península y Baleares, debido a la mayor frecuencia de situaciones anticiclónicas, sobre todo en verano. En Canarias las precipitaciones son muy escasas, pues por su latitud subtropical se encuentran la mayor parte del año bajo la acción del anticiclón de las Azores.
La incidencia de estos factores determina que en la Península la distribución de las precipitaciones se caracteriza por los siguientes rasgos generales: disminuyen del NO a SE; desde las costas hacia el interior, desde la costa atlántica a la mediterránea; y en las cuencas encerradas por relieves montañosos. En cambio, aumentan en las vertientes de barlovento y con la altura.