Red Ferroviaria en España
Las primeras líneas ferroviarias que se tendieron en España fueron la de Barcelona – Mataró y Madrid – Aranjuez, ambas a mediados del siglo XIX. En 1855 se promulgó la primera ley de ferrocarriles, que reglamentaba que las concesiones para la explotación de las líneas ferroviarias tendrían un mínimo de 99 años. Gracias a esta ley, se crearon las principales compañías ferroviarias, todas ellas vinculadas a capital extranjero, sobre todo francés, belga y británico.
Inicialmente, las explotaciones de las líneas se realizaron con una inversión mínima de capital, lo que resultó en un trazado insuficiente. Posteriormente, cuando se realizaron mayores inversiones, no se tuvieron en cuenta los gastos de renovación del material. Muchos de los problemas actuales del sector ferroviario tienen su origen en estos hechos.
En 1943 se fundó RENFE con la intención de reconstruir la red ferroviaria y recuperar el nivel de la etapa de preguerra. Esta tarea fue muy difícil debido a los grandes daños sufridos durante la Guerra Civil y a la falta de abastecimiento a causa de la Segunda Guerra Mundial. Más tarde, la falta de recursos económicos impidió cumplir los planes de reconstrucción, lo que benefició al transporte por carretera.
Actualmente, el trazado de la red ferroviaria sigue siendo radial, con centro en Madrid y con las estaciones de término más importantes en La Coruña, Gijón, Santander, Bilbao, Irún, Valencia, Alicante, Málaga, Algeciras y Lisboa. Esta estructura básica se complementa con ramales secundarios y líneas transversales, asegurando el máximo rendimiento de la red ferroviaria con un mínimo tendido.
La política ferroviaria europea pretende acortar los tiempos de viaje para el año 2010 en las principales ciudades europeas. Para ello, se propone la ampliación de la red de alta velocidad, donde los trenes alcancen velocidades de 250 km/h a 400 km/h, con un ancho de vía común para toda la red europea. En España, se construyó el AVE en 1992, con la línea Madrid – Sevilla. Se prevé su extensión a Barcelona y Francia.
Transporte por Carretera en España
El transporte por carretera en España tiene una estructura básicamente radial con centro en Madrid, pero se complementa con una serie de ejes transversales que se sitúan generalmente en la periferia. Es el caso de la N-30, que enlaza Zaragoza, Teruel y Alicante, y la N-240, que une Tarragona, Lérida, Huesca, Pamplona y Bilbao. El eje viario que rodea todo el litoral peninsular se inició con fines militares y hoy en día constituye una buena red viaria para el turismo.
A principios del siglo XIX, la red viaria era bastante deficiente debido a la falta de recursos.
Tras la Guerra de Independencia y las Guerras Carlistas, el Estado organizó e impulsó la construcción de carreteras. Durante la dictadura de Primo de Rivera se fomentaron las Obras Públicas, con una política de infraestructuras que potenciara el desarrollo económico. Estas infraestructuras quedaron destruidas con la Guerra Civil y se intentó reconstruir con un Plan General de 1941.
En 1950 se puso en marcha un Plan de Modernización de Carreteras, comenzando a construir algunas autopistas de pequeño recorrido y de carácter urbano. En 1963 se construyó el túnel de Guadarrama en la carretera de Madrid – La Coruña y se inició un sistema de autopistas de peaje con la primera de ellas, Barcelona – La Junquera – Mataró. Las inversiones más importantes en carreteras se realizaron a partir del Plan de Estabilización, sobre todo con el Plan General de Carreteras, que supuso un gran desarrollo de éstas por parte del MOPU.
Con la transferencia de competencias a las distintas comunidades autónomas, se aprobó una nueva ley de carreteras por la cual el Estado solo se haría cargo del 7% del total de kilómetros construidos; el resto quedaría para las autonomías.
Estas vías constituyen una red jerarquizada, siendo las de mayor accesibilidad: la costa catalana, su prolongación hacia el Valle del Ebro, Madrid hacia Ocaña, y la zona de Albacete – Almansa – Alicante. Las de menor accesibilidad son: Andalucía, Galicia, Asturias, Pirineos, y las provincias de Castellón y Teruel.
Transporte Marítimo en España
La estructura actual de los puertos españoles tiene sus antecedentes en el siglo XVIII. Durante el reinado de Carlos III, los puertos pasaron a depender de la administración central, rompiendo el monopolio del comercio de Indias que hasta entonces estaba en manos de Sevilla y Cádiz.
Entre 1964 y 1967, se desarrolló el Plan de Puertos, que aprobaba una serie de leyes descentralizadoras. Más tarde, y según un artículo de la Constitución Española, los puertos son competencia exclusiva de la administración del Estado.
En 1997, el Consejo de Ministros aprobó el proyecto de ley de puertos, reforzando la autonomía en las funciones y su gestión, y regulando la participación de las comunidades autónomas en cuyos territorios se localizan.
A lo largo de los casi 8.000 km de litoral español se localizan 200 puertos, de los que tan solo Barcelona, Valencia y Bilbao gozan de plena autonomía; el resto son semiautónomos o bien dependen directamente del Estado. Los puertos más importantes son: Gijón, Avilés, Bilbao, Barcelona, Valencia, Sevilla, Cádiz, Huelva y Santa Cruz de Tenerife. Todos ellos concentran el 65% del tráfico nacional.
En los puertos se realizan el 86% de las importaciones y el 66% de las exportaciones. España es el país de la UE con mayor tráfico de cabotaje (barco o navegación que bordea la costa). Aunque en general los puertos españoles tienen unas dimensiones suficientes para el comercio actual, se deberían ampliar, dedicándose en su mayor parte al tráfico de mercancías.