Uso y Aprovechamiento de las Aguas en España
El agua es esencial para la vida en la Tierra y para numerosas actividades humanas. Por ello, los asentamientos humanos se han ubicado históricamente en lugares cercanos a los recursos hídricos. La disponibilidad de agua en un medio natural depende del clima, la litología o roquedo, el relieve y su disposición. Los recursos hídricos españoles proceden fundamentalmente de los ríos y, en menor medida, de los lagos y acuíferos. El agua está íntimamente relacionada con el clima y la característica principal de nuestro clima es el carácter mediterráneo, es decir, la escasez, la irregularidad y la imprevisibilidad. Por otra parte, España es un país de contrastes, existiendo una España húmeda al norte y al oeste, y una España seca al sur y al este, justo lo contrario que el desarrollo económico y demográfico de España. De ese intensivo aprovechamiento del agua en España y de las relaciones entre el medio natural y la acción antrópica, surgen una serie de problemas en torno al agua, que hacen que en la actualidad este problema sea uno de los más importantes y que más polémicas y enfrentamientos genera.
El aprovechamiento de los recursos hídricos tiene larga tradición en España. Desde las construcciones romanas (acueductos, implantación de regadíos, etc.) a los árabes, que implantan una cultura del agua al servicio de la agricultura. El agua es referente de los ilustrados y regeneracionistas, símbolo de progreso social y agrícola.
Usos del Agua en España
- Regadío agrario: Consume más del 80% del agua.
- Producción minera, energética y manufacturera, y actividades terciarias.
- Abastecimientos urbanos e industriales.
- Uso energético: Centrales hidroeléctricas, térmicas y nucleares.
- Uso ambiental y recreativo: Este uso es importante y ríos, embalses y lagunas ofrecen posibilidades variadas, aunque si se abusa puede provocar consecuencias nefastas para el resto de las utilidades del agua. Hay actividades incompatibles; no se puede realizar actividades deportivas en embalses cuya agua se usa para beber.
En España se ha incrementado el agua consumida en los últimos años como consecuencia del desarrollo económico, urbano y del nivel de vida.
Balance Hídrico en España
España se caracteriza en gran parte de su territorio por un clima mediterráneo, con unas precipitaciones modestas e irregulares, pero dispone a pesar de todo de unos recursos suficientes. Las cuencas con un balance más positivo son las del Norte (clima oceánico), seguidas de las del Duero y Ebro; en el extremo contrario están las cuencas de la vertiente mediterránea y ambos archipiélagos, en las que el déficit se agrava por sus elevadas densidades demográficas, la presión de los regadíos y el turismo masivo. Los recursos hídricos proceden sobre todo de las precipitaciones, que alimentan las aguas superficiales y los acuíferos.
Obras Hidráulicas y su Impacto
Las obras hidráulicas son las infraestructuras construidas para regular los recursos hídricos y mejorar la calidad del agua. Las obras para regular los recursos hídricos tienen en España una larga tradición histórica. Los ríos se han regulado a través de embalses, canales y trasvases. Los embalses son grandes extensiones de agua almacenada artificialmente detrás de una presa o barrera transversal a la corriente. Los canales de distribución o conducciones de agua.
En la actualidad se están observando algunos problemas ecológicos derivados de estos pantanos construidos a veces sin la mínima planificación, sobre todo, durante el franquismo. Tanto el clima como los ríos españoles son muy irregulares, presentando períodos de grandes sequías y otros de grandes avenidas de agua. Otra característica del clima y de los ríos son los contrastes. Básicamente nos encontramos con una España húmeda al norte y oeste que le sobra agua y otra España seca al sur y este que demanda agua y en la que están situados los grandes núcleos de regadío y de turismo español. Ello ha generado la construcción de grandes pantanos, trasvases y proyectos para trasvasar agua de unas a otras cuencas, proyectos muy polémicos. En la actualidad, los principales ríos españoles tienen sus cauces regulados por embalses. Esto ha permitido la mejora en los abastecimientos; la expansión de los regadíos, el control de las crecidas y la explotación energética de las aguas. Sin embargo, la planificación no siempre ha sido la apropiada. Se han hecho pantanos en lugares pocos aptos. Algunos reciben demasiada sedimentación con lo que pronto se han colmatado, u otros se han construido en medio muy áridos, sin suficiente alimentación y con gran evaporización, lo que ha ido empobreciendo los caudales; otras veces se han levantado para potenciar regadíos que luego tienen que abandonarse ante la sobreproducción en la UE. Las consecuencias negativas para el medio ambiente también han sido numerosas; se han anegado valles de gran valor, se ha destruido la vegetación de las riberas y la vida de algunas especies; otras veces ha supuesto un gran coste humano, pues los embalses inundan pueblos completos, pueblos que tienen que emigrar a otros lugares como Riaño. Las obras para mejorar la calidad del agua son las plantas potabilizadoras, que tratan las aguas que se van a beber, y las plantas depuradoras, que tratan las aguas residuales.
Política Hidráulica y Gestión del Agua
La política hidráulica del gobierno de España, en consonancia con las directrices de la UE, trata de solucionar o paliar las consecuencias negativas del mal uso del agua y generar una nueva cultura del agua. La escasez de agua, el consumo excesivo, la creciente demanda, su mal uso, la contaminación, etc. ponen de manifiesto la fragilidad del modelo tradicional del uso y gestión del agua en España, provocando tensiones sociales, territoriales y políticas. La política hidráulica tiene dos fines: la regulación y la gestión de los recursos hídricos. La regulación corresponde a la Ley de Aguas de 1985 que establece que todas las aguas superficiales y subterráneas son de dominio público estatal. La gestión, considerando que el agua es un bien escaso, se presenta como un problema cada vez que se proyecta un trasvase que afecta a distintas Comunidades, o la presión urbanística que degrada los recursos hídricos y que son más alarmantes en unas zonas que en otras. Se lleva a cabo mediante la planificación hidrológica.
Los Planes Hidrológicos de cada cuenca determinan las necesidades y las obras de cada cuenca y son elaborados por las Confederaciones Hidrográficas en las cuencas intercomunitarias y por los gobiernos de las comunidades autónomas en las cuencas intracomunitarias. El Plan Hidrológico Nacional pretendía fundamentalmente el trasvase de aguas desde el Ebro hacia el Levante y Sureste español, y ha dado lugar al enfrentamiento entre Comunidades Autónomas por la gestión de este recurso. Coordina los planes de las cuencas y diseña las actuaciones generales.