Madrid
Madrid es actualmente una de las regiones industriales punteras de España. Superó las crisis de los años ochenta con la modernización del aparato productivo y la incorporación de modelos innovadores. Su importancia procede de ser el principal centro de toma de decisiones empresarial, lo que, unido a la importancia creciente de las tareas previas a la fase productiva y posteriores, explican el alto porcentaje de empleo no fabril generado por la industria madrileña.
El mayor dinamismo corresponde a subsectores de gran demanda, como el electrónico (el segundo puesto español), el de instrumentos de precisión y óptica, y el químico. En otros más tradicionales también destaca: material de transporte (el de mayor valor en el año 2000), papel y artes gráficas, alimentación y metal. Por tanto, las características que definen la producción industrial madrileña son la diversificación y la importancia relativa de los bienes de equipo de alta tecnología.
En los últimos años se han sucedido cambios en el tamaño de las fábricas, que ha disminuido por la descentralización productiva.
Cataluña
En el eje mediterráneo, destaca Cataluña, región de industrialización precoz (el textil algodonero comienza a finales del siglo XVIII), que prosperó con el aprovechamiento de la energía hidráulica, el nacimiento de la potente industria química a principios del siglo XX y la incorporación de los avances de la segunda revolución industrial tras la Guerra Civil.
Se sitúa al frente de las comunidades más industrializadas al encabezar la producción de subsectores como el químico y refino de petróleo, material de transporte, alimentación, textil, papel y artes gráficas, material eléctrico y electrónica, productos metálicos, caucho y plástico. Ocupa el segundo lugar en materiales de construcción, cuero y calzado; además, es la primera productora de energía, sobre todo de origen nuclear.
La localización industrial combina factores históricos con factores actuales:
Barcelona, el municipio catalán más industrializado, y su área metropolitana (L’Hospitalet, Badalona, …), reúnen un tercio de las empresas y la mitad del empleo.
Otros municipios bastante industrializados y de tradición industrial son Sabadell, Tarrasa y Mataró, y las otras capitales de provincia, destacando el triángulo formado por Tarragona (petroquímica), Reus y Valls.
En la estructura empresarial, el predominio de las PYMES es abrumador, lo que genera problemas de competitividad; también los hay con las grandes empresas, casi todas de capital extranjero y dedicadas al automóvil, la electrónica, la maquinaria y la alimentación.
Comunidad Valenciana
La Comunidad Valenciana aparece desde finales del siglo XIX entre las regiones españolas más industrializadas. Está a la cabeza de producciones de minerales no metálicos, cuero y calzado, madera y mueble, y otras manufacturas (juguetes,…), ocupa el segundo lugar en la industria textil y mantiene posiciones destacadas en alimentación, material de transporte, metal y maquinaria.
Empresarialmente, predominan las PYMES dedicadas a la producción de bienes de consumo, y con preferencia por aquellos de menor complejidad técnica.
Las principales zonas industriales son, de norte a sur:
La Plana de Castellón
El área metropolitana de Valencia
Las comarcas interiores de Valencia y Alicante.
Murcia
La región de Murcia, de industrialización reciente, presenta una dualidad, tanto por la localización como por el origen y la tipología:
La de carácter exógeno comprende la producción energética y petroquímica de Escombreras, y la minerometalúrgica y de construcción naval de Cartagena, con grandes empresas de origen público, hoy bajo control de capital extranjero. Aporta un alto porcentaje del valor industrial de la región, pero proporcionalmente pocos puestos de trabajo, si bien de estas grandes dependen bastantes pequeñas empresas autóctonas, intensivas en mano de obra.
La de carácter endógeno se extiende por la Vega del Segura, el área más dinámica, donde destaca Murcia y sus pedanías, sobre todo con industria agroalimentaria, que aprovecha materias primas locales.
Valle del Ebro
El valle del Ebro vertebra la segunda zona más industrializada de España, que va desde la provincia de Álava a la de Tarragona. A lo largo de este eje se sitúan tres comunidades: Navarra, La Rioja y Aragón, que se benefician de su situación entre dos regiones de antigua industrialización: Cataluña y País Vasco.
País Vasco
El País Vasco inició la industrialización en la primera mitad del siglo XIX.
Por sectores, la industria vasca tenía el primer lugar en fundición y primera transformación de metales (destaca Vizcaya), y el segundo en maquinaria (Guipúzcoa), productos metálicos y caucho-plástico (Álava). Sobresale también en química y material eléctrico.
Las tendencias generales de la localización industrial se mantienen bastante estables: gran concentración en el área metropolitana de Bilbao, difusión por los valles guipuzcoanos y concentración de segundo rango en Vitoria. Las tres capitales vascas siguen reuniendo el mayor número de empleos (prueba la importancia de la interrelación entre la industria y los servicios), pero en los últimos años han aparecido tres focos de industrialización de carácter endógeno: Marquina-Ondárroa (Vizcaya), Valles alaveses y Rioja alavesa.
Las crisis que han sacudido a ciertas industrias pesadas en las últimas décadas del siglo XX han obligado a emprender reestructuraciones empresariales que han afectado de forma diferente al territorio según los subsectores dominantes: han sido más intensas en Vizcaya y menores en Guipúzcoa.
Navarra
Navarra es el prototipo de la segunda generación de regiones industriales españolas, favorecida por la difusión de la industria vasca. Otros subsectores destacados son el de maquinaria, electrodomésticos y papelero, impulsados por iniciativas empresariales de origen vasco, autóctono y catalán, como la mayoría de la industria navarra.
Además de Pamplona y su corona metropolitana, el área industrial más importante, hay otras localizaciones que responden al origen diferente de las decisiones empresariales:
La industria de carácter endógeno, basada en la tradición y en los recursos locales, tiende a situarse en la ribera del Ebro (Tudela) y sus afluentes (Tafalla, San Adrián).
En cambio, la exógena, más reducida, se extiende por el noroeste (Alsasua, Estella), como resultado de la difusión industrial desde la vecina Guipúzcoa.
La Rioja
En La Rioja, la industria aparece polarizada en la agroindustria, como sector dominante, y en Logroño y municipios próximos, que concentra en torno al 60% del empleo. La segunda concentración industrial se produce en la Rioja baja y Calahorra, el mayor centro conservero de la provincia desde finales del siglo XIX, que ha diversificado su servicio de la actividad principal.
Aragón
Aragón se benefició de su situación entre grandes centros industriales (Barcelona, Bilbao, Madrid y Valencia), registrando un crecimiento industrial muy rápido desde 1960, si bien desequilibrado territorialmente, al concentrarse en la ciudad de Zaragoza y su entorno.
Los subsectores más importantes son materiales de transporte, alimentación, maquinaria y material eléctrico y electrónico.
La concentración geográfica de la industria en muy poco espacio provoca problemas que las Administraciones pretenden paliar, orientando inversiones a otros lugares de la región:
La provincia de Zaragoza. El segundo núcleo industrial aragonés es Figueruelas, sede de la factoría de General Motors y de sus empresas abastecedoras. Otros enclaves industriales en la provincia son algunas cabeceras de comarca (Calatayud, Tarazona), los valles del Aranda (calzado) y del Jalón (La Almunia).
Las provincias de Huesca y Teruel se reparten el 20 % restante del empleo, algo más de la mitad la primera, donde están Monzón-Barbastro, Jaca-Sabiñánigo, y la capital; en la de Teruel están la capital, Alcañiz y las cuencas mineras (Andorra).