1.- La red hidrográfica
A. Trazado y carácterísticas generales
Debido a la configuración del relieve y a la inclinación de la meseta hacia el oeste, cerca del 70% de las aguas españolas vierten al atlántico y sus ríos son largos y de escasa pendiente, todo lo contrario que los de la vertiente cantábrica y mediterránea.
Los grandes ríos españoles (a excepción del Ebro) tienen un trazado paralelo, entre un sistema montañoso y otro, debido a esta disposición horizontal de los grandes sistemas montañosos. Así se explica que ríos que transcurren por zonas relativamente secas, puedan llevar un caudal importante, ya que recogen a través de los afluentes las aguas procedentes de ambos sistemas montañosos.
Otra carácterística es su intensa relación con la ocupación del territorio, así las grandes ciudades históricas españolas se sitúan o en su cauce o en su desembocadura, sin olvidar que sus valles son utilizados para el establecimiento de vías de comunicación.
B. Caudal de los ríos españoles
El caudal de un río es la cantidad de agua expresada en metros cúbicos que transporta por segundo. Esto sería el caudal absoluto, mientras que el caudal relativo pone en relación la cantidad de agua transportada con la superficie de la que procede. El río más caudaloso de España es el Duero, seguido del Ebro (si no consideramos la parte portuguesa del Duero, este se convierte en el río más caudaloso de España). Los ríos más caudalosos son los más largos, sin embargo si utilizamos el concepto de caudal relativo lo más caudalosos serán los ríos de la vertiente cantábrica. Además de con el tamaño de un río, el caudal está relacionado con la latitud por la que transcurre. Los dos ríos más caudalosos; el Duero y el Ebro transcurre por el norte, el Tajo transcurre por el centro y tiene un caudal intermedio, mientras que los dos ríos grandes más meridionales tienen un caudal más escaso. Por último hay que reséñar las extraordinarias variaciones de caudal en momentos determinados, sobre todo en otoño o verano, y relacionados con fenómenos tormentosos o de gotas frías, que a veces tienen como consecuencia grandes inundaciones con abundantes victimas.
C. Régimen fluvial de los ríos españoles
Entendemos por régimen fluvial la variación del caudal de un río a lo largo de los doce meses del año.
Los regíMenes fluviales se clasifican de acuerdo con la procedencia de las
aguas. Así, existen dos grandes regíMenes:
el pluvial y el nival, que se combinan y se dividen a su vez en otros subtipos.
No existen ríos en España con un régimen nival completo (máximo de caudal en primavera) pero sí combinado con el pluvial, apareciendo el nivo-pluvial o el pluvio-nival (ríos pirenaicos).
El régimen mayoritario de los ríos españoles es el pluvial, que se divide en las distintas clasificaciones climáticas.
o El régimen pluvial oceánico tiene un máximo de invierno y un mínimo de verano, pero su gran carácterística es la regularidad sin grandes crecidas, ni estiajes (vertiente cantábrica).
o El régimen pluvial mediterráneo (ríos levantinos) se caracteriza por un régimen en forma de S o Zig-Zag, ya que tiene dos máximos en los equinoccios y dos mínimos en los solsticios, sobre todo uno muy pronunciado en verano.
o Por último está el pluvial subtropical con un máximo de Noviembre a Febrero y un mínimo muy pronunciado de Marzo a Octubre en concordancia de las precipitaciones de la fachada mediterránea meridional (Guadalete, Barbate, Guadiaro…)
Los regíMenes fluviales se pueden observar en los pequeños ríos, en los grandes el régimen es muy complejo y debido a las muchas influencias que recibe.
D. Factores del régimen fluvial
El clima es el factor más importante e influyente en el régimen fluvial. Debido a que el caudal de un río procede del agua que recibe un territorio, en forma de lluvia o de nieve, existe una relación directa entre la cantidad de precipitaciones y el caudal, es decir, entre el régimen pluviométrico de un clima y el régimen hidrográfico del río de ese clima. Como es lógico, el caudal de un río será mayor en la estación más lluviosa y descenderá en los momentos de menos precipitaciones. En el caso de ríos de alta montaña, el momento de máximo caudal coincidirá con la época del deshielo de las nieves.
El relieve es el segundo factor en importancia. Condiciona el trazado de los ríos, aporta su pendiente, la velocidad, la fuerza erosiva del río y su potencialidad para la producción de electricidad. Si el río transcurre por elevadas alturas ese río puede tener un régimen nival.
El suelo es otro factor importante, ya que dependiendo del grado de permeabilidad del cauce por donde transcurren, los ríos pueden tener unas carácterísticas u otras. Si el sustrato es impermeable no interfiere en el caudal, pero si es permeable, como los suelos calizos, absorbe y retiene una gran cantidad de agua, que luego aflorara a través de los manantiales o muchos kilómetros de distancia (los ojos del Guadiana, el río Piedra…).
La vegetación evita el desplazamiento rápido de las aguas por las laderas y ralentiza el proceso de incorporación al río, siendo un excelente atenuador de las crecidas violentas y torrenciales de los ríos mediterráneos.
Por otra parte, están los factores antrópicos, que alteran los regíMenes de los ríos a través de la construcción de pantanos o trasvases.
2.- Vertientes y principales cuencas fluviales peninsulares
A. Vertientes
Vertiente Cantábrica
Son ríos cortos y caudalosos.
Son cortos pues están condicionados por su nacimiento en la cordillera cantábrica, teniendo que salvar un gran desnivel y llevando una gran cantidad de agua, proveniente de las lluvias descargadas por las borrascas del frente polar que pasan por estas latitudes. La regularidad del clima oceánico hace que no existan estiajes. En general, tienen un régimen pluvial, aunque algunos en su cabecera tengan alguna aportación nival. La cuenca hidrográfica más importante es la formada por el complejo Narcea-Nalón. Otros ríos importantes son el Bidasoa, el Nervión, el Deva, el Sella, el Navia y el Eo.
Vertiente Atlántica
En el Atlántico desembocan los grandes ríos de la Meseta y el Miño (aunque éste por sus carácterísticas es cantábrico). Los ríos de la Meseta se adaptan a las condiciones del relieve y a la inclinación de ésta, siendo estos ríos largos y de pendiente muy suave. El caudal y el régimen fluvial de estos ríos va a depender de su situación latitudinal. El Duero va a tener carácterísticas oceánicas, y el Guadalquivir y Guadiana las van a tener mediterráneas, el Tajo se sitúa en un plano intermedio.
Vertiente Mediterránea
En la vertiente mediterránea desembocan dos tipos de ríos; el Ebro y el resto. En los pequeños ríos mediterráneos está patente la influencia de los relieves adyacentes al mar que limitan la longitud de sus cauces. Se trata, por lo general, de ríos muy poco caudalosos (el este de España no está dentro de la España húmeda), con grandes crecidas estacionales y estiajes fortísimos. Unos cursos muy carácterísticos de esta zona son las ramblas que sólo llevan agua en ocasiones, permaneciendo secas la mayor parte del año, pero en esas ocasiones tienen que canalizar cantidad ingente de agua proveniente de fenómenos tormentosos o de gota fría. La mayoría de estos ríos tienen una gran explotación en regadíos, lo que unido a la aridez hacen que pierdan caudal en su desembocadura. Ha habido intentos de hacer trasvases de la cuenca cantábrica y pirenaica a estos ríos.
B. Principales cuencas fluviales
El Miño
Es el río gallego por excelencia y aunque desemboca en la vertiente atlántica tiene las mismas carácterísticas de caudal, de longitud y de velocidad que los cantábricos. Nace en Lugo, discurriendo de Norte a Sur hasta Orense, donde tras confluir con su máximo afluente; el Sil, toma dirección SW hasta desembocar en Tuy, haciendo frontera con Portugal. Es un río muy caudaloso, sobre todo, si tenemos en cuenta en caudal relativo.
El Duero
Es el río más caudaloso de la Península, transcurriendo por la meseta y recogiendo las aguas del Sistema Ibérico, la Cordillera cantábrica y el Sistema Central. Nace en Picos de Urbión y desemboca en Oporto, formando un estuario, pasando por Soria, Aranda de Duero, Toro o Zamora, esto explica el tamaño de su cuenca (la más grande de España) y la cantidad de afluentes que tiene (Pisuerga, Esla, Adaja, Tormes…). Su curso es tranquilo excepto en los Arribes, donde se encaja en las rocas metamórficas formando el mayor desfiladero de toda la Península.
El Tajo
Es el río más largo de la península ibérica
Nace en la Sierra de Albarracín, provincia de Teruel, y discurre entre el Sistema Central y los Montes de Toledo, pasando por Aranjuez, Toledo, Talavera de la Reina… Desembocando en Lisboa, en la que forma el estuario de la paja. Sus principales afluentes son el Jarama, el Guadarrama, el Tiétar y el Alagón. Su caudal aumenta en el tramo portugués, a causa de las mayores precipitaciones. Su curso está muy alterado por las intervenciones humanas: desde los embalses hasta el trasvase Tajo-Segura.
El Guadiana
Es el menos caudaloso de los grandes ríos españoles, nace aguas debajo de las lagunas de Ruidera, ya que la sobreexplotación de su cabecera ha secado su nacimiento, que actualmente está a 150 kilómetros de donde solía, y desemboca en Ayamonte, formando frontera con Portugal. Un tramo discurre por debajo de tierra, son los conocidos “ojos del Guadiana”. Sus principales afluentes son por la derecha el Záncara y el Cigüela y, por la izquierda, el Jabalón y el Zújar. En su cuenca se han construido grandes embalses para la irrigación agrícola, entre los que destaca el de la Serena, el más grande de España.
El Guadalquivir
Nace en la Sierra de Cazorla, provincia de Jaén, y desemboca en forma de marismas (coto de Doñana), en Sanlúcar de Barrameda, atravesando las provincias de Córdoba, Sevilla y Huelva. Transcurre entre Sierra Morena y las Penibéticas, muy cerca de la primera hasta la altura de Sevilla, donde cambia el rumbo E-W por el de N-S. Tras unos primeros kilómetros de fuertes pendientes, fluye tranquilo y casi al nivel del mar durante todo su recorrido. Es el eje vertebrador de Andalucía, recoge los afluentes de Sierra Morena (Guadalimar, Jándula, Guadalmellato…) y los de las Béticas (Guadiana Menor y el Genil (río nival en su cabecera). Su desembocadura en forma de marisma demuestra que el proceso no ha terminado, pues en época romana estas marismas eran un gran lago, que se ha ido llenando con los depósitos continentales y marinos.
El Ebro
Nace en Fontibre, Reinosa (Cantabria) y desemboca en Tortosa (Tarragona) en forma de delta, pasando por Haro, Logroño y Zaragoza. Es muy largo y caudaloso, ya que drena altas montañas, representando la paradoja de ser una arteria con mucha agua sobre una zona muy árida, lo que es posible gracias a los afluentes de los Pirineos y del Sistema Ibérico. Esto ha hecho que hubiera planes de hacer trasvases, planes que se han encontrado con la tajante oposición de los habitantes de la zona. Tiene un régimen complejo, resultante de la alimentación pluvial de su cabecera y nivo-pluvial y pluvio-nival de los afluentes montañosos. Desde el Pirineo descienden el Aragón, el Gállego, Cinca, Noguera Palleresa y el Segre y desde el Sistema Ibérico, el Jalón y el Jiloca.
Cuencas del Pirineo Oriental
No vierten sus aguas al Ebro, a través de afluentes, sino que lo hacen directamente al Mediterráneo, por ello son los más caudalosos de esta vertiente (salvo Ebro). Los dos ríos más importantes son el Ter y el Llobregat, este último desemboca en forma de delta, bastante contaminado.
Cuencas meridionales andaluzas
Son ríos cortos, poco caudalosos y sometidos a grandes estiajes (de tres o cuatro meses) por lo que se les denomina cuenca subtropical. Como los cantábricos, tienen que saltar grandes desniveles, pero tienen menos poder erosivo por su caudal más escaso. Destacan los ríos Guadalfeo, Guadalhorce, Barbate, Guadalete, Tinto, Odiel…(que aunque desembocan en el atlántico tienen carácterísticas de los mediterráneos).
El Segura, Júcar, Mijares y Turia
Son excelentes ejemplos de ríos mediterráneos, tanto por su moderada longitud como por su caudal reducido y torrencialidad. Su régimen es pluvial y está mediatizado por el roquedo calizo de sus lugares de nacimiento. Tienen gran importancia a efectos agrícolas, pues el primero riega las huertas murciano-alicantinas y los otros dos, la huerta valenciana.
3.- Regulación de los cursos fluviales: agua embalsada
España es uno de los países donde la red de pantanos es más amplia, y ello se ha observado como una necesidad desde el Siglo XIX. En la actualidad se están observando algunos problemas ecológicos derivados de estos pantanos, construidos a veces sin la mínima planificación, sobre todo, durante el franquismo. Tanto el clima como los ríos españoles son muy irregulares, presentando períodos de grandes sequías y otros de grandes avenidas de agua. Otra carácterísticas del clima y de los ríos son los contrastes. Nos encontramos con una España húmeda al norte y oeste, a la que le sobra agua, y otra España seca al sur y este que demanda agua, y en la que están situados los grandes núcleos de regadío y de turismo español. Ello ha generado la construcción de grandes pantanos, trasvases y proyectos para trasvasar agua de unas a otras cuencas, proyectos muy polémicos. En la actualidad, los principales ríos españoles tienen sus cauces regulados por embalses. Esto ha permitido la mejora en los abastecimientos, la expansión de los regadíos, el control de las crecidas y la explotación energética de las aguas.
Sin embargo la planificación no siempre ha sido la apropiada. Se han hecho pantanos en lugares pocos aptos. Algunos reciben demasiada sedimentación con lo que pronto se han colmatado, u otros se han construido en medios muy áridos, sin suficiente alimentación y con gran evaporización, lo que ha ido empobreciendo los caudales. Otras veces se han levantado para potenciar regadíos que luego tienen que abandonarse ante la sobreproducción en la UE. Las consecuencias negativas para el medio ambiente también han sido numerosas; se han anegado valles de gran valor, se ha destruido la vegetación de las riberas y la vida de algunas especies.