3. Los paisajes vegetales de España
Las formaciones vegetales se disponen en comunidades, cuyo conjunto constituye el paisaje vegetal de un área. Dado que el clima ejerce una influencia decisiva sobre la vegetación, estudiaremos los paisajes vegetales de España por bioclimas, es decir, por áreas dotadas de una cierta homogeneidad interna en cuanto a su clima y vegetación.
3.1 El paisaje vegetal de clima oceánico
Corresponde a la región floral eurosiberiana. Está constituido por formaciones adaptadas a la escasa insolación y a la abundante precipitación. Las principales son el bosque caducifolio, la landa y el prado.
a) El bosque caducifolio
El bosque caducifolio es denso y de árboles altos porque compiten por la luz. Su tronco es recto, de corteza lisa y poco gruesa. La hoja es grande para absorber más radiación y caduca, desapareciendo en la estación desfavorable. En el sotobosque crecen helechos y musgos, en un ambiente sombrío causado por las copas de los árboles, que se sitúan próximas entre sí, impidiendo que llegue mucha luz al suelo. Las especies más características son el roble y el haya, que pueden aparecer formando grandes masas específicas o mixtas.
El roble exige humedad, y tolera mal el calor y el excesivo frío, por lo que se sitúa entre los 0 y los 1000 metros. Prefiere suelos silíceos. Su madera, dura, se emplea en la construcción y en la fabricación de muebles y barcos. Las áreas más extensas de roble se encuentran en Galicia y en la cordillera Cantábrica.
- El haya exige mayor humedad; tolera mal el calor y muy bien el frío, por lo que es un árbol de montaña, que se sitúa entre los 900 y los 1600 metros. Prefiere los suelos calizos, aunque tolera los silíceos. Su madera, dura y de buena calidad, se emplea para elaborar muebles y utensilios. Su área principal está en la cordillera Cantábrica y el Pirineo navarro.
- El bosque marcescente de rebollo y quejigo es propio del clima oceánico de transición. Es menos denso y de árboles menos altos, que mantienen sus hojas secas para proteger las yemas del frío hasta el nacimiento del nuevo brote. Sus bellotas se usan para la alimentación del ganado.
La acción humana ha reducido la extensión del bosque caducifolio. Las causas han sido la pérdida de sus usos tradicionales: calefacción rural y fabricación de aperos, los incendios, la agrarización o sustitución de especies naturales por otras de aprovechamiento agrario, y las repoblaciones con árboles de crecimiento rápido y buen aprovechamiento económico, como el pino y el eucalipto. Estas repoblaciones han sido muy criticadas porque las hojas de ambos árboles colaboran en la acidificación y el empobrecimiento del suelo y porque son especies que arden con más facilidad en caso de incendio.
b) La landa y los prados
La landa es una vegetación densa de matorral, cuya altura puede ser baja o alcanzar los cuatro metros. Sus especies más abundantes son el brezo, el tojo y la retama o genista. La landa aparece como degradación del bosque caducifolio o como vegetación supraforestal. Suele usarse para cama de animales y luego como abono.
Los prados son una vegetación herbácea que ocupa grandes extensiones de terreno en los paisajes oceánicos. Se usan como alimento del ganado.
3.2 El paisaje vegetal de clima mediterráneo
Corresponde a la región floral mediterránea. Está constituido por formaciones xerófilas adaptadas a la fuerte insolación y a la sequía estival. Por eso desarrollan raíces muy extendidas en superficie o en profundidad para captar el agua; y las hojas, para minimizar la pérdida de agua por transpiración, son pequeñas, duras (esclerófilas) y se recubren de cera, goma y pilosidades, o forman espinas. Las principales formaciones vegetales son el bosque perennifolio y el matorral: la maquia, la garriga y la estepa.
a) El bosque perennifolio
El bosque perennifolio es poco denso y con árboles de mediana altura porque compiten por el agua. Su tronco es sinuoso, de corteza rugosa y gruesa. Las ramas forman copas globulares y amplias, que proyectan sombra sobre el suelo para mitigar la insolación y la evaporación. La hoja es pequeña, para reducir la transpiración; y perenne, porque en invierno los árboles activan sustancias que evitan la congelación. El sotobosque es rico en especies, como el piorno o la retama, ya que los árboles se sitúan algo apartados entre sí y la luz penetra con facilidad. Las especies más características son:
- La encina soporta la sequía, el calor estival y el frío invernal; y se adapta a todo tipo de suelos, por lo que es el árbol más típico y extendido del clima mediterráneo. Su madera, muy dura y resistente, se empleaba tradicionalmente para elaborar ruedas, carpintería exterior, utensilios y carbón; y su fruto, la bellota, para alimentar al ganado. Los bosques mejor conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la sierra de Guadarrama.
- El alcornoque necesita cierta precipitación (más de 500 mm/año), invierno moderado y suelos silíceos. Su madera, muy dura, se aprovecha para la realización de toneles y barcos, y su corteza, para la obtención de corcho. Se concentra en el suroeste peninsular, en sectores del sur de Andalucía (de Cádiz a Málaga), en el noreste de Cataluña y en Castellón.
- El pino es en unos casos vegetación natural. Y en otros, es el resultado de repoblaciones, que valoran su adaptación a condiciones climáticas extremas (aridez, humedad, frío, calor) y a suelos diversos; su rápido crecimiento; y el aprovechamiento de su resina y de su madera para la construcción, la elaboración de muebles, el aglomerado y la pasta de papel.
La acción humana ha reducido la extensión del bosque perennifolio. Las causas han sido la pérdida de usos tradicionales, los incendios, la agrarización, que ha eliminado los árboles para facilitar la mecanización y el riego móvil; o ha aclarado el bosque de encinas y alcornoques para constituir dehesas. En ellas se combina la conservación de los árboles que protegen el suelo y permiten aprovechar su fruto, leña, madera y corteza, con la ganadería, el cultivo, u otros usos, como la caza. Las repoblaciones con pino también han mermado el bosque autóctono, debido a su buen provecho económico.
b) El matorral
El matorral mediterráneo no es una formación clímax, sino el resultado de la degradación del bosque por el ser humano. Presenta tres tipos:
- La maquia es una formación arbustiva de más de dos metros de altura, muy densa y casi impenetrable. Sus especies principales son la jara, el brezo, el lentisco y la retama.
- La garriga está formada por arbustos y matorrales de poca altura, que dejan algunas zonas sin cubrir. Entre sus especies destacan el tomillo, el romero y el espliego.
- La estepa está integrada por hierbas bajas, entremezcladas con arbustos espinosos, bajos y discontinuos, que dejan al descubierto suelos pobres. Sus especies principales son el palmito, el tomillo, el esparto y la esparraguera. La estepa es propia de las zonas semiáridas del sureste peninsular y del valle del Ebro, donde la sequía impide el crecimiento de los árboles y de las zonas donde la garriga ha sido degradada por la acción humana.
El matorral mediterráneo tiene diversos usos en perfumería, en la medicina natural, en la industria farmacéutica, como condimento gastronómico, y para la fabricación de escobas, esteras, cuerdas y cestos.