1. Migraciones Exteriores
La emigración española a otros países durante los dos últimos siglos ha pasado por diferentes etapas, cada una con características particulares en cuanto a país de destino, cuantía, lugares de procedencia, etc.
1.1. Emigración al norte de África
Durante el siglo XIX, la emigración al norte de África, principalmente a Argelia, fue importante. Los emigrantes, agricultores y mineros procedentes de Alicante, Murcia y Almería, abandonaron sus lugares de origen debido a las duras condiciones de vida. En Argelia, se emplearon principalmente en obras públicas y agricultura.
1.2. Emigración a Ultramar
Durante la primera mitad del siglo XX, la emigración a ultramar fue significativa. Los destinos principales fueron Argentina, Cuba, Brasil, México y Uruguay, y posteriormente, Estados Unidos y Canadá. Esta ola migratoria estuvo protagonizada por campesinos gallegos, asturianos y canarios con escasos recursos. La emigración a Latinoamérica se prolongó hasta los años 1930, cuando la crisis económica obligó a estos países a restringir la entrada de extranjeros.
1.3. Emigración a Europa
Entre 1960 y 1970, la emigración a Europa fue muy importante. Durante la primera mitad del siglo XX, el destino casi exclusivo fue Francia. Esta corriente migratoria estuvo compuesta por agricultores levantinos que buscaban satisfacer la demanda de mano de obra del campo francés, y se incrementó con los españoles que se vieron obligados a emigrar a causa de la Guerra Civil. A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, se estimaba la presencia de 800,000 españoles en Francia. La finalización de la guerra y el periodo de reconstrucción marcaron una nueva fase en la emigración a Europa. La necesidad de mano de obra en países como Francia, Alemania o Suiza, junto con el excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales en España, impulsaron nuevas oleadas migratorias. La década de 1960 registró el mayor número de salidas, superando en algunos años los 100,000 emigrantes. A partir de 1974, la emigración disminuyó, resultando en un balance migratorio negativo o escasamente positivo. En esta etapa, Andalucía y Galicia fueron las comunidades con mayor número de emigrantes.
Consecuencias de las migraciones exteriores
Efectos positivos
- Reducción de la presión en el mercado laboral.
- Alivio de la presión demográfica.
- Entrada de divisas.
- Cambio de mentalidad del emigrante que retorna.
Repercusiones negativas
- Costes demográficos: pérdida de población joven, envejecimiento y caída de la fecundidad.
- Costes sociales: ruptura familiar, difícil adaptación, empleos precarios y peligrosos.
- Ahorros invertidos en bienes inmuebles o de consumo, sin regenerar riqueza.
- Costes económicos: despoblamiento, abandono de tierras e infraestructuras.
2. Migraciones Interiores
El desplazamiento de personas entre provincias y regiones de España, desde áreas rurales a urbanas, es un fenómeno geodemográfico crucial de los últimos tiempos. El proceso de industrialización y urbanización impulsó las migraciones interiores, especialmente entre 1960 y 1970.
Evolución histórica
2.1. Desde el siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX
La industrialización de Barcelona y el País Vasco, junto con las obras públicas en otras grandes ciudades durante la dictadura de Primo de Rivera, intensificaron las migraciones interiores. Sin embargo, la Guerra Civil y la posguerra las redujeron. Las zonas migratorias eran Galicia, las dos Castillas, Aragón y Andalucía oriental, mientras que las receptoras eran Cataluña, Levante, el País Vasco, Andalucía occidental (Sevilla) y Madrid.
2.2. Años 1960 y 1970
Se produjeron importantes migraciones interiores. Se estima que entre 1960 y 1985, unos 12 millones de personas emigraron, con una media anual de más de 360,000. Las provincias más beneficiadas fueron Madrid, Barcelona y Valencia, seguidas de Vizcaya, Girona, Tarragona, Alicante y Sevilla. Las regiones con mayor emigración fueron Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía oriental.
Nuevas tendencias
- Ampliación de las provincias con saldos migratorios positivos.
- Pérdida de la polarización en los destinos migratorios.
- Reconversión de áreas de inmigración en áreas de emigración debido al retorno de antiguos emigrantes.
- Sustitución del éxodo rural por desplazamientos entre centros urbanos.
- Emigrante actual perteneciente mayoritariamente al sector servicios.
Consecuencias de las migraciones interiores
Las migraciones interiores tienen repercusiones demográficas, sociales y económicas, tanto en las zonas de origen como en las de destino.
Zonas de destino
Los emigrantes contribuyen al crecimiento demográfico, rejuvenecen la estructura por edad, incrementan la población activa y revitalizan la natalidad y la fecundidad. Socialmente, aportan riqueza y diversidad cultural. Económicamente, mejoran la oferta de mano de obra y la concentración de recursos humanos. Sin embargo, también implican costes para satisfacer las demandas de la población en crecimiento: nuevos equipamientos, infraestructuras y viviendas.
Zonas de origen
Sufren consecuencias negativas: descenso de la población, envejecimiento, caída de la fecundidad, empobrecimiento de recursos humanos y reducción de actividades económicas. Aunque la emigración puede mejorar la renta de quienes permanecen. Globalmente, las migraciones interiores han causado desequilibrios en la distribución de la población, generando zonas de fuerte concentración frente a otras con desertización demográfica.