1) LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL:
Un cambio rápido y profundo que afecta a las estructuras de una sociedad y que acelera el ritmo de las transformaciones históricas. Periodo histórico que se inicia en Gran Bretaña en la segunda mitad del siglo XVIII, y durante el siglo XIX se fue extendiendo por diversos países de Europa, EE.UU y Japón. Pasó de una economía agraria y artesanal a otra marcada por la industria y producción mecanizada gracias a la aplicación de tecnología y cambios en la organización del trabajo. No en todos los países se dio con la misma intensidad.
La Economía Preindustrial
Protoindustrialización: cambios significativos económicos antes de la revolución industrial (a lo largo del siglo XVIII). Son los siguientes:
La expansión del comercio a larga distancia: se ganó capital y se invirtió en la industria moderna.
El nacimiento de una industria rural denominada «Domestic System» (industria doméstica) que se desarrolló al margen de las reglamentaciones gremiales.
Era una industria de carácter rural que conjugaba el trabajo agrícola con la manufactura casera de textiles. No se desarrollaba por tanto en fábricas. Tenía las siguientes características:
El empresario era comerciante, no un industrial. Proporcionaba materia prima a los campesinos, esencialmente mujeres, y éstas la trabajaban en su hogar.
El pago se realizaba mediante salario. El campesino solo era dueño de las herramientas.
La producción estaba destinada a la exportación.
Esta actividad se desarrolló al margen de la reglamentación de los gremios de artesanos. Dependía del capital mercantil.
El proceso de trabajo era sencillo y no requería una maquinaria compleja.
Se concentró esencialmente en el sector textil, con la fabricación de mercancías de lana o lino.
Factores que hicieron posible la Revolución Industrial
A lo largo del siglo XVIII, Gran Bretaña es el país pionero de la industrialización gracias a factores que transformaron su economía y sociedad. Empezó allí y luego se extendió por otras regiones y países. Esos factores son los siguientes:
La Revolución Agrícola
Revolución agrícola: cambios, transformaciones en el sector primario que se concretaron fundamentalmente en:
Cambios en los sistemas de cultivo: se cambió el barbecho por el sistema Norfolk (rotación cuatrienal) que combina la siembra de cereales con la de plantas forrajeras –alimentan al ganado, nitrogenan el suelo y se aprovecha toda la tierra.
La introducción de nuevas máquinas: (la trilladora mecánica, etc.) nuevos métodos de siembra, nuevos cultivos (maíz, patata…) y nuevos fertilizantes (guano).
Nueva estructura de la propiedad de la tierra: las «Enclosures» o cercado de los campos abiertos fueron puestas en práctica en algunas zonas de Inglaterra tras la aplicación de las «Leyes de cercamiento» que establecían «la división, el reparto y el cercamiento de los campos, praderas y dehesas abiertas y comunes y de las tierras baldías y comunes» situadas en cada demarcación territorial. Todas estas transformaciones contribuyeron a:
La mejora de la productividad agrícola, aumento de alimentos y mejora en la calidad de los mismos que propició el crecimiento demográfico.
Un aporte de capital procedente de los beneficios de los terratenientes, esencial en la financiación de las nuevas empresas industriales.
El suministro de una mano de obra barata que fue empleada en la industria y contribuyó a la acumulación de capital esencial para su desarrollo.
Las Transformaciones Demográficas
Gracias a la mejora en la alimentación fundamentalmente, también a la higiene y los médicos (vacuna de la viruela, uso del jabón, etc.) se redujo la tasa de mortalidad (m.infantil) y se aumentó la esperanza de vida. Mientras que la tasa de natalidad se mantuvo elevada = fuerte crecimiento demográfico.
Innovaciones Tecnológicas
Se aumentó la demanda de todo tipo de productos: maquinaria para el campo, ropa, etc. Pero la producción agrícola estaba ahogada por las enormes cargas señoriales y había que innovar tecnológicamente para cubrir la nueva demanda de productos.
Del lado de la producción se introdujeron transformaciones tecnológicas que afectaron a dos campos:
La mecanización del proceso productivo: se inició en la industria textil con la lanzadera volante de John Kay (1733), las nuevas hiladoras (Spinning Jenny…) y los telares mecánicos y poco a poco las máquinas se fueron extendiendo al sector agrícola, minero y metalúrgico. Sin embargo, el cambio definitivo se produjo cuando se aplicó al proceso productivo la máquina de vapor de James Watt (patentada en 1769) (documento 5 y 6).
Transformaciones en la organización del trabajo: creación de fábricas y trabajo en cadena.
La mecanización, el vapor y la concentración en fábricas provocaron un aumento de la productividad y la producción, lo que permitió abaratar el coste y disminuir el precio. El proceso de industrialización se había iniciado de forma imparable.
Los Sectores Industriales Pioneros
La Industria de Tejidos de Algodón
Era la actividad líder de la Primera Revolución Industrial, pero tras el avance maquinario para hilar se pasó de la lana al algodón (tejido suave, de fácil lavado y que, producido en grandes cantidades, resultaba muy económico).
Hasta el siglo XVIII, los tejidos de algodón se importaban de la India, pero se dieron cuenta que comprándolos en bruto a la India y trabajándolos ellos les salía más rentable y además no solo abastecía al mercado inglés sino que podía exportar una buena parte de su producción.
La Industria del Hierro
El primer paso para la mejora de la producción de hierro fue la lenta introducción en los hornos de carbón de coque (carbón mineral), de mayor poder energético que el carbón vegetal.
Fue empleado por Darby en 1709 y se fueron usando por la escasez de madera.
Gracias a esta innovación con el hierro conseguido se mejoraron las minas y el transporte por raíles y se hizo posible la extracción a mayor escala. En la década de 1780, Peter Onion y Henry Cort inventaron el pudelado (proceso de transformación del hierro colado a uno más puro) y el laminado (fabricación de planchas de hierro, más cómodas para su transformación que los lingotes). Pero el mayor impulso vino después de 1830 por las necesidades de la construcción del ferrocarril, pues tanto las máquinas como la red ferroviaria eran de hierro (documento 4).
La Revolución en los Transportes y el Impulso del Comercio
Para poder trasladar materias primas y mercancías, en Gran Bretaña, a mediados del siglo XVIII, se mejoraron caminos y se construyeron canales. Pero fue el ferrocarril el que provocó una verdadera revolución en el transporte, gracias a su rapidez, enorme capacidad de carga, menor coste por unidad transportada y mayor seguridad para pasajeros y mercancías.
A principios del siglo XIX, un ingeniero estadounidense, Robert Fulton, aplicó la máquina de vapor a la navegación, y en 1807, el primer barco de vapor navegó por el río Hudson. Stephenson inventó, en 1829, la locomotora, una máquina de vapor capaz de moverse sobre raíles. La primera línea de ferrocarril movida por la fuerza de vapor unió Liverpool y Manchester en 1830. La construcción de la red ferroviaria en la segunda mitad del siglo XIX constituyó un fuerte estímulo para las industrias siderúrgicas y metalúrgicas, contribuyó a unificar los mercados (ya que se transportaba la materia prima y los productos elaborados de forma más rápida, cómoda y barata) y modificó las costumbres sociales.
La Extensión de la Revolución
Tras Inglaterra, el proceso de industrialización se extendió por el área continental europea (Alemania, Bélgica, Francia), pero también por territorios extraeuropeos, caso de Estados Unidos de Norteamérica y Japón (documento 7).
Hay que distinguir entre 2 tipos de países: “first comers” hace referencia a aquellos países que llegaron a la industrialización inmediatamente tras Gran Bretaña y otros países que hasta finales del siglo XIX nada.
Bélgica, tras su independencia en 1830, inició su industrialización.
Francia se benefició de la abundancia de mineral de hierro y carbón. Exportó abundantes capitales a Rusia y al ámbito Mediterráneo.
En Alemania, antes de su unificación en el último tercio del siglo XIX, destacaría Prusia como estado más dinámico. Cimentó su desarrollo en la abundancia de carbón y hierro y la más potente industria química de Europa.
En cuanto a la periferia europea, hay que distinguir en el Mediterráneo a Cataluña y el Piamonte. En el Imperio Austríaco a Bohemia. En el Norte, a Dinamarca. En el Este, a Rusia. Estos países se desarrollaron más tardía y desequilibradamente que los «first comers» (documento 8).
Fuera de Europa, la transformación norteamericana se aceleró de manera decisiva una vez finalizada la Guerra Civil (1861-1865). A fines del siglo XIX Estados Unidos había alcanzado al Reino Unido en potencial industrial. El desarrollo del proceso presentó las siguientes características:
La excelencia de su agricultura: que sirvió de estímulo a la industria por su alto grado de mecanización.
El dinamismo del mercado interior, superior al del exterior, a lo que contribuyó la vasta extensión territorial del país.
La construcción de una compleja red de ferrocarriles, que permitió y estimuló la conquista del Oeste.
La activa aplicación de innovaciones tecnológicas en el sistema productivo.
Una fuerte concentración empresarial.
En Japón, su industrialización fue pareja a los cambios sociales y políticos que desmantelaron las estructuras feudales en el último tercio del siglo XIX, auspiciada por la institución imperial («Era Meiji» o de la Luz). Las primeras fases de la industrialización nipona fueron asociadas esencialmente a la actividad textil (algodón y seda). La transformación se fundamentó en:
El patrocinio del Estado que sustituyó la actividad empresarial privada, impulsando la construcción de ferrocarriles, creando bancos, etc.
La existencia de una cuantiosa mano de obra barata explotando a los campesinos.
La rápida asimilación de la tecnología occidental y la utilización de la educación como instrumento esencial en la formación de personal especializado.
La creación de grandes grupos industriales (Zaibatsu), muy competitivos, orientados a la masiva exportación de manufacturas.
A comienzos del siglo XX, en tan solo tres décadas, Japón se había convertido en una gran potencia económica, política y militar como puso de manifiesto la guerra ruso-japonesa de 1905.