España ha sido y sigue siendo una de las grandes potencias pesqueras mundiales. Así lo indican el tamaño de la flota (tonelaje y potencia), el volumen de capturas y el valor de la pesca desembarcada.
En la actualidad da empleo a unas 50.000 personas que trabajan directamente en la pesca y a otras 22.000 que se ocupan en la elaboración y conservación del pescado. En su dimensión económica, la pesca aporta el 0,5% del Producto Interior Bruto.
Estos datos son indicativos de la importancia de la pesca española, aunque, si los comparamos con los de hace un cuarto de siglo, se aprecia un declive de la actividad, que es consecuencia del agotamiento de los caladeros nacionales, de la nueva situación internacional del mar, del ingreso de España en la Unión Europea, etc. Todo ello configura un marco bien diferente al existente en la época dorada de la pesca en nuestro país, que correspondió a los años setenta del siglo pasado.
1. Las Condiciones del Litoral
España tiene un amplio perímetro costero cuyo litoral en conjunto no puede decirse que presente unas condiciones muy favorables.
El Océano Atlántico
En el océano Atlántico, con las diferencias lógicas entre latitudes tan dispares como el Cantábrico o el archipiélago canario, tiene unas aguas de salinidad moderada (35‰), con temperaturas entre medias y frescas, corrientes marinas que facilitan la distribución del plancton y una oscilación del nivel de las aguas de hasta cuatro metros por efecto de las mareas. Esto permite la existencia de una franja costera de varios hectómetros de anchura, alternativamente sumergida y emergida, que facilita el marisqueo sobre la arena de la playa. El litoral atlántico en el noroeste peninsular presenta una articulación que alarga el perímetro costero y favorece la instalación de bateas y cultivos marinos.
El Mar Mediterráneo
El Mediterráneo es un mar de aguas más cálidas. Contiene menos fitoplancton que el océano y no tiene mareas.
Las diferencias marinas y litorales justifican la diversidad de la fauna y la proverbial riqueza, tanto en especies como en calidad. Entre ellas destacan la sardina, la anchoa, la caballa y el atún.
En los últimos lustros, nuestros mares han perdido importancia como lugares de pesca debido a la sobreexplotación; los puertos están cada vez más especializados y se han convertido en muelles de descarga de especies capturadas en aguas lejanas.
2. La Pesca, una Actividad Tradicional en Continuo Cambio
La pesca en los mares hispánicos tiene antecedentes en tiempos prehistóricos y alcanzó una dimensión comercial en la época romana, cuando numerosas factorías preparaban conservas y salsas de pescado, como el garum, para su exportación a Roma.
En la Edad Media, la pesca continuó teniendo un marcado carácter de subsistencia. En el Cantábrico, no obstante, los vascos capturaban ballenas y los barcos accedieron a Terranova, Islandia…, descubriéndose poco después las posibilidades que ofrecía el bacalao para su consumo fresco o curado. Conforme a la tradición, siguió practicándose durante siglos la pesca de atunes en almadraba, particularmente en la desembocadura del Guadalquivir.
A partir del siglo XIX, la pesca adquirió una dimensión nueva por efecto de la Revolución Industrial y de la aplicación del vapor a la navegación.
Los arrastreros impulsados por maquinaria a vapor se introdujeron en la flota para la pesca de bacalao y, más tarde, de caballa. Su empleo incrementó las capturas de forma notable, en unos momentos en que el ferrocarril facilitaba el transporte del pescado. La industria textil y la metalúrgica fabricaron aparejos y artes de pesca.
Tras el paréntesis de la Primera Guerra Mundial, a partir de 1925, se inició una moderna pesca del bacalao en Terranova.
La Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial paralizaron la actividad pesquera. Cuando ambas concluyeron, la fauna piscícola había vuelto a incrementarse.
Con todo, las transformaciones más espectaculares se produjeron en la década de 1960, y en 1961 se promulgó una ley que aspiraba a modernizar la flota pesquera. En ese mismo año se botaron los dos primeros congeladores de la flota española.
Subsistió la pesca de bajura, pero el grueso de las capturas empezó a recaer en una moderna flota congeladora, muy bien equipada (pesca de altura).
3. El Nuevo Derecho del Mar
Desde comienzos de la Edad Media, estaba aceptado que las aguas adyacentes pertenecían a los estados costeros, pero no se especificaba hasta qué distancia.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos dio un paso muy importante en orden al seguimiento de un nuevo Derecho del Mar, pues declaró en 1945 la propiedad de los recursos existentes en el lecho y subsuelo de la plataforma continental, entendida esta como prolongación del propio continente.
Este es el fundamento para que Perú, Ecuador y Chile declararan en 1952 aguas jurisdiccionales las comprendidas entre la línea de costa y doscientas millas mar adentro. Esta decisión no fue bien recibida, en particular por Estados Unidos, pues la medida, de generalizarse, podría ser un serio obstáculo para el libre desplazamiento de su armada en los años de la Guerra Fría. Sin embargo, en 1976, Estados Unidos declaró unilateralmente la ampliación de sus aguas jurisdiccionales a doscientas millas. Hubo un proceso negociador en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y, posteriormente, se generalizó.
Quedaban comprendidas en los límites de las zonas privativas de aprovechamientos. Para España, las consecuencias fueron inmediatas y muy perjudiciales, al quedar cortado el acceso a los caladeros tradicionales, situados en aguas que hasta entonces habían sido internacionales.
4. Mapa
a) 1: Aragón, 2: Comunidad Valenciana, 3: Castilla y León, 4: Extremadura, 5: Castilla-La Mancha, 6: Región de Murcia, 7: Andalucía.
b) La localización de la agricultura de regadío en la península atiende a las siguientes causas:
- En primer lugar, a la existencia de grandes ríos en las depresiones peninsulares, como es el caso del Ebro, Guadalquivir, Duero y sus afluentes, asociado a la presencia de suelo de tipo arcilloso de gran fertilidad. El caudal continuo de agua permite la agricultura de regadío.
- Por otro lado, el clima seco del levante peninsular obliga a los agricultores a practicar una agricultura de riego, ya que de otra forma sería muy difícil el cultivo de cualquier tipo de especie, incluso de secano.
c) Abundan cultivos como el arroz, la remolacha, el algodón, los cítricos, las verduras y las hortalizas.