La Meseta y sus unidades interiores: un análisis geográfico

LA MESETA Y LAS MONTAÑAS INTERIORES

La Meseta es el principal elemento del relieve peninsular y en torno a ella se vertebran las distintas unidades morfoestructurales (la misma Meseta y sus unidades interiores; las unidades o sistemas que la bordean y las unidades o sistemas exteriores). En la zona meseteña se pueden distinguir las siguientes unidades: La Submeseta Norte, el Sistema Central, la Submeseta Sur, los Montes de Toledo.

La Submeseta Norte

La Submeseta Norte se encuentra ocupada fundamentalmente por la Cuenca del Duero y ocupa unos 50.000 km2. Sus características principales son la elevada altitud, entre 700 y 800 m, y la existencia de un relieve llano apenas modelado por el curso de los ríos. Es la unidad morfoestructural herciniana, constituida por una gran superficie plana donde afloran:

  • Las rocas del antiguo macizo primario o paleozoico en la parte occidental.
  • Los sedimentos calcáreos de época terciaria en la parte oriental.
  • Las arcillas y materiales erosionados a las montañas de alrededor en el centro y en las proximidades de las montañas.

A pesar de la aparente homogeneidad que le da su relieve plano, la evolución de la Submeseta Norte ha sido compleja. Formó parte de la cordillera levantada en la orogenia herciniana. Pero cuando esta fue erosionada quedaron al descubierto las rocas más duras del sustrato silíceo que la servía de base. Durante la orogenia alpina el macizo compuesto por rocas muy duras se fracturó, dejando unos bloques hundidos (fosas tectónicas o graben) y otros levantados (horst). Uno de los bloques hundidos dio lugar a la Submeseta Norte: una gran deformación convexa del antiguo zócalo primario o paleozoico, levemente inclinado hacia el Atlántico, aislada y rodeada de montañas. Se formó en ella una gran cuenca con un lago interior que con el tiempo fue desecándose y rellenándose con sedimentos terciarios. Al no haber nuevas orogenias, esta cobertera sedimentaria ha originado estructuras de relieve horizontales y sin plegar sobre las que han actuado la erosión y sedimentación durante el Cuaternario.

A raíz de esta evolución, las formas del relieve que podemos encontrarnos en la Submeseta Norte son las siguientes:

  • Los páramos elevados, formados por los sustratos calizos más recientes en la zona este, o por los cantos y arenas erosionados a las montañas en las zonas que se localizan al pie de las cordilleras.
  • Los cerros, pequeñas elevaciones que la erosión fluvial ha dejado en resalte. Son los llamados oteros y tesos, que salpican la meseta.
  • Los valles fluviales muy amplios, que dan lugar a las extensas campiñas de tierras arcillosas utilizadas para la agricultura, como la Tierra de Campos.
  • La penillanura, originada por la erosión continuada del zócalo herciniano en el sector occidental de Zamora y Salamanca, donde los ríos se encajan aprovechando las fracturas.

El Sistema Central

El Sistema Central sirve de separación entre las dos submesetas. Es una gran alineación montañosa en dirección suroeste-noreste con una longitud de unos 400 km. Sus cumbres son superiores a los 2.000 m, y la altura máxima es el Pico del Moro Almanzor, de 2.592 m. Tiene las siguientes características:

  • Se trata de una gran zona elevada dentro del antiguo zócalo primario o paleozoico, levantado por la orogenia alpina.
  • Está constituido por un conjunto de bloques levantados, que forman las sierras, y de bloques hundidos, que forman los valles interiores.
  • Los materiales de sus montañas, como el granito, son muy duros. Son rocas ígneas procedentes del interior donde permanecen fundidas, pero que sufren un rápido endurecimiento y cristalización cuando se acercan a la superficie.
  • La mayor parte de las cimas de sus sierras son suaves, con excepción de algunos casos, como en la Sierra de Gredos en donde aparecen los galayos o salientes rocosos.
  • En las montañas más altas quedan restos de modelado glaciar. Son reliquias de un pasado más frío, con formas de relieve características, como pequeñas lagunas, circos glaciares y morrenas.

Las sierras más altas, que superan los 2.500 m en Gredos, Béjar, Guadarrama, se sitúan en la parte central. Otros accidentes significativos son las sierras de Ayllón, Gata y la Estrella, y los valles de Lozoya, Tiétar, Jerte y Alagón.

La Submeseta Sur

Ha tenido una evolución similar a la Submeseta Norte, por eso muchas veces se las estudia en conjunto. Como en la Submeseta Norte, sobre el antiguo zócalo herciniano que constituye su base, se formó un lago interior en el Terciario que, al colmatarse, dio origen a una cobertera sedimentaria horizontal sin plegamientos. Sin embargo, hay algunos rasgos que diferencian a la Submeseta Sur. Entre sus principales características destacan una altitud algo menor, entre 600 y 700 m, con un relieve llano y la presencia en su interior de los Montes de Toledo, que la divide entre las cuencas del Tajo y del Guadiana. Según su origen, formación y materiales se pueden distinguir varias zonas:

  • Las parameras de la parte noroccidental de las provincias de Cuenca y Guadalajara. Son lugares en los que el estrato calizo superior ha resistido la erosión fluvial y forma páramos, mesas y cerros testigo con cimas planas. Cuando ese estrato se erosiona, entre ellas se encaja la red hidrográfica, excavando valles en las rocas blandas y formando cárcavas y laderas de fuertes pendientes con zonas de suelos pobres.
  • Las campiñas de los cursos medios del Tajo y del Guadiana. Como en la Submeseta Norte, son valles amplios donde se escalonan varios niveles de terrazas. En ellas se sedimentan restos calizos, arcillosos y los cantos arrastrados por los ríos desde las montañas. Son tierras muy fértiles de gran aprovechamiento agrícola.
  • La llanura manchega es la mayor superficie horizontal de nuestro país, con una dirección norte-sur, que en algunas zonas supera los 90 km. Está compuesta por estratos calizos sin deformar. Se trata de una región casi plana en la que los arroyos y los ríos, como el Guadiana, han podido erosionar en profundidad.
  • El Campo de Calatrava constituye una zona ligeramente elevada. En ella destaca la presencia de relieve volcánico, donde encontramos algunos conos y cráteres apenas perceptibles, formado en la Era Terciaria a partir de algunas fracturas que permitieron la salida del magma.
  • La penillanura extremeña tiene una altitud entre los 300 y 500 m. Como su homóloga de Zamora y Salamanca, constituye la superficie de erosión del antiguo zócalo. Su monotonía se rompe a veces por la presencia de montes isla, formados por rocas muy duras (cuarcitas) más resistentes a la erosión.

Los Montes de Toledo

Los Montes de Toledo sirven de separación entre las cuencas del Tajo y del Guadiana. Se trata de una alineación montañosa de unos 200 km de largo y con cimas superiores a los 1.200 m. Su origen se enmarca dentro de la evolución del antiguo macizo herciniano, fracturado con la orogénesis alpina. Constituye una serie de bloques elevados o horst dentro de la Submeseta Sur. Sin embargo, los Montes de Toledo no forman un escalón muy fuerte con respecto a las zonas más bajas, sino que su pendiente se va suavizando por una rampa formada con los restos de la erosión. En las zonas más elevadas, la erosión ha actuado sobre los materiales de modo desigual, hasta dejar resaltadas las cuarcitas y desgastadas las pizarras, que son más blandas. Entre sus elementos más destacados están la Sierra de Guadalupe, que supera los 1.600 m, la Sierra de San Pedro y la de San Mamede, ya en Portugal.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *