Influencia del Anticiclón de las Azores en el Clima de la Península Ibérica

El ritmo estacional del Anticiclón de las Azores, y también de otras células de altas presiones tropicales y polares, está determinado por el desplazamiento del Jet Stream. El Jet Stream es un gran flujo de aire permanente que sopla en altura (entre 8.000 y 13.000 m) y que circunda la Tierra de Oeste a Este.

El Jet Stream tiene aproximadamente 500 km de anchura y de 5 a 7 km de altura; el viento sopla en su centro a más de 100 km/h y puede superar los 400 km/h. Tal como se ha comentado, en invierno el Jet Stream desciende a la altura del paralelo 40º, mientras que en verano remonta hacia el paralelo 60º. Es este desplazamiento el que condiciona el desplazamiento similar del Anticiclón de las Azores.

Invierno

En invierno se extienden altas presiones térmicas (debidas al frío) en Europa central, Rusia europea y Siberia. Estas altas presiones impiden el acceso de los vientos del Oeste al interior del continente; de ellas parten vientos de sector Este fríos y secos. La situación típica de invierno en la Península es la de un tiempo seco y frío en el interior, con cielo despejado debido a que el anticiclón de las Azores se ha desplazado al sur, pero la Península suele verse afectada por el anticiclón europeo o incluso formarse uno en el interior de la Península denominado anticiclón meseteño.

El enfriamiento de las capas bajas de la atmósfera suele dar lugar a nieblas matinales; si el frío es intenso se producen heladas y aparece la escarcha. La costa de la cornisa cantábrica suele verse afectada por el paso de las familias de borrascas asociadas al Frente Polar y de la Depresión de Islandia; estas lluvias suelen limitarse a la zona norte y noroeste debido a la disposición del relieve.

En algunas ocasiones suelen aparecer olas de frío. Muy pocas veces el invierno es suave y seco; esto ocurre cuando el anticiclón de las Azores permanece en una situación más septentrional de lo normal, por ello provoca temperaturas más elevadas e impide que las borrascas atlánticas afecten a la Península.

Verano

En verano se instalan bajas presiones térmicas (debidas al calor) sobre el continente europeo, pero los vientos del Oeste no las colman ya que el aire relativamente fresco que aportan es incorporado al movimiento ascendente del aire debido al calor.

La situación típica es la de un tiempo seco y cálido en los meses de julio y agosto. En este período el anticiclón de las Azores envía su aire caliente sobre toda la Península; esta estabilidad sólo se puede ver interrumpida por las bajas presiones de origen térmico producidas a veces en el interior, que producen lluvias de carácter convectivo. En la cornisa cantábrica se pueden producir lluvias de cierta intensidad por los retazos de las borrascas asociadas al Frente Polar, o también lluvias orográficas cuando el viento sopla del Oeste.

Cuando el verano es fresco y con más precipitaciones de lo normal es porque el anticiclón de las Azores está situado en una posición más meridional de lo que le corresponde y, por tanto, deja paso a las borrascas atlánticas.

Otoño y Primavera

En otoño y primavera la situación normal es la de un tiempo variable, con alternancia de días lluviosos y despejados. Esto se debe a que las situaciones anticiclónicas propias del verano y del invierno han desaparecido, y las borrascas asociadas al Frente Polar avanzan sobre la Península desde el Atlántico produciendo precipitaciones. Las borrascas pueden afectar más a unas zonas que a otras, según la trayectoria de las borrascas, la dirección del viento dependiente de ellas y el efecto de la disposición del relieve montañoso. En la cornisa cantábrica diciembre suele ser el mes en el que se registran mayores precipitaciones, mientras que en el resto de la Península los máximos de lluvias se producen en otoño y, con menos intensidad, en primavera.

Si el otoño y la primavera son secos se debe a la prolongación de la acción anticiclónica, bien de invierno bien de verano, sobre la Península, impidiendo el paso de las borrascas atlánticas. Esto provoca un tiempo seco y suave, pudiendo producirse heladas tardías o tempranas si el aire es muy frío.

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