Evolución Histórica de la Industrialización Española
La realidad española, tanto en sus aspectos económicos y sociales como geográficos (movimientos migratorios, urbanización, desequilibrios territoriales…), está estrechamente ligada al proceso de industrialización que transformó una sociedad agraria mantenida en la miseria hasta épocas muy próximas a nosotros.
España se incorporó al proceso de industrialización tarde, con un siglo de retraso con respecto a los países más avanzados de Europa Occidental.
Las causas de este retraso son diversas y no hay unanimidad entre los historiadores a la hora de jerarquizarlas: escasez de materias primas y fuentes de energía (algodón, carbón), deficiencias en las comunicaciones, insuficiencia de capitales al destinarse los existentes a comprar tierras desamortizadas, escasez de demanda interna… A ello, se suele añadir hechos propios de la coyuntura del s.XIX: guerras interiores como la de la Independencia y carlistas, pérdida de las colonias, proteccionismo de los gobiernos…
La industrialización ha ido consolidándose en España a través de varias etapas, separadas por periodos de crisis y reestructuración del sector, con costes sociales muy duros en forma de desempleo, cierre de empresas menos competitivas… que desde la óptica liberal resultarían necesarias para el progreso económico. En la actualidad estamos viviendo uno de esos periodos.
Etapas de la Industrialización en España
1ª Etapa: El Inicio (1855-1900)
Tuvo lugar con retraso respecto a otros países de Europa occidental, por factores variados, pero en los que se han destacado los relacionados con el modelo de desamortización del suelo que tuvo como resultado un mercado interior débil, incapaz de atraer inversiones. Sólo en Cataluña (textil) y en Vizcaya (siderúrgica, a partir de la minería del hierro) llegó a asentarse una industria moderna ligada a las técnicas, estructura empresarial familiar y sistema de relaciones laborales (trabajo infantil, falta de derechos laborales y sociales) de la 1ª Revolución industrial.
2ª Etapa: Expansión (1900-1936)
Se produjo una expansión de la industria, en la que influyeron factores como la demanda de los años de la 1ª Guerra Mundial o la promoción pública en los años de la dictadura de Primo de Rivera y que se concretó en un aumento de la inversión extranjera que puso en marcha industrias y técnicas ligadas a la 2ª Revolución industrial (química, eléctrica, inicio del uso de hidrocarburos…) y también el comienzo de la relación entre industrias y banca y la regulación de los primeros derechos laborales, especialmente en el periodo de la 2ª República.
La guerra civil y los años de la autarquía frenaron ese crecimiento.
3ª Etapa: El Desarrollismo (1960-1975)
Tras el Plan de Estabilización de 1959 que integra a España en el mundo de las economías capitalistas desarrolladas.
- Factores: La liberalización económica con la entrada de capitales extranjeros (tened en cuenta que son años de fuerte impulso mundial de las empresas multinacionales), las remesas de los millones de trabajadores que emigran esos años a Europa y la apertura de mercados exteriores, el bajo precio de la energía (desarrollo hidroeléctrico, petróleo barato) y, en menor medida, la política de impulso oficial (INI con su inversión en sectores básicos en buena parte poco rentables para el capital privado, como el minero, siderúrgico, construcción naval… y los Planes y Polos de desarrollo de los gobiernos) impulsaron de forma crucial la industrialización.
- En esos años, España se convierte, por fin, en un país industrializado, aunque con fuertes desequilibrios territoriales. La población empleada en el sector secundario pasa a representar el 37% de la población activa en 1970. Además, nuestra industria depende en gran medida de la tecnología y capital exterior que centra sus inversiones en industrias de base, equipo y bienes de consumo duradero (automóviles, electrodomésticos…) con fuerte empleo de mano de obra poco cualificada que resulta comparativamente barata con respecto a otros países del mundo desarrollado (de las 300 mayores multinacionales, en 1975 tenían filiales en España 209; el 35% del capital exterior procedía de los USA).
- La presencia de la industria es intensiva en el Norte: desde Asturias al País Vasco (ya no sólo en Vizcaya), en Cataluña (desbordando hacia Tarragona desde Barcelona) y en Madrid, pero también está presente en Zaragoza, Valladolid, Valencia. Otras regiones cuentan con un peso industrial muy inferior como Galicia, Andalucía o las de la Submeseta sur.
4ª Etapa: Crisis y Reconversión (1975-1985)
Esa década que coincidió con la Transición política, puso en cuestión el tipo de industrialización de la época del desarrollismo. Las causas fueron tanto externas (encarecimiento de la energía –crisis de 1973-79), la competencia de los NPI…) e internas (deficiencias de la industria española – poca modernización, dependencia tecnológica y energética -, coyuntura histórica que demoró la necesaria reconversión, al coincidir con las incertidumbres de la Transición política…).
Un nuevo ciclo tecnológico, estaba dando paso a una nueva fase (la tercera revolución industrial), caracterizada por las nuevas tecnologías y por los nuevos sectores industriales derivados de ella (informática, electrónica, automatización de la producción etc.), además de una progresiva globalización caracterizada por una nueva división internacional del trabajo y la terciarización de la economía de los países más desarrollados, los que hasta esos años llamábamos “países industriales”.
Entre 1976-85 se pierden 750.000 empleos industriales y cerca de 500.000 en la construcción y comienza el descenso de la aportación de la actividad industrial al PIB (de suponer el 40% en 1975 pasa al 15 % en la actualidad). La crisis afectó de forma más dura a aquellas industrias de base y equipo, intensivas en el empleo de materias primas y energía, así como de mano de obra, precisamente el tipo de industrias más presentes en el modelo español de los años anteriores: siderometalúrgicas, naval, química de base…
En los años 80 se emprendió una política de reconversión consistente en medidas de apoyo a las empresas en crisis, de tipo financiero (subvenciones, créditos para la adaptación a nuevas tecnologías…), fiscal (deducciones de impuestos) y laboral (jubilaciones anticipadas), unidas a algunas iniciativas de reindustrialización (ZUR) para las zonas más afectadas.