Industrialización en España en el Siglo XIX: Sectores Clave y el Ferrocarril

La Industrialización Española en el Siglo XIX: Sectores Clave y el Papel del Ferrocarril

El desarrollo industrial del siglo XIX en España presenta fuertes desequilibrios regionales, coexistiendo zonas industrializadas y urbanizadas con otras atrasadas y rurales. Así, España se considera dentro de los países conocidos como los “*late commers*”. Los factores que lo explican son: la escasa transformación de los sistemas agrarios; reducida capacidad de consumo; despreocupación por la educación y la innovación; escasa mentalidad emprendedora; dependencia extranjera de capital y tecnología y la política arancelaria proteccionista.

Cataluña: Principal Zona Industrial

Cataluña constituyó la principal zona industrial de España y también la más diversificada. Su desarrollo está asociado al sector textil, que contaba ya con tradición en la economía catalana. Así, en el siglo XVIII se había iniciado el despegue con la fabricación de indianas. A esta tradición textil hay que añadirle una serie de factores que explican su despegue industrial:

  • Liberalización del sector industrial gracias a la abolición de los gremios.
  • La constante renovación del sector por la introducción del algodón y la mecanización de las tareas tanto en el hilado (introducción de tecnología inglesa: fusos de hilar mecánicos -*mule-jenny*-) como en el tejido (*selfactinas*).
  • El reinvestimiento de capitales por parte de la burguesía catalana y el proteccionismo del Estado aseguraron un gran crecimiento industrial en la región.

Fue a partir de la década de 1830 cuando se introdujeron las máquinas de vapor para mover los telares y aparecieron las primeras fábricas modernas en las comarcas de Barcelona y Manresa (fábrica de Bonaplata de Barcelona en 1832). A partir de la década de 1870, con la intención de ahorrar recursos energéticos y aprovechar la energía hidráulica, se crearon nuevas industrias textiles en las cuencas de los ríos Ter y Llobregat. Este desarrollo textil propició la diversificación industrial de la región con el crecimiento de otros sectores, especialmente la metalurgia, junto con la química, la papelera, así como las relacionadas con la transformación de productos agrarios.

El Sector Siderúrgico: Andalucía, Asturias y el País Vasco

El nacimiento del sector siderúrgico estaba ligado a la explotación de minas de hierro de Andalucía y el País Vasco, así como a las minas de carbón de Asturias y Sierra Morena. La siderurgia andaluza fue la primera en aparecer en la década de 1830 pero, como utilizaba carbón vegetal, a partir de 1860 resultó un fracaso por los elevados costes de producción y la competencia del norte. En Asturias se instalaron altos hornos en torno a las minas de A Felguera y Mieres, con continuidad hasta el siglo XX, pero la escasa calidad del carbón y la dificultad de extracción del mismo hizo que la actividad minera y siderúrgica sobreviviera gracias al proteccionismo del Estado.

La siderurgia por excelencia fue la vasca, en especial a partir de 1880. La calidad y abundancia del hierro de las minas de Somorrostro, la disponibilidad de carbón de coque barato procedente de Gales y los capitales generados por la exportación del mineral de hierro explican su auge. La mayor empresa del sector era Altos Hornos de Vizcaya, la primera en utilizar el convertidor de Bessemer y el horno Martin-Siemens para fabricar acero. Este desarrollo industrial permitió la aparición de una potente industria química y metalúrgica de transformación, con la fabricación de todo tipo de máquinas y motores, destacando la construcción naval.

La Configuración del Mercado Nacional

Mientras se producían estos primeros procesos de industrialización, fue fundamental la configuración de un mercado nacional. La legislación liberal abolió los obstáculos legales contrarios a la libertad de circulación y producción de bienes (supresión de aranceles interiores, unificación de pesos y medidas…) y procuró la construcción de mejores vías de comunicación para conseguir un mercado interior cada vez más integrado.

El ferrocarril fue el medio de transporte fundamental para conseguir un mercado interior integrado.

El Ferrocarril en España: Un Impulso Tardío

La introducción del ferrocarril en España, símbolo del progreso y modernización, fue tardía. El primer ferrocarril inglés dedicado al transporte de viajeros funcionó en 1830, en España no lo hizo hasta 1848, en un pequeño tramo entre Barcelona y Mataró y, posteriormente, en 1851 se creó la línea Madrid-Aranjuez.

Estudios técnicos aconsejaron un ancho de vía mayor que el europeo (ancho ibérico), dado que por las características del relieve se necesitarían locomotoras más anchas y potentes. Esta decisión ocasionó un grave problema a la hora de conectarlo con los trazados europeos, exigiendo transbordos en la frontera.

El gran impulso llegó con la **Ley General de Ferrocarriles de 1855**, que establecía que la construcción y explotación de las líneas podía ser realizada por el Estado o por compañías privadas permitiendo la introducción de capital privado extranjero. El Estado concedía la explotación de las líneas a particulares por 99 años y, además, ofrecía subvenciones que garantizaban a las empresas una rentabilidad mínima y la posibilidad de importar maquinaria y materiales sin aranceles.

Entre 1855 y 1865 hubo una gran euforia constructiva, creando un trazado radial desde Madrid hasta los puntos extremos de la periferia para las líneas de primera orden. No obstante, ante la escasa demanda por la falta de conexiones entre las regiones industrializadas, el sector entró en crisis a partir de 1866 paralizando la construcción hasta la nueva Ley de Ferrocarriles de 1877 con la que se pretendió completar la red radial con líneas transversales de vía estrecha, que circulaban sobre todo en la cornisa cantábrica y Valencia.

Controversia sobre el Impacto del Ferrocarril

El papel del ferrocarril en el desarrollo económico de España es objeto de controversia entre los historiadores. Para unos fue considerable pues, en un país con graves dificultades orográficas, permitió la comunicación interior y facilitó el transporte de mercancías. Para otros, los efectos fueron inferiores a los que se podían esperar debido a la mala política estatal que permitió la importación de material ferroviario, con grave perjuicio para el desarrollo del sector siderúrgico español. Cabe añadir que la red obedeció a criterios políticos del Estado liberal (red radial) y a criterios económicos para facilitar la explotación de los recursos mineros hacia el extranjero.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *