Tema 7. Las fuentes de energía en España
7.1. La importancia del sector energético
7.2. Las principales fuentes de energía
7.3. La producción y el consumo de energía en España
7.1. La importancia del sector energético
La importancia del sector energético se puede analizar tanto desde consideraciones económicas y sociales como medioambientales y geopolíticas.
Desde el punto de vista económico, es evidente que la producción y suministro de energía constituyen un apartado significativo del sistema económico mundial y tienen una participación muy importante en el PIB de cada país (en España en torno al 5%). Pero, sobre todo, se puede afirmar que la energía es uno de los factores sobre los que se asienta el crecimiento económico moderno. Las fuentes de energía han sido un factor fundamental de localización industrial (las primeras industrias se localizaron en regiones carboníferas); asimismo, el consumo energético es uno de los indicadores del grado de desarrollo y bienestar de una sociedad; la demanda energética se asocia con el PNB de un país, con su capacidad industrial y con el nivel de vida alcanzado por sus habitantes.
Las fuentes de energía producen, en
mayor o menor medida, un impacto sobre el entorno natural.
El impacto ambiental
generado (emisiones de carbono, residuos radioactivos…) depende del tipo de
energía y de la tecnología usada para consumirla y transformarla. Por ello, las
políticas energéticas se ven condicionadas por la presión social y los
compromisos internacionales (Protocolo de
Kioto). A esta preocupación hay que sumar las dificultades de
sostenibilidad del actual modelo energético que agota los recursos: la
limitación de las fuentes de energía (los combustibles fósiles, base del
consumo energético, son finitos) conviven con un crecimiento del consumo de
energía en el mundo, especialmente de la demanda de las economías emergentes
(China, India, Corea, Brasil…).
Todo ello hace del sector energético un factor de gran importancia geopolítica y geoeconómica. Los recursos naturales, y en especial el petróleo y el gas natural, se reparten de forma desigual en el mundo. La diferencia entre ser excedentario o deficitario en energía es crucial en el plano económico y, sobre todo, determina el grado de dependencia exterior desde el punto de vista estratégico.
7.2. Las principales fuentes de energía en España
1. El carbón: una producción insuficientes y en crisis
El carbón ha sido la fuente de energía más utilizada en España hasta los años 50, fecha a partir de la cual se fue sustituyendo de manera progresiva por el petróleo. La crisis energética de 1973 impulsó de nuevo el consumo y la producción de carbón para reducir la dependencia del petróleo; pero, desde mediados de los 80 la producción nacional desciende a causa de los numerosos problemas de la minería del carbón.
La minería del carbón tuvo un periodo de auge hasta mediados del siglo XX, apoyada en un fuerte proteccionismo. Sin embargo, desde hace décadas está en proceso de ajuste, descendiendo la producción y cerrándose muchas minas. La causa de este declive está en el agotamiento de algunos yacimientos, la competencia de carbones más baratos y de mayor calidad procedentes de otros países y el descenso de la demanda (crisis siderometalúrgica, reducción del consumo doméstico y las restricciones impuestas por su negativo impacto ambiental). La entrada en la UE –cuya política de competencia restringe las subvenciones- obligó a un plan de reconversión que supone una disminución progresiva de las ayudas al sector y una reducción escalonada de la producción.
Actualmente, la producción nacional de carbón es insuficiente para cubrir las necesidades de consumo interno, aunque este se encuentre en descenso. Se utiliza, sobre todo, para la producción de electricidad en las centrales térmicas y como materia prima en la siderurgia. A pesar de este consumo limitado, es necesario recurrir a importaciones exteriores (Australia, Sudáfrica, Rusia y Ucrania).
Las principales zonas mineras son la astur-leonesa, Sierra Morena, Cataluña-Aragón y Galicia.
2. Los hidrocarburos: petróleo y gas natural
El petróleo y el gas natural constituyen en la actualidad las fuentes de energía primarias de mayor consumo en España, destinados a su uso como combustibles (trasportes, industria, usos domésticos), a la producción de electricidad en centrales y como materia prima básica en la industria petroquímica (abonos, plásticos, detergentes…).
A partir de los años 60, el petróleo era ya la principal fuente de energía (debido a su menor coste y a su mayor poder energético respecto al carbón), convirtiéndose en un elemento fundamental del desarrollismo español. Las oscilaciones en el precio del crudo –a raíz de la crisis del 73- lo ha convertido en un elemento muy inestable para la economía mundial, lo que unido a la limitación de sus reservas y a su carácter contaminante, han llevado al desarrollo de otras fuentes de energía. Una de ellas es el gas natural de reciente introducción en España, pero con una gran expansión debido a los problemas que plantean otras fuentes y a sus ventajas en cuanto a la producción de energía eléctrica y al escaso impacto ambiental (es el combustible fósil menos contaminante).
La producción nacional de hidrocarburos es mínima y no llega a cubrir el 1% de la demanda: hay una pequeña producción de petróleo en La Lora (Burgos) y en las plataformas de la costa de Tarragona (Casablanca), y de gas en la Andalucía atlántica (Poseidón, Marismas).
Este desequilibrio entre producción y consumo obliga a importar grandes cantidades de hidrocarburos, con efectos negativos sobre la balanza de pagos y con una enorme dependencia energética. Para evitar riesgos se ha diversificado la procedencia del suministro de petróleo (Oriente Medio, Nigeria, México, Libia, Rusia…); por el contrario, las importaciones de gas natural están más concentradas (Argelia es el principal suministrador).
No obstante, España dispone de una alta capacidad de refinado, repartida en sus diez refinerías, todas ellas situadas en el litoral (Cartagena, Tarragona, Castellón, La Coruña, Algeciras, Huelva), o en las islas (Sta. Cruz de Tenerife), con la excepción de Puertollano (Ciudad Real), lo que permite exportar productos derivados del petróleo y compensar ligeramente la balanza comercial energética.
3. La energía nuclear
Las centrales nucleares producen
electricidad mediante el aprovechamiento de la energía liberada por la fisión o
separación de átomos de uranio enriquecido. El desarrollo de la energía nuclear
en España estuvo vinculado a la necesidad de disminuir la dependencia del
petróleo tras la crisis del 73. Sin embargo, desde 1984 el gobierno paralizó su
expansión (la “moratoria nuclear”) ante los problemas que presentaba su uso:
oposición de la opinión pública ante los riesgos que comporta; dependencia
extranjera para la actualización de la tecnología nuclear; problemas con el
almacenamiento de residuos radioactivos; alto coste de la construcción de una
central.
Actualmente hay ocho centrales nucleares operativas en España (Almaraz
I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Santa María de Garoña, Trillo y Vandellós II),
estando las más antiguas al borde de su vida energética útil.
En los últimos años vuelve a resurgir el debate sobre la conveniencia, o no, de apostar por la energía nuclear ante el creciente consumo de energía, el aumento de los precios del petróleo y la necesidad de reducir las emisiones contaminantes de las centrales térmicas convencionales. Sin embargo, cuenta con un fuerte rechazo social por el peligro de los escapes radioactivos y la gestión de los residuos.
4. La energía hidráulica
La energía hidráulica aprovecha la energía que posee la corriente de los ríos en función de su desnivel para mover turbinas y producir electricidad. En España, la energía hidráulica está bastante desarrollada; durante años fue la principal fuente de electricidad, pero, a partir de los años 60, ha sido sustituida progresivamente por la energía térmica, nuclear y recientemente, por otras fuentes de energía renovable.
Actualmente hay 1.300 centrales (la mayoría de pequeño tamaño o minihidráulicas), de las que sólo entre 10 reúnen el 28% de la producción nacional. Las grandes centrales se localizan en el Norte, en los embalses de ríos caudalosos (Sil, Duero, Tajo y Ebro). Su producción oscila dependiendo de las características del año hidrológico, aunque la potencia instalada se mantiene constante desde los años 90.
Entre los aspectos positivos de esta energía destaca que es limpia, renovable y se produce de forma instantánea, aunque irregular, ya que está supeditada al caudal (y por tanto a las condiciones climáticas) de los ríos. En su contra hay que señalar el elevado coste inicial de las centrales hidroeléctricas y los impactos ambientales y sociales causados por la construcción de infraestructuras.
5. Las energías alternativas
La utilización de fuentes de energía alternativas a las convencionales arranca de la crisis del petróleo, que hizo necesario disminuir la dependencia energética del sector exterior. Frente a las fuentes de energía convencionales, las energías alternativas ofrecen la ventaja de ser inagotables, menos agresivas con el medio ambiente y tienen una elevada dispersión en el territorio, favoreciendo el autoabastecimiento energético. Por el contrario, y al margen de su rentabilidad social, entre sus inconvenientes destacan la carestía de sus instalaciones, la dificultad de su almacenamiento y su discontinuidad, al depender de las condiciones climatológicas. Existen diferentes fuentes de energía alternativa, dependiendo de los recursos naturales utilizados para la generación de la energía:
·Energía eólica emplea la fuerza del viento para mover aerogeneradores que producen energía eléctrica. Por su baja producción, es preciso reunir aerogeneradores en grandes parque eólicos para que resulte rentable.
·La energía solar aprovecha la captación de la luz y el calor emitidos por el Sol para transformarlos en energía térmica o eléctrica. El aprovechamiento de la energía solar puede hacerse por dos vías: térmica (colectores planos, concentradores cilindro-parabólicos, centrales termosolares) y fotovoltaica (paneles fotovoltaicos, agrupados a veces en huertos solares).
·La biomasa se basa en el aprovechamiento de la materia orgánica, procedente de cultivos energéticos o de residuos para obtener energía por combustión directa o por transformación en biogás y biocombustibles.
·La energía geotérmica (utilizando el calor acumulado en la corteza terrestre) y las energías marinas (aprovechando la energía de las olas, corrientes y mareas marinas) aún están en fase experimental en nuestro país.
La producción y consumo de este tipo de energías ha ido aumentando en los últimos años en España (en gran parte gracias al sistema de ayudas públicas), aportando en la actualidad casi un 30% de la energía eléctrica consumida. España presenta condiciones naturales favorables a las energías alternativas y cuenta con un nivel industrial avanzado en el desarrollo y comercialización de estas tecnologías: España tiene posiciones de liderazgo en el desarrollo de tecnologías eólicas y solares puesto que es el tercer país del mundo en capacidad instalada en energía eólica, después de Estados Unidos y Alemania; en energía solar, ocupa el segundo puesto después de Alemania. Desde el punto de vista de la distribución espacial, las energías renovables están desigualmente implantadas en España: Castilla y León (energía eólica) y Andalucía (energía solar) lideran la implantación de energías renovables.
6. La electricidad como forma de aprovechamiento energético dominante
En España, más de la mitad de la producción eléctrica se obtiene en centrales térmicas clásicas, que utilizan carbón, gas natural o petróleo para calentar grandes cantidades de agua y generar vapor a presión con el que mueven turbinas conectadas con un generador eléctrico. Estas centrales tienen importantes repercusiones ambientales (residuos y emisiones a la atmósfera). Recientemente están viviendo una gran expansión las centrales térmicas de ciclo combinado, por su alto rendimiento y menor impacto ambiental. La aportación de las energías renovables alcanza ya más de una cuarta parte de la producción eléctrica. Entre éstas destacan la energía eólica y la hidráulica, con oscilaciones más o menos acusadas dependiendo del año hidrológico. El resto (menos de un 20% procede de las centrales nucleares).
7.3. La producción y el consumo de energía en España
1. El consumo energético en España
En el último medio siglo el consumo de energía ha experimentado en España un crecimiento ininterrumpido, derivado de las necesidades impuestas por el proceso de industrialización a partir de 1960, la paralela mejora del nivel de vida, la motorización del transporte, la mecanización agraria… Este crecimiento sólo se quiebra como consecuencia de la crisis del petróleo de los 70, que ralentiza el consumo durante los 80, para, desde entonces, recuperar su trayectoria ascendente como consecuencia del crecimiento económico registrado.
A lo largo del siglo XX ha ido cambiando el predominio y la importancia de las fuentes de energía utilizadas en España, distinguiéndose tres fases temporales: hasta hace medio siglo, el carbón era la base principal de la energía consumida; desde entonces esa primacía pasó al petróleo; y a partir de las crisis energéticas de los años 70 se inicia la expansión de la energía nuclear y la búsqueda de energías alternativas al petróleo (gas natural y energías renovables).
En la actualidad, el consumo de energía primaria en España se basa en más de un 80% en fuentes de energía fósil, especialmente hidrocarburos. El petróleo, a pesar del descenso de su participación relativa en el consumo global de energía, sigue siendo la fuente más importante, y en términos absolutos ha experimentado un fuerte crecimiento desde finales de los 80, de forma que en nuestro país sigue existiendo hoy una gran dependencia respecto a este tipo de energía. Más alejados están el consumo de gas natural (24%), que ha experimentado un fuerte incremento en las últimas décadas, y de carbón (10%), cuyo consumo sigue descendiendo. El consumo de energía primaria se completa con la energía nuclear (11%), cuya expansión se frenó a finales de los 80 con la moratoria nuclear, y con las fuentes de energía basadas en recursos renovables (7,6%), que aumentan su presencia aunque lentamente.
2. Los desequilibrios entre producción y consumo: dependencia energética
Lo primero que destaca al observar el balance energético de España es la enorme diferencia entre el consumo de 142 Mtep (millones de Toneladas equivalentes de petróleo) y la producción interna (30 Mtep), que obliga a importar cerca del 80% de la energía consumida. Ante la escasa presencia de combustibles fósiles en el subsuelo nacional, España sólo consigue autoabastecerse en energía nuclear y en energías renovables, teniendo que importar la casi totalidad del petróleo y del gas y 2/3 partes del carbón utilizado.
Esta dependencia energética supone un doble problema: por un lado, ocasiona un fuerte déficit comercial que afecta a la balanza de pagos; y por otro, expone a la economía y sociedad española a una gran vulnerabilidad frente a cualquier crisis y ante las decisiones políticas y económicas de otros países. Los países abastecedores de fuentes de energía (Golfo Pérsico, Magreb, Rusia…) tienen en muchos casos una problemática social y política muy comprometida.