Factores condicionantes del paisaje agrario en España

Los condicionantes del paisaje agrario

El paisaje agrario es el paisaje transformado y humanizado para realizar actividades agrícolas y ganaderas, en el que destacan la división parcelaria, el hábitat rural (disperso y concentrado) y los sistemas de cultivos (openfield, bocage, huertas, dehesas, etc.).

Todo espacio agrario está condicionado por una serie de factores, los cuales podemos dividir en factores físicos o naturales y factores humanos.

Factores físicos

  • La altitud y disposición del relieve:

    La elevada altitud es uno de los factores adversos para la práctica de la agricultura en España. Sólo el 11,4% del territorio español se sitúa por debajo de los 200 m, y un 88% tiene una pendiente superior al 5%. Además, la disposición del relieve peninsular crea unas condiciones de continentalidad que no son las óptimas para el desarrollo de las actividades agrarias.

  • El tipo de suelo:

    Las características litológicas marcan de manera profunda los suelos. Por ejemplo: la abundancia de suelos con exceso o defecto de acidez produce una deficiente fertilidad, que nuestros agricultores compensan con grandes cantidades de abono. Por otra parte, la gran extensión de la España arcillosa, y la excesiva explotación y ocupación del territorio han derivado en la consiguiente erosión.

  • Las características climáticas de nuestro país:

    En el dominio de clima mediterráneo interior, la escasez y la irregularidad de las precipitaciones y las grandes amplitudes térmicas junto a las heladas tardías, son las mayores limitaciones que sufre la agricultura. A esto hay que añadir las lluvias torrenciales típicas del clima mediterráneo costero.

Factores humanos

Clasificaremos los factores humanos en socioeconómicos y políticos. A su vez, los factores socioeconómicos comprenden la población agraria, la estructura de la propiedad y las transformaciones en las técnicas y sistemas agrarios.

La población agraria:

El carácter agrario de la sociedad española ha dominado hasta el siglo XX. En 1900, la población activa agraria se acercaba al 69% del total y la agricultura era el principal recurso y mercado de trabajo. El descenso se agudizó a partir de los años 60. La aprobación del Plan de Estabilización y los Planes de Desarrollo dieron un giro a la política económica, cuya consecuencia inmediata fue el éxodo rural masivo que tuvo lugar en nuestro país entre 1959 y 1975. Desde entonces, el ritmo de reducción de la población activa en el sector primario ha sido rápido, hasta llegar al 4,6% de la población activa total. Existen diferencias entre las CCAA: por debajo del 1,5% Madrid y País Vasco, por encima del 10% Murcia y Extremadura. Las consecuencias de esta evolución han sido el despoblamiento de los espacios rurales y el consiguiente envejecimiento de la población rural. Las dificultades de encontrar empleo en la ciudad están llevando a la práctica del agricultura a tiempo parcial, un ligero retorno de población a núcleos rurales y el incremento de jóvenes dedicados a esta actividad agraria y a otras nuevas.

La estructura de la propiedad:

Analizaremos el factor socioeconómico de la estructura de la propiedad en función del régimen de tenencia de las mismas y de las dimensiones y productividad de las explotaciones. Esta dualidad nos da pie a hablar del régimen de tenencia, que es el grado de dominio sobre la tierra. Cuando propietario y empresarios coinciden, estamos ante un régimen de tenencia directo, y cuando no coinciden, el régimen de tenencia es indirecto. Este último puede tener dos variedades: el arrendamiento, cuando el empresario explota las tierras a cambio del pago de un alquiler a su propietario, y la aparcería, cuando las explota a cambio de la cesión al propietario de parte de los beneficios o de la cosecha.

En España el tamaño medio del suelo laborable de las explotaciones agrarias es bastante adecuado, pero presenta el inconveniente de que cada explotación está formada por varias parcelas. Una parcela que es la unidad mínima de explotación de la tierra. Podemos distinguir entre latifundios (más de 100 ha), mesofundios (entre 100-10 ha) y minifundios (menos de 10 ha).

Las propiedades más importantes son:

  • La gran propiedad o latifundio: reúne a más del 50% de las tierras y sólo al 0,8% de los propietarios. Predomina en Andalucía, Castilla-La Mancha, Aragón y Extremadura. En latifundismo español tiene su origen en un proceso histórico que se remonta a la Edad Media, y que se consolidó con la desamortización en el siglo XIX.

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