Estructura Política en España al Final de la Edad Media
Al final de la Edad Media, los reinos de la Península Ibérica presentaban una estructura política similar, con tres instituciones clave: la monarquía, las Cortes y los municipios.
La Monarquía en Castilla
En Castilla, se observa un notable fortalecimiento de la monarquía. La administración central se componía de:
- Curia Regia (Consejo Real, Cortes)
- Audiencia o Chancillería (Justicia)
- Hacienda (Mayordomo Mayor)
- Corte (Chanciller, Condestable)
La administración territorial se dividía en merindades y adelantamientos, mientras que a nivel local existían concejos y regidores.
La Corona de Aragón: Pactismo y Diversidad
La Corona de Aragón no era un estado unificado, sino una unión de reinos (Cataluña, Valencia, Baleares, Aragón), cada uno con sus propias instituciones y leyes. Esto resultó en una menor autoridad real y un fuerte pactismo, donde se respetaban los fueros y privilegios territoriales. Los nobles gozaban de considerable libertad y autonomía en sus señoríos.
La administración central de la Corona de Aragón incluía:
- Consejo Real
- Cortes
- Hacienda (Diputación General y Generalitat)
- Audiencia
- Corte
En la administración territorial, cada reino tenía un lugarteniente o gobernador. Los territorios se dividían en honores (veguerías en Cataluña). La administración local se basaba en concejos o municipios, controlados por las oligarquías locales.
El Reino de Navarra y su Relación con Francia
En Navarra, las instituciones principales eran:
- El Rey
- Las Cortes
- El Consejo Real
- La Corte Mayor o Cort General
- La Cámara de Comptos
Navarra mantuvo una estrecha relación con Francia desde finales del siglo XIII hasta mediados del XIV para preservar su independencia frente a Castilla y Aragón. Sin embargo, en 1512, bajo el reinado de los Reyes Católicos, Navarra fue anexionada a Castilla, aunque conservó su estatus de reino (con un virrey) y sus instituciones propias.
Demografía y Migraciones en la España del Siglo XIX
La población española experimentó un crecimiento constante durante el siglo XIX, pasando de aproximadamente 10.500.000 habitantes en 1800 a 18.600.000 en 1900. Sin embargo, este crecimiento fue más lento que en otros países europeos.
Se mantuvo un régimen demográfico antiguo, con altas tasas de natalidad y mortalidad. La elevada mortalidad se debía a:
- Crisis de subsistencia: Causadas por factores climáticos y el atraso agrícola.
- Epidemias: Fiebre amarilla y cólera fueron especialmente graves.
- Enfermedades infecciosas: Tuberculosis, viruela, sarampión, etc., agravadas por la malnutrición y las malas condiciones de vida.
- Guerras: Incrementaban puntualmente la mortalidad.
La esperanza de vida aumentó ligeramente, alcanzando los 34 años en 1900. La estructura demográfica era desequilibrada, con un predominio del sector primario (70%) sobre el secundario (10%) y el terciario (20%).
La densidad de población media era de unos 30 habitantes por kilómetro cuadrado, con fuertes contrastes regionales. El interior peninsular (excepto Madrid) perdió población en favor de la periferia (Levante, Cataluña y País Vasco), debido a las mejores oportunidades económicas.
Migraciones Internas y Externas
Los flujos migratorios, tanto internos como externos, se intensificaron en el siglo XIX.
- Migraciones internas: Aumentaron, especialmente en la segunda mitad del siglo, impulsadas por el crecimiento urbano, el desarrollo industrial y la mejora de los transportes. Cataluña, País Vasco y Madrid fueron las principales áreas receptoras.
- Migraciones externas: Se dirigieron principalmente hacia América, intensificándose a partir de 1850. Se estima que alrededor de un millón de españoles emigraron. Destacaron las migraciones de gallegos, asturianos, vascos y canarios a Iberoamérica, y de andaluces y murcianos a Argelia.
Crecimiento Urbano y Ensanches
El éxodo rural se incrementó debido al estancamiento agrario y a las oportunidades laborales en las ciudades. Esto provocó un notable crecimiento urbano, especialmente en Madrid, Barcelona y Bilbao.
El aumento de la población urbana llevó al desarrollo espacial de las ciudades:
- Surgieron suburbios periféricos de barrios obreros, desordenados y con falta de servicios.
- Se crearon áreas burguesas de urbanismo planificado, los ensanches. Los ejemplos más destacados son el de Barcelona (1860), diseñado por Cerdá, y el de Madrid (1861), planificado por Castro y financiado en parte por el marqués de Salamanca.