Evolución de la Población Española
Hasta el siglo XIX, el crecimiento de la población española fue lento y escaso debido a las duras condiciones de vida, como enfermedades, guerras y hambrunas. Se estima que la población española a finales del siglo XVIII era de unos 10,3 millones de habitantes. Esta situación comenzaría a cambiar a partir del siglo XIX, al término del cual la población española casi se duplicó gracias a los avances en medicina e higiene y a las transformaciones asociadas a la industrialización, si bien a un ritmo mucho menor al de otros países de nuestro entorno debido a las agitaciones políticas, a la modestia del crecimiento económico, a la persistencia de enfermedades y a la emigración al continente americano.
Durante el siglo XX, la población continuó creciendo. Se duplicó nuevamente a comienzos del siguiente siglo y alcanzó los 41,1 millones de habitantes en 2001. Esta evolución se vería favorecida por toda una serie de factores positivos, como el auge económico de los años veinte y, sobre todo, de la década de los años sesenta, que generó un intenso crecimiento o “baby boom” que se mantuvo hasta mediados de la década de 1970. No obstante, también se vio afectada negativamente por toda una serie de acontecimientos como la epidemia de gripe de 1918, la Guerra Civil (1936-1939) y la dura posguerra, que dieron lugar a momentos de estancamientos demográficos.
En la actualidad, la situación demográfica española se caracteriza por la pérdida de población. Inicialmente, el estancamiento demográfico de finales del siglo XX fue parcialmente compensado por la llegada de inmigrantes a nuestro país y por sus mayores tasas de natalidad. No obstante, la crisis económica mundial afectó muy negativamente al crecimiento demográfico español: la inseguridad económica y el desempleo, unidos a la reducción de la natalidad por los nuevos hábitos familiares y al descenso de la inmigración extranjera ante las escasas perspectivas laborales, han provocado en los últimos años un nuevo estancamiento demográfico que, ligado al creciente envejecimiento de la población, ha dado lugar a un descenso en el número de habitantes.
Dinámica Natural: Natalidad
Indica los nacimientos producidos en una población, generalmente un año, por cada mil habitantes. Se expresa a través de la tasa bruta de natalidad (Tbn), calculada del siguiente modo.
Se considera que es una tasa de natalidad alta cuando está por encima del 30‰, media cuando está entre 20 y 30 ‰ y baja cuando es inferior a 20 ‰.
En épocas anteriores, la natalidad española era elevada y se mantuvo en niveles relativamente altos (superiores al 20‰) hasta finales de la década de 1960, cuando se redujo hasta igualarse al resto de países de nuestro entorno en las últimas décadas debido a la incorporación de nuestro país al régimen demográfico moderno.
Actualmente, España tiene una tasa bruta de natalidad de 7,8 ‰. Aunque esta tasa tuvo un ligero repunte debido a la mejora económica de comienzos del siglo XXI y a la presencia de inmigrantes, los
Régimen Demográfico Antiguo
Se ha mantenido en España hasta principios del siglo XX. Se caracterizó por altas tasas de natalidad y de mortalidad y por un crecimiento natural bajo.
- La natalidad presentaba valores elevados debido a dos causas:
- El predominio de una economía y una sociedad agraria, en los que los hijos ayudaban en las labores del campo y aseguraban el porvenir de padres.
- La falta de control sobre la natalidad y el hábito de contraer matrimonio muy joven.
- La mortalidad general era alta y oscilante:
- La dieta era escasa, por la baja productividad agraria, y desequilibrada. El pan era el alimento más abundante.
- Las enfermedades infecciosas tenían una alta incidencia (tuberculosis, gripe…). El retraso en los avances médicos y la falta de higiene privada y pública (aseo, agua potable, alcantarillado…) agravaban esta situación.
- Eran frecuentes los momentos de mortalidad catastrófica causadas por epidemias, guerras y malas cosechas. La mortalidad infantil también era alta.
- La esperanza de vida era baja.
La Transición Demográfica
La transición demográfica entre el régimen demográfico antiguo y el actual tuvo lugar entre 1900 y 1975. Se caracterizó por una disminución suave de la natalidad, un brusco descenso de la mortalidad y, en consecuencia, un elevado crecimiento natural.
- La natalidad descendió de forma suave, alternando diferentes periodos:
- Entre 1900 y 1956 la natalidad descendió de forma suave. Este descenso fue de forma discontinua atendiendo a: las consecuencias de la I Guerra Mundial (1914-1919) que motivaron una fuerte subida de los precios para la población; la crisis de 1929; la Guerra Civil española (1936-1939) y la crisis de posguerra (1940-1955), y por las graves dificultades derivadas de la política autárquica.
- En la década de los sesenta tuvo lugar una recuperación de la natalidad debido al “baby boom”, un crecimiento de la natalidad y de las familias que acompañó al desarrollismo económico de esta etapa.
- La crisis de 1973 y sus consecuencias, y la consolidación del modo de vida urbano e industrial motivaron de nuevo el descenso de la natalidad.
- La mortalidad descendió bruscamente excepto en dos momentos de mortalidad catastrófica: la gripe de 1918 y la Guerra Civil (1936-1939). Las causas: los avances médicos (vacunas y antibióticos) eliminaron la mortalidad catastrófica por epidemias a partir de 1918. También contribuyó la generalización de los nacimientos en clínicas y la extensión de la sanidad pública junto a la higiene privada y pública (agua potable, alcantarillado, recogida de basuras).
Como consecuencia, el crecimiento natural de la transición fue alto, especialmente entre 1950 y 1975. A partir de este momento el crecimiento natural comenzó a descender.
Dinámica Natural: Natalidad
Indica los nacimientos producidos en una población, generalmente un año, por cada mil habitantes. Se expresa a través de la tasa bruta de natalidad (Tbn), calculada del siguiente modo. Se considera que es una tasa de natalidad alta cuando está por encima del 30‰, media cuando está entre 20 y 30 ‰ y baja cuando es inferior a 20 ‰.
En épocas anteriores, la natalidad española era elevada y se mantuvo en niveles relativamente altos (superiores al 20‰) hasta finales de la década de 1960, cuando se redujo hasta igualarse al resto de países de nuestro entorno en las últimas décadas debido a la incorporación de nuestro país al régimen demográfico moderno.
Actualmente, España tiene una tasa bruta de natalidad de 7,8 ‰. Aunque esta tasa tuvo un ligero repunte debido a la mejora económica de comienzos del siglo XXI y a la presencia de inmigrantes, los motivos del descenso (11,2‰ en 2008) son varios: el alto coste de la vida y de los hijos, las dificultades del mercado laboral, el cambio de mentalidad de la sociedad moderna, la incorporación de la mujer al mercado laboral, la menor influencia de las ideas religiosas favorables a la natalidad con la aparición de nuevos tipos de familia.
Por comunidades autónomas se aprecian diferencias. Las comunidades del norte y centro peninsular las que presentan tasas más bajas, como consecuencia del envejecimiento demográfico y de la emigración de sus jóvenes, mientras que las comunidades del área mediterránea del sur, incluida Madrid, tienen mayores tasas, al contar con población más joven o con una economía más dinámica.
Mortalidad
La tasa de mortalidad (TBM) alude a las defunciones habidas en una población, generalmente a lo largo de un año, y se expresa a través de la tasa bruta de mortalidad, en tantos por mil. Será alta cuando esté por encima de 15 ‰, media cuando esté entre 10 y 15 ‰ y baja cuando esté por debajo del 10 ‰.
Muy relacionada con la mortalidad se encuentra la tasa de mortalidad infantil, referida a los niños menores de un año. Se expresan en ‰ y se considera alta cuando está por encima de 50 ‰, media entre 25 y 50 ‰ y baja por debajo de 25 ‰.
También la esperanza de vida, que expresa el número medio de años que una persona tiene posibilidades de vivir cuando nace. Consideraremos que la esperanza de vida es alta cuando está por encima de 70 años, media, cuando está entre 60 y 70 años y baja cuando está por debajo de los 60 años.
Hasta finales del siglo XIX España había tenido elevadas tasas de mortalidad. Desde entonces las tendencia ha sido decreciente debido a las mejoras sanitarias e higiénicas y en la alimentación, que han aumentado el bienestar y prolongado la esperanza de vida; hoy día, y como consecuencia del envejecimiento demográfico, se sitúan 9,55 ‰. Las causas más frecuentes de muerte han cambiado a lo largo del tiempo. En la actualidad, el mayor peso lo tienen las enfermedades cardiovasculares, el cáncer las enfermedades respiratorias, seguidas por las degenerativas (propias de edades muy avanzadas), los suicidios (principal causa de muerte no natural) y los accidentes de tráfico. Por edades varían las causas: entre los 15 y 39 años predominan las externas o no naturales, mientras que en las edades mayores las causas principales son los tumores y las enfermedades del sistema circulatorio. Por sexo, las enfermedades del corazón son la principal causa de muerte entre las mujeres y el cáncer entre los hombres y la mortalidad es algo mayor entre los hombres que entre las mujeres.
Por comunidades autónomas existen algunas diferencias apreciables. Las que tienen tasas superiores a la media son aquellas situadas en la mitad norte de la península: Asturias, Castilla y León, Galicia, Aragón y Cantabria. En cambio, las menores tasas corresponden a Madrid, Canarias, Región de Murcia, Baleares y Andalucía, que cuentan con una población menos envejecida, así como las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.
Crecimiento Natural
De la relación entre natalidad y mortalidad obtenemos el crecimiento natural o vegetativo (CN), que es la diferencia entre ambas. Si el número de nacidos es mayor al de fallecidos, el crecimiento natural será positivo, y negativo en caso contrario. No se debe confundir el crecimiento natural o vegetativo, que es una variable biológica, con el crecimiento real de población, en el que se tiene en cuenta, además, el saldo migratorio, esto es, la diferencia entre migración e inmigración.
En cifras absolutas, el crecimiento natural se calcula con el total de nacimientos menos el total de defunciones. En cifras relativas se calcula restando la tasa bruta de mortalidad (TMB) de la tasa bruta de natalidad (TBC) y luego dividiéndola por 10. Se considera que es alta cuando es superior al 2%, media cuando está entre el 2% y 10%, baja cuando es inferior a 0% y negativa cuando los valores son negativos.
El crecimiento natural de la población española fluctuó durante el siglo XX entre momentos de aumento y descenso debido a las circunstancias económicas y políticas. Sin embargo, la tendencia general fue descendente como consecuencia de la incorporación de nuestro país al régimen demográfico moderno: así, en el año 2021 y debido al progresivo descenso de la natalidad y al aumento de la mortalidad, el crecimiento vegetativo fue de -2,37%, lo que plantea incertidumbres para las previsiones económicas (mantenimiento del sistema de pensiones), ya que puede llegar a haber más población dependiente que población en edad de trabajar para mantenerla.
Movimientos Migratorios
Migraciones Interiores
Las migraciones interiores son los movimientos de población que tienen lugar dentro de las fronteras de un país. Podemos diferenciar entre las migraciones tradicionales y las migraciones actuales.
- Migraciones interiores tradicionales: Tradicionalmente han sido frecuentes desde finales del siglo XIX hasta 1975. Entre las causas: el exceso de brazos en el campo, el inicio de la mecanización de las labores agrícolas, industrialización de muchas zonas de España. Entre 1936 y 1950 el éxodo rural se estancó. Las causas fueron la guerra civil y la posguerra. En esta etapa la industria redujo su oferta laboral debido a la destrucción de la guerra y a su difícil reconstrucción en el contexto autárquico de posguerra. Entre los años 1960 y 1975 el éxodo rural alcanzó su mayor volumen. Las causas fueron el crecimiento demográfico; la crisis de la agricultura tradicional por la mecanización; el auge industrial por los planes de desarrollo; y el boom del turismo que impulsó los servicios y la construcción. La población emigró fundamentalmente hacia Madrid, zona del levante peninsular y ambos archipiélagos. Desde 1975 el éxodo rural decayó. Con la crisis, las zonas industriales decayeron en su actividad y el saldo migratorio se redujo (País Vasco, Barcelona, Madrid). En las antiguas áreas emigratorias el saldo migratorio se volvió positivo por el retorno de emigrantes. La posterior tecnificación agraria, las políticas de desarrollo rural con la implantación de industrias, servicios y residencias urbanas han hecho que en la actualidad el éxodo rural alcance valores muy bajos.
- Migraciones interiores actuales: El carácter de las migraciones en España a partir de 1975 ha sido distinto. En la actualidad, la procedencia de los emigrantes ya no es mayoritariamente rural, sino que provienen de municipios urbanos. También se han producido cambios respecto al destino. Actualmente las principales corrientes son:
- Migraciones residenciales: son principalmente migraciones interurbanas entre la ciudad central y sus núcleos más cercanos de la periferia. Afectan básicamente a personas joven que buscan viviendas más baratas y de mejor calidad.
- Migraciones laborales: responde a motivos de trabajo y habitualmente están protagonizadas por adultos jóvenes, en algunos casos trabajadores poco cualificados, y en otros, trabajadores cualificados del sector servicios.
- Migraciones territorio rural: supone el regreso de población a municipios rurales. En su mayor parte son antiguos emigrantes que, a partir de la década de 1980, alcanzaron la jubilación.
- Movimientos habituales de la población: son los denominados movimientos pendulares, referidos a desplazamientos periódicos generalmente diarios, por motivos de trabajo y de ocio.
Migraciones Exteriores
A lo largo de la historia, España ha sido un país de emigración, en un proceso que ha conocido varias etapas y escenarios:
- La emigración transoceánica: comprende fundamentalmente los movimientos realizados hacia las antiguas posesiones españolas en América. En este sentido, la mayor emigración hacia Latinoamérica se produjo tras la pérdida de las últimas colonias (1898), y sus destinos fueron principalmente Venezuela, Brasil, Argentina y Cuba. La procedencia fue mayoritariamente de Galicia, Asturias y Canarias, y afectó en su mayoría a los varones dedicados a la agricultura y de bajo nivel de cualificación. Tras una etapa de decadencia y estancamiento durante la Primera Guerra Mundial y tras la Guerra Civil, la corriente migratoria ultramarina se recuperó un poco entre 1945 y 1960, aunque no alcanzó las cifras de principios de siglo: los destinos principales fueron Venezuela, seguida de Argentina y Brasil, y el perfil del inmigrante cambió debido a la necesidad que aquellos países tenían de una mayor cualificación para desarrollar su economía.
- La emigración hacia Europa: desde 1960 la emigración española se dirigió básicamente hacia la Europa industrializada gracias al boom económico europeo después de la Segunda Guerra Mundial y el Plan de Estabilización de 1959 en España, que expulsó del campo a numerosa mano de obra que no podía absorber la industria española y que coincidió con el déficit en mano de obra en Europa. Por ello, desde 1959 hasta la crisis del petróleo de 1973 salieron de España más de un millón de trabajadores con destino a Francia, Alemania y Suiza. Este proceso afectó especialmente a jóvenes de entre 16 y 39 años que se marchaban en la mayoría de los casos por pocos años o por temporadas de corta duración, como fue el caso de los de la vendimia u otras faenas agrícolas en Francia. Los inmigrantes procedían de todas las regiones españolas, si bien la mayoría procedía de las zonas de Andalucía, Galicia y el interior peninsular. Esta emigración a Europa alivió el paro e introdujo divisas aportadas por los propios inmigrantes, que sirvieron para financiar una buena parte del desarrollo español de la época.
- La emigración en la actualidad: a partir de 1973 los movimientos migratorios hacia el extranjero decayeron, pues la crisis energética provocó paro en Europa Occidental e hizo disminuir la contratación de mano de obra. Las cifras de la emigración española se mantuvieron bajas en los últimos años del siglo XX y comienzos del siglo XXI gracias a la enorme creación de empleo en los sectores secundarios y terciarios a raíz del boom económico de la construcción. Sin embargo, la crisis económica iniciada en 2008 provocó nuevas oleadas migratorias hacia otros países europeos, como Reino Unido y Alemania, sin llegar a alcanzar la magnitud de otras épocas y afectando a todos los sectores, pero sobre todo a los jóvenes con buen nivel de cualificación en profesiones con fuerte demanda externa (sanidad e ingeniería) o afectados por los recortes presupuestarios (científicos e investigadores).
Consecuencias de la Inmigración en España
- Demográficas: contribuye a detener el brusco descenso de la natalidad, debido a que la población inmigrante presenta mayores tasas de natalidad. De hecho, gracias a la inmigración, a mediados de 2019 España superaba por primera vez los 47 millones de habitantes tras corregir los efectos del crecimiento natural vegetativo.
- Económicas: los inmigrantes suelen desempeñar las tareas más duras, peor remuneradas y no deseadas por los trabajadores nacionales. Además, contribuyen a los ingresos del Estado con sus cotizaciones.
- Sociales: la inmigración contribuye a la riqueza y diversidad cultural, pero también puede generar problemas de racismo y xenofobia. Su aumento ha hecho difundirse, en ocasiones, la falsa idea de invasión o de exceso de inmigrantes, así como el temor a la reducción de la identidad nacional.
Causas del Envejecimiento
- El acusado descenso de la natalidad desde 1975, acentuado en épocas de crisis, ha reducido el número de jóvenes.
- El aumento de la esperanza de vida, que ha incrementado el número de ancianos, especialmente en las edades más avanzadas.
- La elevada emigración en el pasado ha reducido la proporción de jóvenes e incrementado la de ancianos. Esta situación no se compensó con la inmigración extranjera, e incluso se agravó en la crisis de 2008-2013 por el repunte de la emigración al exterior y el descenso de la inmigración.
Consecuencias del Envejecimiento
- Demográficas: reduce la natalidad y aumenta la mortalidad, disminuyendo el crecimiento natural. Este problema requiere apostar por el incremento de la natalidad, compensando a las familias de una parte significativa del coste de tener hijos: subsidios, desgravaciones fiscales, prolongación de los permisos de maternidad y paternidad; y facilidades para conciliar la vida familiar y laboral.
- Económicas:
- Para el Estado, el envejecimiento incrementa el gasto. En pensiones, dado que se financian con las aportaciones de los trabajadores en activo. En sanidad, al consumir los ancianos más medicamentos, visitas médicas y estancias hospitalarias. Y en atención a la dependencia. Para reducir estos gastos se estudia retrasar la edad de jubilación, evitar las prejubilaciones, reformar las pensiones, recurrir a la inmigración para aumentar las cotizaciones y controlar el gasto sanitario y en dependencia.
- Para las empresas, el envejecimiento incrementa la demanda de bienes y servicios para la población de más edad; y reduce la dirigida a los más jóvenes y la demanda en general, dado que a partir de los 65 años disminuye en la mayoría de los bienes de consumo. Además, el envejecimiento reduce la población activa disponible y la capacidad de innovación y de emprendimiento. Como consecuencia, las empresas pierden clientela interna, economías de escala y competitividad. Como soluciones se plantea aumentar la internacionalización empresarial; incrementar la automatización; o recurrir a una inmigración acorde a las necesidades del mercado laboral.
- Sociales: aumenta la dependencia de los ancianos y la demanda de residencias, actualmente insuficientes. Además, supone el riesgo de exclusión de los mayores por su escasa participación en la vida social. Estos problemas requieren la implantación de servicios de respiro a las familias con ancianos o dependientes a su cargo y el incremento de las residencias. El fomento del envejecimiento activo entendido como vida saludable, autonomía personal, y disponibilidad de seguir ejerciendo un papel activo en la sociedad, decidiendo el momento de abandonar el trabajo o desempeñando tareas de voluntariado. Y la solidaridad intergeneracional basada en el apoyo mutuo: por ejemplo, los ancianos reciben compañía y cuidados y comparten piso con jóvenes, cuidan de sus nietos, etc.
- Políticas. La población mayor representará una parte muy numerosa y en aumento del electorado. Este hecho conducirá a que los jubilados perciban una parte importante del PIB en pensiones, sanidad y ayuda a la dependencia. Estas medidas deben tomarse de manera equilibrada, con el fin de evitar un gasto muy gravoso sobre la economía. Como posible solución, en el futuro, será necesario recurrir a compensar el envejecimiento facilitando la inmigración y la natalidad, retrasando la edad de jubilación, apostando por la creación de centros de mayores y atención personalizada en sus hogares, que pueden generar mucho empleo, y por políticas inclusivas de los mayores garantizando su participación en la vida política y social.
Factores y Diversidad Geográfica de la Vegetación en España
La península ibérica pertenece a la región holoártica, formada por las tierras continentales al norte del trópico de Cáncer. Es un espacio que se organiza en cuatro regiones: boreoalpina (Pirineos y Cordillera Cantábrica), eurosiberiana (Sistema Central e Ibérico), mediterránea (este de la Península) y macaronésica (Canarias).
La región boreoalpina se corresponde con la vegetación de alta montaña, delimitada por la altitud. Los Pirineos suponen la principal área de montaña alpina.
La región eurosiberiana ocupa la fachada atlántica, los Pirineos y los sistemas montañosos Ibérico y Central. Goza de temperaturas suaves y humedad abundante. En la zona atlántica domina el bosque caducifolio, representado por hayas y robles sobre suelos silíceos y calizos, que aportan madera y carbón; castaños y pinos alternan con el matorral de brezos y la landa y prados en las zonas bajas. En la zona mediterránea dominan los pinos y quejigos del este de los Pirineos.
La región mediterránea se extiende por el este peninsular y las islas Baleares. La vegetación crece lentamente por la reducida humedad, la elevada evapotranspiración y la sequía estival. Las temperaturas suaves y la moderada aridez estival favorecen la aclimatación de encinas y alcornoques, adaptados a los suelos silíceos. Junto a estas especies perennifolias se desarrollan especies arbustivas como el madroño, la jara, el lentisco y el coscojo y matorrales como el maquis (retama, jara) y la garriga (tomillo y espliegos) en suelos calizos.
La región macaronésica está situada en el océano Atlántico a menor latitud que la península, de ahí su matiz subtropical. El relieve volcánico presenta un modelado típico de malpaíses, conos volcánicos, calderas y pitones. Su clima adquiere rasgos esteparios o desérticos en las zonas de menos precipitaciones y baja amplitud térmica, y en las zonas medias y altas, temperaturas más bajas y abundantes precipitaciones por el efecto de la altitud. La vegetación es rica y variada con numerosos endemismos con especies como el drago, la sabina, la laurisilva y el pino canario.
Formación Vegetal: Región Eurosiberiana
Predomina el bosque caducifolio, formado por árboles altos de tronco recto y liso con hojas grandes. Se caracteriza por la caída de las hojas en otoño, como adaptación al largo invierno. Las especies más características son el roble y el haya. El roble necesita menos humedad y su madera es dura y resistente, útil para la construcción. Las especies más extendidas son el roble carballo (roble común), que se extiende sobre suelos silíceos por la zona noroccidental de España y el roble albar, sobre terrenos calizos, muy abundante en los Pirineos y País Vasco. El haya requiere frío y humedad y prospera en zonas de mayor altitud que el roble. Su madera es apreciada para la construcción de muebles. Abunda en la cordillera Cantábrica y los Pirineos y en menor frecuencia en el sistema Ibérico y sistema Central. Otras especies del bosque caducifolio son el castaño, originario de Europa Oriental, que se desarrolla en suelos silíceos de la zona occidental peninsular, y el pino (resinero, albar y canario), especie de repoblación que se adapta a cualquier tipo de suelo. El bosque de rebollo y quejigo se aclimata mejor a la aridez y sus hojas no se caen en otoño. Actualmente está en retroceso por el uso de la madera para la construcción y los incendios forestales.
El matorral atlántico o landa ocupa zonas en las que el bosque caducifolio ha desaparecido. las especies más destacadas son el tojo, el brezo, la retama y el piorno. Cuando no existe estrato arbustivo, abundan prados para el ganado.
Región Mediterránea
Destaca el bosque perennifolio o esclerófilo, formado por árboles de mediana altitud, tronco rugoso y hoja perenne. Sus ramas tienen copas globulares que proyectan sombra en el suelo para mitigar la insolación. Las especies más destacadas son la encina, el alcornoque y el pino. La encina es muy resistente a la sequía y prolifera en las dehesas extremeñas y andaluzas, donde forma un bosque transformado por el ser humano para el aprovechamiento ganadero (bellota). El alcornoque se desarrolla en suelos silíceos y se utiliza para la extracción de corcho y madera para toneles y barcos. El pino es una especie muy adaptable y se usa su resina y la madera para la construcción de muebles y pasta de papel.
El matorral mediterráneo (maquis, garriga y estepa) es resultado de la degradación del bosque por la acción humana. El maquis es una formación arbustiva densa (jara, brezo, lentisco y retama) que prefiere los suelos silíceos y se adapta a la sequedad mediante diversos sistemas como raíces extendidas en superficie o en profundidad para captar agua, y hojas perennes con pilosidades o espinas para disminuir la transpiración. La garriga es una formación vegetal de arbustos de baja altura como el tomillo, el espliego y el romero, que aporta poco humus al suelo y lo protege escasamente de la erosión. La estepa es una formación vegetal integrada por arbustos espinosos sobre un suelo pobre en humus y muy erosionado. Sus especies principales son el palmito, el espárrago, el tomillo y el esparto.
En los márgenes de los ríos se desarrollan los bosques de ribera (alisos, sauces, chopos, olmos, alamos y fresnos). Son especies de crecimiento rápido y madera blanda para embalajes. Junto a estas especies hay juncos y matorrales como madreselva, cornejo, zarzamora y rosales silvestres. Es un paisaje que estabiliza las orillas de los ríos y reduce la erosión fluvial, ofreciendo refugio a muchas especies animales y depurando aguas subterráneas y freáticas. En la actualidad reduce su extensión por la acción humana, muy poco respetuosa.
En las montañas, la altitud provoca la disminución de la temperatura, propiciando una vegetación adaptada a condiciones específicas de temperatura y humedad. Las especies vegetales se estudian por su posición en altura a través de las llamadas cliseries. La vegetación se dispone en pisos con formaciones vegetales en función de la altura y la orientación (solana y umbría).
La montaña pirenaica o alpina se caracteriza por tener los siguientes pisos vegetales: el piso basal llega hasta los 1200 m, con encinas y robles; el piso subalpino entre 1200 y 2400 m, con coníferas como los abetos y el pino negro; el piso alpino entre los 2400 y 3000 m, ocupado por prados naturales; y el piso nival, por encima de los 3000 m, donde el frío solo permite el crecimiento de musgos y líquenes. El resto de montañas peninsulares presenta tres pisos, al carecer del piso subalpino: el piso basal está ocupado por el bosque caducifolio en las zonas de clima oceánico y por el bosque perennifolio en las zonas de clima mediterráneo; el piso supra-forestal está formado por arbustos como el brezo en la zona atlántica y matorrales espinosos en la mediterránea; finalmente, el piso cima está ocupado por prados naturales en las áreas atlánticas y por el pequeño matorral en las areas mediterráneas.