Evolución de la Industria en España: Etapas, Sectores y Desafíos

Etapas del Proceso de Industrialización en España

Los inicios de la industrialización: retraso y lento crecimiento (siglo XIX – 1959)

Los inicios de la industrialización española se caracterizaron por el retraso con respecto a otros países de Europa occidental. Las causas principales fueron:

  • La baja densidad de población, eminentemente agraria y con escaso poder adquisitivo para comprar productos industriales.
  • El escaso capital disponible y la falta de espíritu empresarial.
  • La exportación de minerales por empresas de capital extranjero para transformarlos en el exterior, en lugar de hacerlo en nuestro país, lo que impidió la creación de una industria de transformación ligada a la minería.

La industrialización quedó circunscrita a unos pocos enclaves dentro de algunas regiones, como Asturias, Cataluña y País Vasco. El sector secundario despegó entre 1900 y 1930, pasando de emplear al 15% de la población activa en 1900 a suponer un 31% en 1930. Varias fueron las causas:

  1. La neutralidad de España durante la I Guerra Mundial favoreció las exportaciones.
  2. La repatriación de capitales tras la pérdida de las últimas colonias (1898), muchos de los cuales fueron invertidos en la industria.
  3. El impulso de las obras públicas, que favoreció el desarrollo de la industria del cemento, hierro, etc.
  4. La política proteccionista de la época, que gravó con impuestos la importación de productos extranjeros.

La Guerra Civil acabó con esta etapa de crecimiento, a la que siguió una fase de descenso en la producción industrial en la posguerra. Esta etapa, conocida como autarquía (1940-1956), se caracterizó por una política industrial intervencionista. En 1941 se crea el Instituto Nacional de Industria (INI), que creó sus propias empresas públicas y participó en otras compañías junto a la iniciativa privada. El INI se creó como un holding estatal y financiero; sus industrias estaban especializadas en sectores estratégicos (carbón, electricidad, petróleo, minería, metalurgia, abonos, celulosa, vehículos, productos químicos, transportes y construcción naval) que requerían fuertes inversiones y que en numerosas ocasiones daban poca rentabilidad, pero sí resultaban necesarias para que el país produjera materias primas, acero, energía y medios de transporte, por lo que el Estado las financió. En 1942 se incorporaron al INI Endesa (electricidad), Empresa Nacional Bazán (astilleros) y Seat (vehículos).

En esta etapa, el modelo territorial de la industria se caracteriza por un conjunto de núcleos desconectados: Cataluña, País Vasco, Andalucía, Valencia, Madrid y Asturias.

La recuperación económica y el inicio de negociaciones con Estados Unidos, interesados por España en el contexto de la Guerra Fría, llevaron al final de la autarquía (1956-1959) y a un replanteamiento de la política económica y, dentro de ella, de la política industrial.

La consolidación: el Desarrollismo (1959-1975)

A partir de 1959 se produjo el despegue y posterior consolidación de la industria en nuestro país. El hito más importante fue el Plan Nacional de Estabilización, un decreto-ley promulgado en 1959 cuyos objetivos básicos eran establecer las bases para una nueva etapa de desarrollo económico y buscar una mayor integración de España en el contexto europeo y mundial. A partir del Plan comienza una liberalización de la economía española y una apertura hacia el exterior, tanto en lo comercial como en lo financiero. Se establecieron medidas de distinto tipo:

Medidas económicas y territoriales

a) Medidas de tipo económico, tanto financieras como comerciales:

  • Devaluación de la peseta para fomentar las exportaciones.
  • Congelación de los salarios y los sueldos de los funcionarios.
  • Inicio de una reforma tributaria.
  • Liberalización de las importaciones, permitiendo la entrada de bienes de equipo, fundamentales para la renovación del aparato productivo, materias primas y capitales, como las inversiones de las multinacionales.

b) Medidas de tipo territorial e introducción de criterios de planificación:

La planificación se realizaba a través de los Planes de Desarrollo, que se organizaban en períodos de cuatro años, desde 1964 a 1975, y se orientaron a la promoción industrial en las zonas atrasadas y a la descongestión de las grandes aglomeraciones industriales. Su finalidad era conseguir un equilibrio territorial desde el punto de vista industrial, eliminando los desequilibrios existentes en ese momento entre unas pocas zonas en las que se concentraba la industria y el resto del territorio, casi desindustrializado. Para la promoción de las industrias en zonas atrasadas se emprendieron diversas actuaciones:

  • La principal fue la creación de Polos de promoción y desarrollo industrial. Se seleccionaron ciertas áreas urbanas en regiones atrasadas, ofreciendo incentivos a las empresas que se instalaran en ellas, con el objetivo de generar un proceso de concentración industrial. Los incentivos fueron muy variados: subvenciones a la inversión inicial, créditos oficiales, bajo precio del suelo industrial, desgravaciones fiscales, etc. Se seleccionaron dos tipos de ciudades, por un lado aquellas que contaban ya con cierta base industrial (Sevilla, Valladolid, Vigo, La Coruña, Zaragoza, Granada, Logroño, Oviedo, Córdoba y Villagarcía de Arosa) denominadas Polos de desarrollo industrial, subvencionadas en un 20%; y por otro lado, áreas más deprimidas, que exigían mucha inversión (Huelva, Burgos) denominadas Polos de promoción industrial, subvencionadas al 100%.
  • También se crearon las Zonas de Preferente Localización Industrial, los Polígonos de Preferente Localización Industrial y las grandes áreas de expansión industrial.

Para descongestionar las grandes áreas industriales se crearon los polígonos de descongestión industrial, incentivando el traslado de las fábricas desde las áreas saturadas a núcleos que estaban próximos a ellas, ejemplo, Toledo o Guadalajara como descongestión de Madrid.

Los resultados no respondieron a las expectativas. La industria se concentró en los núcleos que ya contaban con un tejido industrial complejo (País Vasco, Cataluña, Madrid o la Comunidad Valenciana) y apenas se obtuvieron logros en las áreas más deprimidas (Valladolid, Sevilla, Vigo y A Coruña).

En esta etapa el INI redujo su protagonismo industrializador y pasó a desempeñar un papel subsidiario, limitado al apoyo de la iniciativa privada. En los años 60 predominó su función de holding financiero, pero las aportaciones del Estado se redujeron y el INI tuvo que buscar los recursos en los mercados de capitales. A partir de los años 70 se reestructuró, con la finalidad de actualizar y modernizar su funcionamiento.

Los efectos del Plan de Estabilización supusieron un crecimiento sin precedentes en la economía española. España en esta etapa se convierte en un país industrial; la industria, que en 1964 representaba el 26% del PIB, pasó en 1970 a significar el 34%. Parte del éxito radicó en la implantación del modelo industrial fordista.

Crisis económica y reconversión industrial (1975-1985)

A partir de 1975 España sufre una crisis económica, sobre todo industrial, fruto de una serie de factores externos, propios del sistema capitalista mundial, como de una serie de factores internos, relacionados con una delicada situación política y unas estructuras productivas heredadas. Los factores externos guardan relación con el inicio de una nueva etapa de carácter internacional. El modelo industrial anterior fordista entra en crisis y es sustituido por un nuevo modelo industrial. En cuanto a los factores internos, Franco murió en 1975, lo que significó el inicio de la transición política; esta situación generó incertidumbre, paralizó las inversiones empresariales y retrasó las medidas políticas de ajuste ante la crisis, medidas que ya todos los países europeos habían empezado a adoptar, pero que en España no se implantaron por temor a que el descontento social diera al traste con la democratización. Las medidas para hacer frente a la crisis industrial se tomaron a partir de 1984 y tuvieron unas repercusiones que aún hoy se dejan sentir en la industria española. Fue entonces cuando se inicia la reconversión industrial con un tratamiento de choque que debía actuar en breve tiempo y centrarse en asegurar la viabilidad a medio plazo de las industrias en crisis mediante las reformas necesarias en cada caso.

  • La política de reconversión industrial consistía en un conjunto de medidas de reestructuración o ajuste empresarial y sectorial (saneamiento financiero, innovación, mercados…) que se combinaron con una política de intervención pública basada en incentivos muy variados: subvenciones, créditos y avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO), deducciones fiscales y facilidades para la tramitación de expedientes de regulación de empleo.
  • Los sectores que se acogieron a la política de reconversión fueron aquellos propios de la segunda revolución industrial, conocidos como sectores maduros: las ramas metalmecánicas y las grandes empresas, con destacada presencia del INI: siderurgia integral, aceros especiales, construcción naval, forja pesada y también la industria textil y de fertilizantes.

La consecuencia inmediata de la reconversión fue una desindustrialización que tuvo un marcado carácter geográfico, puesto que las empresas especializadas en sectores maduros estaban muy concentradas en el espacio. La crisis afectó en gran medida a la Cornisa Cantábrica. En estas áreas industriales en declive se generaron una serie de problemas económicos, sociolaborales y ambientales que desembocaron en una preocupante falta de expectativas.

Paralelamente a la reconversión se adoptó una política de reindustrialización. Se crearon las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR); su objetivo fue incentivar la instalación y ampliación de empresas generadoras de empleo estable para absorber a los parados, diversificar la estructura productiva del área y fomentar el progreso técnico para subirse al tren de la tercera revolución industrial. Se delimitaron siete zonas localizadas en Galicia (Ferrol y Vigo), Asturias (cuenca central), País Vasco (área metropolitana de Bilbao), Andalucía (bahía de Cádiz), Cataluña (área metropolitana de Barcelona) y Madrid.

El resultado de esta actuación no tuvo el éxito deseado, ya que la inversión efectuada fue muy alta, pero el empleo generado no llegó al 25% del esperado y la mitad de los proyectos y empleos que se crearon lo hicieron en Madrid y Barcelona.

La historia reciente (1985-actualidad)

Las consecuencias de la crisis

Las consecuencias inmediatas de la crisis se tradujeron en una descentralización de la industria, así hubo una desindustrialización de algunas áreas que antes eran centrales (el norte peninsular o enclaves aislados como Béjar, Ponferrada, Riotinto, Almadén…) y la mayor capacidad de atracción de otros espacios que antes eran considerados como periféricos o secundarios (áreas rurales o urbanas).

La entrada de España en la CEE (hoy UE)

La integración en la CEE agravó la presión para muchas empresas españolas que no podían competir con las europeas. Esto obligó a replantear una segunda reconversión industrial en 1991, cuando aún no se había concluido la primera en algunos sectores. Esta segunda fase de la reconversión industrial se desarrolló entre 1993 y 1997. Esta nueva fase volvió a tener graves efectos en el aumento del desempleo en el sector secundario. Entre 1985 y 1989 el INI se desprendió de muchos negocios, privatizando y vendiendo unas sociedades y liquidando o cerrando otras.

El sistema innovador español (I+D+i)

El sistema innovador español (I+D+i), a pesar de haber evolucionado mucho en los últimos años, tiene todavía grandes debilidades. La innovación se ha convertido en el principal objetivo de las políticas comunitarias y nacionales. Las empresas españolas innovan bastante menos que sus homólogas europeas y el esfuerzo dedicado a I+D es escaso, tanto en lo privado como en lo público.

Sectores de Producción: Maduros, Dinámicos y Sectores Punta

La evolución de los distintos sectores industriales

La desindustrialización asociada a la crisis ha actuado con un carácter muy selectivo, es decir, ha tenido consecuencias muy diferentes según los sectores industriales. Mientras los sectores de producción tradicionales se han visto gravemente afectados, otros sectores dotados de mayor dinamismo han tomado el relevo.

Sectores maduros

Son aquellos sectores que se han visto afectados por la reconversión industrial y que han sufrido fuertes déficits financieros y una pérdida continuada de empleo. Son sectores altamente consumidores de energía y fuertemente intensivos en mano de obra. Comprenden el sector siderometalúrgico, la fabricación de electrodomésticos de línea blanca, la construcción naval y la industria textil, del cuero y del calzado. Muchos de estos sectores han sufrido un proceso de reestructuración y otros han cerrado sus instalaciones.

Sectores dinámicos

Estos sectores engloban aquellas actividades industriales que en la actualidad presentan mayores expectativas de futuro. Tienen un elevado nivel de productividad, una demanda asegurada y una capacidad de respuesta flexible ante posibles cambios en el ámbito industrial. Comprenden el sector del automóvil, el sector químico y la industria agroalimentaria. Los tres sectores se caracterizan por una fuerte presencia de capital extranjero.

Sectores punta

Se trata de industrias de alta tecnología, muy vinculadas al desarrollo de sistemas de información (telecomunicaciones, microelectrónica, informática), o de sistemas tecnológicos de aplicación industrial (automatización, nuevos materiales, energías renovables, biotecnología). La mayor parte de la producción punta la realizan multinacionales, que se orientan a la venta en el exterior.

El subsector de la construcción

La construcción tiene una gran relevancia en la economía española: en 2007 representaba el 10,8% del PIB y daba trabajo a más de 2.600.000 personas. Impulsa la demanda de otros subsectores industriales y genera gran variedad de actividades terciarias: mercado inmobiliario, operaciones financieras, etc. Las empresas de la construcción son muy numerosas, las más grandes son las que se dedican a la realización de obras públicas: Dragados, Ferrovial, etc., empresas con un importante peso en el mercado español e internacional. Es frecuente que las grandes empresas subcontraten parte de sus actividades a otras más pequeñas y especializadas para hacer frente a una de las mayores dificultades del sector, la movilidad de la mano de obra. La obra civil ha crecido mucho debido a las ayudas recibidas de los fondos estructurales de la UE (FEDER y FSE) y las inversiones del gobierno.

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