El Relieve y la Diversidad Climática de la Península Ibérica

El Relieve de la Península Ibérica

El Roquedo

En la península ibérica pueden distinguirse tres áreas de roquedo: el área silícea, el área caliza y el área arcillosa.

El área silícea

Está integrada por rocas antiguas de era precámbrica y primaria que se extienden mayoritariamente por el oeste peninsular (Galicia, León y Extremadura, además de la mayor parte de Portugal). También se pueden encontrar rocas de este tipo en áreas donde quedan restos de macizos antiguos, como en la zona axial de los Pirineos, en algunas zonas del Sistema Ibérico y de la Cordillera Costero Catalana, y en el Sistema Penibético. La roca predominante de estas áreas es el granito.

El área caliza

Está formada por sedimentos de la era secundaria plegados durante la era terciaria. Estos terrenos tienen la forma de una «z» invertida, que se extiende por los Prepirineos, la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico, por parte de la Cordillera Costero-Catalana, y la Cordillera Subbética. En esta zona la roca predominante es la caliza, y da lugar a relieves complejos como lapiaces, dolinas, etc.

El área arcillosa

Está constituida por materiales sedimentarios poco resistentes depositados a finales de la era terciaria y principios de la era cuaternaria. Se encuentra en las dos submesetas (norte y sur), en las dos depresiones terciarias (la del Ebro y la del Guadalquivir), y en las llanuras de las costas mediterráneas. En esta área predominan las arcillas y las margas, las cuales dan lugar a formas como las cárcavas o los badlands.

La Meseta

Es el núcleo principal y fundamental de la península ibérica. Se trata de una llanura elevada, resto del antiguo Macizo Hespérico surgido por la orogénesis herciniana. La Meseta comprende prácticamente el 45% de la península y tiene una altitud media de 600 metros, aunque hay lugares que no sobrepasan los 100 metros de altitud. La Meseta está constituida por restos del zócalo paleozoico, dos sierras interiores y varias cuencas sedimentarias:

  • Al oeste de la Meseta, donde se han erosionado los materiales terciarios, aflora el antiguo zócalo paleozoico de materiales primarios.
  • En la Meseta se encuentran dos sierras interiores, que se formaron en la era terciaria como consecuencia de la orogenia alpina. Estas sierras son el Sistema Central y los Montes de Toledo:
    • El Sistema Central divide la Meseta aproximadamente por su mitad. Las sierras y cumbres más destacadas son Somosierra, Guadarrama, Gredos y Gata.
    • Los Montes de Toledo dividen en dos la submeseta sur, separando la cuenca del Tajo de la del Guadiana. Su sierra más importante es la de Guadalupe.

Los Rebordes Montañosos de la Meseta

Se formaron en la era terciaria por el rejuvenecimiento de bloques de la Meseta o por el plegamiento de materiales depositados por el mar en la era secundaria en los rebordes de la Meseta. Estos rebordes montañosos son el Macizo Galaico-Leonés, la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y Sierra Morena.

El Archipiélago Balear

Comprende tres islas mayores (Mallorca, Menorca e Ibiza) y unas menores (Formentera y el archipiélago de Cabrera). Son la continuación de las dos cordilleras alpinas mediterráneas: las Béticas y las Costero Catalanas.

  • Mallorca e Ibiza son fragmentos de la Cordillera Subbética. Mallorca presenta tres conjuntos: dos sierras de roquedo calizo (la Sierra de Tramuntana, al noroeste de la isla, con una altitud máxima de 1.400 metros, y la Sierra de Levante, al sureste de la isla, con unos 500 metros de altitud) y una depresión central de roquedo arcilloso. En Ibiza hay pequeñas alineaciones montañosas de escasa altitud.
  • Menorca está ligada a la cordillera Costero-Catalana. La mitad norte tiene una alineación montañosa silícea, mientras que la mitad sur, formada por materiales calizos, es llana.

El Archipiélago Canario

Está a unos 1.500 kilómetros de distancia de la península. El conjunto de las Canarias (Gran Canaria, Lanzarote, Fuerteventura, Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro) es de naturaleza volcánica, y se originó en el terciario en la dorsal meridional atlántica. Es un área de gran inestabilidad por su origen volcánico, ya que aún hay conos volcánicos activos, como el Teneguía en la isla de La Palma, que en 1971 tuvo una erupción. Otro tipo de relieve característico de este archipiélago son los malpaíses, que son terrenos abruptos formados al solidificarse rápidamente la lava en forma de ondas o de bloques. El principal elemento morfoestructural de las islas es el Teide, en la isla de Tenerife, el cual tiene un cráter de 17 kilómetros de diámetro, 45 kilómetros de perímetro, y una altitud de 3.718 metros. El cráter de este antiguo volcán está hundido y forma las llamadas Cañadas del Teide.

El Litoral Peninsular

El perímetro del litoral peninsular es de 3.500 kilómetros, en el cual predominan las costas rectilíneas, menos en las costas gallegas. La morfología de las costas está condicionada por el relieve interior y por la dinámica marina. La acción antrópica en grandes sectores del litoral español ha provocado una gran artificialización de estas.

Las Costas Atlánticas

Están formadas por la costa cantábrica, las rías gallegas y la costa atlántica andaluza.

  • La costa cantábrica es rectilínea y se caracteriza por sus acantilados y rasas. Los acantilados son costas que penetran con una fuerte pendiente en el mar, mientras que las rasas son sierras escalonadas y paralelas a la costa; son el resultado de antiguos niveles marinos, los cuales erosionaron el relieve, y que han quedado elevadas por la alternancia de periodos glaciares e interglaciares.
  • Las rías gallegas dan lugar a la costa más articulada e irregular de España, y de Europa. Galicia tiene un relieve montañoso poco vigoroso con gran cantidad de fallas, que fueron ocupadas por la red fluvial. Las rías se forman en la desembocadura de los ríos, cuando los valles de los ríos son invadidos por el mar.
  • La costa atlántica andaluza tiene como relieves característicos las marismas, las dunas y las flechas litorales.

Las Costas Mediterráneas

En las costas mediterráneas diferenciamos el sector bético, el Golfo de Valencia y el litoral catalán.

  • El sector bético se extiende desde el peñón de Gibraltar al Cabo de la Nao. Es una costa acantilada por los relieves de las Cordilleras Béticas, que discurren paralelas a ellas. También son frecuentes los campos de dunas y las albuferas, como la del Mar Menor.
  • El Golfo de Valencia va desde el cabo de la Nao al delta del Ebro. Los sectores de playa son bastante amplios, y están formados por depósitos marinos y principalmente por sedimentos del Sistema Ibérico que han sido transportados por ríos y barrancos. También son característicos los deltas, que son salientes costeros que se forman cuando el río aporta más sedimentos de los que puede redistribuir el mar. La dinámica marina forma, a partir de los deltas, flechas marinas, las cuales pueden llegar a unir dos deltas cerrando un trozo de mar y formando lagos interiores como la Albufera de Valencia.
  • El litoral catalán se extiende desde el delta del Ebro hasta la Costa Brava. Presenta deltas, como el del Ebro y el del Llobregat, costas acantiladas donde llega hasta el mar la cordillera Costero-Catalana, y abundantes playas.

Diversidad Climática y Paisajística

Factores que Influyen en el Clima

España se caracteriza por una gran diversidad climática. Los factores que pueden explicar la diversidad climática en España pueden ser de dos tipos: dinámicos o geográficos.

Los Factores Dinámicos

Entre los factores dinámicos nos encontramos con las masas de aire, las cuales son una porción de atmósfera con unas características concretas de temperatura, humedad y presión. Estas características las adquieren en sus regiones de origen, las cuales suelen situarse en las altas o en las bajas latitudes, para después desplazarse a las latitudes medias. Las regiones originales de las que proceden las masas de aire que afectan a la península son la zona ártica, la zona polar y la zona tropical. Por lo que las principales masas de aire que afectan a la península ibérica son:

  • La masa de aire tropical marítimo es la predominante en la península; es cálida y húmeda. En verano ocasiona un incremento acusado de las temperaturas, con valores superiores a 30-35 ºC, mientras que en invierno sus temperaturas (entre 10-15 ºC) producen estabilidad atmosférica y buen tiempo.
  • La masa de aire tropical continental produce un calor sofocante, ya que se forma en el desierto del Sáhara. Este viento suele darse en verano, pero cuando se adelanta y llega en primavera puede abrasar los cultivos herbáceos y afectar gravemente a los cultivos frutícolas.
  • La masa de aire polar marítimo genera una gran inestabilidad atmosférica, ya que es una masa de aire húmeda y fría. Se origina en el norte del océano Atlántico, aunque a lo largo de su recorrido por el océano se va calentando y, por lo tanto, cargando de humedad, por lo que cuando llega a la Península reseca descarga en forma de precipitaciones toda esta humedad que ha ido absorbiendo durante su recorrido.
  • La masa de aire ártica llega de forma ocasional a la Península Ibérica; se forma en el océano Glacial Ártico. Esta masa de aire es una masa de aire fría que, cuando pierde latitud, produce inestabilidad atmosférica y nevadas en invierno, y fenómenos tormentosos en las restantes estaciones, además de un descenso notable de las temperaturas.
  • La masa de aire polar continental es una masa de aire que se caracteriza por producir un tiempo frío y seco. Esta masa se origina en el interior del continente eurosiberiano, y se forma con una pequeña humedad específica y con unas temperaturas invernales inferiores a –20 ºC.

Los Factores Geográficos

Entre los factores geográficos que explican los climas españoles están la latitud, la situación, el relieve y su configuración.

  • La latitud de España, en la zona templada del hemisferio norte, implica la existencia de dos estaciones bien marcadas (verano e invierno), separadas por otras dos de transición (primavera y otoño).
  • La situación de la Península entre dos masas de agua con características térmicas distintas y entre dos continentes la convierte en una encrucijada de masas de aire con características distintas. Aunque el área de influencia del océano Atlántico es más grande que la del mar Mediterráneo por la propia orografía de la península ibérica.
  • La orografía influye en el clima a causa de su orientación y de su altura:
    • La orientación del relieve peninsular es principalmente zonal (este-oeste), lo cual favorece la entrada de masas de aire marítimas del oeste, es decir, del océano Atlántico. Por lo que, del mismo modo, esta disposición zonal obstaculiza la entrada de aire con dirección norte-sur.
    • La altura del relieve peninsular también influye en el clima y en las precipitaciones, ya que con el ascenso de altura descienden las temperaturas y aumenta la humedad, propiciando precipitaciones orográficas.

Temperaturas

Los climas del territorio español son, según la clasificación de Köppen, templados, ya que en todos (exceptuando los secos) la temperatura media del mes más frío está por debajo de los 18 ºC y no baja de –3 ºC.

En el litoral noroccidental y cantábrico, las temperaturas medias anuales son de 13-14 ºC, con máximas medias de 17-19 ºC, mínimas medias de 9-11 ºC y una amplitud térmica de 10-11 ºC.

En la costa mediterránea, las medias anuales varían entre 15 y 18,5 ºC. Por su parte, las máximas y mínimas medias quedan, respectivamente, en 19-23 ºC y 10-14 ºC, con amplitudes térmicas anuales en torno a los 14 ºC. Del mismo modo, en la costa atlántica andaluza la suavidad del invierno térmico coexiste con un verano muy caluroso. De esta forma, las mínimas no suelen bajar de –5 ºC y las máximas absolutas son muy elevadas.

Hacia el interior, la continentalización incrementa la amplitud térmica. Este hecho queda de manifiesto en la depresión bética, donde dicho valor crece de Sevilla a Jaén. Así, en la Meseta meridional, las amplitudes térmicas anuales crecen hacia el este, ya que cuando se pierde la influencia oceánica del Atlántico no se sustituye por la del Mediterráneo por la barrera orográfica. De este modo, la Meseta meridional sufre duros y fríos inviernos y elevados y calurosos veranos. La Meseta septentrional también registra largos y duros inviernos (encontrándonos en el mejor de los casos con que la media de enero apenas pasa de los 4 ºC) y veranos también cálidos. Por lo que es en estas zonas del interior peninsular donde se recogen las mayores amplitudes térmicas, de 19-21 ºC.

El Clima Oceánico

Este clima se localiza en el norte peninsular, es decir, en la cornisa cantábrica y en Galicia. En estas regiones las precipitaciones son abundantes y regulares, aunque suele darse un máximo pluviométrico en invierno y un mínimo en verano. Las lluvias caen de forma suave.

Las temperaturas son suaves y la oscilación térmica es baja, aunque mantiene diferencias entre la costa y el interior. En la costa se ven veranos frescos e inviernos moderados, y una escasa amplitud térmica. Hacia el interior, al disminuir la influencia marina, la temperatura del invierno es más fría, por lo que aumenta la oscilación térmica.

El Clima Mediterráneo

El área de clima mediterráneo es la zona más extensa de España, ya que comprende el territorio peninsular situado al sur de la franja de clima oceánico, las islas Baleares, Ceuta y Melilla.

En esta área, las precipitaciones son escasas e irregulares. Las características más destacadas son la sequía en verano y las lluvias torrenciales en otoño. Las temperaturas varían entre la costa y el interior y de norte a sur, por lo que pueden distinguirse varios subtipos:

  • Clima mediterráneo marítimo: comprende la costa mediterránea peninsular (menos la del sureste), la costa atlántica andaluza, el archipiélago balear, Ceuta y Melilla. Las precipitaciones, escasas, oscilan entre 800 y 300 mm. Del mismo modo, las temperaturas aumentan de norte a sur, presentando oscilaciones térmicas medias (13-16 ºC).
  • Clima mediterráneo continentalizado: comprende el interior peninsular. Se caracteriza por estar aislado de las influencias marítimas. Las precipitaciones también oscilan entre 300 y 800 mm anuales. Las temperaturas presentan oscilaciones de 16 ºC.
  • Clima mediterráneo semidesértico: comprende el sureste peninsular. Las precipitaciones anuales son inferiores a 300 mm, y tiene una marcada sequía estival. Las temperaturas indican una oscilación térmica entre los 16 ºC y los 18 ºC.

Clima de Montaña

Este clima comprende los territorios situados a más de 1.000 metros de altitud. Las precipitaciones suelen superar los 1.000 mm anuales, las cuales suelen caer en forma sólida (nieve), lo cual les permite regular el caudal de los ríos. Las temperaturas se caracterizan por una media anual baja, veranos frescos e inviernos fríos, con meses que llegan a los 0 ºC.

Clima de Canarias

Las islas Canarias constituyen un dominio climático original debido a su latitud. Las precipitaciones son muy escasas, aunque se incrementan con la altura. En las zonas bajas de las islas se encuentran entre 300 y 150 mm al año. Las temperaturas son cálidas todo el año en las zonas bajas; en ningún mes se baja de los 17 ºC, por lo que la oscilación térmica es la más reducida de España. En el archipiélago canario también se reducen las precipitaciones y aumentan las temperaturas de norte a sur y de este a oeste, del mismo modo que aumentan las precipitaciones y descienden las temperaturas con la altitud.

Zona Mediterránea

El área mediterránea tiene como formaciones vegetales características el bosque perennifolio y el matorral. Estas formaciones se han adaptado a la sequía estival desarrollando raíces muy extendidas y hojas perennes y esclerófilas (duras y pequeñas). Los árboles de esta región no llegan a superar los 20 metros.

Zona Eurosiberiana

Está formada por árboles de considerable altura (llegando a superar los 20 metros), de tronco recto y liso, y hojas grandes que caen en otoño. Este tipo de bosque posee relativamente pocas especies; las más características son el roble, el carballo o albar, y el haya. Las demás especies (castaño, eucalipto, etc.) tienen un carácter secundario.

Zona Macaronésica

Esta región comprende las islas Canarias dentro del territorio español, aunque también es la tradicional de otras islas atlánticas como Madeira o Cabo Verde. En esta región se encuentran elementos de las dos regiones principales de la península, aunque hay especies endémicas, en relación con la insularidad de la zona. La vegetación está acostumbrada a una extremada sequía, por lo que podemos encontrar especies serófilas que se pueden aclimatar a la sequía.

España en los Grandes Organismos Internacionales

El momento más negativo de España con el exterior corresponde al período autárquico de 1939-1959. Al desenlace de la Guerra Civil le siguió el aislamiento internacional de España y, como reacción del régimen, el reforzamiento de posiciones autárquicas. El régimen llevó a la economía española al aislamiento de los mercados internacionales, en expansión sostenida desde los cincuenta. Finalmente, la economía española llegaría al colapso en 1958.

Por la situación geoestratégica de España se firmó un convenio con EE. UU., el cual, unido a los acuerdos con el Vaticano, marca el fin del aislamiento internacional de España. El reconocimiento internacional de España finalizó con la admisión de España en la ONU en 1955 y con su ingreso en la OCDE en 1959. La OCDE tiene como base el fomento del comercio entre los países miembros, ya que la mayor parte de los intercambios comerciales se realizan entre estos países.

El Largo Proceso de Incorporación de España a la UE

La incorporación que ha sido más importante para España a un organismo público fue la que realizó en 1986, entrando a formar parte como miembro de pleno derecho a la CEE. El proceso de integración de España en la CEE comenzó en 1962, cuando se realizó una solicitud para poder ser un país asociado a la CEE, pero esta solicitud nunca tuvo respuesta, ya que los valores democráticos que defendía el organismo internacional España no los cumplía. Después de esta negativa, España consiguió en 1970 un acuerdo preferencial con los países miembros de la CEE, lo cual significa una reducción de las tasas arancelarias, permitiendo la diversificación de los productos españoles.

Consecuencias para la Geografía Física de la Situación y Posición de la Península Ibérica

La situación y la posición de la península la convierten en un lugar de encuentro de las más variadas influencias. En el clima y en la vegetación aparecen con claridad estas características, dentro del grupo de aspectos puramente naturales, pero también para lo humano: las tierras ibéricas han sido lugar de encuentro, de paso y de asentamiento de pueblos y culturas del más diverso origen.

El clima de la península se puede concebir como una «lucha» casi continua entre las influencias atlánticas y mediterráneas; es decir, entre el influjo de las depresiones y vientos húmedos que proceden del océano y de la tendencia a la estabilidad característica del Mediterráneo. La influencia atlántica equivale a una mayor pluviosidad (lluvias) y a una mayor inestabilidad atmosférica. La influencia mediterránea representa la tendencia hacia la sequía. En conjunto, y expresado en cifras medias, la ventaja en buena parte de la península es para las influencias mediterráneas, con un tiempo seco, cálido y estable, en concreto a lo largo del período estival. Estos hechos climáticos tienen una clara plasmación en la vegetación natural. Una especie que puede simbolizar con bastante precisión el flujo mediterráneo es la encina, que puede adaptarse a un verano relativamente cálido y seco; su área de expansión cubre buena parte de la Península Ibérica. Por el contrario, las especies que podemos llamar atlánticas son claramente higrófilas/hidrófilas, exigiendo una pluviosidad relativamente elevada a lo largo de todo el año, en ocasiones una humedad mantenida también permanentemente y, por ello, una reducción o inexistencia del característico verano mediterráneo. Podrían simbolizar estas tendencias el roble y el haya.

Esta variedad geográfica también se puede simbolizar a través de la influencia de las tierras nórdicas y meridionales, o sea, de los continentes europeo y africano. Este influjo tiene su reflejo en los aspectos térmicos del clima. Europa representaría en este sentido para la península la tendencia a las bajas temperaturas: invierno con régimen anticiclónico y con la penetración de aire frío, pesado, estable, y con la irrupción de los vientos duros y helados del norte. África, en cambio, representaría la tendencia a las altas temperaturas: cuando soplan los vientos cálidos meridionales se concreta bien dicha tendencia. Podríamos escoger dos plantas que representan estas influencias de las condiciones climáticas de Europa y África en la península. Por un lado, el abeto blanco simbolizaría la vegetación que requiere un largo invierno. Por otro lado, una palmacea, el palmito, constituiría un buen ejemplo de las plantas que requieren un clima cálido con inexistencia de un verdadero invierno.

Los Grandes Ríos Españoles Peninsulares

Vertiente Cantábrica

Son ríos caudalosos, regulares y cortos, a los que el clima oceánico, con precipitaciones regulares y abundantes, les proporciona un considerable caudal. Nacen en la cordillera Cantábrica o los Montes Vascos, muy cerca del mar, y discurren por terrenos calizos o calcáreos en muchos casos. Tienen un caudal muy similar en todas las estaciones, una trayectoria escasa y una gran pendiente, lo que provoca que ocasionen, a veces, importantes formas de excavación como son los valles angostos y estrechos terminados en hoces. La erosión sería más intensa si las laderas no estuvieran protegidas por abundante vegetación.

Desembocan formando amplias desembocaduras y espaciosas rías. Los ríos más importantes son el Bidasoa, el Nervión y el Nalón.

Vertiente Atlántica

Ríos Gallegos

Son ríos que nacen en el bloque montañoso galaico con un régimen muy parecido al de los ríos cantábricos, porque las condiciones climáticas y orográficas son muy parecidas.

La abundancia del agua de estos ríos, su regularidad y su fuerza hacen que sean idóneos para ser utilizados para la producción de energía hidroeléctrica, destacando el Miño, que nace en la Sierra de Meira, en Lugo, desemboca en La Guardia y hace frontera con Portugal, y pasa por Lugo, Orense y Pontevedra. Su afluente más importante es el Sil, que le proporciona la mayor parte de su caudal. Río de caudal regular y régimen pluvial, navegable en su último tramo (30 km), su agua se aprovecha para el regadío y la producción hidroeléctrica.

Grandes Ríos de la Meseta

Son ríos con mínimos estivales muy largos en verano, y su máximo de caudal se presenta entre febrero y marzo, coincidiendo con las precipitaciones de finales del invierno. Forman cuencas fluviales extensas. Nacen cerca del Mediterráneo (Duero y Tajo en el Sistema Ibérico) y, por la inclinación de la Meseta, desembocan en el Atlántico, poseyendo, pues, una extensa trayectoria.

El Duero, el Tajo y el Guadiana son los más importantes.

El Duero nace en los Picos de Urbión y desemboca en Oporto (Portugal). Atraviesa Soria, Burgos, Valladolid, Zamora y limita con Salamanca. Sus afluentes más importantes en la vertiente norte son el Pisuerga y el Esla, y en la vertiente sur el Tormes, el Duratón y el Adaja. Tiene un caudal irregular, régimen pluvio-nival y luego pluvial. Tiene una gran actividad erosiva en su curso alto sobre todo. Es navegable en la zona de Portugal. Tiene un cauce profundo, tortuoso y difícil. Es el río que discurre a mayor altura sobre el nivel del mar.

Los Ríos Mediterráneos

En general son ríos cortos e irregulares, que forman cuencas con valles angostos muy abarrancados por el desnivel que salvan entre las montañas y el mar. Las laderas de las montañas de esta zona están en gran parte desgastadas y sin protección, por lo que son erosionadas con violencia. Los ríos arrastran derrubios que van contribuyendo a la construcción de la llanura costera.

Como los veranos de esta zona suelen ser largos y secos, se producen estiajes, tanto más notables y prolongados cuanto más meridionales y más pequeña sea su cuenca. Por eso, para asegurar el establecimiento de estas zonas se han llevado a cabo la construcción de trasvases. Hay muchos cursos fluviales que permanecen secos en verano, llamados ramblas, que a veces son utilizados por el hombre como medios de comunicación. Las lluvias torrenciales en otoño provocan que en esta época se den los caudales máximos, llegando a producir a veces avenidas catastróficas. La escasez y la irregularidad de estos ríos ha obligado a la construcción de embalses.

Entre los ríos catalanes, generalmente de cursos cortos, pero intensamente aprovechados, destacan el Ter, al norte, y, en la zona de Barcelona, el Llobregat.

Los ríos levantinos son ríos cortos de caudal irregular y aprovechados para el regadío; entre ellos destacan el Júcar y el Segura.

Los Regímenes Fluviales

El Régimen Nival

Limitado a las zonas más elevadas de las cordilleras principales, con altura superior a 2.500 metros. En el tipo nival puro se observa un máximo entre mayo y julio, sin existir, por tanto, un mínimo estival. Otros ríos pirenaicos ofrecen una curva en la que la influencia del factor nival puede estar algo más atenuada.

El Régimen Nivo-Pluvial

Propio de las montañas de 2.000-2.500 metros, con un máximo principal producido por la fusión de la nieve y otros máximos secundarios de origen pluvial.

El Régimen Pluvio-Nival

Con la influencia nival todavía en cotas de 1.600 a 1.800 metros y aportación más importante de origen pluvial.

Factores Condicionantes del Curso de los Ríos

Los factores climáticos (la cantidad y distribución de las precipitaciones, deshielos, evaporaciones). Constitución del suelo y su topografía (permeabilidad de las rocas y pendiente del terreno). La vegetación (que retiene en mayor o menor grado el agua procedente de las precipitaciones) son principales condicionantes del caudal y del curso de los ríos. La proximidad o lejanía de las montañas también es un factor condicionante.

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