El Impacto Ambiental en España: De la Deforestación al Cambio Climático

El Impacto Ambiental en España

El medio ambiente tiene una importancia fundamental para los seres humanos, pues de él obtenemos los recursos necesarios para la vida y es, por tanto, el fundamento principal del desarrollo económico y del bienestar de las personas. Pero la actividad humana tiene repercusiones sobre la naturaleza, siendo el origen en numerosas ocasiones de importantes problemas ambientales.

Uno de los indicadores para valorar el impacto del ser humano sobre el medio ambiente es la huella ecológica. Mide el territorio ecológicamente productivo necesario para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población. Hoy son necesarias más de 6,5 ha y solo disponemos de 2,5 ha/hab. Tenemos, por tanto, un notable déficit ecológico.

Este crecimiento notable del impacto humano sobre el medio natural ha ido en paralelo en España a la rápida modernización de la actividad agraria y del desarrollo industrial y urbano, que han provocado la degradación de la vegetación y la desertificación y han contaminado el aire, las aguas y los suelos.

1. La Destrucción de la Cubierta Vegetal

1.1. La Deforestación

La deforestación es uno de los problemas medioambientales que más afectan a España. Hoy apenas queda el 20% de la masa forestal original:

  • Las talas de árboles responden en España a un largo proceso. La superficie destinada a campos de cultivo y pastos para la ganadería, así como a poblamiento, suelo industrial e infraestructuras, ha ido aumentando a costa de antiguos terrenos forestales.
  • Este proceso se agranda en la Península por los incendios forestales. En algunos casos se desencadenan por situaciones naturales (aridez estival en la que la sequía coincide con momentos de intenso calor). Sin embargo, la localización de los incendios (Galicia, la cornisa cantábrica, Castilla y León, fachada mediterránea, Canarias) indica que en una gran parte son provocados por negligencia (quema de rastrojos, descuidos de excursionistas…) o intencionadamente para conseguir pastos o facilitar negocios inmobiliarios. Se ven favorecidos por el abandono de las áreas rurales y el descuido del bosque y por la repoblación forestal (pinos, eucaliptos).

En los últimos años estamos asistiendo a una recuperación de la superficie forestal, debida a las políticas de reforestación impulsadas por las CCAA o a la regeneración natural de los bosques.

La degradación de la vegetación constituye un problema en sí misma, ya que los bosques depuran la contaminación de la atmósfera y ayudan a regular el clima. Por ello, la deforestación contribuye también al avance de la desertificación, es decir, a la pérdida de la fertilidad y de la capacidad productiva del suelo.

La desertificación adquiere caracteres de gravedad en la mitad sur de la Península, y muy especialmente en las regiones levantina, andaluza y algunos territorios de Canarias, de la Depresión del Ebro y de la Meseta Central.

1.2. Conceptos relacionados con la hidrografía

Vertiente hidrográfica: territorio cuyas aguas se vierten a un mismo mar u océano. Las vertientes hidrográficas se hallan separadas entre sí por divisorias de aguas que coinciden con las zonas de cambio de pendiente del terreno. En España existen tres grandes vertientes, la Cantábrica, la Atlántica y la Mediterránea que agrupan a las principales cuencas fluviales, existiendo una gran disimetría entre ellas.

Acuífero: zona del terreno que contiene una reserva de agua. Comporta una zona saturada y es suficientemente conductor de agua para permitir el depósito y el desagüe de una capa subterránea.

Caudal: cantidad de agua que lleva un río o curso de agua en un momento y lugar determinado. Se mide en las estaciones de aforo y se expresa en metros cúbicos por segundo. El total de agua que vierte un río al mar, o a otro río, en un año se denomina caudal absoluto. Si dividimos este dato por la superficie de la cuenca obtendremos el caudal relativo expresado en litros por kilómetro cuadrado. Se suele trabajar con caudales medios mensuales o anuales.

Régimen fluvial: variación estacional del caudal de un río a lo largo de un año, se suele representar mediante un gráfico lineal por meses. Los factores que determinan el régimen fluvial son el clima, el relieve, el tipo de suelo, la vegetación y la acción del hombre.

Balance hídrico: puede calcularse de diversas maneras pero suele corresponder a la climática, es decir la diferencia entre la cantidad del agua precipitada sobre un territorio y la evaporada en el mismo.

Política hidráulica: es la que fija las directrices de la planificación y la gestión de los recursos hídricos en un país una vez evaluados estos y analizadas las necesidades de su utilización en las diversas cuencas.

Estiaje: disminución muy acusada del caudal de un río en verano por la falta de precipitaciones y el elevado calor que intensifica la evapotranspiración. Es un fenómeno típico de los climas mediterráneos.

Trasvase: transferencia de un caudal de agua entre cuencas excedentarias y deficitarias. En la actualidad funcionan 38, entre los que destaca el Tajo-Segura en los años 60, desde la cabecera del Tajo a la región murciana. Puede generar conflictos entre las zonas por la escasez del recurso y son muy costosos.

Laguna: es un lago con escasa extensión y profundidad de las aguas. Estas, al igual que los lagos, tienen orígenes y características diversas distinguiendo: las de carácter endorreico situadas en tierras llanas áridas del interior que no tienen salida a ningún río, pudiendo quedar secas en verano. Las de carácter glaciar se encuentran en los valles erosionados por el desplazamiento del hielo glaciar. Las volcánicas, que están en antiguos cráteres volcánicos y las tectónicas en terrenos hundidos o depresiones tectónicas.

2. Problemas Derivados de los Usos Agrarios

La agricultura se ha desarrollado de forma espectacular a lo largo de la segunda mitad del siglo XX en España. Sin embargo, esta intensificación de la producción agraria ejerce impactos negativos sobre el medio ambiente: los residuos producidos por esta actividad contaminan los suelos, las aguas y el aire.

2.1. Abusos de los abonos químicos: salinización y eutrofización

El uso de abonos químicos tiene como finalidad reponer los elementos nutrientes del suelo consumidos por las plantas, buscando el máximo rendimiento en la producción. El problema surge cuando la cantidad de fertilizantes excede a la cantidad de nutrientes que extrae el cultivo del suelo o cuando se aplican en el momento inadecuado, ya que entonces el agua de precipitación o de riego los arrastra bien por filtración hasta las aguas subterráneas contaminándolas, o bien por escorrentía superficial hasta los cursos de agua produciendo eutrofización (proliferación excesiva de algas y otras plantas acuáticas por aumento excesivo de substancias nutrientes en el agua; el agua “se vuelve verde”). La eutrofización produce un fuerte empobrecimiento de su biodiversidad en los ecosistemas.

El exceso de nutrientes provoca también la salinización progresiva de los suelos, que acaba alterando las características originales de estos y conduce a una pérdida de fertilidad.

2.2. El problema de la concentración de los purines

El crecimiento sin control de los purines o desechos orgánicos de los animales pueden producir contaminación tanto de los suelos como de las aguas o de la atmósfera. En relación con el suelo, los purines pueden modificar el equilibrio de la materia orgánica (humus), y, si son excesivos, originar problemas de fertilidad y contaminación. Contaminan también las aguas subterráneas por filtración y contribuyen a la eutrofización de las aguas superficiales. Sus efectos sobre la atmósfera son consecuencia de los gases que se desprenden en los procesos de transformación de la materia orgánica, y que pueden ser irritantes o asfixiantes.

2.3. El uso de biocidas: contaminación de las aguas, suelos y alimentos

Los principales contaminantes de la actividad agraria se producen por el uso de los biocidas (herbicidas, fungicidas…). Su poder tóxico es acumulativo a lo largo de la cadena trófica, por lo que las especies más desarrolladas de la fauna terrestre o acuática pueden verse afectadas indirectamente. Son también un riesgo para el hombre, al acumularse en forma de residuos en frutas y verduras. Los biocidas generan resistencias en las propias plagas, por lo que la industria tiene que elaborar, para combatirlas, nuevos productos más específicos y generalmente más tóxicos.

3. Problemas Derivados de los Usos Industriales y Urbanos

El impacto medioambiental en los espacios industriales y urbanos se refleja en la contaminación del aire, los suelos y las aguas. Esta contaminación obedece al consumo cada vez mayor de combustibles fósiles y al incremento de los residuos.

3.1. La contaminación del aire: lluvia ácida y efecto invernadero

Se trata de emisiones a la atmósfera de gases nocivos (constituidos de carbono, azufre, nitrógeno…), junto con partículas en suspensión de composición muy variada, que alteran el equilibrio natural de la atmósfera y pueden ser dañinas para las personas y para los componentes de su medio ambiente.

Los principales agentes contaminantes proceden de la utilización masiva de combustibles fósiles en actividades de transporte, industriales, generación de energía eléctrica en centrales térmicas y calefacción doméstica.

El problema se agrava por su concentración en reducidas áreas geográficas, aunque sus consecuencias son planetarias. Las mayores concentraciones de contaminantes atmosféricos se dan en las grandes ciudades (Barcelona, Madrid, Valencia), las concentraciones industriales (Huelva, ría de Bilbao, Avilés…) y las centrales térmicas (norte de León, Teruel).

Los problemas más evidentes de la contaminación atmosférica son los que tienen que ver con la salud de las personas (enfermedades respiratorias, cánceres, etc.) pero incide también en la pérdida de biodiversidad.

Entre los procesos negativos desencadenados por la contaminación atmosférica destacan:

La campana de polvo (smog) es un fenómeno de neblina característico de las grandes ciudades, ocasionado por la concentración en el aire de partículas de polvo y humo. Éstas ascienden en las zonas centrales de las ciudades (las zonas con temperaturas más elevadas) y descienden en la periferia. Producen alteraciones en las plantas y los edificios y enfermedades pulmonares en el ser humano.

La lluvia ácida consiste en precipitaciones que contienen disueltas en el agua sustancias químicas (ácido sulfúrico y ácido nítrico), originadas por la mezcla del vapor de agua del aire con las emisiones de óxidos de azufre o de nitrógeno de las centrales térmicas y de los automóviles. Afecta negativamente a la vegetación (deforestación), empobrece los suelos y contamina las aguas, dificultando la vida acuática.

El efecto invernadero está provocado por la emisión a la atmósfera de gases como el dióxido de carbono (CO2) o el metano, procedentes de la quema de combustibles fósiles. Estos gases tienen la función de retener parte de la radiación solar e impedir que escape al espacio exterior. El aumento en los últimos años de la emisión de estos gases por la acción humana hace que la cantidad de calor retenido sea mayor, ocasionando un aumento global de la temperatura de la Tierra y cambios climáticos.

Las consecuencias son: el deshielo de los casquetes polares, el aumento del nivel de las aguas marinas, la inundación de las zonas costeras (que son las más pobladas del mundo), la desertización de las zonas subtropicales y áridas, la pérdida de masa vegetal, sequías e inundaciones, etc. En resumidas cuentas, una serie de cambios que pueden hacer muy difícil la vida en el planeta.

Para luchar contra el cambio climático se ha firmado el Protocolo de Kyoto para reducir las emisiones de CO2 y otros gases responsables del efecto invernadero. Por este acuerdo, España se compromete a emitir en 2012 sólo un 15% más de GEI de los que producía en 1990. Éste parece un objetivo inalcanzable.

La disminución del espesor de la capa de ozono —que filtra las radiaciones ultravioletas procedentes del sol—, debida a los cloro-fluor-carbonados (CFC), ha provocado un aumento del cáncer de piel y de cataratas.

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