LA EMIGRACIÓN EXTERIOR
La dinámica de la población se explica por la acción conjunta del crecimiento natural y los movimientos migratorios. España ha sido tradicionalmente un país de migración, aunque en los últimos años se ha convertido en un importante espacio de inmigración. Los principales destinos de emigración han sido latinoamerica y otros países europeos.
LA EMIGRACIÓN TRANSOCEÁNICA
América ha recibido una gran cantidad de españoles a lo largo de la Historia. Esta emigración se divide en 3 fases:
– La emigración en la época de las colonias. Tras el descubrimiento de América, comenzó un proceso de conquista y ocupación de territorios. Los españoles se encargaban de la administración y defensa de estos territorios, así como de la explotación de recursos. Este flujo de población dió lugar a un crecimiento demográfico más lento en la península.
– El auge migratorio desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial. Después de la independencia de las colonias americanas a principios del Siglo XIX, la emigración transatlántica descendíó. Sólo Cuba, Puerto Rico y Filipinas, continuarán recibiendo inmigrantes. A mediados del Siglo XIX se abríó de nuevo un periodo de emigración debido a la mejora de las relaciones con las antiguas colonias. Los emigrantes procedían de Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias. Eran hombres dedicados a la agricultura que acudían a trabajar a países como Argentina, Cuba, Brasil, México o Venezuela. Entre 1880 y 1930 se
calcula que 3,5 millones de españoles emigraron hacía América, de los que regresaron aproximadamente la mitad. Con la Primera Guerra Mundial se interrumpe este periodo y las corrientes migratorias no vuelven a ser intensas hasta después de la Segunda Guerra Mundial: por la seguridad del conflicto bélico, por la crisis de 1929 y debido a la Guerra Civil Española. El fin de este último conflicto significó el exilio de muchos republicanos que se dirigieron a México.
– La emigración transoceánica entre 1945 y 1960. Acabada la Segunda Guerra Mundial, se produjo una reactivación de la emigración transoceánica. Los países iberoamericanos se encontraban en una situación económica favorable, mientras que España padecía una dura posguerra. El destino principal fue Venezuela y Argentina, y las principales regiones emisoras fueron Canarias y Galicia. La numerosa colonia de gallegos repartidos por distintos países iberoamericanos, asentados en la anterior oleada migratoria, facilitó la llegada e integración de los nuevos emigrantes. A finales de los 50, fue cambiando el destino de la emigración exterior española desde América a Europa. Los países iberoamericanos entraron en una fase de crisis políticas y deterioro económico. Además, aparecieron nuevas oportunidades para los españoles en los países del centro y el oeste de Europa, que se convirtieron en los principales receptores de emigración española.
LA EMIGRACIÓN A OTROS PAÍSES EUROPEOS
A finales de los 50, los países de Europa Occidental y Central experimentaron un periodo rápido de
crecimiento económico y necesitaban mano de obra. Durante los 60 y 70 casi dos millones de españoles emigraron sobre todo a Alemania (36%), Suiza (36%), Francia (21%) y Países Bajos (4%), a un ritmo próximo a los 100.000 emigrantes al año.
El proceso se interrumpe a mediados de 1970, por la crisis del petróleo. Esta emigración europea tuvo las siguientes carácterísticas:
– Emigración de varones, aunque más tarde se produjo reagrupaciones familiares, una vez que el trabajador se asentaba en su nuevo país y tenía unas mejores condiciones de vida.
– Acudían con contrato de trabajo temporal, que les daba una sensación de provisionalidad en el país. La distancia permitía regresar a casa por vacaciones, por lo que se mantiene el vínculo con el lugar de origen.
– Debido al alto nivel de renta de los países receptores, los trabajadores españoles pudieron ahorrar y enviar dinero a sus familias. Este flujo de capital en forma de recursos contribuyó al crecimiento económico.
– A diferencia de la emigración transoceánica, esta nueva corriente migratoria procedía de las regiones menos desarrolladas.
LA MIGRACIÓN INTERIOR
La mitad de los españoles vive en un municipio distinto del que nacieron, y casi una cuarta parte en una provincia diferente a la de su nacimiento. Desde 1961 se produjeron 20 millones de desplazamientos interiores, se calcula que desde el siglo pasado esta cifra asciende a 30 millones. Las migraciones interiores han tenido una gran influencia sobre la
distribución de la población española.
EL ÉXODO RURAL: DE 1900 A 1975
En el primer tercio del Siglo XX se registraron fuertes corrientes migratorias desde las zonas rurales a las ciudades, impulsadas por las nuevas actividades industriales y de servicio de las áreas urbanas. Estas corrientes se vieron interrumpidas por la Guerra Civil y las posguerra, surgieron en los años 50, 60 y primera mitad de los 70. En esta época la economía experimentaba un elevado ritmo de crecimiento. Al mismo tiempo, se produjo la mecanización de gran parte de las tareas agrarias, lo que provocó un éxodo masivo de población en el medio rural. En los años 60 cambiaron de residencia 4,2 millones de españoles, de los cuales el 60% se trasladaron a otras provincias. En la distribución espacial de estas migraciones interiores cabe distinguir espacio de origen y destino.
– Los espacios emisores, eran las áreas rurales del interior peninsular, o de espacios con sistemas agrarios en crisis (Andalucía, Extremadura, Aragón, las 2 castillas, Asturias, etc).
– Los espacios atractores, fueron Madrid, Cataluña, País Vasco, que se encontraban en pleno proceso de industrialización. La llegada de los inmigrantes produjo el crecimiento de las grandes áreas urbanas.
NUEVAS PAUTAS DE LAS MIGRACIONES INTERIORES: DE 1975 A LA ACTUALIDAD
Las migraciones interiores masivas de carácter laboral finalizaron bruscamente a mediados de los años 70, como consecuencia de la crisis económica que se produjo a causa del alza del precio del petróleo. Entre
1975 y 1985 se debilitaron los flujos migratorios.
Con la recuperación económica de mediados de los años 80 del siglo pasado, los flujos se reactivaron. Se instaura un modelo migratorio nuevo, en el que las migraciones interprovinciales pierden importancia a favor de las migraciones interprovinciales, originadas por cambios en el lugar de residencia, pero no necesariamente de empleo.
En la actualidad, la mayor parte de los flujos migratorios son de corta distancia, y están ligados a la expansión urbana. Este proceso es posible a causa de la confluencia de un conjunto de factores técnicos (mejora de transporte), económico (viviendas más baratas) y culturales y ambientales (estilos de vida ligados más a la naturaleza).
Estas migraciones ligadas a la expansión de las ciudades y el crecimiento de su periferia son paralelas a la continuación del vaciamiento del medio rural, debido a la emigración, crecimiento natural negativo, consecuencia de su envejecimiento.