Características y Aprovechamiento de los Ríos y Cuencas Hidrográficas en España

Las vertientes hidrográficas españolas

En España podemos identificar ríos en la Península Ibérica, pues en los archipiélagos únicamente se forman barrancos o torrentes que se generan con el agua de arroyada de las precipitaciones, a veces torrenciales, al igual que en Ceuta y Melilla. Si los comparamos con otros ríos europeos, los peninsulares se caracterizan en general por no ser muy largos ni caudalosos, así como por la irregularidad de su caudal. La mayoría de ellos están represados o modificados sus recorridos por el ser humano. La red fluvial peninsular se organiza en tres vertientes o regiones con ríos que desembocan en el mismo mar. Estas, muy desiguales tanto por su extensión como por las características de sus ríos, se separan a partir de cordilleras que provocan la divisoria de las aguas. Con la basculación de la Península hacia el Atlántico, la mayoría de los grandes ríos son de esta vertiente, lo que genera una gran disimetría entre ellas.

Vertiente Cantábrica

La vertiente más estrecha y reducida es la cantábrica, entre la Cordillera y el Mar del mismo nombre. La climatología y la orografía abrupta generan numerosos ríos cortos y caudalosos, con una gran fuerza erosiva y un caudal regular que favorece el clima oceánico, como el Bidasoa o el Nervión en el País Vasco o el Navia y el Eo en la zona occidental. Los ríos gallegos que desembocan en el Atlántico tienen características similares a los cantábricos. Entre todos ellos destacan el Miño-Sil.

Vertiente Atlántica

El resto de la vertiente atlántica la ocupan los principales ríos españoles. La divisoria de aguas la dibujan la Cordillera Cantábrica, el Sistema Ibérico y los Sistemas Béticos. Son ríos largos y caudalosos, no tanto por la climatología como por la cantidad de afluentes que les llegan a lo largo de las extensas llanuras áridas que recorren. Aun así, sufren un claro estiaje en verano. Destacan los ríos Duero, Tajo, Guadiana y Guadalquivir.

Vertiente Mediterránea

La vertiente mediterránea ocupa casi un tercio de la Península. La divisoria de aguas la definen la Cordillera Cantábrica, los Pirineos, el Sistema Ibérico y los Sistemas Béticos, lo que provoca el desarrollo de ríos de pequeña o mediana longitud salvo el Ebro. Este último tiene rasgos muy similares a los grandes ríos de la vertiente atlántica, con numerosos afluentes que nacen en los Pirineos. El clima mediterráneo marítimo del resto de ríos provoca caudales pobres, pero con una fuerte erosión debido, por un lado, al carácter torrencial de las precipitaciones y, por otro, a las pronunciadas pendientes de sus cabeceras y la cercanía del relieve a la costa.

Los ríos y las cuencas hidrográficas

Las vertientes se subdividen en cuencas hidrográficas, determinadas por la disposición de la mayoría de las unidades de relieve en paralelo a los paralelos, donde los ríos principales fluyen en la misma dirección, a la vez que toda una red de afluentes tienen una trayectoria perpendicular y evacuan en ellos. No es así en las cuencas de la vertiente cantábrica, que tienen una trayectoria del sur al norte. Junto al relieve, la climatología provoca que la cuenca del Duero sea la más caudalosa; le siguen la del Ebro y la del Tajo.

La erosión que provocan los caudales depende de la cantidad de agua que lleven, de la pendiente y de la litología que atraviesan. La fuerza erosiva es mayor en la cabecera de los ríos al llevar más velocidad. A ello se unen las crecidas provocadas por el deshielo en primavera o las lluvias torrenciales.

Al contrario, en las zonas llanas o de escasa pendiente como las que atraviesan los ríos de las cuencas de la Meseta, del Ebro y del Guadalquivir, las aguas apenas tienen movimiento, generando incluso en ocasiones zonas lacustres sin fuerza para desembocar en el mar. Además, son ríos que atraviesan amplias zonas arcillosas, muy impermeables, lo que ocasiona mucha escorrentía superficial y numerosos acuíferos de escasa profundidad. En las zonas de roquedo calizo hay muchas filtraciones, dominando la circulación subterránea, menos que en el silíceo, donde se da más este fenómeno cuando es una zona fallada.

Los regímenes fluviales

Llamamos régimen fluvial a las variaciones de caudal de un río. Aunque los regímenes son distintos según los años, podemos analizar unos rasgos comunes que se repiten en función de la climatología que les afecte. El aporte de agua puede provenir de las precipitaciones en forma de lluvia, de nieve o del deshielo. Dependiendo de la mayor influencia de estos aportes, los ríos pueden tener un régimen de tipo pluvial (por lluvias), de tipo nival (por nevadas y deshielos) o mixto cuando el aporte es de ambos (pluvionival, si es mayor la influencia pluvial, y nivopluvial, si destaca la nival).

  • Régimen pluvial oceánico: cuando este clima aporta agua regularmente, aunque sea menor en verano. La evaporación es relativamente alta en verano. Se da en la vertiente cantábrica, como en el Ulla o en el Nalón.
  • Régimen pluvial mediterráneo: tiene variantes (levantino, continentalizado y subtropical), con aportes pluviales irregulares y un claro estiaje en verano, así como una alta evaporación.
    • El levantino tiene dos crecidas en primavera y una en otoño (casos de los ríos Mijares o Turia).
    • El continentalizado tiene aguas altas en primavera y otoño (ríos de la vertiente atlántica).
    • El subtropical puede tener hasta medio año de estiaje (incluso en forma de rambla) y crecidas a final del invierno (casos del Guadalhorce o el Andarax).
  • Régimen nival: son de alta montaña, con aguas bajas en invierno (nieve retenida en las cumbres) y crecidas a finales de la primavera. Exclusivamente se dan en el Pirineo, la mayoría afluentes del Ebro.
  • Régimen nivopluvial: presenta aguas altas a final de la primavera con el deshielo, aunque en otoño también puede tener un pico secundario. Son típicos también del norte peninsular y de zonas de cierta altitud, como algunos ríos cantábricos y otros que nacen en el Sistema Central.
  • Régimen pluvionival: la crecida se da al principio de la primavera, tanto por las precipitaciones equinocciales como por el deshielo de las nieves. Tienen un claro estiaje en verano, como ocurre en el Duero o en el Llobregat; el Guadalquivir, de régimen pluvial, tiene su principal afluente, el Genil, con un claro régimen nivopluvial pues nace cerca de Sierra Nevada.

Uso y aprovechamiento de las aguas

Más de dos tercios del agua precipitada en España se evapora; aun así, la demanda global de recursos hídricos por parte de los españoles es inferior (casi 3000m3/hab./año; mínimo estipulado en 1100). No obstante, el balance hídrico es muy irregular en el territorio, habiendo superávit solo en las cuencas cantábricas, del Ebro y del Duero, a lo que se une la irregularidad anual, lo que dificulta también tener agua en verano. Ya desde la Antigüedad se han hecho obras hidráulicas encaminadas a regular y hacer llegar este recurso a toda la península.

La actividad agrícola es la principal fuente de consumo de los recursos hídricos, debido a la progresiva extensión del regadío. Los núcleos urbanos ocupan el segundo lugar, tanto para consumo como medio de evacuación de desechos, usos recreativos o para la producción de energía hidroeléctrica o de refrigeración de las centrales térmicas.

El consumo del agua en España ha ido creciendo a la vez que la población y el aumento del nivel de vida. Su gestión la coordinan las Confederaciones Hidrográficas, que son entidades adscritas al Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, a través de la Dirección General del Agua. Desempeñan un importante papel en la planificación hidrológica, concesiones de derechos de uso privativo del agua, control de calidad del agua, etc. También se encarga del proyecto y ejecución de nuevas infraestructuras hidráulicas para abastecimiento de agua a los españoles.

De todas ellas destacan los embalses o pantanos, tanto desde un punto de vista hidrográfico y paisajístico como por el papel que juega el ser humano en la modificación de la naturaleza. Le siguen por importancia las presas, bien para almacenar el agua de los embalses, bien para generar energía hidroeléctrica. Los canales o conducciones llevan el agua a las ciudades y pueblos y a las tierras de labor. Cuando estas canalizaciones conectan cuencas hidrográficas distintas hablamos de trasvases, destacando por sus repercusiones el del Tajo al Segura. En el sureste peninsular y los archipiélagos destacan las desalinizadoras, cifrándose las existentes hoy en 900.

Glosario de términos

  • BALANCE HÍDRICO: déficit o superávit de agua a partir de la relación entre los recursos hídricos disponibles y la demanda que se hace de los mismos.
  • CAUCE: lecho por el que discurre un río.
  • CAUDAL DE UN RÍO: cantidad de agua que circula por el cauce de un río.
  • CICLO HIDROLÓGICO: proceso de circulación del agua entre los distintos comportamientos que forman la hidrosfera. El agua cambia de estado físico y se traslada de unos lugares a otros.
  • CUENCA HIDROGRÁFICA: territorio por el que discurren todas las aguas que vierten a un río principal y sus afluentes.
  • ENERGÍA HIDROELÉCTRICA: recurso natural transformado en una central hidroeléctrica para generar energía eléctrica mediante el aprovechamiento de la energía potencial del agua embalsada en una presa situada a más alto nivel que la central. El agua se lleva por una tubería de descarga a la sala de máquinas de la central, donde mediante enormes turbinas hidráulicas se produce la generación de energía eléctrica en alternadores.
  • ESTIAJE: es el periodo durante el cual una corriente de agua alcanza su nivel más bajo. Suele coincidir con meses de sequía o en invierno en el caso de regímenes nivales.
  • ESTUARIO: entrante profundo en la desembocadura de ríos de mares abiertos u océanos debido a la influencia de las mareas y al hundimiento de las riberas.
  • MEANDRO: curva descrita por el curso de un río, cuya evacuación es la más débil.
  • RAMBLA: cauce seco de un antiguo río; lecho seco natural de las aguas pluviales cuando caen copiosamente.
  • RED HIDROGRÁFICA: conjunto de ríos y afluentes que atraviesa todo un territorio, en el caso español la Península.
  • RÉGIMEN FLUVIAL: son las variaciones estacionales del caudal de un río. Dichas variaciones dependen de la distribución y el tipo de las precipitaciones.
  • TORRENTE: corriente o avenida impetuosa de aguas que sobreviene en tiempos de muchas lluvias o de rápidos deshielos.
  • TRASVASE FLUVIAL: obra hidráulica que consiste en el traslado del agua de una cuenca hidrográfica hacia otra mediante un canal artificial.
  • VERTIENTE HIDROGRÁFICA: territorio cuyos ríos desembocan en el mismo mar.

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