Análisis de la Población Española: Evolución, Migraciones y Retos Demográficos

1. Introducción a la Demografía

La población es el objeto de estudio de la demografía (su etimología procede de las voces griegas “demos” “población” y “grafos” “tratado”). La demografía es la ciencia que describe, cuantifica y analiza las poblaciones humanas, elabora modelos que le expliquen y plantea previsiones.

Para ello, la demografía utiliza las fuentes demográficas (cualquier escrito, documento o estadística que aporta datos sobre un objeto de estudio) y las analiza.

Fuentes Demográficas Actuales:

  1. Los censos
  2. Los padrones municipales
  3. El registro civil
  4. Las estadísticas de nacimiento y defunción y de movimientos migratorios.

Durante siglos, los registros parroquiales de las iglesias (bautizos, bodas, funerales) fueron los únicos documentos de los que se disponía para poder estudiar la población.

Los primeros datos estadísticos fiables datan de 1857, cuando se elaboró el primer censo oficial.

Actualmente, el Instituto Nacional de Estadística (INE) es el organismo encargado de realizar las estadísticas demográficas española. Se ocupa de elaborar censos, encuestas de población activa y las estadísticas de los movimientos migratorios.

Además, se dispone de estadísticas realizadas por los municipios (como el padrón), las provincias y las comunidades autónomas.

Asimismo, en cada municipio existe un registro civil (se anotan nacimientos, matrimonios, defunciones,…)

También las encuestas constituyen un recurso valioso para un estudio demográfico (realizadas por empresas privadas).

La demografía analiza el crecimiento de la población a partir de varios factores. Los índices básicos que señalan los crecimientos son la natalidad y la mortalidad.

Existen otros indicadores sociodemográficos como la nupcialidad, la fecundidad y la esperanza de vida. También son básicos los movimientos migratorios.

2. El Movimiento Natural de la Población

El movimiento natural de la población, llamado también crecimiento natural o vegetativo, hace referencia a la evolución del número de habitantes de una población a partir de la diferencia de los nacimientos y las defunciones.

Los factores de crecimiento natural de una población son la natalidad y la mortalidad.

2.1 La Natalidad

Indica los nacimientos que se producen en una población determinada durante un periodo concreto de tiempo (un año)

La tasa de natalidad es un indicador demográfico que mide la relación entre el número de nacidos en un año respecto a la población total de ese año por cada 1000 habitantes.

La modernización de la sociedad dio lugar a un descenso de la natalidad, a excepción del periodo desde 1955 a 1974 que se produjo un baby boom. Desde mediados de los setenta hasta finales de los noventa del siglo XX, descendió de nuevo la natalidad (del 20o/oo pasó al 9,2 o/oo). A principios del siglo XXI la natalidad volvió a aumentar, en 2007 era de 11o/oo.

2.2 La Mortalidad

Indica el número de fallecimientos que se producen en una población determinada durante un periodo concreto de tiempo (un año)

La tasa de mortalidad es un indicador demográfico que mide la relación entre el número de fallecidos en un año respecto a la población total de ese año por cada 1000 habitantes.

En el año 1900 la tasa de mortalidad era moderada (28,5o/oo) y empezó a descender a un ritmo muy rápido. En 1970 alcanzó el 8o/oo. Las causas fueron las mejoras de las condiciones sanitarias y de vida. El aumento del número de ancianos en los últimos ha conllevado un ligero aumento de la mortalidad. En 2007 se situó en el 8,7o/oo.

3. La Evolución Demográfica

La historia demográfica en los últimos siglos sigue una evolución, llamada revolución demográfica para algunos demógrafos, que puede dividirse en varias fases, a cada una de las cuales corresponde un régimen demográfico concreto.

Las fases demográficas que se obtienen del estudio pueden aplicarse a la mayoría de los países. Sin embargo, cada país tiene una cronología distinta. En España, existe un cierto retraso en las fases respecto a otros países europeos.

3.1 Fase Demográfica Tradicional

Esta fase corresponde a una sociedad agrícola o preindustrial (es propia de los siglos XIV al XVII en Europa por la falta de medidas sanitarias e higiénicas). Las tasas de natalidad y mortalidad eran muy altas (entre el 30 o/oo y 50 o/oo). Se calcula que cada mujer tenía una media de 5 hijos, pero, como la mortalidad infantil era muy alta, la mayoría moría antes del año. La mortalidad era mayor en épocas de malas cosechas o epidemias.

3.2 Fase de Descenso Gradual de la Mortalidad

Esta fase comenzó a finales del siglo XVIII y duró hasta el siglo XX. Desciende la mortalidad, pero se mantiene la natalidad, por lo que hay un crecimiento progresivo de la población. Las causas del descenso de la mortalidad y el aumento de la esperanza de vida fueron la introducción de los avances higiénicos (uso de jabón y vacunas) y sanitarios y las mejoras en la alimentación (introducción de productos americanos).

A finales del siglo XVIII la población española empezó a aumentar rápidamente (las parejas se casaban antes por lo que tenían hijos más pronto). Regiones como Cataluña, País Vasco o Galicia, donde la prosperidad económica era más evidente caso doblaron su población.

3.3 Fase de Reajuste de la Natalidad

España no entró en esta clase hasta principios del siglo XX (aunque muchos países europeos lo hicieron antes) La mortalidad es cada vez más baja como consecuencia de los avances médicos y el aumento del nivel de vida, pero también desciende la natalidad. El ritmo de crecimiento de la población tiende a disminuir. Debido a razones de tipo socioeconómico, las familias empezaron a planificar su natalidad, por lo que se redujo su tasa, pero también los avances médicos hicieron que descendieron la mortalidad infantil. La progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral, la urbanización y la crisis económica de los años treinta, retrasaron la nupcialidad, lo que incidió negativamente en la natalidad.

3.4 Fase Demográfica Moderna

Este régimen demográfico es propio de las sociedades muy desarrolladas (aunque la mayoría de países europeos entró en esta fase hace muchos decenios, España la alcanzó tardíamente). Tanto la tasa de natalidad como la de mortalidad son bajas o muy bajas. El crecimiento natural es moderado o se estanca y la esperanza de vida aumenta.

A partir de 1950 se inició un progresivo descenso de la natalidad y la mortalidad (excepto la década de los sesenta). Desde los años noventa del siglo XX, el envejecimiento de la población, a causa de la mayor esperanza de vida y al descenso de la natalidad, supuso un ligero aumento de la tasa de mortalidad, la población que se había acercado al crecimiento cero llegó incluso al saldo negativo. Sin embargo, el fenómeno de la inmigración cambió ligeramente esta tendencia, y produjo un crecimiento demográfico.

4. Los Movimientos Migratorios

Por movimiento migratorio se entiende cualquier tipo de desplazamiento de la población desde su lugar de residencia a otro lugar, de manera permanente.

Cuando el movimiento es de salida se denomina emigración; y si es de entrada, inmigración.

Los movimientos migratorios pueden ser interiores y exteriores:

  • Interiores: se producen dentro del territorio de un mismo Estado.
  • Exteriores: tienen lugar de un Estado a otro, y pueden ser continentales o intercontinentales.

4.1 Causas de las Migraciones:

  • Naturales: cambios climáticos, desastres naturales,…
  • Políticas y religiosas: guerras, persecuciones, ….
  • Económicas: mejores posibilidades de subsistir, desigual distribución de los recursos…
  • Socioculturales: posibilidades de estudiar, idiomas, etc.

4.2 Consecuencias de las Migraciones:

  • Demográficas: incremento de la población (normalmente jóvenes) en el país de llegada y descenso en la población de salida.
  • Económicas: Ayudan al crecimiento económico en el país de llegada y pérdida de mano de obra en el de salida. También el dinero que envían puede aumentar el capital del país de salida.
  • Sociales:falta de viviendas o servicios sanitarios (chabolismo), dificultades de integración (racismo, xenofobia)
  • Culturales: enriquecimiento cultural de la población del país de destino.
  • Personales: aislamiento, pueden afectarse estructuras familiares (ermigración del padre)
  • Ecológicas: el éxodo rural conlleva el abandono de tierras de cultivo y cabañas ganaderas, y en las ciudades puede haber hacinamiento en algunas zonas.

4.3 Las Migraciones Interiores

En España, el éxodo rural hacia núcleos urbanos empezó a finales del siglo XIX (inicio de la industrialización). El excedente campesino fue absorbido por los núcleos industriales.

A partir de la I Guerra Mundial, la población emigró mayoritariamente a las capitales de provincia. Posteriormente, se dirigió a grandes ciudades como Madrid y Barcelona.

A partir de la década de los cuarenta, se produjo otro éxodo rural motivado por la deficiente situación del campo español. Los campesinos emigraron a las grandes ciudades españolas y no hacia otros países, por los problemas que conllevaba salir al exterior en plena guerra mundial y posguerra española. Las principales ciudades receptoras fueron Madrid y Barcelona, seguidas de Bilbao y Valencia, etc. La mayoría de emigrantes procedía de Castilla, Murcia, Extremadura y Andalucía.

Los saldos migratorios más elevados se dieron en la década de los sesenta del siglo XX, cuando la producción industrial alcanzó cifras considerables y posibilidades de encontrar trabajo en los grandes polos industriales.

El resultado de esta migraciones interiores fue una distribución muy desigual de la población.

En los últimos años las comunidades que anteriormente habían sido destino de migraciones internas han presentado un balance negativo (Madrid, Cataluña, País Vasco), debido a los cambios en los sectores económicos. Muchos de los emigrantes volvieron a sus provincias de origen.

Otras comunidades, como Andalucía, la Región de Murcia y Castilla-La Mancha, origen de muchos emigrantes se han convertido en receptoras de inmigrantes extranjeros

4.4 Migraciones Exteriores

La falta de recursos y el crecimiento acelerado de la población española desde mediados del siglo XIX propiciaron la emigración.

Argelia y América latina fueron los destinos preferentes de las emigraciones españolas en la segunda mitad del siglo XIX. Muchos emigrantes volvieron a España más tarde.

La corriente que se dirigía a América Latina empezó más tarde. Los principales destinos fueron Argentina y Brasil, seguidos de Cuba, México, Venezuela y Uruguay. La mayoría de emigrantes eran canarios, gallegos y asturianos, que procedían de áreas rurales deprimidas. En sus nuevos destinos encontraron una legislación que promovía la entrada de inmigrantes y les ofrecía facilidades para establecerse y para encontrar trabajo.

Este periodo de fuerte emigración se vio frenado en 1907 con la Ley de Emigración que suprimía las agencias emigratorias en toda España. Sin embargo, la fuerte corriente emigratoria hacia América Latina duró hasta la I Guerra Mundial.

Durante el siglo XX destacaron las emigraciones por motivos económicos en los primeros decenios del siglo y en los años sesenta, y las emigraciones por motivos políticos tras la Guerra Civil.

Francia se convirtió de nuevo en destino por su proximidad geográfica y las posibilidades de encontrar trabajo.

La instauración de la dictadura franquista en 1939 obligó a muchas personas a exiliarse. Francia y Sudamérica fueron los destinos más habituales.

Posteriormente, en la década de los años sesenta del siglo XX, más de un millón de españoles emigraron a países europeos que tenían una economía más desarrollada, como Francia, Alemania y Suiza. Estos emigrantes procedían, en su mayoría, de Andalucía, Galicia, Valencia, Castilla y Extremadura.

Los emigrantes enviaron capital ahorrado, contribuyendo a aumentar la liquidez de las familias españolas.

Sin embargo, tras la crisis económicas de los años setenta del siglo XX, muchos emigrantes españoles residentes en otros países europeos volvieron a nuestro país por la reestructuración de personal en las industrias europeas. La vuelta de los inmigrantes motivó el aumento demográfico, especialmente en Andalucía y Murcia.

4.5 Los Inmigrantes Extranjeros

España, desde hace algunos años, ha pasado de ser un país receptor de personas procedente, sobre todo, de países europeos y países africanos y sudamericanos.

Si en 1995 España recibió 20.000 extranjeros, en el 2000 superaba los 330.000 y en 2007 los 920.000, por lo que ha supuesto un incremento espectacular de la inmigración durante la última década. Sin embargo, la crisis económica ha provocado que esta afluencia se reduzca, siendo en 2010 de 460.000.

Los inmigrantes residentes en España en 2008 se cifraban en 5,2 millones, éstos pueden clasificarse en tres grupos:

  1. Los inmigrantes que obtienen la nacionalidad tras años de residencia y son españoles con plenos derechos
  2. Los que obtienen el permiso de residencia manteniendo la nacionalidad de origen (permiso de trabaja y familiares de primer grado o refugiados políticos)
  3. Los inmigrantes sin papeles (difíciles de cuantificar pues jurídicamente no existen).

En 2008, la mayor parte de la población extranjera de España procedía de Países de la UE (40,1%), especialmente de Rumanía (14%), Reino Unido y Alemania.

El segundo grupo lo constituían los de América del Sur (29,5%), sobre todo de Ecuador, Colombia y Bolivia. Un tercer grupo de inmigrantes procedentes del Magreb y del África Subsahariana, especialmente de Marruecos (12,3%).

Las comunidades con mayor cantidad de residentes extranjeros son Cataluña, Madrid, Comunidad Valenciana y Andalucía. Las actividades económicas que realizan los inmigrantes son muy variadas. Los inmigrantes que proceden de países en vías de desarrollo se dedican a los sectores de la agricultura, la construcción, la hostelería, el comercio y el servicio doméstico.

Los inmigrantes del norte de Europa buscan el clima benigno de nuestras costas para instalarse tras su jubilación.

Otro tipo de inmigrantes son los refugiados políticos, personas que huyen de sus países por estar perseguidos por el gobierno, normalmente dictatorial, de su país. Al llegar a España solicitan la concesión de asilo y refugio al Estado (derechos aceptados por la Constitución y por las Naciones Unidas, respectivamente).

Los inmigrantes sin papeles trabajan en la economía sumergida como jornaleros, peones de la construcción, servicio doméstico, … En esta situación de irregularidad y para poder sobrevivir aceptan condiciones de trabajo que llegan a veces a la explotación.

La llegada cada vez mayor de inmigrantes sin papeles ha provocado programas de control de las fronteras y legislaciones españolas y comunitarias cada vez más restrictivas.

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