Introducción
La pirámide de población es un gráfico de barras que muestra la estructura demográfica por sexo y edad de la población española en el año 2008.
Estructura por Sexo
Habitualmente, nacen más varones que mujeres (la barra de los 0-4 años es más larga del lado de los varones). La superioridad numérica masculina se mantiene hasta los 50-54 años. A partir de entonces, predominan las mujeres, de modo que al final, los efectivos de ancianas son considerablemente superiores a los de los ancianos.
Las causas de esta situación se relacionan con la mayor esperanza de vida de las mujeres. Éstas tienen más fortaleza biológica por motivos hormonales e inmunológicos; han reducido considerablemente la mortalidad en el parto y posparto (nacimientos en clínicas, progresos de la medicina); y hasta épocas recientes han tenido un estilo de vida con menor exposición a los factores de riesgo de muerte. En cambio, los hombres han tenido tradicionalmente una participación más directa en guerras; trabajos más duros, con mayor desgaste físico y probabilidad de accidentes; mayor incidencia de hábitos nocivos como el alcohol y el tabaco; hábitos alimentarios y de vida más desordenados; y menor cuidado por su salud.
Estructura por Edad
La estructura por edad se deduce de la forma de urna de la pirámide. La base es estrecha, debido al bajo porcentaje de jóvenes, y se estrecha desde hace treinta años (a pesar de la ligera recuperación de los últimos cinco años), indicando una natalidad baja y en descenso. En cambio, la longitud de las barras de los ancianos muestra un importante volumen de población de 65 años y más, indicativo de una elevada esperanza de vida.
Las causas del envejecimiento de la población han sido el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida.
Descenso de la Natalidad
El descenso de la natalidad, causante del envejecimiento demográfico por la base de la pirámide, se ha debido a numerosos motivos. La situación económica ha retrasado la edad del matrimonio, debido primero a la crisis de 1975, que ocasionó un grave aumento del paro; y luego, a la precarización de los contratos laborales y al alto precio de compra y alquiler de viviendas, que dificultan la emancipación de los jóvenes, prolongando su período de formación y permanencia con los padres. Además, los cambios sociales en cuanto a mentalidad y valores a partir de la transición a la democracia (1975) han colaborado al descenso de la natalidad.
Ha disminuido la influencia religiosa; se han despenalizado y difundido los anticonceptivos; y se ha legalizado el aborto en ciertos supuestos. Las mujeres se han incorporado de forma creciente al trabajo fuera del hogar y retrasan la maternidad hasta consolidar su situación laboral, de modo que la mayoría de los nacimientos se producen en el grupo de los 30-34 años; y muchas tienen dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, ante la escasez de guarderías a precios asequibles y el mantenimiento de comportamientos sexistas en el reparto de tareas domésticas y en el cuidado de los hijos. Estos ya no se consideran como seguro de vejez de los padres, ante el progreso de la protección social, sino que se aprecia su formación y bienestar, por lo que se prefiere tener menos y atenderlos mejor. Además, los gastos que ocasionan y la dedicación que requieren compiten con el deseo de los padres de disponer de más ingresos para el consumo y de más tiempo libre para el ocio. Por otra parte, han ganado importancia las relaciones de pareja sobre las reproductoras y de cuidado de los hijos; y han surgido formas familiares distintas del matrimonio y menos prolíficas (cohabitación, hogares monoparentales de divorciados, maternidad en solitario).
Aumento de la Esperanza de Vida
El aumento de la esperanza de vida, causante del envejecimiento por la cima de la pirámide, se ha debido al incremento del nivel de vida (mejora de la alimentación y del nivel educativo y cultural, que favorece la prevención y el abandono de costumbres nocivas para la salud); los avances médicos y sanitarios; y la extensión de la sanidad pública.
Consecuencias del Envejecimiento
Las consecuencias del envejecimiento afectan a la actividad económica y al gasto en pensiones, sanidad y cuidados para los ancianos.
- La desaceleración económica se debe a que el envejecimiento reduce la población activa y la capacidad de innovación. Para evitarlo, se fomenta la incorporación al trabajo de los jóvenes y mujeres y se recurre a la inmigración.
- La elevación del gasto en pensiones procede de que su financiación no depende de las cotizaciones efectuadas por las personas jubiladas durante su etapa laboral, sino de las que realizan los trabajadores en activo en cada momento. Por tanto, el incremento del número de pensionistas y la reducción de los activos implica la elevación del coste de las pensiones.
- El incremento del gasto sanitario deriva de que los ancianos consumen más medicamentos, visitas médicas y estancias hospitalarias. Frente a este problema, se fomenta la prevención y un uso más racional de los recursos sanitarios.
- Los cuidados y atenciones a la población anciana suponen un aumento de las cargas familiares; un incremento de la demanda de residencias públicas y privadas, que actualmente son insuficientes.
Hechos Históricos con Repercusión Demográfica Significativa
Los entrantes y salientes del perfil de la pirámide muestran la repercusión demográfica de determinados hechos históricos en los últimos cien años. Empezando por la cima de la pirámide, pueden distinguirse los siguientes:
- En las últimas barras de la pirámide, la diferencia de efectivos demográficos a favor de las mujeres se debe a su mayor esperanza de vida y también a que en estos años se encuentran los hombres que combatieron y murieron en la Guerra Civil, dado que estaban en edad militar cuando estalló el conflicto (20-24 años).
- Entre los años 1939-1943, existe un entrante motivado por la reducción de la natalidad durante la Guerra Civil y por el exilio de miles de personas tras el conflicto. Además, la situación se vio agravada porque las personas que debían procrear entonces eran también escasas (generación hueca de los nacidos en menor número a causa de las guerras de finales del siglo XIX y de la epidemia de gripe de 1918).
- Entre los años 1944 y 1958, no se aprecia la fuerte recuperación demográfica que suele seguir a las guerras (“baby boom” posbélico), ya que se vio contenida por las dificultades de la posguerra: bloqueo internacional al régimen de Franco, autarquía económica, desabastecimiento y carestía.
- Entre los años 1959 y 1968, los efectivos demográficos se recuperaron al incrementarse la natalidad (“baby boom” posbélico retrasado) gracias a la finalización de la autarquía y al comienzo de una nueva etapa de desarrollismo económico, basado en la mecanización del campo, en el impulso de la industria y en el auge del turismo. A ello se sumó una reducción de la mortalidad debida a la mejora de la medicina; la extensión de la seguridad social; la generalización de los nacimientos en clínicas.
- Entre 1969 y 1978, el crecimiento de los efectivos tiende a estabilizarse. La extensión del modo de vida urbano obliga a reducir el tamaño de la familia; corresponde procrear ahora a las generaciones menos numerosas nacidas durante la guerra y la posguerra (al ser menos, tienen un menor número global de hijos); y el inicio de la crisis económica de 1975 provoca un descenso de los nacimientos.
- Desde 1979, la base de la pirámide se retranquea, debido a la reducción de la natalidad causada por los factores económicos y sociales ya comentados.
- En los últimos años, la llegada a España de un elevado volumen de inmigrantes extranjeros aporta más mujeres en edad fértil y con una tasa de fecundidad más elevada, que ha provocado una leve recuperación de la natalidad, plasmada en el ligero saliente de la barra de la pirámide en el grupo 0-4 años.
El Futuro
En el futuro, el mantenimiento de esta tendencia dependerá de la adopción por las extranjeras de las pautas de fecundidad nacionales y de la evolución de la fecundidad de las mujeres españolas. Esta se verá condicionada por una doble situación. Por una parte, los jóvenes accederán más fácilmente al mercado laboral –dada su reducción numérica–, lo que podría adelantar su emancipación y la edad del matrimonio. Por otra parte, esta situación solo influirá favorablemente en la fecundidad si se une a la existencia de políticas efectivas de conciliación de la vida laboral y familiar.