La Población Española
La Dinámica Natural de la Población
Nuestro régimen demográfico se caracteriza por bajas tasas de natalidad, de mortalidad y escaso crecimiento natural de la población. La natalidad descendió vertiginosamente durante el último cuarto del siglo XX hasta situarse en tasas levemente superiores al 10×1000 al año. Entre 2000 y 2007, repuntó levemente, pero a partir de entonces ha vuelto a descender hasta situarse en el 10×1000 y sigue descendiendo.
Las causas de este descenso son de tipo social y cultural, asociadas al desarrollo de sociedades urbanas modernas de principios materialistas, desligadas del hecho religioso. También la incorporación masiva de la mujer al trabajo y a los estudios ha retrasado la edad de contraer matrimonio, y el resultado es que la mujer tiene su primer hijo a los 32 años y este suele ser el único. Además, las tasas de nupcialidad han descendido fuertemente y se han sustituido por uniones de comportamientos menos natalicios que el matrimonio y la familia tradicional. Por último, la inestabilidad económica ha acelerado el descenso de la nupcialidad y la natalidad.
El resultado es un proceso de envejecimiento intenso de la sociedad española. Se espera que para 2050 haya al menos un 40% de ancianos, lo que contribuirá a las tasas de mortalidad y que desembocará en un crecimiento natural negativo de la población.
La distribución por comunidades de las tasas de natalidad es desigual. Galicia, Asturias y Castilla y León son las de menor natalidad por la despoblación y el envejecimiento. Las de mayor natalidad son Madrid y Cataluña por el rejuvenecimiento debido a la inmigración de trabajadores procedentes tanto del interior como del exterior. Andalucía y Canarias también tienen tasas de natalidad superiores por una mayor conservación de las tradiciones y porque no han perdido población. Ceuta y Melilla son un caso de alta natalidad debido a la población musulmana, lo que demuestra que son las formas sociales, culturales y religiosas los factores que más influyen en la natalidad.
Las tasas de mortalidad son muy bajas, en torno al 8,5×1000, pero experimentan una subida conforme aumenta el envejecimiento. Además, han cambiado las causas de muerte; ya no son las infecciones ni epidemias, ahora son el cáncer, los accidentes de tráfico, las enfermedades cardiovasculares y el alzhéimer. La mortalidad infantil, que tradicionalmente era altísima, hoy es muy baja, casi inexistente. De todo ello resulta un gran aumento de la esperanza de vida y de la edad media de la población.
La Dinámica Demográfica Migratoria
Las migraciones pueden ser interiores y exteriores, y ambas tradicionales o modernas.
Migraciones Interiores Tradicionales
Las migraciones interiores tradicionales más típicas fueron dos: las temporales, ligadas a los ciclos del trabajo agrario, y el éxodo rural. Esta fue una gran corriente migratoria desarrollada entre 1900 y 1975, conforme empezaban a cobrar fuerza las ciudades, pero que alcanzó su momento culminante en su última etapa, entre 1950 y 1975, y especialmente en 1961, cuando se intensificó el desarrollo económico. Estas migraciones son las responsables del vaciamiento interior del país, salvo Madrid. Las áreas menos desarrolladas y rurales perdieron población en beneficio de tres grandes ejes: el comprendido entre Barcelona y Alicante, el que une Tarragona y Bilbao por Zaragoza y Pamplona, y la gran área metropolitana de Madrid. Este éxodo rural es el responsable de los desequilibrios territoriales en la distribución de la población y también ha acelerado el envejecimiento de las zonas de emigración y lo ha refrenado en las zonas de inmigración.
Migraciones Interiores Actuales
Las migraciones interiores actuales ya no proceden del medio rural, sino de otros municipios urbanos, no proceden de otras comunidades autónomas, sino de zonas menos desarrolladas a las más desarrolladas de la misma comunidad. Se cruzan en el espacio cuatro flujos migratorios:
- Migraciones residenciales que extienden la ciudad en el espacio como una mancha de aceite, pues el automóvil acorta las distancias y expulsa a los jóvenes del casco urbano propiamente a áreas más alejadas de las periferias o el área metropolitana debido a que allí la vivienda es más económica.
- Migraciones laborales, parecidas al éxodo rural, solo que su radio es menor, pues se dirigen de las zonas menos desarrolladas a las más desarrolladas dentro de la comunidad.
- Migraciones de retorno: la población envejecida que en los años 60 y 70 protagonizó el éxodo rural vuelve a sus pueblos de origen.
- Movimientos de población habituales o pendulares: no son migraciones, sino flujos masivos diarios o de fines de semana debido a los desplazamientos a los trabajos, compras u ocio.
Migraciones Exteriores Tradicionales
En cuanto a las migraciones exteriores, también las hay tradicionales y modernas. Las tradicionales son a Iberoamérica o a Europa Occidental.
Las migraciones a Iberoamérica tienen dos fases de auge y dos de crisis. El gran periodo de plenitud es el comprendido entre 1870 y 1914, donde coincidían la despoblación de Hispanoamérica y la superpoblación de España debido a su estancamiento económico. El indiano era un hombre joven, pobre, de baja cualificación, normalmente gallego, castellano-leonés o canario. Esta emigración era debida a la pobreza del minifundio.
Entre 1914 y 1945, las migraciones a Hispanoamérica entraron en crisis al estar ya más poblado ese subcontinente. Se vuelven a reanudar entre 1945 y 1960 debido a la crisis española de posguerra y a las necesidades de técnicos cualificados de esos países hispanoamericanos que estaban en desarrollo. Afectan, por tanto, a un número de personas considerablemente menor que las primeras, y la naturaleza del emigrante cambia: ahora el indiano no es un pobre campesino analfabeto, sino un técnico con una cualificación media que busca abrirse camino en algunos países de Iberoamérica que entran en desarrollo. Estos ya no requieren pobladores, sino mano de obra cualificada. Hay también que observar que muchos exiliados españoles tras la Guerra Civil emigraron a América, sobre todo a México, Chile y Argentina.
A partir de 1960, estas migraciones a Iberoamérica entran en crisis, pues España entra en desarrollo, absorbiendo esa mano de obra, y además, en esos momentos entra en auge la emigración a Europa Occidental.
Emigración a Europa Occidental
Se desarrolla entre 1950 y 1975, llegando a su auge en los años 60 y la primera mitad de los 70. Coinciden dos circunstancias: España comienza su desarrollo económico y encuentra que tiene exceso de mano de obra no cualificada. Se está produciendo el éxodo rural y muchos empleos tradicionales se pierden. Hay una parte de la población que va al paro. Por otro lado, los países de Europa Occidental desarrollan su reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial y necesitan mano de obra barata, pues perdieron población en las guerras. Los españoles emigran a Alemania y a Francia, también a Suiza. Con la crisis de mediados de los 70, la emigración se termina y se produce la repatriación.
Las consecuencias de estas migraciones son contradictorias. Por un lado, eran positivas, pues España se veía liberada de una población abocada al paro, lo que podía suponer un retroceso para su desarrollo económico y crear conflictos sociales. Además, el dinero aportado por los emigrantes contribuyó al desarrollo económico español, ya que disminuyeron el déficit de nuestra balanza comercial y contribuyeron a equilibrar nuestra balanza de pagos. Además, los emigrantes y turistas contribuían a acercar a España a Europa, a hacer consciente a los españoles de su atraso y a preparar su viaje a la democracia.
También tuvo consecuencias negativas de dos tipos. Por un lado, acentuó los desequilibrios territoriales ya provocados por el éxodo rural, pues los emigrantes lo fueron sobre todo de las áreas más empobrecidas, y cuando volvieron, ya no volvían normalmente a sus comarcas, sino a las grandes áreas urbanas en desarrollo, que fue sobre todo donde se invirtieron esas divisas. Por otro lado, la emigración supuso marginación: esta gente pobre y analfabeta no tenía ninguna posibilidad de integrarse en aquellos países avanzados. Además, hay que tener en cuenta el trauma de las familias, pues la mayor parte de ellos emigró dejando aquí a sus familias, que se sostenían con escasos ingresos.
Migraciones Modernas o Actuales
Entre 1995 y 2007, debido al impulso de la globalización y a un desarrollo económico coyuntural, España se convirtió en un país de inmigración. Vinieron a España comunitarios, una población de edad avanzada buscando un mayor nivel de vida, ya que las pensiones tiraban más en España por el menor coste que en Gran Bretaña o Alemania. Había ya aquí buenos servicios y un clima más favorable. Los extracomunitarios, en cambio, venían buscando un trabajo no cualificado que los españoles no querían realizar o que ellos estaban dispuestos a hacer en peores condiciones. Estos inmigrantes procedían de los cuatro continentes: de África, de América (sobre todo de Ecuador y Argentina), de Asia (sobre todo chinos) y de los países pobres de Europa, como el caso de los rumanos. Se trata de una migración muy diversa y, en gran medida, ilegal.
Las consecuencias, otra vez, son contradictorias. Por un lado, benefician subiendo las tasas de natalidad y, por otra parte, han aportado ingresos a la Seguridad Social, siendo menores los servicios consumidos. También son negativas, pues aumentan los desequilibrios territoriales en la distribución de la población, ya que acuden en masa solo a las grandes ciudades, que son las que concentran el trabajo. Además, el principal problema es el sociocultural: esta migración masiva es de difícil asimilación, viven en guetos de personas inadaptadas y crean necesariamente conflictos; hace retroceder involuntariamente los valores que integran la sociedad española en una época ya de por sí de escasa cohesión social, aumentando el proceso de desnacionalización.
Hoy en día, las últimas tendencias son de nuevo a la emigración, pero de personas jóvenes y cualificadas sin futuro en España. De persistir la crisis, lo que hoy es una tendencia podría convertirse en una corriente emigratoria muy dañina para el país. Ya en 2012, el saldo migratorio resultó desfavorable.
Estructura de la Población
La estructura de la población es progresiva y alarmante. Por sexos, hay más mujeres que hombres debido al envejecimiento. Por actividad, la población activa subió por el incremento masivo de la mujer al trabajo, pero hay una tasa de paro del 25% de la población total. Cerca de las tres cuartas partes de la población activa trabajan en el sector terciario. Pero al no haber una industria fuerte, no hay un predominio claro de los servicios modernos y avanzados, con lo que el trabajo es de poca calidad.