La erupción reciente en la Isla de La Palma, iniciada el 19 de septiembre de 2021 y extendida durante 85 días, dejó un profundo impacto en el paisaje, la sociedad y la economía local. En la imagen podemos observar un paisaje volcánico característico. En el primer plano, destacan pinos canarios quemados por la erupción, pero que ya comienzan a rebrotar, mostrando la capacidad de regeneración de esta especie. En el segundo plano se observa el cono volcánico y su cráter, formado como resultado de la actividad eruptiva, mientras que en el fondo vemos el cielo que enmarca este entorno transformado.
La erupción dio lugar a un cono volcánico de 200 metros de altura y a una extensa emisión de materiales volcánicos. En total, se registraron 219 millones de metros cúbicos de material expulsado, de los cuales 10 millones correspondieron a cenizas y el resto a lava. Esta lava cubrió aproximadamente 1200 hectáreas de terreno, llegando al mar y formando una fajana de 43 hectáreas, que es una plataforma costera creada por el enfriamiento de la lava en contacto con el agua. La columna eruptiva alcanzó una altura máxima de 8,5 kilómetros, y la fuerza destructiva de la erupción afectó a 1345 viviendas, 74 kilómetros de carreteras, y a más de 7000 personas. Una persona perdió la vida debido a una imprudencia.
La actividad del Volcán de Tajogaite, situado en una región volcánica activa, destacó por ser de tipo fisural, lo que significa que la erupción se produjo a lo largo de una fractura en la cordillera de Cumbre Vieja, permitiendo que el magma surgiera a través de varias bocas eruptivas. Durante este evento, se alternaron fases eruptivas de carácter hawaiano, caracterizadas por flujos de lava fluidos, y fases estrombolianas, que producen explosiones más violentas y emisiones de piroclastos, lo que contribuyó significativamente a los cambios en la geomorfología y topografía del entorno.
El impacto de esta erupción fue devastador, afectando profundamente los asentamientos humanos, el ecosistema, la agricultura y la infraestructura. Sin embargo, la ceniza volcánica ha fertilizado el suelo, favoreciendo la regeneración de algunas especies como el pino canario, que ha comenzado a reverdecer gracias a su resistencia al fuego, su dura corteza y su capacidad para rebrotar incluso después de eventos tan extremos. Además, el suelo quedó cubierto de «lava lapilli» o «picón», pequeños fragmentos de piroclastos que pueden ser reutilizados en la construcción, infraestructura y agricultura.
El clima subtropical de las Islas Canarias, y particularmente el de La Palma, contribuye a la dinámica de recuperación del ecosistema. La isla experimenta variaciones climáticas según la altitud: hasta los 200 metros, las temperaturas son estables en torno a los 20 °C, mientras que por encima de los 500 metros, las amplitudes térmicas son mayores. Las lluvias son más abundantes que en otras islas debido a las borrascas atlánticas, lo que favorece el crecimiento de la vegetación, aunque también puede incrementar la escorrentía sobre las coladas de lava. A pesar de las pérdidas humanas, materiales y económicas, la erupción ha dado lugar a iniciativas para reactivar la economía local, como el geoturismo, que busca atraer visitantes interesados en conocer los paisajes volcánicos y aprender sobre los efectos de la erupción. El Gobierno Canario ha implementado bonos turísticos y proyectos para aprovechar la energía geotérmica y cultivar en suelos enriquecidos por la ceniza. La huella del Volcán de Tajogaite forma parte del geopatrimonio de las Islas Canarias, y su recuperación, tanto material como emocional, requerirá tiempo, esfuerzo y una gestión respetuosa hacia las víctimas y el nuevo paisaje generado.
Estamos ante un paisaje transformado por la actividad humana, ya que se observa ganadería porcina extensiva alimentándose en un terreno llano bajo la sombra de los árboles. Esto evidencia que nos encontramos en un paisaje rural modificado.
En lo que respecta a la agricultura, esta se centra en la producción de forraje o alimento para el ganado, en este caso, los cerdos. Se observan pastizales y árboles con troncos robustos y copas amplias. Estos árboles son encinas, con hojas perennes que se adaptan bien a climas extremos. Las encinas producen bellotas, que constituyen el alimento principal de los cerdos. Por lo tanto, estamos hablando de una agricultura extensiva y ecológica. Además, no se identifican sistemas de riego, lo que sugiere que se trata de una agricultura de secano.
El terreno es prácticamente plano y no se aprecian límites parcelarios, lo que indica que estamos ante campos abiertos destinados a la actividad agraria. Este espacio agrario se denomina dehesa, que se distingue por:
- Un bosque disperso, predominantemente de encinas.
- Presencia de pastizales y matorrales en el sotobosque.
- Ganado porcino que se alimenta de bellotas y pasto.
La ganadería porcina tiene un gran valor para la elaboración de jamón ibérico y diversos embutidos, que se destinan tanto al autoconsumo como a la comercialización.
Este tipo de paisaje es típico de la zona central de la península, especialmente en Extremadura, una región con clima mediterráneo continental. Este clima se caracteriza por inviernos fríos y húmedos, así como veranos secos y muy calurosos, lo que da lugar a una vegetación adaptada a estas condiciones climáticas.
Comentario sobre el perfil ideal de la vegetación de Canarias
El bloque-diagrama que se nos presenta constituye, a su vez, el perfil ideal de la vegetación de Canarias. Muestra la sucesión de las formaciones vegetales en función de la altura. Dividiremos el comentario en dos apartados, en primer lugar, analizaremos los factores causantes y, en segundo, los pisos de vegetación que podemos distinguir.
Entre los factores a destacar debemos tener en cuenta la situación latitudinal de las Islas Canarias, cuestión que determina otros dos factores clave: el régimen de vientos, con predominio del aliseo, y los caracteres climáticos, con un régimen de precipitaciones muy escaso e irregular y unas temperaturas cálidas todo el año.
No obstante, al igual que en la mayoría de paisajes vegetales de montaña, la altitud (y por tanto, el relieve) es el elemento fundamental para comprender y analizar la vegetación canaria, que vamos a describir diferenciando los siguientes pisos de vegetación.
Pisos de vegetación
El piso basal, desde el nivel del mar hasta los 300-500 metros, está marcado por la aridez. En él predominan los matorrales ralos y ásperos, como el cardón y la tabaiba.
El piso intermedio, entre los 200 y los 800 metros, está condicionado por el descenso térmico y el aumento de la humedad, lo que permite el crecimiento de especies como la palmera, el drago y la sabina.
El piso termocanario se sitúa entre los 800 y los 1200 metros. La vegetación se adapta a las nieblas causadas por el alisio, al mayor refrescamiento y a la menor insolación. Está constituido por dos originales formaciones boscosas:
- El bosque de laurisilva, muy denso y compuesto por más de 20 especies. En condiciones naturales, puede alcanzar los 20 metros de altura y su dosel cerrado apenas deja penetrar la luz, favoreciendo helechos y musgos en el sotobosque. Enriquece el suelo con materia orgánica y ha sido fuente de combustible para la población, reduciendo su extensión.
- El fayal-brezal, resultado de la degradación de la laurisilva por la acción humana.
El piso canario, entre el termocanario y los 2200 metros, está dominado por el bosque de coníferas. Su especie principal es el pino canario, que, al quedar fuera del mar de nubes, debe adaptarse a condiciones de aridez y frío. En las zonas más altas pueden hallarse otras especies, como el cedro canario.
El piso supracanario, por encima de los 2200 metros, solo está presente en Tenerife y La Palma. Se caracteriza por una acusada desnudez, con matorrales dispersos, pero de gran riqueza florística, como la violeta del Teide.
A pesar de que no se aprecian en la imagen de forma específica, destacamos por su relevancia la presencia de endemismos (formaciones vegetales propias y exclusivas) y reliquias (vegetación que ocupó grandes extensiones en otras épocas geológicas y que se ha refugiado en enclaves muy reducidos).