El estudio de la población
Para estudiar la población de un territorio no basta con conocer su número de habitantes. Tenemos que saber otros muchos datos:
La natalidad
La natalidad es el número de nacimientos registrados en un lugar durante un periodo de tiempo determinado. Se mide con la tasa bruta de natalidad (Tbn).
La tasa de natalidad mundial ha descendido desde la segunda mitad del siglo XX. En la actualidad, se sitúa en torno al 20‰, si bien hay grandes diferencias entre los países según su nivel de desarrollo.
La natalidad está relacionada con la fecundidad, que es una estimación del número medio de hijos que pueda tener cada mujer. Se mide con la tasa de fecundidad (Tf).
La tasa de fecundidad mundial ha descendido bruscamente en los últimos años, sobre todo en los países desarrollados (1,7 hijos por mujer). La tasa de fecundidad permite saber si está asegurado el relevo generacional. Para que esto suceda, el valor mínimo debe ser 2,1 hijos por mujer.
La mortalidad
La mortalidad es el número de defunciones que se producen en un lugar en un periodo determinado. Se mide con la tasa bruta de mortalidad (Tbm).
La tasa de mortalidad se ha reducido significativamente desde comienzos del siglo XX. Hoy en día se sitúa en torno al 8‰, aunque con contrastes entre unos países y otros.
El descenso de la mortalidad ha favorecido un aumento en la esperanza de vida, que es el promedio de años que se estima que puede vivir una persona. En la actualidad, la esperanza media de vida en el mundo es de unos 70 años. No obstante, hay diferencias entre hombres y mujeres, así como entre países.
El crecimiento de la población
El crecimiento natural o vegetativo es la diferencia entre los nacimientos y las defunciones. Si en un lugar mueren más personas de las que nacen, la población desciende, y viceversa.
El crecimiento natural se mide con la tasa de crecimiento natural o vegetativo (Tcv). Se considera alta cuando se sitúa por encima del 2%, y baja cuando se encuentra por debajo del 1%. En la actualidad, la tasa de crecimiento natural mundial está en torno al 1,2%, aunque hay fuertes contrastes entre países.
Pero para conocer el crecimiento real de una población es necesario tener en cuenta también su saldo migratorio, es decir, la diferencia entre el número de inmigrantes y el de emigrantes en un periodo determinado.
La densidad de población
Si queremos saber si un territorio está muy poblado o poco poblado no solo hay que tener en cuenta el número total de sus habitantes. Se debe analizar la densidad de población, que es la relación entre el número de habitantes y la superficie que tiene ese territorio.
Si en un territorio pequeño viven muchas personas, la densidad de población es elevada; pero si esa misma cantidad de personas vive en un territorio muy extenso, la densidad de población es baja.
La estructura de la población
Por último, hay que conocer la estructura de la población por edad y sexo para poder realizar un estudio demográfico completo:
- Por edad, la población se clasifica en tres grandes grupos: jóvenes (0-14 años), adultos (15-64 años) y ancianos (65 y más años).
- Por sexo, la población se organiza en hombres y mujeres.
La evolución de la población mundial
Hasta el siglo XIX, la población mundial creció lentamente como consecuencia de unas tasas de natalidad y mortalidad elevadas. Desde comienzos del siglo XIX, el crecimiento demográfico se aceleró. El siglo XX fue el periodo de crecimiento más intenso; por eso, hablamos de explosión demográfica. Hoy, la población mundial ronda los 7.000 millones de habitantes y se prevé que en 2050 supere los 9.000.
Las tendencias demográficas actuales
Las tendencias de los principales indicadores demográficos son:
- La natalidad es cada vez más baja en todos los países.
- La fecundidad se ha reducido de 5 hijos por mujer en 1950 a 2,5 en 2013. Esta disminución ha sido más acusada en las regiones más desarrolladas, donde la tasa ha pasado de 2,8 a 1,7 hijos por mujer.
- La mortalidad ha descendido en todo el mundo en las últimas décadas, pero en los países más envejecidos esta tasa comenzará a crecer.
- La esperanza de vida es mayor por los avances en medicina, nutrición e higiene. Si en 1950 la esperanza de vida de los hombres era de 46,7 años y la de las mujeres de 48,7, en 2012 fue de 68,1 años para los hombres y de 72,6 para las mujeres.
Pero hay grandes diferencias entre unas regiones y otras del mundo.
Regiones con un crecimiento débil
Los países desarrollados presentan un crecimiento demográfico débil, en torno al 0,2%. Algunos países tienen incluso un crecimiento negativo, es decir, pierden población. Es el caso de Alemania.
Las razones del reducido crecimiento demográfico son la baja mortalidad y, sobre todo, el rápido descenso de la natalidad (11‰), que se explica por diversos factores:
- La progresiva incorporación de la mujer al mercado laboral y la dificultad para compatibilizar el trabajo con el cuidado de los hijos.
- La difusión de métodos anticonceptivos.
- El retraso en la edad de formar una familia y de tener el primer hijo.
- El alto coste económico que conlleva el mantenimiento de la prole.
- El cambio de los valores sociales.
Las bajas tasas de natalidad, unidas a la elevada esperanza de vida, son las principales causas del envejecimiento de la población de estas regiones.
Los países en desarrollo se van incorporando poco a poco a la dinámica demográfica de las regiones desarrolladas, pues están viendo descender rápidamente el número de nacimientos.
Regiones demográficamente dinámicas
Los países menos desarrollados presentan una demografía más dinámica. El crecimiento natural se sitúa en torno al 2%, incluso algunos superan el 3%, como Níger o Liberia. A lo largo del siglo XXI, África, donde se localizan muchos de estos países, será el continente con mayor crecimiento demográfico.
Las razones del crecimiento de la población son el descenso de la mortalidad, como consecuencia de las mejoras sanitarias e higiénicas, que se han conseguido en parte gracias a la ayuda de los países desarrollados; y, sobre todo, a la natalidad elevada (34‰).
Las altas tasas de natalidad son consecuencia de varios factores:
- La mayoría de la población vive de la agricultura, por lo que el trabajo de los hijos es indispensable para las familias.
- La elevada mortalidad infantil hace que las mujeres tengan más hijos, pues saben que muchos morirán.
- El peso de la religión y el hecho de que muchas religiones rechazan el uso de métodos anticonceptivos.
Las tasas de fecundidad son también altas, pero con fuertes contrastes entre los países. Aquellos que han desarrollado estrictas políticas de control de la natalidad presentan tasas inferiores a 3 hijos por mujer. Otros, en cambio, superan los 5 hijos por mujer.
La esperanza de vida es baja. En algunos Estados africanos no sobrepasa los 50 años, debido a que muchas personas no tienen acceso a la atención sanitaria y al agua potable, y porque sufren malnutrición y prolongados conflictos bélicos.
Como conclusión de todo lo anteriormente señalado, se puede indicar que estas regiones tienen una población joven.
Un mundo cada vez más envejecido
El rápido proceso de envejecimiento
Según datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud), entre 2000 y 2050 la población mayor de 60 años se duplicará en el mundo y pasará del 11% al 22%. Además, para 2050, el 80% de las personas mayores vivirá en países de ingresos medios y bajos.
- Actualmente, los países desarrollados presentan una esperanza de vida elevada (78 años). Este factor, unido a una tasa de natalidad baja, hace que tengan una población envejecida, pues 17 de cada 100 habitantes tienen 65 o más años, un porcentaje superior al de la población menor de 15 años y que aumenta más rápido que el de esta.
- En los países en desarrollo empieza a producirse también esta tendencia al envejecimiento demográfico, pues han comenzado a descender sus tasas de natalidad.
- En los países menos desarrollados, en cambio, la esperanza de vida es más baja. Además, la tasa de natalidad en las regiones más pobres continúa siendo alta. Como consecuencia, hoy tienen todavía una población joven, ya que solo un 3% de sus habitantes supera los 65 años.
¿Por qué las sociedades envejecen?
Las sociedades envejecen, principalmente, como consecuencia de dos factores:
- La disminución de la tasa de fecundidad. El número de hijos por mujer ha descendido en todo el mundo, pero este descenso ha sido más rápido en las regiones desarrolladas, en las que no se produce el relevo generacional.
- El aumento de la esperanza de vida. Las personas viven más años que a mediados del siglo XX. Esto se debe, sobre todo, a los avances de la medicina y a las mejoras en la alimentación, la higiene y las condiciones laborales.
Los problemas de una población envejecida
El envejecimiento de la población provoca unos retos que deben afrontar los países afectados:
- En algunos países no se producirá el relevo generacional y la población comenzará a disminuir progresivamente. También cambiará la estructura familiar y predominarán los hogares sin hijos.
- Aumento de los gastos estatales. Los Gobiernos tendrán que destinar un mayor presupuesto a cubrir los gastos sanitarios, a crear centros de atención para personas mayores y a pensiones.
- Ralentización del crecimiento económico. En general, las personas mayores perciben menores ingresos que cuando trabajaban y tienden a ser más ahorradoras. Si el ahorro es excesivo, el consumo se reduce y se frena el crecimiento económico.
- Nueva localización de los mercados de consumo. En los países jóvenes habrá una mayor demanda de bienes duraderos y de servicios educativos, mientras que en los países envejecidos aumentará la demanda de servicios sanitarios y de ocio.
Las migraciones: factores y tendencias
Los movimientos migratorios son los desplazamientos que la población realiza desde un lugar de origen a otro de destino por motivos no de ocio y que suponen un cambio de residencia. La persona que se marcha de su lugar de residencia es un emigrante y la que llega de fuera a un lugar es un inmigrante.
Las migraciones se pueden clasificar en diferentes tipos:
- Temporales o definitivas. Dependen de la duración del desplazamiento: un periodo determinado de tiempo o para siempre.
- Interiores o internacionales. Según si los desplazamientos se realizan dentro del propio país o a otro país distinto.
- Voluntarias o forzadas. Los desplazamientos pueden ser libres para mejorar las condiciones económicas, laborales, etc., u obligados porque peligra la libertad e incluso la vida de la persona.
Los factores de las migraciones
Los motivos para emigrar son muy variados:
- Económicos. Los principales motivos de este tipo son la falta de empleo y las malas condiciones laborales o salariales.
- Sociales. Muchos emigrantes buscan una mejor sanidad, educación…
- Políticos o religiosos. Muchas personas se ven obligadas a dejar su país por guerras o persecuciones ideológicas, religiosas o étnicas; este es el caso de los refugiados.
- Catástrofes naturales. Los terremotos, las inundaciones, las sequías prolongadas… motivan los desplazamientos hacia otros lugares.
Rasgos de los flujos migratorios internacionales
Las características de las migraciones actuales son las siguientes:
- La población que emigra suele ser joven y tanto hombres como mujeres, pero hay diferencias entre regiones.
- La población que tiene escasa o nula formación realiza en los países a los que llega aquellos trabajos que la población local no está dispuesta a hacer, por ser duros o mal remunerados. Sin embargo, los inmigrantes con cierta cualificación o estudios superiores tienen acceso a trabajos mejor remunerados.
- La mayoría de los desplazamientos se produce entre países próximos o con una cultura semejante y, en menor medida, desde países desarrollados a países pobres.
En los últimos años, como consecuencia de la crisis, han aumentado las migraciones desde países desarrollados hacia países en desarrollo.
Las consecuencias de una migración masiva
Los desplazamientos de la población no afectan por igual a todos los territorios, y tienen efectos positivos y negativos tanto en los países de origen como en los de destino. Las consecuencias de las migraciones son de diversa índole:
- Demográficas. Como emigran personas jóvenes y adultas, las zonas de salida envejecen, mientras que las de llegada rejuvenecen.
- Económicas. El paro desciende en los países emisores de población y estos reciben divisas (moneda extranjera) de los emigrantes. Los países receptores acogen nueva mano de obra que puede contribuir con sus impuestos a financiar las pensiones y los servicios sociales, pero también puede hacer que aumente el desempleo.
- Sociológicas. Muchos inmigrantes sufren problemas de desarraigo y falta de adaptación e integración en los países de llegada, a los que se suman conductas racistas y xenófobas en los países receptores y la aparición de mafias que controlan la inmigración ilegal.
- Culturales. La llegada de personas de otros lugares favorece los contactos e intercambios culturales, de experiencias y conocimientos, que enriquecen a los países receptores.
- Medioambientales. En las ciudades cuya población crece rápidamente, aumenta la contaminación atmosférica, el ruido, los problemas de abastecimiento, el deterioro de algunos barrios…
Las migraciones: origen y destino
Los movimientos migratorios han sido una constante a lo largo de la historia. En la actualidad, el desarrollo de los transportes y el avance de las comunicaciones han favorecido que aumente el número de migraciones.
En 2013, más de 230 millones de personas vivían en un país extranjero, y más de 700 millones lo hacían en otro territorio dentro de su país natal. El mayor incentivo en las migraciones tanto internacionales como nacionales es el económico.
Las migraciones presentan características diferentes según el grado de desarrollo de los países.
Países desarrollados
Los inmigrantes que llegan a estos países son, fundamentalmente, personas poco o nada cualificadas que realizan trabajos que no quiere la población local, y jubilados procedentes de otros países, que tienen un buen nivel de vida y se desplazan a lugares con mejores condiciones climáticas, económicas y sanitarias.
Sin embargo, en periodos de crisis los países desarrollados se convierten también en emisores de población. Sobre todo emigran las nuevas generaciones que tienen una formación elevada y que, o no encuentran trabajo, o tienen empleos poco remunerados.
Países en desarrollo y menos desarrollados
En estos países el principal movimiento migratorio es el éxodo rural, es decir, los desplazamientos de población del campo a las ciudades.
Los campesinos emigran por las malas condiciones de vida en el medio rural y por la falta de trabajo. Estas migraciones provocan un crecimiento muy rápido de las ciudades.
Tradicionalmente, también han sido países con mucha población que emigraba al extranjero. Hoy, la tendencia está cambiando y son los países en desarrollo los que se están convirtiendo en receptores de inmigrantes. Especialmente llega mano de obra cualificada, muy necesaria para su desarrollo económico. El 43,1% de los movimientos migratorios se realiza entre países en desarrollo.
La población en Europa
Europa ha sido uno de los continentes más poblados históricamente. A lo largo del siglo XIX y hasta 1970 experimentó un fuerte crecimiento de población. A partir de 1970 el crecimiento comenzó a disminuir, y en las últimas décadas prácticamente se ha estancado.
En la actualidad, en Europa viven más de 740 millones de personas; unos 507 millones en la Unión Europea. Esta población se distribuye de manera muy desigual.
Problemas comunes
Aunque hay diferencias entre los países, se dan una serie de problemas, derivados de factores demográficos, que afectan a todos ellos:
- La tasa de crecimiento natural es del 0%, como consecuencia de unas bajas tasas de natalidad (11‰) y de mortalidad (11‰). La tasa de mortalidad está creciendo en los últimos años debido al envejecimiento de la población.
- Se está produciendo un descenso en la tasa de fecundidad, que se sitúa en 1,5 hijos por mujer.
- La esperanza de vida es alta, en torno a los 77 años, y cerca de los 80 años en la Unión Europea. El aumento de la esperanza de vida y la menor fecundidad está provocando un envejecimiento de la población. El 16% de los habitantes de Europa tiene 65 o más años, un porcentaje que se eleva hasta el 18% en la Unión Europea.
Las migraciones en la Unión Europea
A lo largo del siglo XIX, la industrialización provocó un éxodo rural masivo y un extraordinario crecimiento de las ciudades europeas. También en ese siglo y durante el primer tercio del siguiente, unos 50 millones de europeos emigraron fuera del continente, principalmente a Estados Unidos.
Durante los años cincuenta y sesenta del siglo XX se produjeron importantes migraciones dentro del territorio comunitario, desde las regiones menos desarrolladas hacia las más ricas. La crisis mundial de 1973 frenó estos desplazamientos y muchos emigrantes retornaron a sus lugares de origen.
En el siglo actual, la crisis iniciada en 2007 ha obligado a muchos ciudadanos de los países más afectados a emigrar en busca de trabajo. Pero el saldo migratorio de la UE es positivo.
La Unión Europea acoge a una numerosa población extracomunitaria; de hecho, su crecimiento demográfico se debe básicamente a ella. Algunos Estados miembros han endurecido recientemente sus políticas de inmigración para restringir la entrada de trabajadores, sobre todo no cualificados.
Tendencias demográficas en España
Una sociedad cada vez más envejecida
A comienzos del año 2014, España contaba con una población de 46,5 millones de habitantes.
El descenso de la natalidad y la elevada esperanza de vida (83 años), una de las más altas del mundo, están provocando un progresivo envejecimiento de la población, que tendrá importantes consecuencias a nivel económico, social y cultural.
Desde 2012, España pierde población debido a un saldo migratorio negativo, que no es compensado por el crecimiento natural. Se prevé que este descenso demográfico continúe en los próximos años hasta los 44,1 millones de habitantes en 2023.
Este envejecimiento comenzó a notarse a finales de la década de 1980. Hoy, el porcentaje de mayores de 64 años se aproxima al 18%, frente al 15% de la población menor de 15 años. Esta tendencia se mantendrá en el futuro.
La población española se distribuye de forma desigual por el territorio. La densidad media es de 92 hab./km², pero hay grandes diferencias entre los territorios.
Los flujos demográficos
En general, el interior peninsular presenta las densidades de población más bajas y, en particular, las Comunidades Autónomas de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura y Aragón. Por el contrario, la zona litoral, los archipiélagos balear y canario, Ceuta, Melilla y, sobre todo, la Comunidad de Madrid, están densamente pobladas.
Tradicionalmente, España ha sido un país de emigrantes. Las últimas salidas masivas de españoles se produjeron en las décadas de 1950 y 1960. Con la crisis de 1973, muchos volvieron, y a finales del siglo XX la tendencia cambió: España se convirtió en un país receptor de inmigrantes.
Sin embargo, desde 2010 la inmigración se ha frenado como consecuencia de la crisis económica. La falta de empleo ha provocado que vengan menos extranjeros y que muchos inmigrantes regresen a sus países de origen. Por el mismo motivo, ha aumentado la emigración de españoles (sobre todo, de jóvenes cualificados) a otros países en busca de trabajo.
Un reto: alcanzar el relevo generacional
El crecimiento natural de la población española es muy bajo, no llega al 0,1%, pues las tasas de natalidad y de mortalidad son, asimismo, bajas: 9,1‰ y 8,3‰, respectivamente. Sin embargo, cabe señalar que existen importantes contrastes entre los territorios.
Como resultado, el saldo migratorio en España fue negativo en 2013 (-256.849 personas) y responsable de la pérdida de población de nuestro país.
En los próximos años, la natalidad seguirá descendiendo. A las causas comunes de los países desarrollados, hay que añadir el menor número de mujeres en edad fértil (15-49 años). Esto obedece, por un lado, a que llegan a este grupo de edad generaciones menos numerosas; y, por otro lado, a las migraciones.