Hace unos 5000 millones de años, los materiales de la nebulosa comenzaron a agitarse e interactuar debido a la onda de choque producida por la explosión de una estrella cercana. Como consecuencia, la mayor parte de la materia se condensó y comenzó a concentrarse en la parte central del futuro sistema. La enorme fuerza gravitatoria de esta masa central la comprimió y calentó hasta que su núcleo alcanzó suficiente temperatura como para iniciar las reacciones termonucleares. Fue el nacimiento del Sol. Las intensas emisiones solares soplaron hacia el espacio una buena cantidad de materia. El resto permaneció girando alrededor de la joven estrella hasta formar un disco aplanado. En este, los materiales más densos se dispusieron más cerca del centro. Después, en el seno del disco de materia aparecieron concentraciones llamadas planetesimales que se dispusieron en órbitas alrededor del Sol y que comenzaron a colisionar entre sí. Así, los planetesimales fueron el germen de los futuros planetas. Los planetas que se formaron cerca del Sol, a partir de materia más densa, originaron planetas rocosos; los que se condensaron más lejos del Sol, con materiales ligeros, se convirtieron en planetas gaseosos. Posteriormente, los planetas se enfriaron y crearon una atmósfera con gases liberados, que solo quedaron retenidos en los planetas que presentaban una gravedad importante.
Formación de las Estrellas
Las estrellas se forman a partir de una nebulosa compuesta por H y He, la cual se fragmenta en glóbulos pequeños que giran alrededor de un eje, con lo que la masa del glóbulo se compacta, formándose así la protoestrella. Según sea la masa inicial, se distinguen dos casos:
Estrellas de Tamaño Mediano (como el Sol)
En estrellas de tamaño mediano como el Sol, la masa de la protoestrella continúa compactándose. El aumento de la densidad favorece las colisiones entre átomos de hidrógeno, con lo que aumenta la temperatura, que permite la fusión de átomos de H para formar helio, emitiéndose así gran cantidad de energía, que se elimina en forma de calor, aumentando la temperatura superficial de la estrella, y en forma de luz. Se dice entonces que la estrella se ha encendido. Cuando todo el hidrógeno del núcleo de la estrella se consume, formando helio, las reacciones de fusión se desplazan hacia la periferia, y la superficie de la estrella aumenta de tamaño y se produce un aumento de la energía, transformándose la estrella inicial de tamaño mediano y color amarillo en una estrella tipo gigante roja. Mientras, en el interior, el núcleo de helio continúa compactándose hasta alcanzar la temperatura crítica que permite la fusión del helio para formar carbono. Se libera entonces una enorme cantidad de energía que hace que la estrella se hinche y se vuelva inestable. Luego, sus capas externas se desprenden, formando un anillo de humo estelar, conocido como nebulosa planetaria. En el interior, continúa la fusión del helio, dando lugar a carbono, originándose una enana blanca. Cuando acaban las reacciones de fusión de helio, la estrella, conteniendo carbono, se enfría lentamente hasta apagarse, originándose finalmente una estrella de carbono, llamada enana negra.
Estrellas Masivas
En las estrellas más masivas que el Sol, el proceso de encendido es igual, pero su evolución pasa por un mayor número de etapas. Estas estrellas emiten inicialmente una luz intensa y azulada, presentando una alta temperatura superficial; son las llamadas estrellas azules. Cuando estas estrellas consumen todo el H contenido en su núcleo, se hinchan y se convierten en estrellas más grandes y con menos temperatura superficial, llamadas supergigantes rojas. En estas estrellas, el hidrógeno del exterior se transforma en helio. En esta etapa, la estrella se hincha de nuevo, consiguiendo tamaños mayores que en la etapa anterior; su color es rojo y su temperatura alcanza los 2000ºC. Son las llamadas estrellas rojas de carbono. Como la cantidad de carbono acumulado en el núcleo es enorme, este se compacta y fusiona al alcanzar 2000 millones de grados. Hacia el interior de la estrella, se van formando otros elementos. En este punto, la secuencia de fusión se detiene, ya que el hierro es el elemento más fuertemente ligado. La estrella adopta entonces una estructura en capas. Cuando solo hay hierro en el centro, pero sin posibilidad de encenderse, se produce la implosión. En este momento, toda la materia del interior consiste en neutrones. El interior de la estrella ya no puede contraerse más y la caída de materia a velocidades del orden de la cuarta parte de la luz se detiene de golpe, produciendo un rebote. Como consecuencia de la implosión y de la explosión, se libera gran cantidad de energía, que es el origen de los rayos cósmicos. La parte externa de la estrella explota, convirtiéndose en una supernova.
Púlsares
Son estrellas de neutrones con su materia muy concentrada y que giran a una gran velocidad sobre sí mismos. El campo magnético de la estrella crea unas corrientes eléctricas y magnéticas en esa materia que la hace lanzar emisiones electromagnéticas por sus polos.
Agujeros Negros
Son puntos de masa infinita, muy concentrada y con una fuerza de la gravedad tan fuerte que ni siquiera la luz puede salir de él. Cualquier objeto cercano a él es atrapado en un remolino hasta ser tragado.