Introducción a los Factores Geográficos en el Desarrollo Económico de España
Siempre se ha dicho que las sociedades no pueden deshacerse de su pasado. Eso mismo le pasó a España con su pasado imperial del que trató de librarse para así poder modernizarse. Además del pasado, las sociedades también están unidas a sus propios condicionantes. En España, estos condicionantes son los del medio físico que insistían en perjudicar el desarrollo agrícola. Para entender el desarrollo económico de España en el pasado, tenemos que conocer la historia previa y las características básicas de ese medio natural. Una introducción a estos conocimientos es lo que nos proporciona esta lectura. Se centrará en los factores geográficos, dejando de lado grandes acontecimientos, solo se hará referencia a los que han podido tener influencia decisiva en el desarrollo económico.
Para contextualizar y así comprender el desarrollo económico, se analizan las características del medio físico. Éste siempre ha condicionado el grado de prosperidad de las economías de los diferentes países. No es el único condicionante, ya que encontramos una gran diversidad de países pobres con grandes fuentes de recursos naturales, así como países ricos que se han visto en la obligación de recurrir a otras alternativas por la falta de medios naturales. Es cuestión de saber aprovechar lo que uno tiene; el poseer recursos o tener posibilidad de desarrollo vendrá determinado por las características del medio natural.
Este análisis del medio físico exige tener en cuenta cinco aspectos:
La situación geográfica de la península Ibérica
La localización de España es muy característica. Hay dos tendencias: una al aislamiento y otra que estimula la relación con el exterior.
La tendencia al aislamiento viene dada a España por estar (excluyendo ciertas islas o países insulares) en el extremo más meridional y occidental de Europa. Esto produce que la relación con el continente europeo se vea afectada y, a consecuencia de eso, también el desarrollo económico y cultural de España se ve afectado. Hay que añadir problemas de comunicación y transporte con Europa debido a que el punto de unión está atravesado por una gran muralla natural, los Pirineos.
La estimulación con el exterior se debe a que la Península actúa como punto de unión entre dos continentes, Europa y África, como reflejan las oleadas de inmigrantes. Pero es que además España también une el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, lo que le ofrece una gran ventaja en cuestión de relaciones marítimas.
El relieve y las comunicaciones
El contraste con el relieve del territorio europeo -extensas llanuras a una altura próxima al nivel del mar- es absoluto. El territorio español se caracteriza por su gran complejidad orográfica y por un relieve muy abrupto y accidentado. Esta morfología dificulta la comunicación de España entre sus diferentes regiones y la de éstas con el exterior. La creación de vías de comunicación se ha visto también muy afectada por estas características del medio natural y, a consecuencia de esto, el movimiento de personas y bienes era muy lento y, sobre todo, muy costoso. Por este motivo, el mercado interior en España no se ha consolidado al mismo ritmo que en otros países europeos.
El clima y la hidrografía
Hay tres elementos climáticos que influyen en la posibilidad de explotación agraria del suelo: la temperatura, el grado de insolación y la pluviosidad. Este último es el más crítico, ya que la productividad agraria depende de la cantidad de lluvia, así como de su distribución a lo largo del año. En esto, España no es afortunada, ya que tres cuartos del territorio pertenecen a la llamada España seca -llueve poco, suele haber sequía en verano y la lluvia, muy irregular a lo largo del año, suele darse en forma de aguaceros-. El territorio agraciado en este aspecto -la lluvia es abundante y bien distribuida durante todo el año- se sitúa en el norte y abarca desde Galicia al País Vasco.
Se aprecian otra vez diferencias con Europa: la zona húmeda recibe lluvia uniformemente todo el año y en la Europa central se concentra en los meses más calurosos.
El grado de insolación y la temperatura condicionan la aridez del suelo. La nubosidad en la mayor parte de España es escasa, por lo que sube el grado de insolación y, en el interior, hay una gran amplitud térmica que hace que en verano la temperatura sea muy alta y en invierno muy baja. Esto ha beneficiado al turismo, pero también ha perjudicado gravemente la agricultura.
En lo referente a la hidrografía, cabe destacar que los ríos españoles no se han podido dedicar a fines agrícolas o de navegación como en otros países por sus características: son torrenciales, su lecho es angosto, su caudal escaso y muy variable… Pero el régimen hidrográfico español también tiene sus ventajas: se posee una buena dotación natural para la producción de electricidad de origen hidráulico.
El suelo y los aprovechamientos agrícolas
La falta de humedad que deriva de la combinación entre que llueva poco y que esa agua se evapore a causa de la temperatura y la altitud se denomina aridez y es el principal condicionante del suelo. Otra vez, España está en este tema al margen de Europa -donde su gran área fértil coincide con la gran llanura-. Este déficit de humedad causa una muy baja fertilidad natural, por lo que los rendimientos agrícolas españoles han sido y siguen siendo inferiores a los europeos. Los lugares que han sabido poner este condicionante de su parte se han pasado a cultivos arbóreos o arbustivos mediterráneos.
Riqueza y pobreza del subsuelo
Nuestro subsuelo poseía los minerales metálicos más demandados en la primera industrialización. En cambio, España ha carecido de los principales minerales de la segunda revolución industrial, así como del carbón que fue clave en la primera.
La morfología de España no ha favorecido la extracción minera, ésta siempre ha sido dificultosa y costosa. Al igual que el relieve del suelo, el subsuelo es muy accidentado y tortuoso: abundan los plegamientos y las fallas, por lo que las vetas de los minerales en explotación suelen ser verticales y fragmentadas. Como consecuencia de todo esto, los minerales contienen muchas impurezas y su extracción es complicada.
Como se aprecia, en España no todo el territorio está sometido a las mismas condiciones naturales y lo mismo pasa si nos comparamos con Europa. Desde la litología se distinguen diferentes tipos de formaciones rocosas y lo mismo ocurre con los demás condicionantes como el clima o la hidrografía, como bien señala la lectura.
Los avances tecnológicos han sido muy importantes y gracias a ellos las actividades económicas han evolucionado notable y rápidamente hasta el día de hoy: la agricultura se mecanizó, apareció la industrialización, mejoraron las redes de comunicación, descubrimos el sector terciario o servicios y, en general, nos globalizamos. Con el tiempo se ha ido buscando alternativas a los inconvenientes que se presentaban antiguamente y cada parte de España ha adaptado su desarrollo económico a los recursos naturales de los que disponía. Esto no quiere decir que los problemas se hayan solucionado definitivamente, ya que hoy en día seguimos luchando contra alguno de ellos, pero hay que saber adaptarse y sacarle partido a lo que uno tiene.
Cabe recordar que, junto a estos factores, son otros de mayor relevancia las verdaderas causas de las diferencias socioeconómicas de España, pongamos como ejemplo la ineficacia de las instituciones públicas o la política económica equivocada.