**TEMA Nº 3: Estructura Agraria en Bolivia**
**3.1. Introducción**
Al igual que muchos países de América Latina, Bolivia ha desarrollado una serie de ambiciosas reformas para mantener su estabilidad económica, ampliar su mercado y crecer sostenidamente. Las reformas empezaron en 1985 con la aprobación del Decreto Supremo 21060, que cambió el modelo de acumulación precedente por otro de corte neoliberal, donde los agentes privados se convirtieron en el eje central del proceso de desarrollo.
El éxito de las reformas para estabilizar la economía boliviana ha sido incuestionable. Los programas fiscales y monetarios utilizados han controlado las principales variables macroeconómicas, saneando una economía que estaba prácticamente en quiebra. Asimismo, las reformas han generado un entorno radicalmente opuesto al período precedente, modernizando el Estado, cambiando su rol productivo por uno regulador y asumiendo la deuda social que tenía con la población boliviana, sin descuidar los incentivos económicos que debía generar para establecer un entorno propicio para una mayor participación privada en la economía.
Sin embargo, la estabilidad y recuperación económica de Bolivia no han estado exentas de problemas. El costo social de las reformas se hizo evidente a lo largo de los 13 años, especialmente en el primer periodo de ajuste estructural después de la puesta en marcha de la Nueva Política Económica (NPE), donde miles de empleados del Estado fueron despedidos de su fuente de trabajo y las instituciones públicas quedaron sin capacidad para diseñar políticas sectoriales acordes a los nuevos fundamentos y principios establecidos por la NPE.
En este contexto de cambio, el rol del sector agropecuario fue ampliamente cuestionado por su poca contribución al crecimiento y el pobre desempeño sectorial. Asimismo, si bien los agentes privados se convirtieron en el eje central de la economía, el sector campesino quedó prácticamente desprotegido, sin capacidad de reaccionar a los diferentes estímulos del mercado y, sobre todo, sin capacidad para gestionar recursos para desarrollar su agricultura. En cambio, el sector agropecuario empresarial tuvo reacciones casi inmediatas, expandiendo la frontera agrícola en forma ascendente, produciendo diversos cultivos de exportación y estableciendo un modelo de desarrollo basado en la producción de oleaginosas.
En conjunto, las variables agregadas del sector agropecuario muestran desde la NPE un crecimiento positivo y, a veces, impresionante; sin embargo, las estadísticas económicas tienden a ocultar el desempeño de la agricultura campesina y, sobre todo, las restricciones impuestas por el modelo vigente a la gran mayoría de productores del campo.
Durante el período analizado (1985 a 1997), la gran mayoría de los productores pequeños han quedado prácticamente excluidos del proceso de desarrollo, con serios problemas para incorporarse a la dinámica del mercado. Por ello, el Gobierno de Bolivia emprendió en 1994 una serie de reformas estructurales complementarias a la de reactivación económica, denominadas de segunda generación, con la intención de revertir el proceso excluyente y establecer una distribución más equitativa de los recursos públicos a la población. En cambio, el desempeño del sector campesino ha sido muy variado, con algunos éxitos en materia de exportación y comercialización interna, pero con serias restricciones para desarrollar adecuadamente su actividad agrícola.
**3.2. Las Reformas Estructurales**
**A. Período de Crisis (1980 a 1985)**
Los desajustes ocurridos en el contexto internacional a fines de la década de los setenta, junto al elevado servicio de deuda externa contraída por Bolivia a principios de los ochenta, desencadenaron una profunda crisis económica durante el primer quinquenio de 1980. Sin embargo, la política económica durante el período no pudo estabilizar el mercado cambiario ni contener el déficit fiscal, generando un proceso hiperinflacionario con resultados desastrosos para la economía en su conjunto.
Con los niveles de inflación registrados durante el período, la economía no generó márgenes reales de ahorro y las inversiones, tanto públicas como privadas, decrecieron significativamente. Consecuentemente, se generó una dinámica de redistribución regresiva del ingreso, donde los trabajadores asalariados fueron afectados al disminuir considerablemente su poder de compra.
Hasta 1985, la economía estaba caracterizada por una excesiva injerencia estatal, con un enorme déficit fiscal, un crecimiento descontrolado de los precios y un aparato productivo con serias dificultades en su desenvolvimiento, como consecuencia de la especulación, el contrabando y el tipo de cambio sobrevaluado. Asimismo, apareció un mercado paralelo para la compra y venta del dólar norteamericano, cuyos precios no guardaban ninguna relación con los precios oficiales establecidos por el Banco Central; distorsión que desincentivó a los productores nacionales y, sobre todo, a los exportadores.
En síntesis, el período 1980 a 1985 muestra una distorsión de precios y gran inestabilidad y variabilidad de los mismos por el control administrativo ejercido, lo que generó mayor incertidumbre en la economía boliviana y, sobre todo, indecisión y contracción de las inversiones privadas en todas las ramas de actividad económica, incluyendo el sector agropecuario.
**B. Cambio de Modelo y Programa de Ajuste Estructural (1985 a 1989)**
A partir de agosto de 1985, se implementó la Nueva Política Económica (NPE) mediante el Decreto Supremo 21060. A través de este decreto, se ejecutaron una serie de rigurosas medidas correctivas enmarcadas dentro de un plan radical de estabilización de corte ortodoxo, que estableció las bases para un profundo cambio en la estructura de la economía boliviana.
Las medidas más importantes que caracterizaron a la NPE se las puede resumir de la siguiente manera: eliminación radical de los controles de precios y congelación de los salarios en el sector público, con negociación libre en el sector privado; eliminación de subsidios y subvenciones (excepto en hidrocarburos y algunos productos agropecuarios como el azúcar); establecimiento de precios de acuerdo al comportamiento real de las principales fuerzas del mercado y medidas de reducción arancelaria, con énfasis en la apertura al comercio internacional.
Las medidas adoptadas permitieron eliminar la hiperinflación radicalmente. Por otro lado, la fuerte carga del servicio de la deuda externa empezó a reducirse en 1986, mediante su renegociación en términos favorables para Bolivia.
Como resultado de las políticas monetarias y fiscales ejecutadas, se alcanzó un nivel considerable de estabilidad en el comportamiento de las variables macroeconómicas, posibilitando la creación de un entorno favorable para el crecimiento de la economía, con tasas reales positivas por encima del crecimiento demográfico a partir de 1987. Sin embargo, el control de la inflación y las medidas adoptadas en el modelo de apertura externa no favorecieron inmediatamente a los trabajadores y menos a los pequeños productores rurales. En el ámbito rural, la competencia de los productos importados aceleró el proceso migratorio, aumentando el desempleo en las ciudades y agudizando las condiciones de vida de la gran mayoría de los campesinos.
**C. Consolidación del Programa de Ajuste Estructural (1989 a 1993)**
Durante el período 1989 a 1993, continuaron persistiendo algunos desequilibrios macroeconómicos, pero en general el comportamiento de las principales variables fue estable. En este contexto, la nueva gestión gubernamental dedicó sus esfuerzos principalmente a dar continuidad al proceso de reforma estructural. Sin embargo, estas acciones repercutieron en el nivel general de precios e impidieron que la inflación disminuyera a cifras menores de un dígito. Este comportamiento se debió principalmente a un nuevo deterioro de los términos de intercambio, que implicó utilizar gran parte del aporte financiero externo para financiar el superávit de cuenta capital que equilibrara la balanza de pagos. Asimismo, existió en el período una disminución de la tasa de desempleo abierto, como efecto del crecimiento de las unidades económicas empresariales, pero, contradictoriamente, los salarios reales de la población esencialmente urbana disminuyeron, ocasionando un deterioro en el nivel de ingresos de los agentes económicos.
En el marco de la política económica, es importante destacar que durante este periodo se sentaron las bases para el proceso de privatización de las empresas públicas y la transferencia de activos del Estado, que posteriormente culminaría con el proceso de capitalización de las principales empresas públicas en Bolivia. Asimismo, se redefinió el papel de los fondos especiales del Estado como bancos de segundo piso.
Para completar estas medidas, en abril de 1993 se emitió la Ley de Bancos y Entidades Financieras, como la norma fundamental para regular las operaciones de intermediación financiera en el país. De igual manera, se emitió la Ley de Inversiones, a través de la cual se establece para la inversión extranjera los mismos derechos, deberes y garantías que las leyes otorgan a los inversionistas nacionales, además de eliminar todas las restricciones al ingreso y salida de capitales, garantizando un régimen de libertad cambiaria en el país.
En materia de comercio exterior, en 1989 se aprobó el protocolo de adhesión de Bolivia al Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT). En 1993, se promulgó la Ley de Desarrollo y Tratamiento Impositivo de las Exportaciones, que consolidó la libertad de exportación de bienes y servicios que no comprometan la seguridad del Estado ni el patrimonio nacional, y se generaron una serie de facilidades legales, administrativas y económicas con miras a promocionar y expandir las actividades productivas generadoras de divisas. Paralelamente, en 1992 el país decidió ingresar a una Zona de Libre Comercio en el marco de la Comunidad Andina de Naciones (CAN), con el propósito de expandir su mercado.
**D. La Segunda Generación de Reformas (1993 a 1997)**
Este período refleja un tiempo de recuperación de la economía, con tasas de crecimiento sostenidas del Producto Interno Bruto (PIB) de aproximadamente 4% anual. Asimismo, a pesar de los ajustes fiscales, los gastos per cápita aumentaron en términos reales a más del doble entre 1990 y 1996.
En este período, se consolida el retiro definitivo del Estado del sector productivo a través del proceso de capitalización de las principales empresas públicas. Este proceso de capitalización tuvo un impacto muy importante en cuanto al comportamiento de la cuenta capital en la balanza de pagos, pero no así en las perspectivas de ingresos del Estado, que asumió los pasivos de las empresas capitalizadas y eliminó las transferencias directas de recursos que estas empresas efectuaban por recaudaciones impositivas sobre utilidades. En este sentido, el proceso descentralizador en Bolivia comienza por la vía municipal, a diferencia de otras experiencias latinoamericanas (Cossio, 1997). Asimismo, la transferencia exclusiva de los impuestos sobre bienes inmuebles, vehículos y transferencias tiene también la finalidad de cubrir las nuevas funciones municipales de planificación, gestión y mantenimiento de infraestructura en las áreas de saneamiento, salud, educación, cultura, deporte, caminos vecinales y microrriego, que se extienden tanto al área urbana como rural. Asimismo, antes de iniciarse el proceso, el Gobierno Central decidía sobre el 75% de la inversión pública, mientras que actualmente, con las reformas establecidas, se decide sobre el 30%, lo que implica que el resto de las inversiones públicas están definidas por los gobiernos locales. Desde la puesta en marcha de la Ley de Participación Popular, más de 10.000 comunidades campesinas, 200 pueblos indígenas y 2.000 juntas vecinales se han constituido en organizaciones comunitarias de base. Ambos sectores son considerados claves para mejorar la productividad laboral en el campo y ciudades.
Sin embargo, estas medidas tienen un costo inicial muy alto en términos de una mayor dificultad en la ejecución de programas públicos en prefecturas y municipios de diferente desarrollo institucional. Asimismo, por las enormes limitaciones institucionales en los tres niveles de gobierno, está en riesgo la misma sostenibilidad financiera de muchos municipios, ya que sus inversiones son en su mayoría de tipo social, que no reportan nuevos recursos fiscales al municipio.
El proceso de descentralización por la vía municipal ha creado una serie de condiciones favorables para concertar políticas públicas y lograr que la gestión pública sea más eficiente, pero cabe establecer que este tipo de proceso tiene más bien el rol implícito de construir un Estado en la mayoría de los municipios. Por eso, el proceso de participación popular y descentralización administrativa en Bolivia no sólo implica rediseñar al Estado boliviano y sus instituciones, sino iniciar su construcción en el nivel local, y esto implica, a su vez, construir instituciones locales y desarrollar capacidad de gestión local, tarea doblemente difícil considerando las diversas características socioculturales de la población, el bajo nivel de instrucción de la población y la debilidad institucional en el ámbito nacional y local. En este sentido, la Reforma Educativa en curso constituye un marco ambicioso de respuesta a los distintos desafíos económicos, sociales y culturales del poco desarrollo humano en el país, canalizando recursos cada vez mayores hacia la educación básica, especialmente en el área rural, donde la escasa formación es una de las causantes principales de los bajos niveles de ingreso y de la pobreza en general.
Por último, la Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria, aprobada en 1996, establece un marco importante para lograr la seguridad de la tenencia de la tierra y mejorar el acceso a este factor por parte de campesinos empobrecidos y pueblos indígenas. Sin embargo, estas nuevas disposiciones legales van a tener un menor impacto en las tierras altas de Bolivia, por encontrarse en el área oriental los mayores problemas de inseguridad a la tenencia de la tierra.
**3.3. Desempeño de la Economía Boliviana (1980 a 1997)**
El Producto Interno Bruto boliviano ha crecido sostenidamente desde la puesta en marcha de la nueva política económica en los diferentes escenarios establecidos anteriormente, como el período de estabilidad y ajuste (1985 a 1989), de recuperación productiva (1989 a 1993) y de cambios estructurales (1993 a 1997). Actualmente, la tasa de crecimiento del PIB boliviano se ha estabilizado en 4,4% y se estima que para 1998 será de 4,7%. La inflación, desde el período de ajuste, ha tenido un comportamiento decreciente, registrándose para 1998 una tasa de 4,39% y estimándose que para 1999 no sobrepasará de 5,5%.
Sin embargo, la tasa de crecimiento es insuficiente para lograr un ritmo deseable de expansión global de la economía boliviana, que le permita situarse a la par de sus vecinos más cercanos e insertarse de manera eficiente y sostenible en el ámbito internacional. Por otro lado, no permite encarar al Estado Boliviano su responsabilidad plena con la ciudadanía, en términos de reducción de extrema pobreza.
En el intento de tratar de comprender cuáles han sido las principales causas por las cuales la economía boliviana no ha podido encaminarse por las sendas de un mayor proceso de crecimiento, a continuación, se analizan algunas explicaciones a dicho fenómeno. A partir de 1978, existieron una serie de factores que afectaron la decisión de inversión y fueron fuente de incertidumbre, tales como la inestabilidad económica, la crisis política y las actitudes de gobernantes y políticos. A pesar de que en la actualidad las reformas estructurales en el ámbito social, político y económico han contribuido considerablemente a mejorar esta situación, todavía existen fuertes señales que generan incertidumbre en los inversionistas nacionales y, sobre todo, extranjeros.
Por otro lado, persisten problemas de una institucionalidad extremadamente débil, manipulable y con un fuerte componente de corrupción en todos los niveles del Estado. Asimismo, cabe resaltar que en general se hace patente el retraso de reformas en el sistema judicial, en comparación con las reformas económicas y políticas alcanzadas durante la última década.
Otro factor que debe ser tomado en cuenta en el comportamiento de inversiones y crecimiento es el del servicio de la deuda externa, que continúa en un nivel alto en relación con la capacidad de generación de divisas de la economía boliviana. Sin embargo, la comunidad internacional aprobó en 1997 la participación de Bolivia en la Iniciativa para los Países Pobres Altamente Endeudados (HIPC), por medio de la cual se espera que el país obtenga una salida al problema de su deuda tan abultada. Si bien la economía boliviana tiene la capacidad de financiar los gastos corrientes e inclusive lograr pequeños superávits es, por otro lado, casi totalmente insolvente para financiar las inversiones públicas, teniendo que recurrir al uso de recursos externos de carácter concesional para financiar este tipo de gasto. Los motivos de esta debilidad se centran principalmente en la inflexibilidad del gasto público y en el avance lento en el aumento de la presión tributaria.
Otro elemento que impide mejorar la tasa de crecimiento es la persistencia de un déficit de cuenta corriente en la balanza de pagos. Entre los principales factores que intervienen en este déficit están, por ejemplo, el deterioro de los términos de intercambio, el ingreso de flujos importantes de recursos externos que ocasionan una tendencia hacia la sobrevaluación de la moneda nacional, creando un incentivo para la importación de bienes de consumo por tratarse de una economía fuertemente dolarizada y, finalmente, el prolongado empleo del tipo de cambio como variable ancla de la inflación, que provoca la apreciación cambiaria e impacta negativamente sobre los bienes transables. En el conjunto de exportaciones, sobresale al igual que en años precedentes el componente de las exportaciones no tradicionales, que en su mayoría son de origen agropecuario. Sin embargo, este incremento es atribuible a la estabilidad macroeconómica y la política cambiaria a partir de 1985, y no así a los incentivos fiscales al sector exportador.
GRÁFICO Nº 1
EVOLUCIÓN DE LAS EXPORTACIONES BOLIVIANAS, 1980-1997
(En millones de dólares)
Fuente: AGRODATA, La Paz, Bolivia, 1999.
Lastimosamente, los incentivos estatales al sector exportador fueron y continúan siendo contradictorios y muy selectivos. Algunos incentivos tuvieron un efecto coyuntural positivo, sin embargo, la debilidad de los controles administrativos dio lugar a irregularidades que se reflejaron en incrementos irreales de las exportaciones, lo que condujo a la eliminación de algunos incentivos, en vez de perfeccionar los controles.
Un análisis detallado de las exportaciones no tradicionales durante el período 1985 a 1993 refleja que no existe cointegración de las exportaciones no tradicionales con los incentivos fiscales. Es decir, los incentivos fiscales no tuvieron un efecto de largo plazo sobre las exportaciones no tradicionales, hecho explicado por la falta de consistencia de las políticas de promoción de las exportaciones durante el período (Quiroga, 1995).
GRÁFICO Nº 2
EVOLUCIÓN DE LAS IMPORTACIONES BOLIVIANAS, 1980-1997
(En millones de dólares)
Fuente: AGRODATA, La Paz, Bolivia, 1999.
Por otro lado, el sistema financiero boliviano ha tenido un gran avance cualitativo y cuantitativo desde la crisis económica, pero aún refleja elementos de incapacidad para crear mecanismos eficientes de intermediación financiera que le permitan captar recursos económicos de los agentes de mercado y que puedan contribuir significativamente a incrementar el ahorro interno y la inversión productiva. La cartera del sistema financiero se ha duplicado desde 1992, año en el que se tenían 1.854 millones de dólares y que en la actualidad llega a más de 4.039 millones.
Tres de los principales problemas con los que se enfrenta la banca del país en la actualidad son: la permanencia de altas tasas de interés, la permanencia de depósitos de corto plazo y la dolarización de la economía. Además, en una economía dolarizada, el público reajusta sus precios tomando en cuenta las variaciones cambiarias y no el incremento de los precios, provocándose un tipo de inflación inercial.
**3.4. Contexto en el cual se Desarrolla la Economía Rural**
**A. Estructura Agraria**
Durante el proceso de aplicación de la Reforma Agraria, especialmente en la década precedente al cambio de modelo de desarrollo, se han manifestado muchas situaciones no contempladas en la legislación, que han llamado a la reflexión sobre la necesidad de revisar ese proceso y adecuarlo al modelo en vigencia. Por ello, en 1993 se decide intervenir el Consejo Nacional de Reforma Agraria y el Instituto Nacional de Colonización, a fin de establecer una institución única que administre adecuadamente el proceso de distribución de las tierras, maneje apropiadamente los nuevos procesos de asentamiento humano y, sobre todo, mejore la administración de tierras en todo el territorio, dada la coexistencia de diferentes sistemas de tenencia y los problemas propios de un mercado de tierras poco desarrollado (Muñoz, 1995). Así nace en 1995 la Ley del Instituto Nacional de Reforma Agraria, conocida como Ley INRA. Por tanto, con el tiempo, la nueva reglamentación agraria permitirá reducir la distribución inequitativa de la tierra y mejorar las oportunidades de compra de tierras a miles de campesinos y colonos, al desfavorecer inversiones intensivas en capital y prácticamente obligar, mediante un sistema impositivo progresivo, la división de las grandes extensiones de tierras (en su mayoría improductivas) en extensiones menores y aumentar así las inversiones necesarias para una mayor producción.
**B. Pobreza Rural**
En general, Bolivia es un país muy pobre, con índices semejantes a los países africanos del Subsahara. Por ello, la esperanza de vida al nacer es de 63 años en general y de solo 55 años en el área rural.
De acuerdo a estimaciones oficiales, aproximadamente el 36% de los bolivianos vive actualmente en el área rural. Y de estos 2,4 millones de personas en extrema pobreza, un millón y medio habitaría municipios cuyos índices de desarrollo humano son comparables a las naciones atrasadas del África meridional (PNUD, 1997).
Actualmente, la pobreza rural explica aproximadamente el 60% del total de pobres del país y el 55% de extrema pobreza. Sin embargo, el 30,6% de los pobres rurales sigue concentrado en el Altiplano, con mayor intensidad en el Altiplano central; 32,1% en los valles templados Interandino; 14.8% en los valles subtropicales (incluyendo el Chapare) y el restante 22,4% de los pobres se encuentra en la las tierras bajas del oriente, concentrados en las Llanuras de Santa Cruz y en la región del Chaco.
Una lectura crítica al Mapa de Pobreza y otras encuestas realizadas a hogares rurales muestran que no existen diferencias significativas entre la población pobre cuando se consideran sus antecedentes étnicos. Es más, se estima que el ingreso campesino generado por ambas actividades (agrícola y no agrícola) es aproximadamente 60% menor que el de un hogar pobre de la ciudad (Jemio, 1998).
Las principales manifestaciones de la pobreza también son observables al analizar las condiciones de equidad en los diferentes departamentos de Bolivia. Mientras que el PIB per cápita de la población de Santa Cruz está en más de 900 dólares, en Potosí es menos de la mitad, con 437 dólares (Calderón, 1998).
Estas mismas manifestaciones se observan al analizar las disparidades de pobreza en los municipios de Bolivia. Esta situación se agrava en aquellos municipios afectados por el deterioro ambiental, donde se observan estrategias de sobrevivencia con base a procesos migratorios en busca de posibilidades de empleo e ingresos monetarios.
**C. Características del Mercado Laboral en el Área Rural**
La Encuesta Nacional de Empleo de 1996 establece algunas características e indicadores importantes sobre la población y el empleo en el área rural, que indican claramente algunas causas de las migraciones del campo a los centros urbanos y el estado de pobreza de la población. Es decir, que de aproximadamente 1,7 millones de personas en condiciones de leer y escribir, tan sólo 68,4% tiene algún tipo de instrucción básica para poder leer.
Al respecto, cabe establecer que las diferencias de alfabetos y analfabetos entre regiones son bastante pronunciadas. Considerando el sexo de las personas, sobresale el hecho que el 43,5% de las mujeres del campo mayores de 15 años es analfabeta, mientras que entre los hombres la proporción alcanza a 19%.
Otra característica importante del mercado laboral en el ámbito rural es el nivel de instrucción alcanzada por los habitantes del campo. De los 2,5 millones de personas mayores de 5 años en el área rural, el 25,5% no tenían ninguna instrucción, el 52,5% tenía instrucción básica y sólo el 1,3% tenía instrucción posbachillerato.
La estructura del mercado laboral rural en Bolivia es muy diferente a la del mercado urbano. La proporción de la población potencialmente capacitada para ejercer una actividad económica y que efectivamente suministra fuerza de trabajo es más alta en el área rural que en los centros urbanos. En cambio, la tasa de desempleo abierto es casi nula en el área rural.
Los resultados también muestran que la estructura de la población ocupada por sexo presenta una mayor participación de los varones en comparación a las mujeres. La participación de las mujeres en el mercado laboral rural es más baja que la participación de los hombres en el campo, pero las tasas de participación femeninas son más altas en los grupos de ingreso más altos (Jemio 1998).
Alrededor del 86% de la población ocupada está involucrada en actividades agropecuarias, y existe una pequeña participación en otras actividades como la industria, manufactura, el comercio y los servicios. Por ejemplo, el 91.4% de la población rural ocupada en Chuquisaca está involucrada en actividades agropecuarias, mientras que en Santa Cruz sólo el 78.9% de la población rural está involucrada con este tipo de actividad.
Por otra parte, el 34,6% de la población rural ocupada realiza sus labores como trabajador por cuenta propia y el 52,5% como trabajador familiar. De este conjunto de habitantes del campo, el 65,4% son no migrantes, mientras que el 22,1% son migrantes rurales, es decir, que el 87,5% de la población tiene un origen netamente rural y la gran mayoría de sus habitantes (91%) son trabajadores a cuenta propia o trabajadores familiares.
Finalmente, las diferencias de ingreso entre población urbana y rural en Bolivia son significativas y explican en gran medida la dinámica poblacional actual en Bolivia y su estado de pobreza. Se estima que el ingreso anual de un habitante rural en Bolivia apenas sobrepasa los 500 dólares.
Con referencia a la rama de actividad en que se desempeñan los trabajadores rurales, aquellos vinculados al sector transporte, almacenamiento y comunicaciones fueron los que percibieron mayores ingresos. Contrariamente, la actividad agropecuaria exhibió ingresos que alcanzaban solamente dos terceras partes del ingreso promedio rural, permaneciendo el 86% de la población en actividades netamente agropecuarias.
En cuanto a la creación de empleos y nuevas oportunidades para mejorar el ingreso en el área rural, se debe establecer que el proceso de participación popular tiene un efecto controversial y limitado. De acuerdo a los datos oficiales obtenidos, los empleos que se han podido generar en su mayoría tienen un carácter eventual, debido a que los municipios rurales se han dedicado principalmente a la inversión social, que demanda mano de obra más calificada.
Esta situación es más visible en municipios rurales de las tierras altas, donde habitan miles de campesinos pobres y en extrema pobreza.
En síntesis, a pesar de los alcances de la ley de participación popular, los resultados muestran que el proceso no está generando suficientes empleos a la población rural por los niveles bajos de inversión, el sesgo social de las inversiones y, sobre todo, por no encontrar mecanismos idóneos para generar ingresos fiscales que ayuden a mejorar la situación precaria de las poblaciones. A su vez, los programas de desarrollo rural en regiones de alta pobreza han sido descuidados, permitiendo nuevamente impactos limitados sobre el ingreso de la población campesina.
**D. Tendencias Migratorias**
En Bolivia, no existen estudios profundos que vinculen de forma explícita y directa a la pobreza rural con la dinámica migratoria. Sin embargo, muchos trabajos asumen correctamente que los movimientos poblacionales o migratorios tienen su origen en la búsqueda de mayores oportunidades de empleo y mejoramiento de la calidad de vida. A pesar de lo anterior, lo que sí es evidente es que antes del período de crisis de 1980, las migraciones internas en Bolivia eran muy importantes y éstas se intensificaron después de las reformas, mostrando un patrón poco alentador para algunas regiones, como el occidente de Bolivia.
El balance migratorio por regiones también indica que en los departamentos del Altiplano y Valles los inmigrantes son mayores a los emigrantes en las ciudades capitales de departamento. Asimismo, en las tierras bajas o llanos orientales, todas las ciudades capitales presentan tasas de migración netas (TMN) positivas, aunque estas son bastante más altas en la ciudad de Santa Cruz, que se ha convertido en el principal centro de atracción migratoria del país.
Es decir, de poblados mayores de 2.000 habitantes y ciudades intermedias que han buscado residencia fuera de su lugar de origen, pero estableciéndose en áreas rurales con mayores oportunidades.
En cuanto al empleo e ingreso de la población rural, es bastante difícil caracterizar la dinámica de estas dos variables por la falta de información estadística periódica. En este sentido, sólo se tiene evidencia parcial de las grandes tendencias de cambio en el empleo rural en la actualidad.
En cuanto a las migraciones internas rurales del área tradicional de Bolivia, se observa un desplazamiento importante de migrantes temporales a regiones con mayor desarrollo de la agricultura y con mercados laborales articulados a la agroindustria.
El ejemplo más visible y controversial en Bolivia durante la última década ha sido el desplazamiento humano provocado por la crisis minera y los ajustes estructurales de la economía, donde miles de mineros y campesinos han migrado hacia la región del Chapare en el departamento de Cochabamba, aumentando considerablemente la producción de hoja de coca y el narcotráfico.
En el oriente boliviano, también existe evidencia de que un grupo importante de migrantes rurales de las tierras altas está empleado por inversionistas nacionales y extranjeros en la frontera agrícola de Santa Cruz.
**E. Inversión Pública Sectorial**
El comportamiento de la inversión pública en los últimos diez años ha sido creciente en los sectores del área social y en la construcción de infraestructura vial, especialmente de corredores de exportación y caminos de la red fundamental. En cambio, en términos de la estructura global de la inversión pública, el área de apoyo a la producción ha tendido a estancarse en la última década.
GRÁFICO Nº 3
INVERSIÓN PÚBLICA EN BOLIVIA
(En miles de dólares)
Fuente: AGRODATA, sobre la base de datos proporcionados por el Ministerio de Finanzas, La Paz, Bolivia, 1998.
El comportamiento decreciente de las asignaciones de inversión pública al sector refleja una actitud de política económica sin precedentes, en un contexto donde las economías campesinas son las unidades representativas del sector y aportan de manera importante al resto de la economía, a pesar de su estado de pobreza (Crespo 1997).
Por ejemplo, durante los últimos años se incidió más en identificar proyectos propios de la población que ofertar servicios mediante programas nacionales. Este cambio de enfoque, si bien exitoso desde la perspectiva de la población, sigue siendo parcial y limitado en la medida que ataca el lado de la demanda y descuida la oferta de servicios básicos para la agricultura, en la cual se encuentra involucrada directamente más de 2,5 millones de habitantes.
Esta situación es aún más grave al comprobar que el 86% de la población rural esta directamente involucrada con actividades agropecuarias y genera aproximadamente 70% de su ingreso anual.
GRÁFICO Nº 4
INVERSIÓN PÚBLICA PROGRAMADA Y EJECUTADA DEL SECTOR AGROPECUARIO
(En miles de dólares)
Fuente: AGRODATA, sobre la base de datos del Ministerio de Finanzas, La Paz, Bolivia, 1998.
**F. Infraestructura Vial**
Por décadas, la red de caminos en Bolivia evolucionó lentamente, restringiendo el desarrollo del mercado interno. Hasta fines de 1980, las inversiones en infraestructura estaban enmarcadas dentro de un esquema destinado a promover la apertura de nuevas tierras en polos de desarrollo localizados en regiones específicas de las tierras bajas.
Durante el primer quinquenio de 1980, la expansión de la infraestructura vial fue prácticamente nula por la crisis económica. Tanto la red fundamental como la complementaria y vecinal no tuvieron mayores cambios de extensión por una década, hasta 1989, cuando se empezó a entregar algunas obras viales de suma importancia para integrar el mercado interno con el exterior.
En cifras, la red fundamental pavimentada, ripiada y de tierra, en 1980 contaba con 5.692 kilómetros, de los cuales 32% estaba en el oriente. En 1985, la red complementaria no sufrió ninguna modificación importante, quedando prácticamente la misma longitud de caminos, con una leve mejoría en la red vecinal de 931 kilómetros.
GRÁFICO Nº 5
EVOLUCIÓN DE LA INFRAESTRUCTURA VIAL EN BOLIVIA
(Índice Kilómetros de 1980 = 100)
Fuente: AGRODATA, sobre la base de datos del Ministerio de Desarrollo Económico y Servicio Nacional de Caminos, La Paz, Bolivia, 1998.
Para 1990 la situación era bastante diferente. En este contexto, las tierras bajas de Santa Cruz, Cochabamba, Chuquisaca y Tarija fueron las más beneficiadas expandiendo su red vial a más del doble y vinculando su mercado mediante corredores de exportación.
G. Financiamiento rural
En Bolivia existe una amplia gama de instituciones privadas no bancarias que otorgan pequeños préstamos exitosamente en el área rural. En el oriente es el sistema bancario convencional el que otorga la mayor parte de los créditos para la actividad agropecuaria.
En el área tradicional, las ONGs e IPDs utilizan distintas modalidades y tecnologías financieras. Otras modalidades importantes son los préstamos asociativos, bancos comunales y, aunque últimamente cuestionados, los fondos rotatorios. Sin embargo, la mayoría de los préstamos están entre 230 y 674 dólares.
El pobre desempeño del mercado financiero en el área rural se viene traduciendo tanto en una cobertura sumamente modesta y superficial de servicios financieros, como en la presencia de una oferta crediticia segmentada.
Asimismo, es considerada superficial dado que la mayor parte de los créditos no van necesariamente a fines productivos. Finalmente, el mercado financiero en el área rural es completamente segmentado debido a que la oferta de servicios financieros se concentra geográficamente en pocas regiones donde coexisten muchas instituciones ofertando diversos servicios a precios muy diferentes sin que haya una competencia real donde el cliente pueda sustituir los productos (Muñoz, 1995). Todo lo contrario, sólo los estratos más pudientes de los pobres, es decir los pobres moderados, tienen acceso a este tipo de servicios.
Las principales barreras que inciden en el desempeño del mercado financiero rural resultan principalmente de las condiciones estructurales dentro de las cuales se desenvuelve el agro boliviano. A su vez los clientes tienen factores productivos muy pobres, modesto apoyo técnico y escasa accesibilidad a la infraestructura física y vial para la comercialización de sus productos. Esto se traduce en una presencia limitada de entidades financieras en el área rural junto con un modesto nivel de cobertura y de diversificación de servicios financieros en el campo.
Por otro lado, la contribución de la banca comercial privada a la provisión de préstamos para el sector agropecuario fluctuó mucho según las características de rentabilidad y riesgo de las actividades del sector. Durante la década de los años ochenta, cuando el país vivía la peor crisis económica en su vida republicana, la colocación de préstamos comerciales para la agricultura y ganadería se redujo drásticamente.
Una vez que el proceso de estabilización se consolidó a fines de los años ochenta, la banca comercial comenzó nuevamente a prestar al sector agropecuario. Este resurgimiento fue muy lento y se concentró casi exclusivamente en el departamento de Santa Cruz, donde se generó un enorme crecimiento en el cultivo de soya. A su vez, los préstamos agropecuarios en mora eran los principales responsables de la mora total (86,3%) a escala nacional a fines de 1994.
La mora de préstamos agropecuarios alcanzó a 75,7 millones de dólares, equivalentes a 23,3% de la cartera sectorial a fines de 1994 (CAO, 1995).
Debido a la gran inseguridad jurídica de muchos títulos agrarios y la sobreposición de derechos en estas regiones, para la banca comercial es muy arriesgado aceptar las propiedades rurales como garantía para sus préstamos. Tarea que en la actualidad se está realizando parcialmente.
H. Desarrollo tecnológico
En el quinquenio de 1985 a 1990 se estima que las inversiones en investigación llegaban a 0,6% del PIB agropecuario para el sector tradicional, unos 4,5 millones de dólares anuales para instituciones estatales y entidades privadas como el Centro Ecofitogenético de la Fundación Pairumani y otras iniciativas privadas de organizaciones no gubernamentales como SEMTA.
Sin embargo, ante los cambios estructurales que vive Bolivia en la actualidad, el diagnóstico sectorial y de desarrollo tecnológico ha cambiado radicalmente. En este momento existe un importante conocimiento acumulado sobre los cultivos estratégicos investigados, pero debe ser la demanda de los usuarios la que debe definir las prioridades en la generación de las nuevas tecnologías.
De esta manera, se ha configurado un cuadro poco alentador para los agricultores, especialmente pequeños campesinos que continúan demandando asistencia técnica y paquetes tecnológicos concretos para producir.
GRAFICO Nº 6
PRESUPUESTO ASIGNADO A LA INVESTIGACIÓN AGROPECUARIA,
ASISTENCIA TECNICA Y TRANSFERENCIA TECNOLOGICA
(En miles de dólares)
Fuente: AGRODATA, datos en base al Ministerio de Finanzas y Ministerio de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, La Paz, Bolivia, 1999.
En cuanto a la producción de semillas, Bolivia ha tenido una evolución notable durante la última década a pesar del incipiente desarrollo tecnológico.
Asimismo, de no producirse el volumen actual de semillas, Bolivia tendría que importarlas por un valor superior a los 27 millones de dólares cada año. Suma muy significativa para la economía boliviana y particularmente para el sector agropecuario que muestra un balance comercial negativo en expansión.
3.5.- Desempeño de la agricultura:
Evolución de PIB Agropecuario
El producto interno bruto del sector agropecuario ha tenido un comportamiento muy desigual desde 1970. Durante la década de 1970 a 1980 hubo un crecimiento vertiginoso del sector agropecuario por las inversiones públicas ejecutadas en el oriente y los estímulos económicos realizados bajo un modelo de sustitución de importaciones con significativas subvenciones.
A partir de 1980 el comportamiento sectorial fue mucho más moderado por la crisis económica, registrándose una tasa de crecimiento de 1,22% durante el primer quinquenio.
Durante este período, cabe destacar que los productos industriales tienen cada vez más incidencia sobre el PIB agropecuario y existe un relativo estancamiento de la producción no industrial. Asimismo, la coca es cada vez más un cultivo de menor importancia relativa, aunque todavía importante por sus efectos sobre la economía ilícita del narcotráfico.
GRAFICO Nº 7
EVOLUCION DEL PRODUCTO INTERNO BRUTO AGROPECUARIO
(En miles de pesos bolivianos de 1990)
Fuente: UDAPE Y AGRODATA, La Paz, Bolivia, 1998.
GRAFICO Nº 8
CONTRIBUCION DE LOS PEQUEÑOS AGRICULTORES AL PIB
(En miles de pesos bolivianos de 1990)
Fuente: Estimaciones de los autores en base a datos del INE, UDAPE, MAGDR y trabajos de investigación de AGRODATA. La Paz – Bolivia, 1997. A partir de las reformas el aporte de los pequeños productores empieza a reducirse gradualmente llegando a 67,5% en 1990 y 57,84% en 1997 (Crespo 1997).
Al respecto cabe advertir que la producción agrícola de tipo industrial también es producida por unidades pequeñas. En este sentido, si bien la contribución campesina al valor bruto de la producción es cada vez menor, existe mayor cantidad de unidades pequeñas que se están insertado verticalmente en cadenas de transformación productiva vinculadas a la agroindustria, generando ingresos bajo una lógica de mercado en vez de minimizar riesgos o garantizar la sobrevivencia de las familias involucradas.
Asimismo, la participación del sector agropecuario con respecto al conjunto de la economía es cada vez menor. Esta declinación se debe esencialmente al proceso de transformación estructural de la economía boliviana donde otros sectores económicos tienden a incrementar su producción a mayor velocidad, sin que ello signifique una declinación absoluta del sector agropecuario.
Expansión de la frontera agrícola
Nuevos productos agrícolas y con perspectivas de exportación modificaron de manera importante el rumbo y el carácter del sector agropecuario boliviano a partir de la NPE donde las reformas estructurales tuvieron directa incidencia en la extensión de la superficie cultivada y la composición misma de los cultivos. Por ejemplo, el comportamiento de la superficie cultivada y de su correspondiente producción de cereales, tubérculos, estimulantes y productos industriales es un claro ejemplo de la dinámica emprendida tanto por unidades campesinas como empresariales a lo largo de todo el territorio, modificando la superficie cultivada de 1.175.145 hectáreas en 1980 a 2.107.185 hectáreas en 1997.
En esta dinámica, cabe resaltar que la frontera agrícola de Santa Cruz registró un crecimiento vertiginoso ocupando más del 50% de la superficie cultivada de Bolivia. En la campaña de 1990/1991 la superficie total cultivada llegaba a medio millón de hectáreas en Santa Cruz y para la campaña de 1996/1997 ésta se ha duplicado a más de 1,1 millones de hectáreas con el alto flujo de inversiones privadas hacia el sector agropecuario, especialmente con inversión extranjera proveniente del Brasil para cultivos industriales y en menor proporción para cereales.
Durante el verano aproximadamente el 75% de la superficie oriental está cultivada con soya. Para los cultivos de invierno la razón principal del cultivo obedece esencialmente a las necesidades de rotación de tierras para garantizar sostenibilidad de las mismas y los precios relativamente atractivos para encarar dichas inversiones.
GRAFICO Nº 9
EVOLUCIÓN DE LA SUPERFICIE CULTIVADA EN BOLIVIA
(En hectáreas)
Fuente: AGRODATAsobre la base de datos de UDAPE, Dossier de estadísticas sociales y económicas de Bolivia, Volumen 8. La Paz, Bolivia, 1998.
Producción
De acuerdo a la estructura de producción, se tiene seis grandes grupos de cultivos para el análisis. Es decir, se han establecido aquellos cultivos en expansión, estancados y en contracción desde la NPE.
Entre los cultivos en expansión están: trigo, arroz, sorgo, soya, algodón, banano, durazno, naranja, piña, ajo y tomates. Coincidentemente, los productos campesinos en su mayoría están en contracción mientras que los empresariales están en expansión. Es más, la producción de trigo de invierno de Santa Cruz como cultivo de rotación a la soya ha contribuido significativamente a la sustitución de importaciones de trigo en el mismo Departamento y actualmente se está realizando programas de fomento triguero con fondos de monetización en Santa Cruz y otras regiones tradicionales de Bolivia (véase el cuadro 9 en el anexo estadístico).
El cereal de mayor relevancia en el país es el maíz. En cuanto a la superficie cultivada este cereal ha tenido un comportamiento relativamente estable pero con tendencias a la baja desde 1992, que puede ser explicado en parte por la sustitución de cultivos en varias zonas productoras que incorporaron a su economía productos con nuevas perspectivas de exportación. Sin embargo, en términos per cápita la producción de maíz se ha contraído considerablemente a pesar del desarrollo de industrias de alimentos balanceados y expansión de ganado porcino en Bolivia. Esta se debe esencialmente al desarrollo del sector avícola en Santa Cruz que demanda la gran mayoría de la producción.
Uno de los productos sustitutos del maíz en términos de área cultivada en Santa Cruz es el sorgo que mantiene una perspectiva creciente tanto en volumen de producción como en superficie cultivada, especialmente desde el último periodo donde la economía experimentó un crecimiento más estable y existen mayores inversiones extranjeras en la agricultura.
El crecimiento de la producción y de la superficie cultivada de sorgo responde a las perspectivas de mercado externo, especialmente del Brasil que es en la actualidad el mayor comprador de este cereal. Es importante destacar que la producción de sorgo es realizada por unidades productivas de escala media a grande que se hallan ubicadas en los sectores orientales y del Chaco boliviano. Por eso la producción de arroz en Bolivia no sufre mayores modificaciones en términos de superficie cultivada, creciendo lo necesario de acuerdo a la demanda interna del producto. Si bien se ha logrado insertar el producto en ciertos nichos de exportación (esencialmente en Europa y Japón), todavía no se ha consolidado una estrategia para aumentar el consumo doméstico y/o exportar los excedentes a pesar de las bondades nutricionales que ofrece el cereal.
La falta de un sistema de mercadeo agresivo que amplíe las posibilidades de crecimiento de la producción de quinua, así como los débiles eslabonamientos de este producto con el proceso industrial de alimentos representan barreras objetivas que deben superarse para una mejor proyección de este producto en la economía. Asimismo, el volumen de producción es altamente dependiente de los factores climatológicos a pesar de introducir variedades resistentes.
Al margen de esta ultima eventualidad, la producción de quinua muestra un comportamiento relativamente ascendente en cuanto a la producción. Por tanto, la mayor producción es explicada por mejores rendimientos.
Otros productos de importancia para la economía boliviana en general y particularmente para el sector agropecuario son los tubérculos y productos agrícolas industriales. El comportamiento de las tasas de crecimiento promedio tanto en producción como en superficie cultivada por períodos de estos productos se muestra a continuación.
La mayoría de los tubérculos ha mostrado comportamientos decrecientes tanto en producción como en la ampliación de la superficie cultivada en comparación con los niveles que contaban durante el periodo 1980-1985. La papa es el producto más relevante de la economía campesina que se comercializa en el mercado interno. Asimismo, la superficie cultivada de papa en Santa Cruz es cada vez más extensa compitiendo con regiones productoras importantes del Altiplano y valles, lo que genera pérdidas importantes para las familias campesinas. En cambio la oca es un cultivo marginal dentro de los tubérculos, pero consumido esencialmente por campesinos de bajos ingresos, por eso la producción per cápita es moderadamente ascendente sin mayores variaciones. En cambio el cacao muestra un estancamiento por razones de sobreendeudamiento de cooperativas exportadoras.
Estas unidades empresariales en 1980 tenían cultivadas 37.580 hectáreas, mientras que para finales de 1997 la superficie cultivada alcanzó 527.450 hectáreas. Asimismo, la evolución ascendente de la producción de soya se explica por el incremento de la superficie cultivada y no por mejores rendimientos del cultivo.
La producción vertiginosa de la soya en Bolivia ha estado acompañada por el desarrollo de un sector agroindustrial sumamente agresivo que ha aprovechado los buenos precios en el ámbito local e internacional y las preferencias arancelarias de la comunidad andina de naciones. Estos resultados se generaron en un proceso de trabajo agrícola basado en tecnología intensiva que actuó sobre un suelo prácticamente virgen que proporcionó elevadas productividades, y que posteriormente durante el último período fueron igualándose a las obtenidas en los países vecinos.
En cuanto al azúcar, la producción en 1980 alcanzaba aproximadamente los 3 millones de toneladas, mientras que para finales de 1997 el incremento fue de aproximadamente un millón más. El desarrollo, en cuanto a producción y superficie no ha tenido un comportamiento marcadamente ascendente, como en el caso de la soya, a pesar de que la industria del azúcar ha gozado de ciertos regímenes de excepción para el mercado interno, lo que le posibilitó contar con protecciones frente a la importación.
En 1980 la cantidad de hectáreas de caña de azúcar fue de 67.565 hectáreas, llegando a finales del 1997 a una superficie cultivada 93.270 hectáreas. Los departamentos de mayor producción de azúcar son Santa Cruz y Tarija, aunque en los últimos años se ha registrado una declinación considerable de la producción de azúcar en Tarija por las condiciones salariales ofrecidas en el norte argentino que tienen repercusión directa sobre la estructura de costos de producción en los complejos agroindustriales.
El algodón ha mostrado un comportamiento de reactivación lenta especialmente en el último período en comparación a los años de inicio del ajuste estructural. En 1980, la superficie cultivada llegó a las 24.035 hectáreas con una producción de 6.800 toneladas; mientras que para finales de 1997 se tuvieron 52.370 hectáreas y una producción de 19.329 toneladas.
En términos de producción per cápita está claro que la soya y el algodón son cultivos en expansión mientras que el cacao tiene una tendencia decreciente. En 1980, la superficie cultivada de fríjol fue de 3.890 hectáreas, mientras que para finales de 1997 se alcanzaron las 12.700 hectáreas.
La creciente superficie cultivada de ajo y su correspondiente producción obedece esencialmente a las exportaciones que se están realizando en el departamento de Tarija y Chuquisaca. El mayor comprador en el momento es Santa Cruz que luego exporta el ajo en distintas modalidades como especie a Brasil y Argentina. En cuanto a la piña esta fruta se exporta en su mayoría a los países vecinos, especialmente a Argentina.
Exportaciones agropecuarias
El proceso de liberalización de la economía boliviana creó una nueva perspectiva de vinculación con los mercados internacionales. Los procesos de ajuste en las estructuras sectoriales generaron una amplia gama de oportunidades de diversificación en las actividades encaradas por los agentes económicos tanto en nuevos rubros como en la revitalización de otros que por circunstancias de mercado tuvieron un perfil de desarrollo muy bajo en años anteriores.
Estos elementos incidieron en una modificación sustancial de la estructura de las exportaciones donde las exportaciones no tradicionales comenzaron a tener un peso relevante en la participación global y en la generación de valor total de las exportaciones a partir del desarrollo del modelo de estabilización y apertura al mercado internacional.
GRAFICO Nº 10
EVOLUCION DE LAS EXPORTACIONES AGROPECUARIAS EN BOLIVIA
(En millones de dólares)
Fuente: AGRODATA, La Paz, Bolivia, 1999.
Dentro de los productos agrícolas que se encuentran en este segmento de exportaciones se encuentran el algodón (tanto en fibra como en semilla), azúcar, café, castaña, quinua, cacao, goma y sobre todo soya. Por otra parte, también el subsector pecuario participa con la exportación de cueros y carne, mientras que el forestal lo hace con la exportación de madera aserrada. Estas exportaciones no tradicionales agrícolas y pecuarias representan aproximadamente el 77% del conjunto de este tipo de exportaciones y el 21% de las exportaciones totales.
Las cifras de exportaciones no tradicionales de origen empresarial y de corte campesino son muy marcadas. Sin embargo a partir de 1986 esta relación se modificó sustancialmente hasta la fecha, donde la contribución de pequeños productores campesinos a las exportaciones llega sólo al 15,3% en 1994 y 21,2% en 1997.
Por lo tanto, el comportamiento de las exportaciones agropecuarias de origen campesino no ha tenido igual incidencia en la estructura de las exportaciones como la soya, madera aserrada o algodón. La causa principal de la poca contribución de la producción campesina a las exportaciones se debe a una serie de situaciones estructurales y sectoriales que dificulta la exportación de productos de alta calidad y en buenas condiciones sanitarias.
Lastimosamente, la mayoría de los productos campesinos en Bolivia con potencial exportador no cumplen normas y requisitos sanitarios para su comercialización internacional. Por lo tanto, el problema de la imposibilidad de exportación emerge en gran medida por la falta de un sistema sanitario formal y eficiente que promueva el control, prevención, inspección, regulación, certificación y acreditación de alimentos para la exportación.
Programa de Desarrollo Alternativo
El Programa de Desarrollo Alternativo surgió como un modelo original y relativamente exitoso de creación de ingresos alternativos sostenibles para los agricultores en las comunidades productoras de hoja de coca. La agricultura lícita en el Chapare genera aproximadamente el 1,7% del PIB nacional y se constituye en un pilar del desarrollo exitoso. Desde 1983, la región recibió cuantiosos recursos de los gobiernos estadounidense (USAID) y boliviano a fin de diversificar los cultivos, mejorar la calidad de los productos y comercializarlos en el mercado doméstico como internacional.
La economía ilegal de coca en Bolivia como porcentaje de la economía legal, ha bajado considerablemente de 8,5% a mediados de 1980 hasta 2,1% en 1997. Los principales productos alternativos obtenidos en la región son piña, pimienta negra, banano y palmito, sin embargo, otras actividades como la producción porcina, lechería, plantas ornamentales y horticultura empiezan a desarrollarse sostenidamente en la región.
Se estima que la economía de la coca genera empleo para unas 80 mil personas, donde la mayor parte son agricultores. Sin embargo, el 40% de esta población no tiene residencia fija en la región, constituyéndose en población flotante que migra tres a cuatro veces al año a cosechar o sembrar sus cultivos.
El acceso a los mercados para los cultivos lícitos ya no es una restricción como se observaba en el primer quinquenio de los años noventa. El desarrollo de corredores de exportación que pasan por la región y el mejoramiento y construcción de 2.974 kilómetros de caminos en la región Incidencia de las reformas estructurales en la agricultura boliviana posibilitó la reducción de los costos de transporte e integró toda la zona productora al mercado más importante del eje central de Bolivia. En este contexto, 16 empresas privadas invirtieron casi 8,6 millones de dólares de sus propios recursos en complejos agroindustriales que transforman los cultivos, mientras que otras seis empresas continúan comprando productos del Chapare para su procesamiento.
Los bananos han llegado a ser los generadores más significativos de ingresos lícitos y empleo. Es decir 4.500 cajas de bananos fueron exportados semanalmente a la Argentina durante 1996. Esta apreciación se confirma cuando se analiza y compara el Índice de Desarrollo Humano de los municipios de la región de El Chapare con el resto de los municipios de Bolivia, estableciendo que Chimoré, por ejemplo, tiene un índice superior al de Santa Cruz de la Sierra (la segunda ciudad más importante de Bolivia) en tan solo una década de múltiples inversiones.
3.6. Conclusiones:
A manera de conclusión, está claro que el sector agropecuario boliviano ha tenido un desarrollo muy importante desde la puesta en marcha de la NPE en 1985 y se constituye en la actualidad en un neto aportante al crecimiento de la economía nacional. Sin embargo, también está claro que los valores agregados están ocultando una situación estructural que está afectando la vida de una gran mayoría de los habitantes rurales que son pequeños agricultores o campesinos en extrema pobreza.
Lastimosamente, el modelo de crecimiento adoptado desde 1985 tiende a ser excluyente en la medida que la asignación de recursos está sesgada hacia una agricultura de corte empresarial, disminuyendo los