Evolución Demográfica en España: Del Ciclo Antiguo al Moderno

1. El Ciclo Demográfico Antiguo

La segunda mitad del siglo XIX presenta graves anomalías, como un elevado número de defunciones, pestes y otras formas de mortalidad catastrófica. El volumen de fallecimientos es anómalo, alcanzando un 29‰ al iniciarse el siglo XX, frente a un 18‰ de media en Europa. En cuanto a la mortalidad catastrófica, hay que enumerar la persistencia de algunas enfermedades vinculadas a la falta de higiene, la inexistencia de redes de alcantarillado y agua corriente en la mayoría de los núcleos de población, la tuberculosis o la alimentación inapropiada. La epidemia de cólera en 1885 es una clara muestra de ello.

En el año 1900, la tasa de mortalidad es del 28,8‰, compensada por una natalidad del 34‰. Ambas tasas nos sitúan en un ciclo demográfico antiguo, aunque en este caso se puede hablar de un incremento anual del 5‰, favorecido por la drástica reducción de emigrantes tras la pérdida de las últimas colonias americanas, el descenso de las vocaciones religiosas y el relajamiento de las costumbres, lo que fomenta las uniones con sus secuelas natalistas.

El ciclo demográfico antiguo ha perdurado en España 150 años más que en el resto de los países de la Europa Occidental, alargándose hasta los albores del siglo XX. Se caracteriza por ser un larguísimo periodo de equilibrio precario en el que el crecimiento poblacional, cuando lo hay, es muy reducido. Durante el mismo, la tasa de natalidad se sitúa entre el 35 y 38‰ y la mortalidad no desciende por debajo del 30‰, por lo que el crecimiento vegetativo es siempre muy débil. En esta fase, los pueblos malviven por el hambre, la peste, la guerra, los impuestos y la emigración. Las consecuencias de este drama originan un desarrollo poblacional lento, con largos periodos de balance negativos en los que la gente aparece sojuzgada por la fatalidad y todo tipo de supersticiones. La gente malvive y su esperanza de vida está en torno a los 35 años. El control de la natalidad es mínimo y se procrean muchos hijos para que algunos lleguen a la edad adulta. A principios del siglo XX morían 180 niños menores de un año por cada mil nacimientos, frente a sólo cuatro al acabar la centuria. La sociedad es profundamente rural, pues el 70% de la mano de obra trabaja en el sector primario, siendo considerada la prole como mano de obra útil y barata. Durante la etapa siguiente, la transición demográfica, aún persiste la pobreza en amplias capas sociales y de vez en cuando las catástrofes bélicas o los aludes migratorios inundan este curso medio de la población, pero el desarrollo demográfico y las condiciones de vida van a cambiar radicalmente.

2. La Transición Demográfica

Esta fase transcurre entre el ciclo demográfico antiguo, cuya fuerte tasa de natalidad se ve controlada por otra de mortalidad igualmente elevada, y el ciclo demográfico moderno, en el que ambas tasas son mínimas, por lo que el incremento es igualmente bajo.

La transición demográfica es una evolución más o menos larga y sinuosa, según los países, cuyos resultados finales son una subida espectacular de la población, porque la natalidad se mantiene elevada y la mortalidad cae vertiginosamente. Las causas de este doble fenómeno son tanto de carácter económico como sanitario y cultural.

Los factores económicos están vinculados al desarrollo agrícola y a la incorporación de amplias zonas a la moderna agricultura de mercado, vinculado a la producción y venta fuera de las explotaciones agrícolas. Las medidas sanitarias e higiénicas logran prever numerosas dolencias y erradicar enfermedades endémicas por medio de la vacunación. Esto supone que la mortalidad descienda por debajo del 20‰ mientras la natalidad sigue por encima del 30‰. Las razones de esta persistencia natalista son una causa cultural, formando parte de la fatalidad y de las creencias religiosas del ciclo demográfico anterior. La muerte durante siglos de 300 o 400 niños menores de un año o la necesidad de mano de obra para trabajar la tierra y poder subsistir, crearon en las conciencias un sedimento profundo que la religión se encarga de mantener.

Entre los países más avanzados, la transición demográfica se inicia hacia mediados del siglo XVIII para concluir a finales del siglo XIX, tras una duración de 150 años y un incremento anual medio de la población por debajo del 10‰. En los pueblos menos desarrollados, dicho proceso brota después de la Segunda Guerra Mundial, y en él continúan todavía, con incrementos anuales entre el 20 y el 30‰. La transición en España ocupa una posición intermedia, tanto por la fecha de su inicio (1900) y la duración (76 años) como por el aumento poblacional medio por año (entre el 7 y el 13‰).

En el año 1900 se produce un incremento espectacular del censo (9,4‰) frente al anterior de 1897 (3,2‰). El fuerte retroceso de la segunda década (1920) hay que achacarlo a la virulenta gripe de 1918, que en este año arrojó un saldo negativo. Entre 1920 y 1930, el país vive un impulso demográfico destacable: a partir del año 1924, las tasas de natalidad y de mortalidad se sitúan definitivamente por debajo del 30 y del 20‰, respectivamente. A pesar de la guerra, el saldo demográfico de la década (1930) es superior (9,87‰) al de las dos siguientes (8,08 y 8,77) porque los seis primeros años de aquélla conocen un desarrollo social y económico importante, que no vuelve a repetirse hasta los años cincuenta. La última etapa de la transición demográfica es la más dinámica y en ella podemos destacar los siguientes aspectos:

  • La natalidad se mantiene por encima del 20‰ hasta 1968 y la mortalidad alcanza niveles muy bajos desde comienzos de los años 50 (9,6‰ en 1952).
  • El cenit del crecimiento natural se sitúa en 1964, con 668.708 nacimientos frente a 267.045 defunciones, lo que representa una tasa del 13,46‰, la más alta de nuestra historia demográfica.
  • El famoso “baby boom” español habría que situarlo entre los años 50 y los primeros 70, periodo en el que el saldo vegetativo anual absoluto y el relativo se sitúan por encima de las 300.000 personas y del 10‰, respectivamente.

3. El Ciclo Demográfico Moderno (Desde 1975)

Supone el fin de una fase y el inicio de otra nueva donde se consolidan las últimas tendencias apuntadas en la anterior. Se define como un ciclo tranquilo, tanto en su capacidad de natalidad como en la de mortalidad. Es una forma de volver al mínimo desarrollo poblacional de la primera fase, si bien por otros caminos.

El fuerte descenso vegetativo se inicia en 1977 porque en tal fecha la tasa se encuentra por debajo del 10‰ (9,92), porcentaje en continua caída, entrando en números negativos y, por tanto, en crecimiento cero en 2015 con un -0,04‰ hasta alcanzar en la actualidad la cifra más baja de nuestra historia demográfica con un -1,22‰, lo que significa un descenso absoluto de la población por causas naturales, no catastróficas. Esta tendencia general no se vio alterada a pesar del breve repunte habido entre 2000 y 2008, fruto de una recuperación de la natalidad y, por tanto, del crecimiento vegetativo (desde un 0,12‰ del año 1998 hasta un 2,92‰ en 2008). En 2015, de nuevo volvemos a cifras negativas (-0,04), continuando hasta nuestros días la tendencia negativa, con cifras preocupantes (-1,22‰). Los sociólogos señalan un cambio en la mentalidad de las parejas españolas, aunque la mayor incidencia natalista proviene de la población inmigrante.

Las causas que han provocado esta situación son numerosas y complejas. Es un fenómeno común en los países desarrollados, donde la evolución socioeconómica ha favorecido el descenso de natalidad.

Entre los factores económicos estarían: las crisis económicas ligadas al paro y la precariedad laboral, la incorporación de la mujer a la actividad laboral fuera del hogar, las dificultades para la conciliación familiar y laboral o dificultades de acceso de los jóvenes a una vivienda por su carestía. En los factores sociales y culturales: la desregulación, desde la llegada de la democracia, de la planificación familiar, la despenalización del aborto, la pérdida de la influencia religiosa o mentalidad hedonista.

La mortalidad aumenta en líneas generales, aunque dibuja subidas y bajadas achacables a la misma fatalidad del fenómeno. También en 1982 hubo una ruptura de pendiente en las defunciones. De un 7,52‰ en ese año pasamos al 8,83 actual, en una tendencia creciente.

Los aspectos más destacables de este tercer ciclo demográfico son:

a) El crecimiento de la población española es menor año tras año por el descenso de las tasas de natalidad, que pasa del 18,73‰ en 1976 al 7,63‰ en 2020, a pesar de un breve repunte entre 1998 (9,06‰) y 2008 (11,20‰), año a partir del que las cifras de nuevo empiezan a descender.

b) La mortalidad alcanza su nivel más bajo (7,52‰) en 1982, y se mantiene entre el 8-9‰ hasta en actual 8,8‰ (2019). Todo indica que va a seguir aumentando porque se nutre de una población cada vez más envejecida, a la que se deben sumar los efectos de la pandemia COVID-19.

c) Un crecimiento vegetativo negativo, a pesar del repunte en la natalidad, ocurrido en la primera década del siglo XXI, fruto del crecimiento económico y que se vio truncado por la crisis financiera de 2008. Este crecimiento negativo actual -1,22‰ significa que el nivel de fecundidad no alcanza como para disponer de generaciones futuras suficientes. Si el umbral de reemplazo es de 2,1 hijos por mujer en edad fértil, el nuestro se sitúa en 1,24 (2019), cifra cercana al crecimiento cero y a un paso de retroceder en el proceso demográfico, si no lo remedia de nuevo la inmigración, como lo ha hecho en los últimos años.

Glosario de Términos Demográficos

  • Censo: recuento de la población o la riqueza de una nación o pueblo realizado por la administración estatal con el objetivo de mejorar las tareas de gobierno. Para la ONU, el Censo de Población debería incluir el conjunto de operaciones encaminadas a reunir, resumir, valorar, analizar y publicar datos de carácter demográfico, cultural, económico y social de todos los habitantes de un país en un momento dado.
  • Crecimiento vegetativo: diferencia entre el número de nacidos y el número de muertos habidos en un lugar en un período dado de tiempo.
  • Densidad de empleo: número de empleos por unidad de superficie, como hectárea, kilómetro cuadrado, etc. Se calcula dividiendo el número de empleos de un lugar entre su superficie.
  • Densidad de población: número de habitantes por unidad de superficie, como hectárea, kilómetro cuadrado, etc. Se calcula dividiendo la población de un lugar entre su superficie.
  • Emigración: acción de abandonar una persona, familia o pueblo, su lugar tradicional de residencia con ánimo de domiciliarse o asentarse en otro distinto. Las emigraciones se diferencian por sus motivaciones, su duración, o la longitud del desplazamiento.
  • Mortalidad, tasa de: indicador que sirve para medir la intensidad de la mortalidad en el conjunto de una población. Se calcula dividiendo el número de muertos en un periodo dado de tiempo entre la población total. Los valores de este cociente son siempre inferiores a la unidad, por ello suelen presentarse multiplicados por mil, de manera que indiquen el número de fallecidos por cada mil habitantes.
  • Natalidad, tasa de: indicador que sirve para medir la importancia cuantitativa de los nacimientos en el conjunto de un colectivo humano. Se calcula dividiendo el número de nacidos en un periodo dado de tiempo entre la población. Al igual que ocurre con otras tasas de carácter demográfico, sus valores suelen presentarse multiplicados por mil.
  • Nomenclátor: catálogo de nombres de pueblos. Por extensión se denomina Nomenclátor a la publicación periódica realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de la información censal, en la que se recogen las entidades de población de España clasificadas por provincias, municipios y orden alfabético, junto con su población, de hecho y de derecho, el número de edificios, etc.
  • Padrón: recuento de la población municipal y de sus características, entre ellas el sexo, la edad, el estado civil, el grado de instrucción o la actividad económica desempeñada. Se diferencia del censo por ser un documento realizado por la administración municipal, que se actualiza de forma continua y que contiene datos que pueden ser publicados, utilizándose, entre otras tareas, para la confección de los censos electorales.
  • Parroquia: unidad administrativa de carácter eclesiástico que en Asturias y otras regiones del norte de España ha servido en otro tiempo para organizar las actividades sociales y económicas del mundo rural. En el Nomenclátor de Asturias y de las cuatro provincias gallegas la parroquia aparece definida como entidad colectiva, indicando las entidades individuales que pertenecen a cada una de ellas.

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