Desigualdades Sociales en Argentina
Desigualdad Social: Con la consolidación de la sociedad capitalista, a partir del siglo XVIII, surgieron dos corrientes que han intentado explicar el origen de la desigualdad social: la libertad y la crítica o radical. El primero se relaciona con el origen mismo de las desigualdades sociales. El segundo se vincula a la relación entre individuo y sociedad. De esta manera, las posturas de ambas corrientes se han visto enfrentadas. Para la corriente neoliberal, las desigualdades existentes son naturales, producto de las diferentes aptitudes o capacidades de los individuos. Esta corriente de pensamiento postula que la sociedad debe estar regulada y organizada por el mercado. Para la corriente crítica, por el contrario, la desigualdad social no es algo natural, sino un producto del desarrollo histórico. La expansión del capitalismo y la propiedad privada no aseguran mayores niveles de igualdad social, sino que, por el contrario, generan mayores desigualdades. La única forma de superar la desigualdad en una sociedad es a partir de la abolición de la propiedad privada como forma de organización social. En términos generales, es posible señalar que existe desigualdad social cuando una parte de la población no cuenta con las mismas oportunidades que el resto de la sociedad.
Los Principales Indicadores de las Condiciones de Vida
La desigualdad social es un problema que abarca múltiples dimensiones, por lo cual debe ser analizada en base a varios aspectos de la realidad. Se observa un conjunto de necesidades básicas, como la alimentación, la vestimenta, la salud, la vivienda, entre otras. Es necesario tener en cuenta un conjunto de necesidades indispensables, socialmente: la educación, la recreación, el acceso a la cultura, etc. Para medir las condiciones de vida de la población, se utilizan una serie de indicadores, que son la expresión numérica de alguna dimensión social. Entre los indicadores más conocidos y utilizados se encuentran:
- Distribución del ingreso
- Coeficiente de Gini
- Índice de Desarrollo Humano
- Índices de medición de la pobreza
- Línea de pobreza
- Necesidades básicas insatisfechas
La Distribución Funcional del Ingreso
En la sociedad capitalista, forma actual de organización de la producción, se desarrolla a través de dos factores principales que intervienen en el proceso productivo: los dueños de los medios de producción y los asalariados. Los primeros aportan el capital y los segundos, el trabajo a partir de los medios de producción provistos por el capitalista. El resultado del proceso de producción es una cantidad de bienes o servicios que generan ingresos, tanto para el capitalista como para el trabajador.
La Participación del Salario
La distribución funcional del ingreso es importante ya que es una herramienta para identificar y analizar diversos factores relacionados con la acumulación de capital y el crecimiento. Además, representa el modo característico de asignación de la renta nacional entre los trabajadores y los capitalistas. Así, la distribución funcional del ingreso es el instrumento que permite analizar de qué manera el factor capital y el factor trabajo se reparten el ingreso nacional en determinado momento histórico. Uno de los resultados más significativos desde mediados de los años setenta fue el fuerte aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso.
Coeficiente de Gini
Uno de los indicadores más utilizados para medir la desigualdad es el coeficiente de Gini, que mide la distribución personal del ingreso, es decir, cómo se reparten los ingresos entre la población. Indica si la distribución del ingreso entre los diferentes estratos sociales es equitativa. Para calcular este coeficiente, se divide a la población en estratos, con igual cantidad de personas cada uno, y se los ordena de manera ascendente de acuerdo al ingreso percibido. La evolución a lo largo del tiempo del coeficiente de Gini permite analizar si entre los miembros de la sociedad hay una tendencia mayor o menor en la desigualdad de ingresos. Además, la distribución del ingreso puede medirse en base a hogares o personas.
Índice de Desarrollo Humano
Es un indicador que mide tres aspectos referidos a las condiciones de vida de la población: salud, educación y nivel de vida. Constituye una alternativa a las mediciones tradicionales de desarrollo de un país que, por lo general, son insuficientes, ya que solamente consideran al crecimiento económico como el aspecto más importante de la vida de las personas.
El IDH define un valor mínimo y un valor máximo para cada dimensión que varían entre 0 y 1, de acuerdo a si las condiciones de desarrollo son bajas o altas, respectivamente.
La Pobreza como Nueva Cuestión Social
La pobreza se constituyó como uno de los principales problemas a resolver para los gobiernos de la región, que comenzaron a definir diferentes políticas sociales y acciones que permitieron medir en profundidad esta cuestión. El término pobreza puede definirse como la situación de aquellos hogares que no logran cubrir las necesidades básicas de sus miembros. La CEPAL creó un método directo para medir las necesidades básicas insatisfechas. Los hogares con NBI son aquellos que representan al menos una de las siguientes situaciones:
- Deterioro de la calidad habitacional: la vivienda debe cumplir con condiciones mínimas de habitabilidad y protección para los habitantes.
- Hacinamiento: se refiere a la relación entre el número de personas en una vivienda y el número de cuartos disponibles.
- Ausencia de un nivel sanitario adecuado: hace referencia a los hogares que no cuentan con acceso a agua potable y cloacas.
- Inasistencia escolar: considera la falta de acceso a la educación; un niño entre 6 y 12 años no asiste a la escuela.
- Insuficiencia de ingresos: incapacidad para generar ingresos y subsistir económicamente.
El Método Indirecto para la Medición de la Pobreza
El método indirecto consiste en establecer un umbral de ingresos o línea de pobreza, que representa el valor mínimo de todos los bienes y servicios necesarios para el desarrollo personal y la convivencia en sociedad. Mide el ingreso familiar para identificar los sectores de la población que pueden comprar determinada cantidad de bienes y servicios. A partir de esta perspectiva, un hogar es considerado pobre si su ingreso no le permite adquirir los bienes y servicios que garantizan una subsistencia. Dentro de esta perspectiva, algunos adoptaron un criterio de pobreza absoluta y otros, en cambio, trabajan con un criterio de pobreza relativa. La noción de pobreza absoluta hace referencia a la existencia de un núcleo básico de necesidades insatisfechas que indican la condición de pobreza. El criterio de pobreza relativa postula que las necesidades de los seres humanos no son estáticas, sino que varían de acuerdo con los cambios sociales y la oferta de determinados productos en un contexto particular. La adopción de este método es beneficiosa, ya que permite identificar las situaciones de pobreza reciente.
Pobreza y la Indigencia en Argentina
La línea de indigencia se calcula en base al costo de la canasta básica de alimentación, es decir, el conjunto de bienes que satisfacen las necesidades de nutrición mínimas de una persona u hogar, según los requerimientos calóricos diarios por sexo y edad. El monto de esta canasta se calcula con los datos del índice de precios al consumidor. Se considera que una persona u hogar es indigente si su ingreso no llega a cubrir la canasta básica alimentaria. La línea de pobreza se establece al ampliar estas necesidades e incluir bienes y servicios básicos no alimenticios como vestimenta, transporte, educación y salud. El conjunto de estos bienes y servicios que cubren las necesidades alimenticias y no alimenticias mínimas recibe el nombre de compra básica total.
Las Diferencias Regionales
Las diferencias en cuanto a la incidencia de la pobreza y la indigencia a lo largo de Argentina corresponden, entre otros factores, a la desigual distribución de la población, las actividades productivas y la infraestructura de servicios de cada región. Cuando se habla de pobreza, se deben tener en cuenta las diferencias regionales que existen en términos de desigualdad social. La desigualdad social se relaciona principalmente con la pauperización de las condiciones de vida, es decir, el proceso de empobrecimiento de la población, que se vincula con el crecimiento de los índices de desnutrición y mortalidad infantil.
Los Factores Asociados a las Condiciones de Vida
Las condiciones de vida son uno de los elementos centrales a la hora de caracterizar a una población, principalmente cuando están asociadas a situaciones de pobreza y precariedad económica. El análisis no debe estar centrado en un único aspecto, sino considerar diferentes factores asociados, como el trabajo, la educación, la salud y la vivienda. Estos son indispensables para obtener información sobre las condiciones reales. La educación también es otro de los factores asociados. En este sentido, la escuela cumple un rol fundamental como espacio de integración social. Otro factor fundamental entre las condiciones de vida de la población es la salud; la atención pública gratuita, como factor asociado al bienestar de los habitantes, garantiza el acceso al cuidado de la salud. Por último, la posibilidad de acceso a la vivienda es otro de los factores de importancia a la hora de evaluar las condiciones de vida. Es fundamental tener en cuenta que este aspecto se refiere tanto al acceso a la vivienda como espacio físico, como al conjunto de servicios y condiciones necesarios para vivir en la ciudad.
Una Visión Integral de los Factores Asociados
Los factores asociados a la calidad de vida de la población tienen resultados diversos, que son relevantes para las políticas y las decisiones públicas. Las tendencias de comportamiento de la población, afectadas por diversos actores como los patrones de consumo, los avances tecnológicos y las políticas ambientales, permiten tener una visión más integral de las condiciones de vida de la población, que no se restringen solamente a la medición de algunos índices. También es necesario tener en cuenta aquellos factores asociados al desarrollo de la vida en condiciones dignas, que cambian a lo largo del tiempo y están vinculados con la justicia y la inclusión social, que garantizan que todas las personas tengan las mismas oportunidades y puedan acceder a los recursos necesarios para vivir bajo condiciones normales.
Las Condiciones de Vida en las Distintas Regiones
La población en condiciones de pobreza en la región del NEA es muy superior a la del resto de las regiones. En el caso del NEA, en el primer semestre del año 2003, el 73,4% de la población era pobre, mientras que el promedio nacional para el total del aglomerado urbano alcanzaba el 54%. La región del NOA también presentaba valores superiores a la media del país, donde la población bajo la línea de pobreza representaba el 64,8% del total. La región patagónica se encontraba muy por debajo de ese promedio. La desigualdad regional se mantiene. Esto significa que para el segundo cuatrimestre de 2010, el índice de pobreza en el NEA continuaba cinco veces mayor que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tres veces mayor que en la Patagonia y dos veces mayor que en la región pampeana.
El Mercado de Trabajo
El mercado de trabajo se refiere al ámbito de intercambio donde confluyen dos factores: la demanda y la oferta de trabajo. También se denomina mercado laboral. La tasa de empleo indica el porcentaje del total de la población que se encuentra ocupada. Asimismo, es importante distinguir la población total de la población económicamente activa, que se refiere a aquellas personas que participan activamente en el mercado laboral, ya sea porque tienen o buscan empleo. La tasa de desempleo mide el porcentaje de la PEA que no consigue trabajo. Otro indicador es la tasa de subocupación, que se refiere al porcentaje de ocupados que trabajan menos de 35 horas semanales.
Los Movimientos Sociales como Emergentes de la Desigualdad Social
Los cambios en las condiciones de vida de la población se hicieron a través de la caída de los salarios, el aumento de la pobreza y la pérdida de puestos de trabajo. Surgieron respuestas colectivas desde la sociedad civil. Estas acciones colectivas, con alta participación popular, generalmente agrupadas en torno a alguna reivindicación específica, fueron conocidas como movimientos sociales. De esta manera, comenzaron a surgir diferentes movimientos sociales alrededor de cuestiones que afectaban directamente a la vida de los sectores populares. Durante la primavera de 1982 tuvo lugar un movimiento vecinal con la desregulación de los alquileres y su consistente incremento, que se extendió a las tomas de terrenos para solucionar los problemas de acceso a la vivienda. La reapertura de las elecciones en los sindicatos y la renovación de las condiciones sindicales también fueron parte de este contexto.
Los Movimientos Sociales en la Década de 1990
Durante el gobierno de Carlos Menem, la aplicación del decálogo promovido por el llamado consenso de Washington, la no intervención del estado en la economía y su reorientación hacia un estado mínimo, mientras se controlaba el gasto público y se promovían las privatizaciones de empresas públicas, caracterizó esta década. Estuvo atravesada por dos ciclos de protestas. La resistencia a la desarticulación del estado se destacó en las luchas contra las privatizaciones de las empresas estatales, donde participaron pobladores, empleados públicos, comerciantes, estudiantes y docentes. También se destacó la conformación de una nueva central sindical, que incluía a trabajadores estatales, docentes y empleados públicos. El segundo ciclo de protesta se relacionó con los afectados del nuevo modelo económico. Durante el año 1996, los trabajadores despedidos de la empresa petrolera protagonizaron puebladas que inauguraron los cortes de ruta conocidos como piquetes, que tomaron repercusión nacional y con ellos los desocupados.
Las Ciudades en la Colonización
Las ciudades fueron un elemento central en la estrategia territorial de la corona española para la conquista y colonización de América. Cada ciudad tenía jurisdicción sobre un amplio origen de varias provincias argentinas que, en muchos casos, mantuvieron el nombre de aquellas ciudades. Buenos Aires crecía aceleradamente, beneficiada por el comercio libre y por su nuevo rol como capital del virreinato del Río de la Plata.
Las Transformaciones en el Período Agroexportador
En el año 1930, un golpe militar derrocó al presidente Hipólito Yrigoyen y dio inicio a la alternancia de gobiernos constitucionales y dictaduras militares que caracterizó a la vida política argentina durante gran parte del siglo XX. Durante este período (1880-1930) hubo un acelerado crecimiento económico basado en la exportación de productos agropecuarios, como carne, trigo y lana. La cuestión del progreso, en cambio, implicaba la provisión de los factores básicos de producción, tierra y capital, para que ese desarrollo fuera posible. A través de la acción militar, el estado se apropió de extensos territorios que hasta entonces se hallaban en manos de los indígenas. El trabajo fue aportado por mano de obra inmigrante, en su mayor parte de origen europeo. Por su parte, la implementación de la educación pública, gratuita y obligatoria cumplió un rol principal para integrar a esta multitud heterogénea en la economía y la sociedad argentinas, además de contribuir a generar sentimientos de pertenencia y lealtad a la nación. El capital que financió al estado y a las grandes obras de infraestructura provino en su mayor parte del exterior, principalmente de Gran Bretaña. Esta inversión extranjera fue especialmente importante en las áreas del sistema de transporte, como puertos y ferrocarriles, que hacían posible la exportación de los productos agropecuarios y la importación de bienes industriales. Las tarifas diferenciales, combinadas con los bajos aranceles de importación, desalentaron la producción industrial local.
El Crecimiento Acelerado de las Ciudades
El desarrollo de la economía agroexportadora produjo grandes transformaciones en la organización económico-territorial de Argentina y en el sistema de asentamiento humano. La población creció aceleradamente, en gran parte debido a la inmigración. La concentración de la tierra agrícola en un número relativamente pequeño de propietarios condicionó la distribución espacial de esa creciente población y, en especial, de los inmigrantes, quienes, al no tener acceso a la tierra, se concentraron mayoritariamente en las ciudades del litoral. Debido a que la producción primaria de exportaciones se concentraba en la región pampeana, esta región tuvo un alto crecimiento demográfico debido al aporte de la inmigración, mientras que en el resto del país el crecimiento fue solo vegetativo. En las mayores aglomeraciones argentinas durante ese período, las grandes ciudades del litoral crecieron más que las ciudades del interior.
El Contexto Socio Político de 1930-1976
La crisis económica mundial iniciada en 1929 se hizo sentir en Argentina a partir de 1930. La recesión en los países capitalistas centrales generó una reducción en la demanda de alimentos y materias primas, lo cual puso en crisis al modelo agroexportador. El estado comenzó a intervenir en algunos aspectos del comercio exterior, a fin de sostener los precios de los principales productos de exportación. La falta de divisas dificultó la importación de bienes industriales, que aumentaron sus precios, estimulando un incipiente proceso de industrialización tendiente a sustituir los productos importados por otros de fabricación nacional. La primera etapa de industrialización estuvo dirigida a la producción de bienes de consumo para el mercado interno y tuvo como protagonista a pequeños y medianos capitales locales. Los altos salarios y el bajo desempleo garantizaban las fortalezas de este mercado interno.
Este modelo económico debió enfrentar diversos problemas, como la necesidad de insumos y bienes de capital para la creciente industria nacional. Otro era el estancamiento tecnológico de la industria, ante lo cual era necesario desarrollar una industria pesada, que requería importantes inversiones de capital y tecnología. Por ello, se recurrió a la inversión extranjera directa, que dio origen a una segunda etapa de industrialización sustitutiva, caracterizada por las inversiones de origen extranjero orientadas a la producción de bienes de capital y otras actividades. El estado realizó, paralelamente, inversiones importantes en infraestructura de transporte. Este período se caracterizó por la combinación de crecimiento económico, inflación y crecientes tensiones sociales y políticas surgidas en parte alrededor de la distribución del ingreso.
Las Grandes Aglomeraciones
Las nuevas actividades desarrolladas durante ambas etapas del proceso de industrialización sustitutiva se localizaron principalmente en los grandes aglomeraciones, como Buenos Aires, Rosario y Córdoba. La existencia de grandes concentraciones de mano de obra y de mercados consumidores donde colocar la producción hizo posible el desarrollo de estas actividades. Además, las ciudades contaban con las principales obras de infraestructura en transporte y con la presencia de otras actividades industriales, comerciales y de servicios. De esa manera, se consolidó un proceso circular y acumulativo, por el cual la concentración de actividades en esos aglomerados atrajo población en busca de trabajo, a la vez que esa concentración de población generó más actividades.
La Distribución de la Población por Categorías
Durante las etapas de industrialización sustitutiva continuó el acelerado proceso de urbanización. Entre las décadas de 1950 y 1980, el crecimiento de la población dispersa en localidades de más de 50.000 habitantes fue leve. El total de la población en esta categoría pasó de 9 millones, que representaban más de la mitad de los habitantes del país en 1950, a poco más de 10 millones.
La Evolución Reciente del Sistema Urbano
La política económica implementada durante la dictadura militar (1976-1983) respondió a las ideas neoliberales y monetaristas, que proponían reducir la intervención del estado, achicar el gasto público para combatir la inflación y dejar las principales variables en manos de los mercados. Estas trajeron como resultado la reducción del salario real, acompañada por la represión contra las actividades sindicales. Se redujeron los aranceles a las importaciones, desaparecieron muchos establecimientos industriales pequeños y medianos, y aumentó la concentración económica en manos de empresas de mayor tamaño. Además, aumentó el desempleo, el trabajo por cuenta propia y el empleo informal, y la desocupación y precariedad laboral generaron un aumento de la pobreza. Por otra parte, aumentó notablemente el endeudamiento del estado, lo cual condicionó fuertemente las políticas públicas en las décadas siguientes. Durante la década de 1990 volvieron a ponerse en práctica las políticas neoliberales. Esto tuvo un fuerte impacto social y territorial, expresado en la concesión de infraestructuras y servicios de transporte a operadores privados. Las políticas de apertura económica tuvieron, entre otras, dos consecuencias: un mayor crecimiento de las ciudades grandes e intermedias, junto a una creciente inserción de estas ciudades en la economía global. Las ciudades han debido afrontar el incremento de sus funciones y las demandas de actores locales y extranjeros, lo cual agudizó la competencia interurbana por la atracción de inversiones y capitales. A pesar de todo, sigue existiendo una gran desigualdad en la distribución del ingreso y una parte importante de la población sufre situaciones de pobreza e indigencia.
Los Cambios en el Sistema Urbano
Las causas de estos cambios son diversas. Por ejemplo, la desindustrialización resultante de las políticas neoliberales implementadas entre 1976 y 2001, que redujo las posibilidades de trabajo en los grandes aglomerados, desalentó las migraciones desde localidades más pequeñas. Por otra parte, también hubo un aumento de los desplazamientos de población desde el aglomerado hacia ciudades medianas o pequeñas en busca de una mejor calidad de vida. En cambio, la población rural, tanto dispersa como aglomerada, fue disminuyendo su concentración en pueblos relativamente grandes. En este proceso ha incluido, por una parte, la incorporación de mano de obra y, por otra, el desarrollo del transporte automotor que permite residir en un pueblo y trabajar en el campo.
El Empleo en las Ciudades Argentinas
Como consecuencia de los procesos analizados, el desempleo en las ciudades argentinas aumentó significativamente desde mediados de la década de 1970. Si bien este proceso tuvo variaciones, la tendencia general del período fue la creciente expulsión de población del mercado de trabajo. Por otra parte, en este período existe una diferenciación regional en las situaciones de empleo y desempleo. El aglomerado, la región pampeana y la región patagónica presentan altas tasas de actividad y empleo en relación a la población total. Esto quiere decir que un alto porcentaje de la población trabaja o busca trabajo. Es importante tener en cuenta que las tasas de actividad y empleo se calculan en relación a la población total, en cambio, la tasa de desocupación se calcula en relación a la población económicamente activa. Las personas que han pasado mucho tiempo desocupadas y han dejado de buscar trabajo no están incluidas en la PEA y, por lo tanto, no integran el cálculo de las tasas de desocupación. Una tasa de desocupación relativamente baja significa lo mismo en una región donde la tasa de actividad es alta que en otra región donde la PEA representa una proporción relativamente baja de la población total.