Evolución de la Fauna y la Flora en el Cenozoico Tardío: Oligoceno, Mioceno y Plioceno

Oligoceno (35-25 Ma)

El importante descenso de la temperatura y humedad durante la transición Eoceno-Oligoceno causó la reducción de los bosques tropicales de Eurasia.

Los primates, unos excelentes indicadores de condiciones tropicales y altamente susceptibles a cambios ambientales, prácticamente desaparecen del registro fósil durante el Oligoceno.

Al inicio del Oligoceno, la fauna de mamíferos herbívoros cambió radicalmente para adaptarse a estas condiciones más secas y frías. A partir de este momento dominó una fauna con dentición adaptada a una dieta de vegetales más duros y resistentes, un alargamiento de las extremidades y adquisición de cascos, características todas ellas relacionadas con la expansión de medios más abiertos y secos.

Durante el Oligoceno hubo una importante actividad tectónica que conllevó un incremento en la actividad volcánica y el inicio de la colisión entre India y Asia. Los últimos restos del supercontinente Gondwana acabaron de romperse, con la Antártida y Australia separándose definitivamente de Sudamérica.

En los mares someros, los Nummulítidos seguían manteniendo una cierta presencia.

En esta época hacen su aparición los équidos irregulares.

En las primeras fases de este período desaparecen los Creodontos, y su nicho fue totalmente sustituido por los mamíferos carnívoros modernos, con una clara expansión de cánidos y félidos.

Entre las formas herbívoras, los caballos tridáctilos se expanden en gran medida, bien adaptados a los medios más abiertos.

En el continente africano aparecen los primeros simios antropoides.

Neógeno (25-2 Ma)

Mioceno (25-5 Ma)

Plioceno (5-2.6 Ma)

Los mamíferos y las aves tuvieron un gran desarrollo y diversificación, mientras que otros grupos de organismos se mantuvieron relativamente estables.

El clima en el Neógeno se enfrió paulatinamente, finalizando en las glaciaciones del Cuaternario.

El clima se hizo más seco, desarrollándose grandes desiertos en el norte de África, Asia Central y Australia, paisajes de pradera, estepa y sabana en el interior del resto de continentes, y paisajes de tundra en las latitudes más altas.

Las gramíneas aparecieron a principios del Mioceno y rápidamente reemplazaron los bosques residuales del Oligoceno. Sin embargo, las gramíneas son alimentos pobres en nutrientes y con altos contenidos en sílice, muy abrasivo para los dientes, por lo que los organismos de este período tuvieron que adaptarse a estas nuevas condiciones.

El Neógeno conllevó la aparición de nuevos grupos de cazadores de un tamaño considerable, capaces de seguir a sus presas durante grandes distancias en espacio abierto. Por su parte, los perseguidos desarrollaron sus propios mecanismos de defensa: se desplazaban en manadas, migraban estacionalmente y tenían grandes cuerpos adaptados a la velocidad y la resistencia.

Se producen importantes acontecimientos tectónicos y sedimentarios como la Crisis de Salinidad del Mediterráneo durante el Messiniense, en el límite Mioceno-Plioceno.

En el Mediterráneo occidental, el Dominio de Alborán, una pequeña placa tectónica de origen mesomediterráneo, migró hacia el oeste, chocando contra las placas Ibérica y Africana.

Esta colisión selló la terminación occidental del Mediterráneo durante ~600 Ka, en los que el Mediterráneo quedó totalmente aislado, sin renovación de sus aguas, y prácticamente se secó. Este hecho se ha detectado a partir del depósito de sapropeles y evaporitas en las pequeñas masas de agua residuales que subsistieron durante este período en el fondo del Mediterráneo, así como por el registro de microorganismos de agua dulce en estos sedimentos.

Además, en este período se produjo la fase principal de colisión de la placa de India con Asia. Aunque la colisión se produjo en el Oligoceno, durante el Mioceno se produjo la fase principal del choque y fue en el Plioceno cuando el engrosamiento cortical bajo el Himalaya alcanzó su máximo.

En el Neógeno terminal, los bordes de la placa Australiana finalmente contactaron con Asia, elevando la isla de Nueva Guinea. El empuje de otras microplacas contra Asia provocó la formación de islas como Indonesia, Japón, Taiwán…

Islandia emergió a partir de un punto caliente de la dorsal Centro-Atlántica.

Sudamérica experimentó un prolongado período de formación de montañas, como la primera fase de elevación de la Cordillera Andina.

A finales del Neógeno tuvo lugar uno de los movimientos continentales más significativos: la conexión de América del Norte con América del Sur a finales del Plioceno, que significó un gran intercambio faunístico y el cierre de las comunicaciones e intercambios de aguas entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico.

Ambos polos se encontraban termalmente aislados de las aguas ecuatoriales, con lo que se cubrieron de grandes mantos de hielo.

Mioceno (25-5 Ma)

Se dieron importantes modificaciones paleogeográficas que afectaron especialmente a la configuración del Mar de Tethys y su conexión con el Océano Atlántico e Índico.

La convergencia entre las placas Arábigo-Africana y Eurasiática a nivel de Oriente Próximo estrechó la conexión oriental del Tethys hacia el Océano Índico, que acabó perdiéndose hace unos 15 Ma, originando un intercambio faunístico entre ambas regiones y el origen del actual Mediterráneo.

Una placa situada en el centro del Mediterráneo, la placa de Alborán, siguió su avance hacia el oeste, cerrando poco a poco la comunicación entre el Mediterráneo y el Océano Atlántico, creando dos estrechos pasajes entre las placas Ibérica y Africana: el pasaje Bético al norte y el Rifeño al sur.

Durante el Messiniense (Mioceno terminal), se llegó a cerrar el Mediterráneo, que, como mar cerrado y sin renovación de sus aguas, sufrió una estratificación que favoreció el depósito de importantes grosores de evaporitas.

Formación de las Cordilleras Béticas: el desplazamiento de la Placa Mesomediterránea marcó el inicio de la formación de las Cordilleras Béticas al colisionar los bordes de esta placa con las adyacentes placas Ibérica y Africana. Como resultado de la colisión de la Placa de Alborán (Zonas Internas) con el borde de la Placa Ibérica, el flysch del Surco de Gibraltar cabalgó sobre el Subbético, éste lo hizo sobre las Unidades Intermedias, y éstas a su vez sobre el Prebético. En la colisión resulta también implicada la región del norte de África, donde se levantan los relieves del Rif, que incluyen las rocas equivalentes a las de los diferentes dominios béticos. En el frente septentrional de la Cordillera se generará un surco donde se depositaron los materiales resultantes de la progresiva erosión de los relieves recién generados: la Cuenca de Antepaís del Guadalquivir.

Desde el punto de vista biológico, durante el Mioceno aparecieron dos grandes tipos de ecosistemas: las praderas de algas y plantas en medios marinos, y las praderas herbáceas de gramíneas en los terrestres.

El Mioceno fue también el período de principal diversificación del grupo de los primates Driopitécidos que, originados en África a inicios del Mioceno, tuvieron su principal momento de radiación y expansión en el Mioceno medio, tras el importante evento de acercamiento entre África y Eurasia.

En la parte alta del Mioceno inferior todavía existe un hábitat húmedo y boscoso, pero aparecen ya formas que marcan la transición hacia los paisajes más secos y abiertos del Mioceno medio.

El tránsito del Mioceno inferior al medio marcó un profundo cambio ambiental, pasando a un biotopo mucho más seco y abierto con una menor diversidad.

El Mioceno medio-alto marcó un retorno al hábitat húmedo y boscoso del Mioceno basal, que se prolongó hasta la parte baja del Mioceno superior.

El biotopo presente durante la mayor parte del Mioceno superior fue un retorno a las condiciones de aridez del Mioceno medio, con un paisaje característico de sabana y un decrecimiento en la tasa de diversidad específica.

Finalmente, en el Mioceno terminal (Messiniense), aun persistiendo las condiciones de sabana, se observan bosques-galería en las veras de los cursos fluviales.

El descenso del nivel marino en estos momentos pudo ser el responsable, a través de un posible puente continental en Gibraltar, de la aparición de formas africanas como hipopótamos y camélidos por vez primera entre la fauna peninsular.

Este límite ha tenido una amplia repercusión, especialmente en las áreas circunmediterráneas, porque puso fin al importante evento de desecación acontecido a finales del Mioceno.

Tras la Crisis de Salinidad, los foraminíferos bentónicos fueron repoblando el fondo marino del Mediterráneo de forma progresiva, y ya a partir de inicios del Plioceno los foraminíferos planctónicos se hicieron presentes, evidenciando una eficiente conexión con el Océano Atlántico.

Este importante cambio parece que fue muy brusco y requirió de un importante flujo de aguas marinas hacia el interior de la cuenca Mediterránea, evento denominado Inundación del Messiniense terminal, con una causa atribuida a procesos glacio-eustáticos.

Plioceno (5-2.6 Ma)

El paisaje de tundra cubrió la mayor parte de los territorios septentrionales.

Proliferaron los bosques caducifolios y de coníferas, y las praderas de gramíneas se extendieron por la mayor parte del interior de los continentes, mientras que en Asia y África se desarrolló un paisaje seco de tipo estepa y sabana.

Los bosques tropicales quedaron así limitados a una estrecha banda alrededor del Ecuador.

Durante el Plioceno, el mundo adquirió una geografía semejante a la actual, con casquetes polares, mamíferos modernos y la fase principal de la evolución del hombre.

  • La migración de la Placa del Caribe hacia el oeste dio lugar a la formación del Istmo de Panamá, con la consiguiente unión entre Norteamérica y Sudamérica.
  • El Mediterráneo adquirió su configuración actual, tras su fase de desecación del Mioceno terminal.
  • Se produjo la fase principal de levantamiento del Himalaya.
  • Se formaron puentes intercontinentales entre Alaska y Asia (Arco de Aleutianas).

La formación del Istmo de Panamá fue cortando el paso a las corrientes oceánicas ecuatoriales cálidas, propiciando un ciclo de enfriamiento en el ahora aislado Océano Atlántico por la influencia de las frías aguas árticas y antárticas.

Este enfriamiento climático supuso una retracción de las regiones ecuatoriales.

En este contexto, el final del Plioceno supuso además un período de cambio muy importante para la fauna de moluscos, que adquirió unas características similares a las actuales.

El Mioceno superior-Plioceno fue un período de grandes migraciones por la aparición de numerosos puentes intercontinentales.

La sustitución de los bosques por extensas praderas herbáceas durante el Plioceno provocó una expansión de las comunidades de herbívoros pastadores, con lo que los diversos grupos de bóvidos (de tipo vacuno, ovino, antílopes, gacelas…) alcanzaron su máxima diversificación.

En la Península Ibérica, el inicio del Plioceno se acompaña de una gran caída de la diversidad de mamíferos y un cambio en su composición; declinan los Múridos y aparecen los primeros Arvicólidos.

El conjunto de la fauna marca unas condiciones climáticas similares a las del Mioceno superior, con clima seco y medio de sabana.

El Plioceno superior se caracteriza por un progresivo enfriamiento y deterioro ambiental relacionado con las glaciaciones cuaternarias, que supuso importantes cambios faunísticos, alternándose etapas de mayor o menor diversidad biológica.

A finales del Plioceno superior, hace 2-3 Ma, el Istmo de Panamá acabó con el aislamiento de Sudamérica: diversos grupos de desdentados (armadillos, perezosos de suelo), marsupiales y aves carnívoras gigantes (forusrácidos), entre otros, migraron hacia Norteamérica, mientras que grupos de mamíferos placentarios modernos (cánidos, félidos, équidos, elefántidos, entre otros) invadieron Sudamérica procedentes del Norte.

Este evento tuvo una gran repercusión sobre las faunas locales sudamericanas.

Hoy día, más de la mitad de géneros de mamíferos en Sudamérica son descendientes de los taxones procedentes de Norteamérica.

En África, la emergente sabana y la retracción de las áreas boscosas llevó a algunos grupos de simios a dejar los árboles para adaptarse a un medio abierto, coexistiendo con elefantes, antílopes y otros grupos de organismos.

Para una mejor adaptación a estos medios abiertos, fue precisa la adopción de una postura erecta (bipedismo), que les permitiera otear por encima de las altas hierbas la posible presencia de depredadores.

La liberación de las manos les permitió transportar enseres, la prole, así como la elaboración de herramientas para sus propias necesidades (industria lítica).

Así, el linaje de los homínidos bípedos apareció en los valles del Rift del este africano hace unos 5 Ma, diversificándose rápidamente en diversos linajes de australopitécidos, habitando principalmente la zona de Kenia, Etiopía y Tanzania, y extendiéndose luego a muchos otros sectores del continente.

Con posterioridad, hace unos 2.5 Ma, aparecieron unos descendientes de los anteriores con un volumen craneal (cerebral) mucho más grande, Homo habilis, y poco después, hace unos 2 Ma, aparecieron formas más evolucionadas como H. erectus, ancestro de los neandertales y del Homo sapiens.

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