Evolución del Turismo en España
Los inicios del turismo moderno en España se sitúan en la década de 1950, con 1959 como año clave. Este despegue coincidió con un momento importante en la planificación económica española, que reconoció el turismo como un factor de desarrollo crucial. En 1960, el número de visitantes superó los seis millones, iniciando una etapa de crecimiento continuo y acelerado hasta 1973. Este período (1970-1973) sentó las bases del modelo turístico español de masas, que requirió la construcción de complejos de apartamentos y hoteles, dando lugar a la urbanización, a menudo precipitada y especulativa, de los litorales.
Este ritmo expansivo se interrumpió en 1973 debido a la crisis del petróleo, la recesión económica, el ocaso del franquismo y la transición democrática. A partir de 1976, comenzó una nueva fase de crecimiento sostenido hasta 1989, caracterizada por el aumento de turistas extranjeros y la incorporación de los españoles al turismo de playa, tanto en hoteles como en apartamentos propios.
Tras una recesión a principios de los 90, coincidiendo con el encarecimiento de la oferta española y el surgimiento de nuevos destinos en Europa y el Mediterráneo, comenzó la última fase, que llega hasta la actualidad. En 2007, España alcanzó los 100 millones de visitantes, aunque los turistas propiamente dichos fueron 59 millones. Estas cifras sitúan a España como el segundo destino turístico mundial en número de visitantes, detrás de Francia y por delante de países como Estados Unidos, China o Italia. En cuanto a ingresos, España también ocupa el segundo lugar mundial, detrás de Estados Unidos y por delante de Francia.
Características del Modelo Turístico Español
El modelo turístico consolidado en España se caracteriza por:
- Procedencia internacional de los visitantes: Los principales países emisores son los de la Unión Europea, destacando Reino Unido, Francia y Alemania, de donde procede la mitad de los turistas. Les siguen los países nórdicos y Portugal. Países como Estados Unidos o Japón, antes importantes, han disminuido su afluencia. Así, España se ha convertido en un espacio turístico principalmente intraeuropeo.
- Demanda centrada en el sol y playa: El turismo predominante es el de sol y playa, buscando evasión, ocio y descanso. Su calendario está condicionado por la temporada de baños y las vacaciones laborales y escolares, coincidiendo con el verano. Esto provoca una acusada estacionalidad, con saturación del transporte y la hostelería en julio y agosto. Progresivamente, se ha incorporado el turismo nacional, equilibrando la presencia de extranjeros y españoles en muchas playas.
- Turismo de masas:
- El turismo de jubilados, nacionales y extranjeros, que alternan su estancia en el litoral con su residencia habitual, es cada vez mayor. Aprovechan su disponibilidad de tiempo para adaptarse a las ofertas y contribuyen a la ocupación hotelera en temporada baja.
- La tendencia a fraccionar las vacaciones en distintos periodos (primavera, verano, Navidad) y ocuparlos en distintas modalidades de turismo ha contribuido a diversificar los destinos y atenuar la estacionalidad, aunque sigue siendo acusada.
- Infraestructura turística extraordinaria: España cuenta con más de 10.000 hoteles y hostales, que ofrecen más de 1.100.000 plazas de alojamiento, además de campings, apartamentos y otros establecimientos. Su distribución geográfica es desigual, concentrándose en las zonas insulares y litorales.