La Transformación de la Ciudad Industrial en España
El Siglo XIX: Revolución Industrial y Planes de Ensanche
En el siglo XIX, España experimentó importantes transformaciones urbanas impulsadas por la implantación del sistema político liberal y la Revolución Industrial. Los cascos antiguos de las ciudades se vieron afectados por las desamortizaciones, como la de Mendizábal en 1836, que provocó el derribo de numerosos edificios religiosos. Otro hito fue la división administrativa en provincias diseñada por Javier de Burgos en 1833.
Se implementaron diversas medidas higiénico-sanitarias, como la mejora de las redes de alcantarillado, la pavimentación de calles y la instauración del transporte urbano. La creciente necesidad de suelo urbano llevó al derribo de murallas y cercas que limitaban la expansión de las ciudades.
Para gestionar esta expansión, se diseñaron planes de ensanche que dieron origen a nuevos barrios con un plano ordenado. Los ejemplos más conocidos son los de Carlos María de Castro en Madrid e Ildefons Cerdá en Barcelona. Estos planes se caracterizaron por un trazado ortogonal, con manzanas abiertas y zonas verdes.
A finales del siglo XIX, surgieron nuevos modelos urbanísticos inspirados en ideas británicas, como la ciudad-jardín, que proponía viviendas unifamiliares con jardín para la burguesía. Otro proyecto destacado fue la Ciudad Lineal de Arturo Soria en Madrid, concebida como una extensa avenida flanqueada por viviendas unifamiliares con jardín.
Crecimiento de los Barrios Obreros
La creación de barrios de casas populares en las nuevas zonas de expansión transformó el plano de la ciudad. Barrios de viviendas en altura, con frecuencia mal comunicados, fueron surgiendo en la periferia.
El Siglo XX: De la Guerra Civil al Desarrollismo
En el primer tercio del siglo XX, se completaron los derribos de murallas, se realizaron nuevas alineaciones urbanísticas, se construyeron nuevos barrios y se diversificaron los usos del suelo (industrial, transportes…). Se promulgaron las Leyes de Casas Baratas (1921 y 1924), que permitieron a los ayuntamientos planificar el alojamiento obrero. Esta legislación, pionera en política de vivienda en España, ayudó a frenar la crisis en el sector de la construcción y dio lugar a la segunda generación de ensanches, que convirtió a los barrios periféricos en protagonistas del desarrollo urbano.
Los barrios periféricos se integraron plenamente en la ciudad. Se llevaron a cabo intervenciones para conectar los distritos y mejorar la movilidad entre el centro antiguo y los ensanches. La Gran Vía de Madrid, inaugurada en 1910, es un ejemplo de esta voluntad de conectar el este y el oeste de la ciudad.
Reconstrucción y Expansión tras la Guerra Civil
Tras la Guerra Civil (1936-1939), la reconstrucción de las ciudades y la atención al crecimiento urbano se convirtieron en prioridades. En 1939 se creó el Instituto Nacional de la Vivienda (INV), que promovió un gran volumen de construcción mediante viviendas protegidas y exenciones fiscales. El régimen franquista comenzó actuando en las ciudades que habían apoyado el alzamiento militar de 1936.
En la mayoría de las ciudades españolas surgieron las barriadas, resultado de la construcción masiva de viviendas para las clases populares. En 20 años se construyeron alrededor de 400.000 viviendas protegidas, a menudo con materiales de baja calidad, como las UVA construidas con barracones. La deficiente calidad constructiva e infraestructural dio lugar al fenómeno del chabolismo vertical.
A finales de la década de 1950 se construyeron numerosos polígonos de viviendas en torres de gran altura. La época del desarrollismo y el final del franquismo coincidieron con una explosión urbana sin precedentes. Surgió un nuevo modelo de ciudad caracterizado por la modernización económica y el crecimiento industrial.
Cambios en el Centro y la Periferia
Los centros históricos sufrieron la destrucción de parte de su tejido urbano debido a la modificación del trazado viario y la apertura de nuevas calles. La expansión de las actividades terciarias en el casco antiguo transformó estas áreas en los nuevos CBD (Central Business District) de las ciudades.
La Ley del Suelo de 1956 impulsó la elaboración de los primeros Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU), destinados a planificar y ordenar el crecimiento urbano. Los barrios residenciales se planificaron como polígonos de edificación abierta, con predominio de la vivienda en altura. Estos barrios estaban destinados a las clases medias, pero la excesiva altura y la falta de servicios básicos convirtieron a algunos de ellos en barrios-colmena.
En la periferia, la falta de control urbanístico dio lugar a barrios residenciales espontáneos, con calles-corredor estrechas y mal iluminadas, y sin transporte público adecuado. En las décadas de 1960 y 1970, en áreas periféricas de suelo rústico, surgieron núcleos suburbanos de chabolismo e infravivienda, habitados por grupos sociales marginales e inmigrantes sin acceso a otros tipos de vivienda. En la periferia también se concentraron otros usos del suelo, como los industriales.