La España Atlántica
1. Clima:
El norte y el oeste de España pertenecen al clima oceánico o atlántico. Sus características más importantes son:
- Las temperaturas son suaves a lo largo de todo el año por la proximidad del mar.
- Los inviernos son templados y los veranos frescos y breves.
- Las temperaturas en los meses más fríos están entre los 7 y los 10 grados.
- En verano se alcanzan los 18 o 20 grados.
- Las precipitaciones se distribuyen regularmente a lo largo del año.
La abundancia de las precipitaciones se debe a dos motivos: por un lado, la parte norte de la península se ve más afectada por las perturbaciones del frente polar; por otro lado, la proximidad al mar de las montañas potencia la acción de las borrascas y provoca lluvias orográficas. Las precipitaciones varían mucho entre unas zonas y otras. Las montañas son las zonas más húmedas y las cantábricas son las que más nieve reciben al año y mantienen algunos neveros permanentes.
2. Vegetación:
Tiene una cubierta vegetal muy rica y depende de los tipos de suelos. En la España atlántica podemos encontrar tres tipos de suelo:
- Suelos ácidos y poco desarrollados en las zonas silíceas de Galicia y Asturias.
- Suelos jóvenes más fértiles en los valles.
- Suelos desarrollados con más materia orgánica, de origen silíceo al oeste y calizo en Cantabria y el País Vasco.
La España atlántica es el área propia del bosque caducifolio. Este bosque tiene una gran variedad de especies de hoja frondosa. En algunas ocasiones se pueden formar bosques cerrados de más de 20 m de alto, en los que apenas entra la luz, lo que dificulta el crecimiento de matorrales y herbáceas. La acumulación de hojarasca aporta nutrientes al suelo, que reducen su aridez. Son característicos los carballares en Galicia y los hayedos. Otros árboles propios de este bosque son el roble melojo, el abedul, el castaño, el arce, el tilo y el acebo. En las proximidades de los ríos aparecen otras especies como el aliso, el avellano, el sauce, el serbal, el mostajo y el fresno. También hay repoblaciones de algunas especies foráneas como los eucaliptos de las zonas costeras y algunos pinares. La progresiva destrucción del bosque ha favorecido la expansión de amplias zonas de matorral muy denso, que son conocidas como landas, cuyas especies más destacables son el tojo, el brezo, la genista, el arándano y el helecho. También han adquirido gran significación las praderas que se utilizan en su mayor parte para el pasto del ganado.
La España Interior
1. El clima
El interior de la Península Ibérica pertenece al dominio del clima mediterráneo. La gran altitud media y las escasas influencias marítimas hacen que tenga un claro carácter de continentalidad. Tiene un clima mediterráneo continentalizado con las siguientes características:
- Predominan las masas de aire estables, ya sea por la presencia del anticiclón de las Azores o por las altas presiones térmicas. Las borrascas activas del frente polar casi no penetran porque las detienen las montañas periféricas. Hay dos situaciones de inestabilidad: en algunas ocasiones entra el aire húmedo desde el oeste y el suroeste hacia Extremadura, que dejan precipitaciones; otras veces se producen bajas presiones térmicas durante el verano, con fuertes tormentas de granizo.
- Las temperaturas son muy contrastadas. Hay una gran amplitud térmica entre los meses de verano e invierno, que llega a superar los 20ºC en la llanura manchega. En invierno, las temperaturas medias están entre los 4ºC y los 6ºC, y en verano, entre los 20 y 24ºC. En general, las temperaturas son algo más bajas en la Submeseta Norte, y los inviernos son muy largos.
- Durante el invierno se producen nieblas en las zonas de montaña. Hay fuertes heladas.
- Las precipitaciones son escasas. Superan los 1000 mm en la montaña, pero apenas se alcanzan los 500 mm en la Meseta y el valle del Ebro. Las precipitaciones se reparten irregularmente. Se concentran en primavera y en otoño; la aridez estival es muy acusada, y en ocasiones produce tormentas.
2. La Vegetación
El clima seco no ha permitido la formación de suelos ricos en nutrientes. Predominan los suelos calcáreos poco fértiles y sin desarrollar por la abundancia de rocas calizas duras. La vegetación es de tipo xerófilo, con especies con raíces profundas para soportar la sequía estival y muy resistentes para poder soportar tanto el intenso calor del verano como las heladas del invierno. La especie más extendida es la encina, que puede formar bosques cerrados y bosques abiertos, como las dehesas. Muy similar es el caso del alcornoque, menos numeroso porque crece solo en suelos silíceos.
Los escasos bosques suelen localizarse en las áreas de montaña. Son característicos los de roble en las umbrías de las laderas de las montañas, sobre todo, los pinares que pueden ser tanto repoblaciones recientes como grandes bosques consolidados, en el sistema ibérico y central. También hay bosques de ribera junto a los ríos formados por olmos, sauces, alisos y fresnos. En las zonas en las que ha perdido el bosque original aparece el matorral, con arbustos en formaciones más o menos abiertas. El matorral puede ser de dos tipos: sobre suelos silíceos se da el maquis y sobre suelos calcáreos aparece la garriga. Cuando la degradación de la vegetación original es mayor, aparecen formaciones de tipo estepario.
El clima de montaña
Es un clima más frío y con precipitaciones más abundantes que en las áreas que están a su alrededor. Los veranos son más cortos y los inviernos más largos. Las temperaturas descienden con la altura a razón de 1ºC cada 180 m, lo que denominamos gradiente adiabático. Sin embargo, a veces se produce un efecto contrario o inversión térmica. Las precipitaciones se reparten durante todo el año y se incrementan con la altura. Suelen asociarse a las borrascas del frente polar, pero se incrementan por el efecto orográfico. En relación con este factor, también es habitual la formación de nieblas.
La vegetación
En la montaña, las plantas se distribuyen en pisos a lo largo de sus laderas, ya que con la altura cambian las condiciones de temperatura y humedad. De arriba abajo podemos distinguir cuatro niveles:
- Las altas cumbres están ocupadas por zonas de rocas desnudas y por los neveros.
- Inmediatamente después hay un segundo piso con prados de altura, que en las montañas Béticas, con un verano cálido, se transforman en plantas espinosas.
- El tercer nivel está ocupado por landas y densos matorrales de piornos, genista y enebros enanos.
- Por último, están los diferentes pisos arbóreos, a los que se adaptan las especies atlánticas y mediterráneas, según los casos. Es muy importante destacar la existencia de algunos bosques de abetos y pino negro en los Pirineos.
España mediterránea litoral
Clima
Se extiende por el valle del Guadalquivir, la costa mediterránea, las islas Baleares, Ceuta y Melilla. Se caracteriza por el clima mediterráneo típico.
- Es un clima templado de temperaturas medias anuales que oscilan entre los 14 y los 18 grados. Sus inviernos son suaves, con medias entre 10 y 12 grados, y los veranos cálidos entre 22 y 26 grados.
- Las precipitaciones son escasas y muy irregulares. Se concentran en los meses de otoño y primavera. Destaca la gran aridez estival, pero el régimen de precipitaciones tiene variaciones. Hay zonas húmedas con más de 700 mm anuales (norte de Cataluña y algunas montañas litorales), hay zonas intermedias que sobrepasan los 400 mm de precipitación anual (islas Canarias y casi todo el litoral), y hay zonas áridas con menos de 400 mm de precipitación anual (sureste peninsular).
Estas características se deben a los siguientes factores:
- La fachada oriental de la península se encuentra resguardada de la circulación zonal del oeste.
- Existe un frente mediterráneo que conlleva fuertes borrascas y es más activo en el otoño.
- Otros factores son el anticiclón de las Azores, las bajas presiones térmicas del norte de África y el relieve próximo a la costa.
Vegetación
La formación característica es el matorral mediterráneo con plantas de hojas pequeñas, perennes y coriáceas oscuras y de tonos grises. Las especies más extendidas son la encina costera, el quejigo, la coscoja y algunas especies de pinos. En algunos lugares de Cataluña y del sur de Andalucía hay alcornocales que constituyen ecosistemas de gran valor ecológico.
La destrucción de estos paisajes ha dejado grandes áreas de matorral de garriga. Otras especies abundantes son las jaras, brezos y acebuches. La escasez de cubierta vegetal caracteriza el sureste y las áreas más degradadas del mundo mediterráneo. Son regiones muy áridas, casi desérticas y amenazadas por la erosión. Son el reino de plantas como el palmito, los espinos, el tomillo y otras olorosas.
Están también las plantas relacionadas con la intervención del ser humano, como las palmeras, los olivares del valle del Guadalquivir, las higueras, los almendros y las extensas plantaciones de cítricos del levante español.