El Pasado Migratorio de España: De la Emigración a la Inmigración

El Pasado Migratorio de España:

De la Emigración a la Inmigración

La situación estratégica de España entre Europa y África hace que tenga un pasado migratorio muy activo, como lugar de paso y asentamiento de diversas poblaciones. La pérdida de población de las regiones del interior respecto a las periféricas condiciona una distribución desigual de la población. La emigración a América después de 1492 es otro hecho clave para la historia de las migraciones. Los flujos migratorios más importantes cuentan con una composición por edades, sexos, profesiones, etc. Puede producirse dentro de las fronteras del país o un abandono del país para ir a otro.

Etapas:

SIGLO XIX (hasta 1959):

La presión demográfica y el carácter estacional del trabajo en el campo libera a los campesinos para trabajar en otras áreas territoriales. No sólo protagonizado por campesinos españoles sino también de otras zonas de Europa, atraídos por la riqueza americana. Los países receptores, temiendo no poder absorber toda la mano de obra, introdujeron algunas restricciones a la inmigración. Tras las guerras mundiales y la Guerra Civil Española serán también jóvenes profesionales españoles cualificados los que las protagonicen. Galicia fue la región que más población perdió en esta etapa.

La emigración exterior tiene varios destinos:

  • América: se reactiva en el último cuarto del siglo XIX, unas 100.000 personas al año desde 1889 hasta 1896, lo que supone casi 1.5 millones. Existe inmigración ilegal. Sólo se ve interrumpida por la crisis económica de 1929, las guerras mundiales y la Guerra Civil Española. Se reactiva de nuevo después de la Segunda Guerra Mundial. Los emigrantes a ultramar provienen sobre todo de áreas atlánticas.
  • Europa: el emigrante procede de las áreas españolas con mayor crecimiento demográfico, como Andalucía y Extremadura, buscando mejorar el nivel de vida. Otros habitantes de países mediterráneos acompañan a los españoles en este flujo migratorio.
  • Norte de África: coincidiendo con la mano de obra que la colonización francesa requería a finales del siglo XIX.

La emigración interior: antes de la mecanización del campo se producían desplazamientos a otras áreas agrarias para realizar las tareas necesarias en el campo y la construcción. Con el comienzo de la industrialización en Cataluña, Madrid y el País Vasco se desarrollan desplazamientos definitivos a estas ciudades. Esto supone el inicio del éxodo rural, interrumpido por la Guerra Civil y retomado de forma creciente en la posguerra.

1960-1975:

La creación del Instituto Español de Emigración (IEE), a principios de los años cincuenta, impulsó la emigración, también favorecida por la necesidad de divisas y el auge industrial en algunas ciudades. El gran crecimiento de la construcción y del turismo litoral e insular y la mecanización del campo hicieron entrar en crisis a la agricultura tradicional. Fue la época más álgida de la emigración española. Los destinos principales fueron Europa y el interior de la península:

  • Migraciones exteriores: son masivas hacia Europa para reconstruir las ciudades afectadas por la Segunda Guerra Mundial. Formada en su mayoría por hombres que pretenden ahorrar para volver al lugar de origen. Las mujeres se incorporan en una segunda fase. La reagrupación familiar favoreció el establecimiento definitivo de algunos españoles en estos países. Los sectores en los que se emplean son los peor remunerados y los no deseados por los nacionales del país receptor.
  • Migraciones interiores: se produce un éxodo rural masivo hacia las grandes ciudades (Madrid y Barcelona) y sus áreas metropolitanas, cuyo crecimiento impulsa las migraciones pendulares desde la vivienda al trabajo, donde numerosas mujeres van a trabajar en el sector servicios y hacia las áreas costeras mediterráneas.

Las migraciones en esta etapa suponen un desarrollo económico, como consecuencia de la entrada masiva de divisas procedentes de la emigración exterior, un envejecimiento de la población en las zonas emigratorias y un rejuvenecimiento en las zonas inmigratorias, lo que genera un gran desequilibrio en la distribución territorial de la población.

1976-1985:

La incertidumbre inicial ante los cambios políticos y la crisis económica como consecuencia de la subida de los precios del petróleo ralentizan el despegue de la industria española y reducen los puestos de trabajo en los países de destino, lo que hace que se inviertan los procesos migratorios anteriores.

  • Las migraciones exteriores: Desde los países de destino de Europa se favorece el retorno a España de los emigrantes mediante ayudas e incentivos económicos. La situación económica de América del Sur también invita al retorno. La búsqueda de trabajo en una España con creciente desempleo y la búsqueda de vivienda, son los problemas a los que han de hacer frente los retornados. La dificultad de encontrar trabajo motiva a que vuelvan a otras áreas de mayor desarrollo económico.
  • Las migraciones interiores: las áreas de tradición migratoria, a causa de los procesos de reconversión industrial y el encarecimiento de la vivienda, pierden la capacidad de acoger inmigrantes, que optan por emigrar a las ciudades medias. Los municipios de mayor tamaño dejan de crecer, aunque sus áreas metropolitanas lo sigan haciendo. Se impulsan la movilidad urbana y las migraciones pendulares, favorecidas por la mejora de los transportes. Se ralentizan las migraciones entre comunidades y se intensifican las migraciones dentro de la misma comunidad y misma provincia.

La importancia del retorno inicia el proceso por el cual España dejará de ser un país de emigrantes.

1986 hasta hoy:

Las áreas de destino serán siempre las de mayor dinamismo económico. La búsqueda de un puesto de trabajo se ve dificultada por la alta cualificación del trabajador.

  • Se frena drásticamente la emigración exterior y sigue predominando el retorno. Sólo permanecen algo más de un millón de españoles fuera de las fronteras. El flujo de emigración hacia Europa se incrementa, ya que no es necesaria una contraprestación económica ni un contrato de trabajo para trasladar la residencia a la Europa comunitaria.
  • La emigración interior se ralentiza, aunque continúa la inercia de crecimiento de las grandes áreas metropolitanas. Las ciudades medias surgen con un gran crecimiento durante estos años. Las políticas de impulso al desarrollo local endógeno, favorecidas por las subvenciones de la UE, generan empleo en algunas regiones en las que anteriormente era inexistente.

España pasa definitivamente de ser un país de emigrantes a ser un país de inmigrantes.

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