La Industria en España
La actividad industrial alcanzó su apogeo en España entre 1970 y 1975, con una participación en el PIB y una proporción de población activa cercana al 40%. Desde entonces, este porcentaje se ha ido reduciendo, ocupando hoy la industria una posición secundaria en la estructura productiva española. Esta pérdida de importancia se debe a la creciente terciarización económica, aunque buena parte del sector terciario está en función del sector secundario.
Las bases del proceso de industrialización en España
La tardía y fragmentada industrialización
España se incorporó tarde al desarrollo industrial debido a la escasez de materias primas y fuentes de energía, deficiencias en las comunicaciones, atraso tecnológico, etc. Este proceso de industrialización inicial continuó de forma intermitente, seguido de estancamientos, y se prolongó hasta los años cincuenta del siglo XX.
El desarrollo industrial (1959-1975): acelerado y desequilibrado
La principal etapa del crecimiento industrial español se produce entre el Plan de Estabilización de 1959 y la crisis económica de mediados de los setenta. Este proceso es el resultado de una conjunción de causas externas e internas:
- La Europa occidental experimentaba un importante crecimiento económico, lo que produjo un excedente de capital, invirtiéndolo por ejemplo en España, que se presentaba como un gran mercado, con una mano de obra abundante y barata.
- Los aportes internos de capitales españoles.
- Los cambios en la política económica española que abren la economía española al exterior y hacen de la industria una prioridad del Estado.
Así se logró que el sector industrial se colocara a la cabeza de la economía española. Pero en la industrialización española persisten una serie de limitaciones que frenan las posibilidades de un crecimiento equilibrado y sostenido:
- El importante peso que tienen en la industria los sectores maduros (siderurgia, construcción naval, textil…).
- La dependencia energética y tecnológica del exterior y del sistema financiero.
- La industria se concentró en los tradicionales focos catalán, vasco y madrileño.
La «crisis» y el nuevo modelo industrial
A partir de 1975 se quiebra el proceso de crecimiento acelerado que había conocido la economía española y se abre un periodo de crisis.
Las manifestaciones de esta crisis se observan en el cierre de empresas, el aumento de la tasa de paro, el descenso de la aportación de la actividad industrial al PIB y en la moderación de las tasas de crecimiento de la producción industrial.
Las causas de este proceso son:
a) Impactos recibidos del exterior: la crisis empezó debido a la crisis de la energía de 1973, que incrementó los costes de producción y redujo la demanda a la vez que coincidió con el aumento de la competencia de Nuevos Países Industriales y porque la crisis es una crisis de fondo, por el agotamiento del modelo industrial anterior y el inicio de una nueva etapa, postindustrial.
b) Rasgos anteriores heredados del periodo anterior: la importancia de los sectores maduros, una estructura poco competitiva, la fuerte dependencia energética y tecnológica y un elevado endeudamiento empresarial.
c) Las limitaciones impuestas por las circunstancias de la «transición política»: el cambio de una dictadura a un régimen democrático desde 1975.
Las ramas industriales que más sufrieron la crisis fueron los sectores tradicionales (textil, siderurgia…); y desde el punto de vista territorial se produjo la detención de la concentración industrial, debilitándose el eje cantábrico y los focos tradicionales de Madrid y Barcelona y hubo un reforzamiento de los ejes del Ebro y Mediterráneo.
La política industrial ante la crisis
España tuvo que adoptar políticas de reestructuración industrial para hacer frente a la crisis:
- La reconversión industrial: iniciada a partir de 1983 hasta 1992, pretendía ser un «tratamiento de choque» para asegurar la viabilidad de las industrias en crisis mediante reformas que les permitiesen adaptarse a las novedades tecnológicas y aumentar su competitividad, ahorrando costes y aumentando la productividad. Las actuaciones consistieron en ajustar la producción, renovar la tecnología, reducir la plantilla laboral, sanear financieramente las empresas y mejorar los sistemas de organización y gestión empresarial, afectando principalmente a los sectores maduros.
- La reindustrialización: La consecuencia inmediata de esa reconversión fue una desindustrialización con un carácter geográfico, porque las empresas industriales estaban concentradas territorialmente. Para recomponer el tejido industrial de estas zonas, las administraciones desarrollaron una política de reindustrialización, como las Zonas de Urgente Reindustrialización (ZUR), que en 1985 se transformaron en las Zonas Industrializadas en Declive (ZID). Fueron siete las áreas declaradas en 1983 como ZUR: Asturias, la zona del Nervión, los cinturones industriales de Madrid y Barcelona, El Ferrol, Vigo y la bahía de Cádiz.
Situación y características de la industria española
El nuevo modelo industrial
Se va a caracterizar por: un cambio tecnológico; un cambio en el sistema de producción, pasando de la concentración productiva en grandes fábricas a un sistema de producción descentralizada que busca abaratar costes; un cambio en la localización industrial dando paso a una deslocalización y esto se traduce en una concentración de capital en empresas multinacionales, reduciéndose la intervención del Estado.
Problemas de la industria española actual
- Gran peso aún de sectores tradicionales de bajo desarrollo tecnológico.
- Un bajo nivel de inversión en actividades de investigación y desarrollo.
1. La estructura sectorial de la industria española
a) Sectores industriales tradicionales estancados: lo integran la industria básica tradicional (siderurgia, metalurgia…) y la industria de consumo semiduradero (textil, calzado…). Son actividades muy consumidoras de energía y fuertemente intensivas en mano de obra.
b) Sectores industriales tradicionales dinámicos: comprenden ramas industriales (química, automóvil…) con buenas expectativas de futuro, demanda asegurada, productividad creciente, estructuras empresariales saneadas y fuerte presencia de capital extranjero.
c) Sectores industriales punta o de alta tecnología: ramas industriales (informática, robótica…) que aplican los descubrimientos científicos y las nuevas tecnologías vinculadas a la informatización para mejorar la producción.
2. La reducida dimensión de las empresas españolas
La industria española se caracteriza por un reducido tamaño empresarial, con un predominio de las PYMES. En relación con la propiedad de las empresas, hasta hace unos años las empresas públicas tenían una gran importancia económica, en la actualidad se han privatizado la mayoría de ellas. Hoy el organismo encargado de gestionar las empresas públicas es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI). Esto tiene su reflejo en el crecimiento de la inversión extranjera en España.
3. La deficiente inversión en I+D+i
Las inversiones en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) constituyen uno de los puntos débiles del sistema productivo español, provocando la excesiva dependencia tecnológica del exterior.
4. La política industrial
El Estado desarrolla políticas industriales muy diversas, dirigidas a fomentar la innovación así como a crear un entorno favorable para las industrias.