Fuentes demográficas
El conocimiento de los efectivos y de las características de la población ha sido uno de los objetivos perseguidos por los Estados desde la antigüedad a nuestros días, debido a intereses militares y económicos. La demografía hace un estudio cuantitativo de la población, de sus cambios y clasifica a los habitantes de un área geográfica según sus características (edad, sexo,).
En el pasado, las principales fuentes para el estudio de la población española eran los Libros de Fuegos medievales y los Registros parroquiales, que eran libros donde los sacerdotes de cada parroquia anotaban los bautizos, matrimonios y defunciones de los miembros de la misma.
Entre las fuentes actuales, el censo de población es un recuento de los habitantes de un territorio en un año concreto, realizado mediante entrevistas y formularios que recopilan muchos datos sobre cada persona y permiten conocer información diversa sobre la población de un país. Supone un trabajo inmenso y se realiza cada diez años por parte del Estado. Tiene su origen en el siglo XVIII, cuando se ordenó la elaboración de los primeros por las autoridades políticas; no obstante, estos estaban incompletos, carecían de precisión y no se realizaron con seguridad. Actualmente, todos los estados de la UE lo efectúan a la par los años acabados en 1, lo que permite disponer al mismo tiempo de una información detallada del estado de casi toda la población europea.
El padrón municipal es un registro de los vecinos de cada término municipal de España, recopilando algunos datos sobre ellos. Como se actualiza a diario y está coordinado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), la centralización de todos los padrones municipales permite conocer el estado de la población en cualquier momento concreto. El registro civil anota los nacimientos, matrimonios y defunciones en el momento que se van produciendo. Sus datos pasan al INE, que elabora con ellos los libros de movimiento natural de la población, que permiten conocer la evolución anual de las tasas de mortalidad, de natalidad y de otros indicadores demográficos más precisos, como el Índice Sintético de Fecundidad (número de hijos que tendría una mujer a lo largo de su vida).
Las causas de la distribución de la población
Las causas que explican el mapa actual de distribución de la población son muy variadas. Las más importantes son de naturaleza geográfica, demográfica y socioeconómica.
Los factores geográficos que representan un mayor obstáculo para el asentamiento de la población son el clima y la altitud. Un clima de condiciones extremas, como el del interior de la Península, no favorece la habitabilidad ni el desarrollo de actividades económicas. La altitud y la irregularidad topográfica representan también un desafío para la ocupación humana.
Los factores demográficos son fundamentalmente la dinámica natural y la estructura de las diferentes poblaciones. Este es un factor que está ayudando a consolidar la oposición interior-periferia, pues, como veremos, las poblaciones del interior son las que presentan un menor crecimiento natural y una estructura de población más envejecida, frente a un litoral expansivo apoyado en una población joven.
Los factores socioeconómicos son hechos o situaciones de naturaleza social o económica que atraen a la población hacia determinadas zonas geográficas o la repelen de otras. En este orden, el factor básico de las desigualdades ha sido la emigración: ésta ha actuado como el auténtico motor impulsor de la redistribución de la población. Las corrientes migratorias internas se han originado por la concentración de las actividades económicas más productivas.
Dinámica natural de la población
El crecimiento de la población de un país viene determinado, en primer lugar, por el comportamiento de la natalidad y de la mortalidad; la diferencia entre los nacimientos y las defunciones marcarán la intensidad en el crecimiento. Junto al comportamiento de estos dos elementos, los flujos migratorios son otro componente que se ha de tener en cuenta (CR = crecimiento real).
Natalidad y fecundidad
La natalidad define un aspecto demográfico referido a los nacimientos habidos en el seno de una población considerada en su conjunto. La fecundidad es un fenómeno relacionado con los nacidos vivos considerados desde el punto de vista de la mujer en edad de procrear (15-49 años), y no en el conjunto de la población. La fecundidad es, en consecuencia, un término más específico para referirse al nivel procreador de una población, puesto que sólo tiene en cuenta la población que realmente interviene en el proceso.
Recuperación de la natalidad y la fecundidad
España había sido un país con altos índices de fecundidad en el contexto de los países europeos; por ello, la evolución de la fecundidad en las últimas décadas ha sido uno de los fenómenos más decisivos en el desarrollo demográfico español. Fue sorprendente cómo, en un periodo de tiempo muy corto, la natalidad y la fecundidad españolas se situaron entre las más bajas del mundo. Esta tendencia al descenso, que se hizo patente a partir de la década de los ochenta, alcanzó su punto de inflexión más bajo a mediados de la década de los noventa.
¿Por qué han disminuido la natalidad y la fecundidad?
No existe consenso sobre las razones que han motivado la caída de la fecundidad. Hoy se considera que los motivos son múltiples y complejos; además de causas de índole económica (coste de la crianza y educación de los hijos, aumento del nivel de renta), existen también razones de tipo sociológico, cultural e institucional, sin olvidar las estrictamente demográficas. En la actualidad, se destacan del mismo modo entre ellas, causas como el desarrollo de la industrialización, la urbanización y la secularización, así como a otros factores como la emancipación de la mujer y su incorporación al mercado laboral.
Distribución espacial
La natalidad y la fecundidad se han reducido en todas las comunidades autónomas, aunque sigue habiendo diferencias regionales. Tanto si utilizamos la tasa de natalidad como el índice sintético de fecundidad, las regiones levantinas, meridionales e insulares son las que poseen las mayores tasas e índices, seguidas por las regiones económicamente más desarrolladas. Por el contrario, las comunidades del centro y del norte peninsular presentan las tasas más bajas. En cuanto al índice sintético de fecundidad (año 2019) España tenía una media de 1,31, con una media de edad de 32 años; entre las mujeres españolas, el número medio de hijos por mujer se redujo a 1,28 frente a los 1,31 del año anterior. Los índices más bajos, inferiores a la media, los ostentan Principado de Asturias, Galicia, Castilla y León, Canarias, Cantabria, País Vasco y Extremadura, siendo los más altos los de las Ciudades Autónomas de Melilla y Ceuta, Región de Murcia y Andalucía, así como las comunidades de la parte nororiental de España, además de la Comunidad de Madrid.