¡Escribe tu texto aquí!En las últimas décadas el mundo rural español se ha transformado profundamente, a la vez
que ha perdido gran parte de la población que tenía en la década de 1950. La apertura de la
economía española y la introducción de las innovaciones técnicas y científicas en el sistema
productivo han impulsado el proceso de modernización que ha afectado a la estructura de las
explotaciones, a la mejora de la productividad, a la evolución de las producciones agrarias y
al concepto mismo de espacio rural. Después de varias décadas de transformaciones, hoy
aparecen nuevos espacios rurales más homogéneos, pero al mismo tiempo más
especializados, basados en una gran variedad de agriculturas y ganaderías. Al mismo tiempo,
la aplicación en España de la Política Agraria Común (PAC) ha sido uno de los grandes
cambios propiciatorios de esta nueva realidad.
La transformación del campo español en los últimos 40 años ha sido espectacular ya que se
han desarrollado diversos procesos de forma simultánea: la mecanización de las labores
agrarias aceleró el éxodo rural y la concentración parcelaria, el empleo de fertilizantes y de
productos fitosanitarios al mismo tiempo que el aumento de los regadíos incrementó la
producción, por último, se produjo también la adaptación de la producción a los hábitos de
consumo y a las exigencias de la PAC. Todos estos cambios se producen al mismo tiempo
que desciende el peso de la agricultura en el PIB y también la población activa agraria.
Sin
Sin
embargo, la estructura de la propiedad de la tierra apenas se ha modificado, en ella llaman la
atención los grandes contrastes entre la gran propiedad de la zona sur y la pequeña de la zona
norte, y la mala distribución: los propietarios con más de 100 Ha (sólo un 0,8%) reúnen más
del 50% de la superficie catastrada, mientras que los dueños de propiedades inferiores a las 5
Ha (son más del 52%) sólo tienen el 10,5% de la tierra. En el norte, además del problema del
minifundio, la explotación agraria se dificulta por la diseminación de las propiedades en
distintas parcelas, lo que explica la crisis de la agricultura y su carácter tradicional.
El
El
latifundio no sólo es carácterístico del sur, es decir de Andalucía, también aparece en
Aragón, Extremadura, Salamanca y gran parte de la submeseta sur. Tanto la gran propiedad
como la pequeña son de explotación directa (el arrendamiento y la aparecería ya no tienen
apenas importancia); la política de concentración parcelaria y el éxodo rural han sido, entre
otros factores económicos, responsables de la desaparición progresiva de muchas
explotaciones marginales (sobre todo las menores de 5 Ha) y del aumento de las de tamaño
medio, con lo cual se ha reducido el número de parcelas por explotación.
Teniendo en cuenta estos factores y la importancia del medio físico, actualmente se pueden
diferenciar unos espacios rurales dinámicos, algunos con escasa actividad agraria y otros con
una importante agricultura, y otros espacios rurales más tradicionales.
Los espacios rurales dinámicos con escasa actividad agraria son áreas de agricultura
tradicional ocupadas actualmente por el turismo rural o por segundas residencias, en ellos la
actividad agraria ha quedado reducida a una posición insignificante, ejemplo de ello son el
Valle de Arán, Panticosa o la sierra de Guadarrama. Se incluyen también en estos espacios
las áreas periurbanas o rururbanas en las que la actividad agraria pierde importancia y la
existente se orienta al mercado urbano y se intensifica, se trata de cultivos hortofrutícolas,
ganadería lechera, granjas de porcino o de aves, etc. Espacios rurales dinámicos también
pero con una importante actividad agraria son aquellas áreas que se han adaptado a la
economía global y han logrado consolidar con innovaciones técnicas una agricultura o
ganadería competitivas. A partir de la actividad agraria, el espacio rural se ha ido haciendo
más complejo con la aparición de agroindustrias y servicios estrechamente relacionados con
el proceso de modernización agrario. Ejemplos de estos espacios son las grandes áreas de
regadío de la costa mediterránea, andaluza y canaria con producciones hortofrutícolas en
explotaciones muy capitalizadas y dirigidas a la exportación. Forman parte también de estos
espacios dinámicos los regadíos del Ebro, del Segre, del Duero, el Guadiana, etc.
Por otro lado destacan los espacios rurales tradicionales, unos especializados en secanos,
otros en crisis. Entre los primeros destacan algunas áreas de secano donde los cultivos
tradicionales han conseguido una excelente adaptación a las condiciones ecológicas y,
gracias a la modernización de las explotaciones y a la buena integración en el mercado, han
logrado consolidar su situación. Ejemplos de estos secanos de calidad son las campiñas del
Guadalquivir con cereales y cultivos industriales, y las regiones vitícolas y olivareras más
afamadas (La Rioja, Jaén, etc.). En estos espacios la pertenencia de España a la UE ha sido
un factor positivo ya que la regulación de los mercados ha asegurado la actividad agraria y
ha permitido mejorar el sistema cooperativo, la organización comercial y la conexión con la
industria agroalimentaria. También espacios rurales tradicionales especializados en secano
son los espacios que se extienden por las mesetas interiores y por el valle del Ebro. Se trata
de áreas dedicadas casi exclusivamente a los cereales con práctica del barbecho y a la
ganadería ovina extensiva, en ellos la mecanización de las tareas agrícolas ha provocado un
fuerte éxodo rural, el envejecimiento de la población y una muy baja densidad de población.
En último lugar destacan los espacios rurales en crisis, áreas donde la crisis de la agricultura
y de la sociedad tradicionales ha tenido consecuencias muy negativas. En estas áreas, que
ocupan casi una cuarta parte del territorio nacional, perduran las estructuras agrarias más
tradicionales y menos competitivas, la sociedad rural sufre grandes desequilibrios
demográficos y las tasas de crecimiento natural son negativas. Dentro de este tipo de espacio
rural existen zonas que cuentan con recursos naturales y humanos para posibilitar su
recuperación, éste es el caso de penillanuras con recursos ganaderos, áreas de montaña con
recursos forestales, ganaderos o turísticos (serranías ibéricas, Montes de León, Cordillera
Cantábrica, etc.); y otras zonas donde el sistema agrario tradicional está desmantelado y no
disponen de recursos naturales que permitan su recuperación, ejemplos de estas zonas
profundamente degradadas son algunas áreas en los bordes de las montañas de Castilla y
León, en los piedemontes aragoneses, en el borde septentrional de las Béticas y en Sierra
Morena. En estas últimas zonas las densidades de población inferiores a 5 habitantes por
kilómetro cuadrado y la ausencia de población joven hacen muy difícil su recuperación.
La incidencia de la pertenencia a la Uníón Europea en las actividades agrarias ha sido muy
importante ya que las numerosas deficiencias del sector agrario español y las amplias
superficies que ocupan las zonas desfavorecidas, hacen que el espacio rural español sea el
que más ayudas recibe de la Uníón Europea. La Política Agraria Comunitaria (PAC) se crea
en 1961 con la finalidad de garantizar el nivel de vida de los agricultores, estabilizar los
mercados y asegurar los precios en el abastecimiento a los consumidores. España se integra
en 1986 y desde ese momento se ve afectada por la política de recortar cuotas de producción
para no crear excedentes ya que los productos agrícolas de España son similares a los de
otros países de tradición agrícola mediterránea. Con el recorte de cuotas, la PAC considera
que no hay necesidad de subvencionar actividades que resulten poco rentables. Por otro lado,
la PAC también incluye subvenciones en el caso de situaciones extremas que puedan
perjudicar la agricultura, como sequías, granizo, inundaciones, etc. También están
subvencionados los productos deficitarios, esto ha ocurrido con el algodón, el lino, el tabaco
o algunos cultivos forrajeros. La PAC establece también una política de precios de garantía,
la mejora de las estructuras agrarias, la instalación y la formación profesional de jóvenes
agricultores y la mejora de la transformación y comercialización de los productos agrarios.
Problemas sin resolver actualmente son el envejecimiento acusado de la población activa y la
existencia de amplias zonas, denominadas desfavorecidas, que han sufrido la crisis de la
agricultura tradicional y las exigencias de la PAC. Estos problemas se tratan de resolver con
las ayudas que recibe España del FEOGA y potenciando, al menos actualmente, un
desarrollo rural menos productivista y más acorde con un desarrollo sostenible. En esta línea
hay que destacar los esfuerzos dedicados al sostenimiento de la agricultura en zonas
desfavorecidas, los incentivos a la agricultura ecológica, a la forestación de tierras
abandonadas, a las jubilaciones anticipadas, etc.