1. LOS RECURSOS HÍDRICOS EN ESPAÑA
En España, si restamos la evapotranspiración a las precipitaciones, tenemos que llegan a los ríos (agua de escorrentía o aportaciones) 220 mm/m 2 /año, si comparamos con la media mundial de 300 mm/m 2 /año, podemos deducir que España es un país seco, pero no demasiado.
Los recursos hídricos naturales en España
Los caudales de los ríos tienen varios orígenes: El agua de la lluvia que cae sobre la cuenca del río, a la que es necesario restar la que se pierde por los procesos naturales de evapotranspiración. El agua del deshielo de las nieves. Cuanto mayor es la altura a la que se producen las nevadas, mayor es la retención nival. El agua retenida en lagos naturales, que actúan como almacenes naturales en épocas de abundancia. Las aguas subterráneas de las que una parte emerge a la superficie de forma natural, por medio de manantiales, La infiltración en los suelos.
La regulación antrópica del agua:
En la actualidad, a través de embalses, presas, pantanos, trasvases entre cuencas, etc. La acción del hombre ha conseguido regular en España casi 48.000 hm 3 de agua, gracias a los 1.024 grandes embalses (más de 1.300 embalses en total) que recogen algo más del 43% del agua del agua que corre por nuestros ríos. Las aguas subterráneas: Una forma de aumentar y de regular los recursos hídricos es la explotación directa de las aguas subterráneas mediante el bombeo de agua desde los acuíferos Las transferencias entre cuencas
Una forma de aportar recursos donde hace falta o de hacer regular un cierto caudal a lo largo del año es transferir “sobrantes” de agua de una cuenca a otra. La desalinización de aguas marinas y salobres.
En España, la capacidad de desalación instalada ha aumentado extraordinariamente, pasando de algo menos de 100 hm 3 a los actuales actualmente es de unos 1.200. Retornos y depuración
Otra forma de aumentar los recursos de agua es reducir el consumo permitiendo la reutilización del agua. El agua que puede volver a ser utilizada se denomina “retorno”. Conseguir aumentar los retornos depende esencialmente de la depuración de las aguas, que, en España,
LA DEMANDA DE AGUA El regadío
Las demandas agrarias. Las actividades que más agua demandan y consumen son las agrarias, muy especialmente las de regadío, que suponen entre el 60 y el 70% del agua que es necesario suministrar, aunque representan el 80% del consumo. Las demandas urbanas
Las ciudades concentran el 15% de la demanda total de agua en España, unos 6.000 hm 3 . Como demanda urbana se contabiliza la que realizan los hogares, la industria (no se incluye la producción de energía), las actividades de los servicios y las propias actividades municipales (jardines, piscinas, limpieza, etc.). La demanda urbana. Si dividimos el agua que se suministra a las ciudades por el número de sus habitantes, obtenemos que cada uno de estos utiliza al día 171 litros. En los que se incluyen: – Las pérdidas por averías y roturas de la red de suministro, que suponen 30,6 litros por persona y día (casi un 18% del agua suministrada). – Las tomas ilegales, que suponen 12,8 l/p/d (un 7,5%). – Las utilizadas por los ayuntamientos para fines públicos: 6,4 l/p/d (3,7%) – Las demandadas por las actividades comerciales y de servicios, que suponen 19,1 l/p/d (un 11,2%).
EL BALANCE DEL AGUA EN ESPAÑA
Si analizamos el reparto de los recursos y de las demandas en nuestro país, observamos ciertos desequilibrios: Las cuencas del Segura, Júcar y las mediterráneas andaluzas presentan situaciones de déficit: sus recursos son inferiores a los consumos. O Son zonas con una fuerte implantación del regadío.
o Su posición en el litoral mediterráneo y en zonas con “buen tiempo” garantizado en verano (veranos cálidos y con más de tres meses secos) les ha permitido un fuerte desarrollo turístico. O En la costa y a lo largo de los ríos y vías de comunicación presentan un extraordinario desarrollo urbano. Las cuencas con súperávit presentan un nivel de aportaciones elevado que permite que la evapotranspiración no impida una escorrentía suficiente para garantizar niveles de caudal capaces de abastecer la demanda.
EL BALANCE DEL AGUA Y LA ADMINISTRACIÓN DE LA MISMA
Tres son los problemas esenciales a los que se enfrenta la tarea de administrar el agua: – La administración de los recursos:
las obras y la gestión de la regulación, la consecución de nuevos recursos por medios ambientalmente sostenibles, etc. –
Las políticas sobre la demanda:
el desarrollo de políticas tarifarías que potencien consumos sostenibles, el fomento de la conciencia medioambiental que facilite el ahorro en el consumo, el apoyo a la implantación de formas de consumo ahorradoras (nuevas formas de regadío, por ejemplo) y el suministro de agua –
El control de la calidad de las aguas:
el desarrollo de infraestructuras de depuración y de normas para controlar la contaminación y las malas prácticas, la recuperación de las aguas que presentan niveles de calidad malos o inferiores a los estándares reconocidos, etc. La política tradicional de gestión del agua. El Plan Hidrológico Nacional de 2001 – Se trata de una política que pretende un aumento de los recursos disponibles y una optimización de su utilización. Las estrategias básicas son: La realización de una transferencia permanente de agua desde las cuencas con súperávit a las que tiene déficit. Se plantea que el origen de ese trasvase sea el Ebro, desde donde una canalización conduciría el agua hasta las cuencas deficitarias. Se trata de una transferencia de 1.000 hm 3 El fomento de la desalación de agua del mar y de los retornos, fomentando la implantación de depuradoras. – También se orienta a una mayor eficiencia en los consumos, especialmente centrada en políticas de implantación de sistemas de riego localizado y en sistemas de ahorro en los hogares. Esta política parte del concepto de que el agua es un recurso renovable y público, que: – No tiene peligro de agotamiento: el ciclo del agua lo asegura. – Está listo para ser usado Este carácter público (está a disposición de todos) da lugar a dos consecuencias:
– La gestión del recurso con el objetivo de atender la demanda existente. El agua se considera, así, como un recurso disponible para el desarrollo económico. – Se produce una cierta mercantilización del agua: se antepone el desarrollo económico a los desequilibrios territoriales y al cuidado del medio ambiente.